Disclaimer: la Leyenda de Korra no me pertenece.

Guardián

"¿Ha sido alguna vez que el amor no conozca su propia profundidad hasta la hora de la separación?" Kahil Gibran

Se suponía que aquel día debía ser uno de los más felices de sus vidas, no la pesadilla en la que se estaba convirtiendo, pensó Mako mientras recorría el pasillo de su pequeño apartamento, llevando en sus manos una vasija con agua para el médico que atendía a su esposa.

— Aquí está el agua que me pidió— dijo bruscamente Mako mientras que ponía el contenedor sobre la mesa de noche.

— Perfecto — respondió lacónicamente el maestro agua sin dejar de observar a su paciente. Mako no dijo nada, tan solo se recostó contra la pared más cercana y se cruzó de brazos mientras que miraba el pálido rostro de Korra.

— Papá…— lo llamó su hija desde la puerta. Mako se acercó a ella, y suavemente la condujo hasta el pasillo, pues no quería que viera a Korra en aquel estado.

— ¿Puedo ver a mamá? — preguntó la niña.

— No Kanna, aún no— respondió Mako suavemente, mientras se arrodillaba y miraba los ojos dorados de su hija, que lucían exactamente como los suyos— ella necesita descansar— dijo.

— Pero, yo pensé que cuando naciera el bebé mamá estaría bien. ¿Qué fue lo que pasó? — preguntó Kanna. Mako frunció el seño, pues no sabía que debía decirle a su hija, no quería mentirle, pero tampoco quería que se enfrentara a la realidad de una manera tan brusca.

— Dar a luz a un bebe no es fácil Kanna, tu mamá está algo cansada ella necesita….

— ¿Se va a morir? — preguntó seriamente la niña. Mako la miró sorprendido por algunos segundos, ya que a veces olvidaba que su hija había heredado la honestidad de Korra, y su propia rudeza, así que no había caso en intentar esconderle la verdad.

— No lo creo, pero ella está muy enferma Kanna— respondió el maestro fuego.

— Quiero ver a mi hermano — dijo la niña hablando como si fuera una adulto a pesar de tener tan solo ocho años.

— Está en su habitación, con Boilin y Asami — respondió Mako. Kanna se dio media vuelta y caminó por el pasillo hasta que encontró el cuarto. Mientras tanto, el maestro fuego entró nuevamente en la habitación que compartía con su esposa.

Mako se sentó en una silla cerca al doctor que la atendía, y allí permaneció por un par de horas sin notar ninguna mejoría. Sin embargo, el muchacho se percató del desfile de personas que transitaban por su casa. Primero, el maestro Tenzin y su esposa; después, los padres de Korra; y finalmente, los miembros más importantes del Loto Blanco, incluyendo a Katara.

Le alegró ver a los dos primeros, ya que Senna y Pemma le ayudaron a cuidar a su hija y a su pequeño recién nacido, quien aún permanecía sin nombre. Pero, Mako no entendía porque los líderes del Loto Blanco tenían que estar allí en un momento como ese. A pesar de todo, el maestro fuego no se movió de su silla, pues no quería alejarse de Korra.

Después de unos instantes, Mako sintió un murmullo a sus espaldas, por lo que miró por encima de su hombro, y se dio cuenta de que se trataba del maestro Tenzin y de otros tres líderes del Loto Blanco.

— El doctor dijo que no se encuentra bien…— susurro el anciano que precedía el Loto Blanco— incluso la maestra Katara dijo que está muy débil, creo que lo mejor será enviar un grupo de guardias a Ba Sing Se para que den el aviso al reino de la tierra, hay que estar preparado para buscar al próximo. — murmuró.

Mako no pudo oír más, ya que la ira no lo dejó hacerlo. Sencillamente, no podía creer que aquel hombre ya estuviera planeando la búsqueda del siguiente Avatar, mientras que él veía a su esposa en su lecho de muerte, y se enfrentaba a la idea de tener que criar a dos hijos completamente solo. El maestro fuego observó nuevamente a Korra, y su rabia aumentó al pensar que ella también hubiera podido escuchar aquellas palabras.

Desde el momento en que conoció a Korra, Mako se dio cuenta de que la chica creía que lo único especial en ella era ser "la Avatar". Pero él sabía que no era verdad, ya que desde el principio vio en ella a una persona generosa, fuerte, incorruptible y completamente pura. Él nunca había encontrado a nadie así, todo lo contrario, las duras calles de Ciudad Republica le habían mostrado lo peor de la naturaleza humana. Por eso, no podía permitir que aquellos sujetos siguieran hablando de Korra como si fuera un objeto, desechable y descartable, y mucho menos, en frente de ella.

— ¡Largo de aquí! — ordenó Mako mientras se paraba de su asiento y se volteaba en dirección a los ancianos.

— Joven… — empezó el líder mientras trataba de tranquilizarlo— el Loto Blanco tiene la obligación de velar por el Avatar….

— ¡Fuera! — repitió Mako completamente iracundo. Tenzin asintió, dándole a entender al maestro fuego que pensaba como él.

— Por favor, retírense— les pidió el maestro aire, por lo que los demás miembros del Loto Blanco dejaron la habitación.

— Disculpe— empezó el doctor — ¿Dónde está el baño? — preguntó.

— Tercera puerta a la derecha — indicó Mako. Después, el sujeto salió del cuarto dejando a la Avatar y al maestro fuego solos.

— Mako… — murmuró la Avatar.

— ¡Korra! — Exclamó Mako mientras se sentaba en la silla junto a ella — ¿escuchaste todo? — preguntó preocupado.

— Solo te escuché gritar, nunca podría confundir tu "armoniosa" voz chico listo— murmuró Korra con voz carrasposa. Mako solo sonrió, y le tomó suavemente la mano.

— Gracias…— susurro la Avatar.

— ¿Por qué? — preguntó Mako sorprendido.

— Por protegerme. Los miembros del Loto Blanco a veces pueden ser algo… idiotas — murmuró la chica, por lo que Mako sonrió ligeramente.

— ¿Dónde está el bebe? — preguntó la Avatar después de una breve pausa.

— Pema y tu mamá lo están cuidando — respondió.

— Quiero verlo— dijo suavemente la chica.

Mako asintió y cruzó el pasillo hasta la habitación de su hijo, en donde, para su sorpresa, encontró a su suegra y a su hija sentadas en el suelo al lado de la cuna.

— Kanna — la llamó Mako— deberías tratar de dormir un poco.

— No— negó la niña— quiero estar aquí, junto a él— dijo refiriéndose al recién nacido.

— No te preocupes Mako— intervino Senna— yo la cuidaré— agregó. Mako suspiró al darse cuenta de que era imposible discutir con Kanna, pues ella era tan terca como su madre, y tan sobreprotectora como él mismo lo era con Boilin.

— Está bien, pero, debo llevármelo, tu mamá quiere verlo— comentó el maestro fuego, quien caminó hacía la cuna, alzó a su hijo y lo llevó a la habitación de Korra.

La Avatar trató de levantarse al ver el pequeño bulto que Mako llevaba en sus brazos, pero estaba demasiado débil para hacerlo, así que permaneció acostada.

— Mako por favor colócalo al lado mío— pidió Korra. El maestro fuego puso a su hijo suavemente en la cama mientras que se sentaba en la silla al lado de la cabecera.

— Todos creen que me voy a morir ¿no es verdad? — preguntó con una franqueza desgarradora que rivalizaba con la de Kanna.

— No seas tonta — contestó Mako sin darle una verdadera respuesta.

— Solo lamento no haber podido pasar más tiempo con este pequeño— dijo Korra mientras miraba tristemente a su hijo.

— Korra…— empezó Mako muy serio— no te vas a morir. ¿Me escuchaste?, no te vas a morir— dijo el muchacho poniendo énfasis en cada una de las silabas a modo de afirmación.

— ¿Y cómo vas a lograr que eso suceda chico listo? — preguntó suavemente la Avatar.

— No lo sé — contestó Mako. Korra solo sonrió, y volteó su mirada hacia su hijo.

— Aún no le hemos puesto nombre— comentó la chica— es una vergüenza, ¿verdad que es una vergüenza que tus descuidados padres no te hayan puesto nombre? — preguntó Korra mientras acariciaba al bebe.

— ¿Qué te parece si lo llamamos "Kuhei"? — preguntó Korra, quien sabía que el papá de Mako llevaba aquel nombre.

— Me gusta — contesto Mako sonriente— me gusta mucho— afirmo. Después, la chica volvió a dirigir su atención al niño.

— Míralo Mako, ¿acaso no es perfecto? — preguntó Korra emocionada.

— Sí, lo es — respondió el maestro fuego sin despegar la mirada del pálido bebé quien abrió ligeramente los ojos.

— Oh si…— murmuro Korra — tiene los ojos azules, es un maestro agua, gané la apuesta chico listo. ¿Sabes lo que eso significa?

— Que tengo que hacer el cambio de pañales por tres días seguidos — dijo Mako con una sonrisa en los labios.

— Así es…— suspiró Korra

— Mako… — empezó la chica nuevamente en un tono más serio — por favor trae a Kanna, quiero hablar con ella— pidió.

Mako asintió, cargó a su hijo hasta su cuna, y llevó a Kanna al lado de Korra. El maestro fuego dejó la habitación, ya que estaba seguro de que su esposa quería hablar con la niña en privado. Aunque, en cuanto llegó al pasillo, el chico se dejó caer pesadamente en el piso de madera.

Lentamente, el maestro fuego levantó la mirada hacia la puerta entreabierta, y vio a Kanna junto a Korra.

— Tienes que portarte muy bien Kanna. Tienes que ayudarle a papá, ¿entendido?. Y nunca, nunca olvides cuanto te amo — escuchó murmurar a Korra, mientras la niña asentía. Mako sintió ganas de entrar al cuarto y gritarle que dejara de despedirse de su hija, porque no había necesidad, ya que ella no se iba a morir, pero, el maestro fuego decidió no hacerlo, pues eventualmente tendría que aceptar la realidad.

La noche cayó sobre el apartamento que compartía la familia en Ciudad Republica, por lo que Pema y Tenzin se ofrecieron a cuidar al bebe, para evitar que los molestara durante la noche. Al maestro fuego no le gustó aquello, hubiera preferido tener a su hijo cerca durante la primera noche de su vida, pero, considerando el delicado estado de salud de la Avatar, no le quedó más remedio que aceptar la propuesta del maestro aire, y dejar a sus dos hijos a su cuidado.

Ya era casi media noche, y Mako, quien aún permanecía sentado junto a Korra, se encontraba completamente solo. Él no quería apartarse de ella, temía que si lo hacía, ella moriría sola, y él quería estar a su lado cuando eso pasara.

De repente, Korra dejó salir un ligero suspiro, lo que llamó la atención de Mako, quien observó su pálido y enfermizo rostro sintiéndose aún más descorazonado de lo que ya estaba.

— Korra…— susurro el maestro fuego mientras la tomaba de la mano y se acercaba a su rostro— no puedes irte, aún no puedes morir, debes permanecer aquí, conmigo, con nuestros hijos. No me importa que seas la Avatar, ni que reencarnes en otro cuerpo, yo te necesito a ti— susurro. Pero su esposa no contestó, tan solo permaneció dormida en su cama.

Mako salió de la habitación, y cruzó el pasillo hasta que llegó a la pequeña terraza en la sala de estar. Había permanecido todo el día conteniéndose, lo había hecho para no afectar a sus hijos. Pero, ya no podía seguir fingiendo, no podía seguir ocultando cuanto le dolía perderla, por lo que lloró como no lo había hecho en mucho tiempo, hasta que escuchó pasos detrás de él.

— ¿Quién está ahí? — preguntó agresivamente.

— Soy solo yo…— murmuró una amable voz desde las sombras. La persona dio unos cuantos pasos y Mako se dio cuenta de que se trataba de Katara.

— Maestra Katara, ¿Qué esté haciendo aquí? — preguntó Mako tratando de sonar calmado— ya es tarde, debería irse a dormir.

— Creo que tengo una solución a tu problema— dijo la maestra agua de repente.

— La única manera en que podría solucionar mi problema es dándome la fórmula mágica para que Korra no se muera— comentó Mako sarcásticamente, ya que no se sentía de humor para tolerar sermones.

—Pues tengo esa fórmula mágica que tanto necesitas— respondió Katara con una sonrisa en sus labios.

— No entiendo— respondió Mako confundido.

— Hace mucho tiempo, aprendí que el agua del estanque de "Tui y La" en el templo de la Tribu Agua del Norte tiene poderes espirituales muy poderosos, tanto, que puede devolver a un Avatar a la vida, aunque este se encuentre al otro lado.

— ¿Es eso verdad? — Preguntó Mako esperanzado— ¿Por qué no me lo había dicho antes? Yo podría…

— Espera Mako— lo interrumpió Katara — no es tan sencillo como parece, los espíritus guardan celosamente las propiedades de esta agua, no está hecha para que cualquier mortal la utilice cada vez que necesite un milagro, debes tener su permiso para usarla.

— ¿y cómo lo consigo? — preguntó nuevamente Mako.

— No estoy segura, pero debo advertirte, si el tiempo de Korra en este mundo ha llegado a su fin, ni siquiera el agua del Templo del Norte podrá ayudarla— dijo solemnemente la maestra — sin embargo — continuó — no pierdes nada con intentarlo— finalizó con una ligera sonrisa.

— Pero… a Korra tan solo le quedan un par de horas, y aquel viaje me tomaría por lo menos tres días — contestó Mako desesperado.

— Aquí es donde yo intervengo — dijo Katara tranquilamente, a pesar de que sus ojos azules se llenaron de tristeza — poco antes de que Aang muriera, yo me encontraba en una situación algo parecida a la tuya, no quería perderlo, y logre hallar una forma de "retenerlo" por un par de días, pero, desafortunadamente su hora había llegado. Sin embargo, tu situación es muy diferente. Mi instinto me dice que ella no debe morir aún — afirmó. Katara dio un par de pasos hacia adelante y tomó las manos de Mako entre las suyas.

— Mako — empezó Katara nuevamente — Aang también estuvo a punto de morir a destiempo, pero yo pude salvarlo gracias a esa agua, ahora tu puedes hacer lo mismo por tu esposa, pero debes darte prisa, no creo que Korra pueda aguantar demasiado.

— ¿Cómo logrará "retenerla"? — preguntó Mako confundido.

— Ese… es un secreto mío, y lo mejor será que muera conmigo, hay técnicas que no deben ser usadas por cualquiera— murmuró Katara con una sonrisa en sus labios. Mako decidió no insistir, ya que entendía sus palabras.

— Entonces… creo que lo mejor será que me vaya ahora mismo — dijo Mako antes de dar un par de pasos hacia adelante, sin embargo, la mano de Katara lo detuvo.

— Si yo fuera tú, esperaría hasta mañana, está muy oscuro, y no podrás conseguir ningún barco que te lleve al polo norte— opinó Katara.

— Pero, usted me dijo que debía darme prisa y yo tengo que salvarla— respondió Mako desesperado.

— Mako— insistió Katara — debes pensar con calma, no puedes apresurarte. Te doy mi palabra, y te aseguro que haré todo lo posible por mantenerla con vida hasta que vuelvas, por ahora duerme, yo estaré de vuelta antes de que amanezca.

Katara dejó el apartamento, por lo que Mako trató de dormir un par de horas, ya que sabía que lo que tenía por delante no sería fácil, a pesar de su esfuerzo por conciliar el sueño, el maestro fuego se levantó a las cinco de la mañana, tan solo tres horas después de acostarse.

Pero Mako no se sentía cansado, todo lo contrario, estaba frenético, por lo que cruzó rápidamente la habitación y alistó una pequeña maleta. En aquel momento, el sonido del timbre alertó al maestro fuego. Se trataba de Katara, quien como se lo había prometido el día anterior, estaba preparada para tratar a Korra por los siguientes cuatro días.

Mako se acercó a la cama, mientras que observa a Katara manipular agua sobre la frente de Korra, quien parecía aún más débil que antes, por lo que los nervios y la ansiedad volvieron a invadir al chico.

— Maestra Katara… — empezó Mako nervioso — ¿usted se sintió así cuando el Avatar Aang murió? — preguntó solemnemente sin atreverse a mirarla a los ojos.

— Sí — contestó sencillamente Katara, y, después de un largo suspiro, continuó— pero mi situación era diferente a la tuya. Nuestros hijos ya eran adultos, Aang y yo ya habíamos vivido lo suficiente. Con Korra las cosas no son tan fáciles, ella no debe morir aún — murmuró dulcemente la maestra agua mientras acariciaba la frente de la chica.

Mako miró atentamente a la anciana quien atendía a su esposa como si se tratara de su propia nieta, y un incómodo recuerdo llegó a su memoria. Trece años atrás, después de que la chica hubiera llegado de un largo y complicado viaje a Ba Sing Se, Korra y Mako se encontraban en una habitación muy parecida a aquella, tendidos el uno junto al otro, mientras que la lluvia caía en las calles de Ciudad Republica.

El maestro fuego revivió la escena con dolorosa precisión, casi pudo sentir el suave aliento de Korra golpear contra su pecho, y sus fuertes pero pequeñas manos adheridas a su camisa, como si su vida dependiera de ello, mientras que él la abrazaba fuertemente tratándole de trasmitir un poco de la tranquilidad que tanto parecía necesitar.

Korra había pasado toda la noche en vela, pues las pesadillas y los ataques de pánico que la asaltaban con regularidad eran más fuertes que de costumbre. Por su parte, Mako agotó todas sus ideas para hacerla dormir. Así que decidió obligarla hablar aquella noche. Después de unos cuantos intentos fallidos, el maestro fuego logró que le contara lo que había sucedido en el reino de la tierra.

Odiaba ver a Korra de aquella manera. Ella siempre había sido una persona muy fuerte, pero las numerosas batallas y las dolorosas escenas a las que tenía que enfrentarse día tras día la estaban convirtiendo en un desastre.

— No sé que voy a hacer Mako- murmuró la chica desesperada— si sigo así creo que voy a arruinar el "estado avatar" — murmuró.

— Además, podrías enfermar si no duermes bien — agregó Mako.

— Oh sí, me había olvidado de eso— murmuró Korra como si recordara un detalle insignificante.

— Korra… — empezó Mako exasperado — ¿acaso crees que tu salud es algo que debes tomar a la ligera?

— No, claro que no— se apresuró a contestar la chica — pero tú sabes lo que podría pasarle al mundo si yo no puedo convocar el estado avatar— comentó. Mako frunció el seño, pero no le contestó nada, ya que no quería pelear con ella en un momento como aquel, así que se limitó a abrazarla con más fuerza.

Para ser honesto, Mako también estaba preocupado por el estado avatar de Korra. Sin embargo, tenía el terrible presentimiento de que la ansiedad de la chica se debía a los comentarios de sus maestros, los cuales la perturbaban más que cualquier enemigo.

Después de salir con la maestra agua durante meses, Mako se había dado cuenta de que ella era una persona muy solitaria, más de lo que nunca hubiera imaginado. Por supuesto, la niñez de Korra había sido placentera y feliz en términos generales, pero, el maestro fuego tenía el incomodo sentimiento de que todos los que la rodeaban (a excepción de sus padres) querían solo al Avatar que habitaba en ella, a algunos ni siquiera les importaba realmente su seguridad, ya que, en caso de que ella muriera, habría otro Avatar que la seguiría. Pero, lo que más le molestaba era que a veces Korra también parecía pensar de aquella manera.

— tú eres más que el Avatar— susurro Mako de improvisto.

— ¿Qué dijiste? — preguntó Korra suavemente.

— Nada— respondió el maestro fuego mientras frotaba suavemente la nuca de la chica. Mako atesoró por mucho tiempo este recuerdo, en especial, porque tan solo una semana más tarde, Korra se marchó de Ciudad Republica, con la intención de no volver, y paso mucho tiempo antes que él pudiera volver a verla.

— ¡Mako! — Exclamó Katara trayéndolo nuevamente la realidad — creo que Korra ya está lista, deberías partir lo más rápido posible, el sol ya está saliendo.

— Sí, tiene razón maestra Katara. Muchas gracias por su ayuda—se despidió el chico respetuosamente.

— Espera — lo interrumpió Katara antes de que pudiera dejar la habitación — quiero que sepas, que yo también me preocupo por Korra, y te entiendo más de lo que tú te puedas imaginar — dijo. Mako sonrió a modo de respuesta y miró por última vez a Korra quien dormía profundamente.

— Por favor espérame Korra— le susurro Mako al oído mientras le sostenía fuertemente la mano — por favor, nosotros ya pasamos demasiado tiempo separados, y yo no quiero volver a perderte, así que debes esperarme— susurro. Después le dio un corto beso en los labios y se fue.

— Maestra Katrara— llamó nuevamente Mako- sé que ya he abusado mucho de su ayuda, pero, por favor ¿podría usted y el maestro Tenzin cuidar a mis hijos?- preguntó, por lo que Katara sonrió una vez más.

— Ni si quiera tienes que preguntar algo como eso. Claro que lo haremos, ahora ve, no te preocupes por nada, pero date prisa.

Mako salió de su apartamento, y sintió el frio aire de la mañana golpeándole el rostro. Pero, antes de que pudiera dar otro paso, el maestro fuego se percató del automóvil negro parqueado en frente de su edificio, el cual llevaba dos banderillas con la insignia de la familia real de la Nación del Fuego. En ese momento, un hombre vestido con un abrigo negro y un elegante traje de viaje bajó del auto y se acercó a él.

— ¡Hey Mako! — lo llamó Iroh al otro lado de la calle. Mako apretó los labios al ver al señor del fuego correr hacía él. En otra época, su presencia no lo hubiera molestado, después de todo, cuando aún era general, Iroh le había ayudado mucho al "equipo Avatar", sin embargo, lo que había sucedido después de aquello aún estaba grabado en la mente de Mako.

— Hola Iroh— saludo Mako lacónicamente — no tengo tiempo para hablar contigo, debo irme, pero si has venido a ver a Korra, puedes subir al apartamento, allí está la maestra Katara, ella te abrirá la puerta.

— No vine a ver a Korra— se apresuró a añadir Iroh torpemente — no, espera, yo vine porqué oí que estaba enferma, pero no quiero verla, yo llegué a media noche, pero no tuve el valor para visitarla porque…

— ¿Qué quieres Iroh? - preguntó Mako interrumpiéndolo bruscamente al ver que el señor del fuego seguía balbuceando sin ningún sentido.

— Llegué a media noche, y hablé con Katara, ella me pidió que te acompañara en tu viaje— dijo Iroh. Mako bufó completamente fastidiado.

— Claro que no, no me vas a acompañar, ahora, apártate de mi camino, debo apresúrame para tomar el primer barco— dijo Mako mientras apartaba al ex-general bruscamente.

— Espera Mako— lo detuvo Iroh — sé que no te agrado, y para ser honesto, tú tampoco me agradas, pero, yo no quiero que ella muera, por favor, déjame ir contigo, puedo ser muy útil, te lo prometo — pidió el señor del fuego. Mako lo miró a los ojos y se dio cuenta de que en ellos había desesperación, probablemente, la misma que él sentía en ese momento.

— Bien, si eso es lo que quieres, puedes ir conmigo — aceptó Mako exasperado.

— Perfecto— exclamó Iroh antes de tomar rápidamente una pequeña maleta que tenía en su automóvil. Mientras tanto, Mako lo observaba preocupado, pues aún no estaba convencido de que llevar al ex – general y ex novio de su esposa con él fuera una buena idea.


Este ha sido mi tercer fic de la leyenda de Korra. Originalmente iba a ser otro Oneshot, pero hubiera sido demasiado largo, así que decidí partirlo en dos partes, así que estaré subiendo el capitulo próximamente, mientras tanto los dejo con la duda ¿Por qué se separaron Mako y Korra? ¿Por qué Mako no soporta a Iroh? Todo eso en el próximo capitulo. Por cierto les agradezco a todos por agregarme a sus categorías y escribirme comentarios a mis fics "el Bosque" y "Nocturno"

Bueno… sin más, me despido y les recuerdo, ya empezó la cuenta regresiva de la leyenda de Korra latina (oh que emoción) pero antes una larga y estúpida nota de autor:

Espero que el fandom en español no reaccione como el fandom gringo, en serio, jamás había visto un fandom taaaaan psicópata como el de la leyenda de Korra, ni siquiera el fandom de Naruto en español es tan loco como ese (y eso que todos ahí somos unos pervertidos, no me miren mal fans de Naruto, que todos sabemos que es cierto ¬_¬…, allá me quitaron el miedo a escribir smut). Recuerdo que cuando salió el cap 7 de Lok , Tumbrl casi estalla por todo el odio que recibió Mako, tanto, que al final alguien estaba posteando fotos de comida chatarra, y decía que era "el salvador" del fandom makorra. Ahhh, y también hay alguien que habla de una porquería llamada withewashing de la cual no quiero hablar porque fue demasiado para mi ¬_¬… En fin… yo les diría que tengo cuenta en Tumbrl, pero la verdad es que no la sé utilizar bien (y tampoco tengo mucho tiempo para ponerle la atención que requiere) solo la uso para reblogear cosas y seguir a personas, y todavía mis posts no aparecen en los tags. Bueno… como siempre comentarios, amenazas de muerte y demás son bien recibidos adiós.