Conociéndome.
— No puedo creerlo. Megumi se le confeso a Yukio, ¿Y sabes lo que le dijo el muy desgraciado Ino? — cuestiono, la chica de ojos café.
— Conociendo a Yukio, seguramente le rechazo… como a todas — contesto —. Es más que claro; que él es gay — agrego, sonriendo ampliamente, mostrando sus dientes blancos perfectos.
— Y tan bueno que esta el desgraciado —gruño Ten Ten, dramática mente —. ¿Y tú qué opinas, Sakura? — Me miro, al mismo tiempo que lo hacia la otra chica.
— Yo opino, que este tema es muy absurdo— Aclare, bostezando —. No me interesa.
— ¡Aburrida! — exclamaron las dos chicas, al mismo tiempo.
Yo solo les sonreí, tome mi mochila, que se encontraba encima de la cama rosa de mi amiga Ino. Y camine hacia la puerta.
— Bueno, me debo ir, ya es tarde — afirme, sujetando el picaporte de la puerta —. Nos vemos mañana en la escuela chicas.
— Nos vemos — se despidieron enérgica mente. "Seguramente hablaran toda la noche de lo bueno que esta Yukio, y más sobre el hecho de que es gay". Pensé, mientras caminaba hacia mi hogar.
El cielo se encontraba de un color Naranja oscuro, y miles de pequeñas brillantes estrellas comenzaban a mostrase, poco a poco.
Yo me encontraba caminando por el centro comercial de Konoha, para dirigirme hacia mi hogar, como casi todos los días. No sin antes ver todas las vidrieras que se encontraban al mí alrededor, mostrando diversos tipos de ropa, todas de acuerdo con la moda, época y para todas las edades.
Me encontraba un poco mareada, al igual que me dolía un poco la cabeza.
"Seguramente es porque no comí esta tarde. Cuando llegue a casa lo primero que haré es comer algo". Razone, tratando de recordar en donde mamá había escondido el chocolate.
Durante todos mis diez siséis años de mi vida, lo único que recuerdo de mi infancia era que amaba el chocolate. Y el día festivo que más adoraba era Pascuas, para mí; ese día era mejor que mi cumpleaños. Y lo sigue siendo.
Lástima que un día, a comienzo de mi adolescencia, me comenzaron a salir granitos en mi cara. Causando que mi madre me quitara mis amados chocolates, para cuidar de mi cutis.
"Algún día me los agradecerás, hija", decía. Al momento que revisaba mi cuarto, quitándome mis chocolates.
Esa noche llore como nunca, encendiendo mi rostro sobre la almohada. Y al poco tiempo después; compraba chocolates a escondidas. Y los que me sobraban, los encendía en diversos lugares diferentes. Que sospechosamente; mi madre encontraba, y me los escondía.
— Que linda blusa — susurre, emocionada. La bruza era violeta, de mangas largas. Tenía dibujado pequeñas calaveras negras, de diferentes tamaños. Y en un costado, tenía escrito; "Dark Angel".
Y de pronto… toda mi felicidad se disminuyó dolorosamente. Al notar en exagerado precio de esa hermosa prenda.
Mire mi billetera, rogando a dios por un poco de dinero. Pero mi depresión aumento, al ver solo unos pocos billetes de poco valor, y diversos tipos de monedas de diferentes tonos. Mas mi carnet de estudiante, la foto de mi padres de años atrás, papelitos y algunos chicles de menta escondidos.
Como odio ser pobre…
Mire mi reflejo en aquella enorme vidriera. Causando elevar más mí baja autoestima.
Unos enormes lentes oscuros cubrían mis ojos, que eran de color verdes. Mis cabellos rosas se encontraban atados, en dos coletas. Mi cuerpo era delgado, mis pechos un poco pequeños, mi cadera era amplia y mi trasero era firme. Y lo único que lo cubría era enormes prendas de ropas, de tonos aburridos. Mi uniforme era lindo, lástima que no sabía cómo lucirlo adecuadamente. Si no fuera porque uso falda, muchas personas me confundirían con un chico.
¿Hombre o Mujer?, que dilema.
Ya faltaba poco para llegar a casa, o mejor dicho; mi casa temporal.
Mama y yo vivimos en un pequeño apartamento situado en el centro de la ciudad. Ella trabaja en el hospital municipal de Konoha, es enfermera. Es una mujer encantadora, divertida, linda e infantil. Pero de en vez en cuando, se comportaba madura y malhumorada. Tan solo por dos causas; el trabajo y papá.
¿Y mi padre?, bueno. Digamos que no amo a mi madre por siempre. Y cuando yo era muy pequeña, él se fue. Buscando el amor de su vida. Causando que llorara meses por él, y que mamá sufriera. Y aún creo; que lo ama todavía, y espera que él vuelva a amarla.
Y a pesar de todo eso… No odio a mi padre. Pero si le guardo mucho rencor, por el simple hecho de abandonarnos a mí y a mamá. Y más, al verlo junto a su nueva esposa, junto con sus pequeños hijos, que son mis "hermanitos". Daba gracias al verlo solamente dos veces al año; en mi cumpleaños y en el día del padre.
Me encontraba frente al semáforo, que tenía la luz roja. Esperando que aquella luz se vuelva verde, para cruzar la calle.
Y de pronto me comenzó a doler más la cabeza, tan fuerte, que me tire al suelo y me sujete con mis dos manos.
No sé en qué momento, toda las personas que me rodeaban; se convirtieron en borrosas manchas grises que se movían al mi alrededor.
Y lo único que pude ver con claridad, fue a un extraño chico emo. Que cargaba a un pequeño bebe entre sus brazos.
¿Quién era?
