Advertencias: Este fic llega a resultar en escenas muy fuerte y agresivo, léanlo bajo su propio riesgo. Puede llegar a haber abuso sexual; y lenguaje agresivo y obsceno. Están advertidos, es un YohxAnna.

"La Cabaretera De Fukuoka"

Sus curvas eran perfectas, sus labios igual, sus cabellos dorados sedosos y manejables, sus ojos negros azabaches y aquella sonrisa era más hermosa que todo. Una fiera exquisitamente indomable, imposible de comparar con otras, ella era perfecta. Trabajaba en un burdel como la única gata que no había sido tocada, solo admirada, a sus 17 en una casa como esa había conservado su virginidad sin problemas, por ser más fuerte que sus compañeras. Una de ellas Tamao Tamamura, que era prácticamente propiedad de un solo hombre, que venía todas las noches y se lanzaba contra ella para hacerla más suya que la vez pasada. Otra, Pilica, era visitada por un hombre de color, que le pagaba poco y la hacía como quería. Y por supuesto, sin olvidar a Jun que era más que nada la mesera, aun que siempre la trataban espantosamente

Más ella se salvaba de todo aquello, su sobrenombre era el de la "gata negra", y su nombre verdadero solo sus amigas lo conocían, Anna Kyôuyama. Ella también era visitada, por un joven de tez morena, cabellos cafés y soñadores ojos negros, que la miraba bailar horas seguidas sin cansarse, un chico que parecía demasiado respetable para aquel lugar, pero era casado, sí, con una tal Mari, que siempre le hacía panchos, ya que se habían casado por matrimonio arreglado. Yoh era su nombre, que se veía a leguas que más enamorado de la gata no podía estar, más nunca le había dirigido la palabra, en los tres años que llevaba de verla todas las noches. Anna siempre le bailaba una especial solo a él, pero no la bailaba seductoramente, la bailaba como cualquiera, esa siempre le encantaba a Yoh, que la veía y se enamoraba más.

El burdel era de los más bajos que había, era dirigido por un hombre llamado Fausto, que al ser su esposa violada y asesinada, se había desquiciado, y hecho el burdel donde antes vivía, sin embargo este hombre siempre vendía a sus gatas o las cambiaba por otras, a todas excepto a tres, Tamao, Pilica y Anna, las dos primeras por ya tener a clientes diarios, pero la última era la que le daba categoría a su burdel.

La noche terminó, y como era costumbre Yoh salió de la casa extasiado, dejando una rosa en la segunda ventada junto a la cocina, ya que ahí Anna siempre la recogía.

El joven hombre volvía a su casa caminando, esperando que por los grandes dioses su mujer se encontrara dormida, pero al escuchar los llantos dentro de la casa y ver las luces de la sala prendidas, soltó un suspiró y entró con resignación a la casa, donde escuchaba los lamentos de su esposa

-¡¡¡Es que siempre me deja aquí!!! ¡¡¡Sola!!! ¡¡Es un hijo de perra!!!- Chillaba con grandes fuerzas la rubia a los amigos de Yoh, que acababan de venir a visitarle, por ser de diferentes países habían llegado a la madrugada, despertado a Marion y aguantar el replique.

Yoh anunció su llegada, todos lo voltearon a ver y Marion lo vio con odio. La verdad era que Marion no era tan insoportable como parecía, solo le encantaba hacerle la vida un infierno a Yoh, ya que estaba amarrada a él por un tonto compromiso ajeno

-¡¡¡Hasta que llegas!!! ¡¡¿Ya viste la hora que es?!!

-Sí Marion, ya la vi, ahora vete a dormir, voy a saludar a mi amigos- Comentó cansado de la mujer, quien solo salió refunfuñando hacia el piso de arriba, al final solo escucharon el tremendo azotón de la puerta.

-Linda tu esposa- Comentó el chino con el seño fruncido

-Sí claro, pero olvidémosla unas horas, ¿cómo han estado?

-Muy bien- Dijeron cada uno a sus palabras, se sentaron en la sala y comenzaron a platicar. Los nombres de estos sujetos eran Len, Horo, Manta y Riu, antiguos compañeros de la universidad, y mejores amigos de Yoh.

-¿Y dónde estabas, Yoh?- Preguntó con su curiosidad acostumbrada Manta

-En… un burdel

-¡¿Qué?!!!!!!!!- El resto se impresionó de sobremanera, su amigo jamás había sido de los tipos a quienes les gustara esos lugares

-Tranquilos, no le soy infiel a Marion, tampoco me eh acostado con ninguna, no bebo ni una gota de licor y no pago a ninguna

-¿Entonces que haces ahí?

-Visito a una mujer

-¿Quién?

-No sé su verdadero nombre- Dijo algo deprimido por eso, la mayoría lo miró con asombro, jamás lo habían visto así. La verdad era que Yoh era muy amigable y risueño antes, pero cuando se  tuvo que casar con Marion, su vida dio un vuelco no muy agradable, acorralándolo en una soledad espantosa, ya que se mudó a Fukuoka, heredando de esta forma muchísimo dinero, de tal manera que no trabajaba, así que no conocía a gente, y Marion no lo dejaba salir de su mansión, en las noches es cuando se escapaba e iba a ver a esa chica del burdel, pero a todo esto, sus amigos veían que a cada que Yoh hablaba de esta mujer parecía como si las fuerzas volvieran a él, era como si gracias a ella haya soportado ya tres años de matrimonio con Marion, parecía como si él…

-Estás enamorado de una cabaretera- Finalizó Horo ante los demás, mientras Yoh solo se tallaba las sienes con sus dedos

-Sí Horo, estoy enamorado de ella, pero NO es una cabaretera

-Entonces me gustaría saber que hace ahí- Comentó Len

-No lo sé, es solo que… ella es diferente

-Pues entonces quiero verla, conocerla Don Yoh, ¿qué le parece si mañana vamos?- Yoh miró a Riu y soltó un suspir

-Sería agradable que me acompañasen

-Pues dicho está- Manta se levantó- Te acompañaremos amigo

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