Hi, cupcakes :3
El día de hoy vuelvo con algo especial: Esta historia participa del Desafío semanal #1 del "Torneo para obtener el Mjolnir: ¡Demuestra que eres digno". Y sí, planeo hacerme con el control de Asgard y reinar sobre todos. Pero, obviamente cocinando muchos cupcakes y regalando libros hasta el hartazgo.
Disfruten de mis desvaríos.
Nada, nada de esto me pertenece, toddo es propiedad de Marvel (Disney) y la mitología nórdica.
Sinceridad
...
El cielo de Asgard es algo así como la constelación más bonita sobre puesta al amanecer perfecto. Loki lo sabe, la energía desprendida de esos millones de soles distantes conducen la esencia de la magia que se arrastra en sus venas. Por eso le gusta sentarse al borde del Bifröst, con las piernas sueltas en el infinito vacío.
—¿Esta mi hermano por aquí? —la voz de un joven Thor se hace susurro al llegar junto Heimdall.
—El príncipe Loki se encuentra al borde del puente, mi príncipe.
Están en medio de la pubertad y sus cuerpos reflejan más que nunca las diferencias innegocibles de ambos. Loki es una espiga en el momento de la cosecha y Thor es el roble al que el hacha no penetra.
Thor se sienta junto a su hermano antes de pasarle una capa sobre los hombros. El infinito se halla frente a él, pero solo quiere ver el rostro de Loki, que no parece querer mirarlo.
—¿Por qué huiste del entrenamiento? Madre está preocupada por ti.
—Madre no está preocupada por mí, Thor. Vino a verme en un espejismo hace rato.
—Bueno —acepta con una carcajada—, yo estoy preocupado por ti. No quiero que padre se enoje contigo si se entera que no estás en el patio en las tardes.
—Odio que no me dejen usar mi magia, Thor. ¿Para qué entreno tan duro en las mañanas con mamá si al estar en público tengo que ocultarlo?
Thor sabe el porqué. Frigga era la princesa Vanir, entregada a Odín como sello de la paz. Frigga es una intrusa, una extranjera que se dio como regalo para apaciguar al gran Odín. Todo lo que proviene de su cultura es considerado un insulto para muchos asgardianos que ven en ella el fin de un periodo de grandiosas luchas. Y la magia, la magia de su madre es lo que hace a Loki quien es. Y Thor no es quien para mentirle a su hermano pequeño, no a él, así que fiel a su carácter, le cuenta todo, desde las luchas hasta los comentarios despectivos que alguna vez escuchó en su niñez y que ahora nadie se atreve a hacer frente a él.
—Entonces para ellos soy un monstruo —los ojos infinitamente verdes de Loki se inyectan de rabia—. Odian a mamá y a mí también por parecerme a ella. Por eso padre me mira extraño.
—No, eso jamás —le apacigua Thor, poniendo un brazo sobre sus hombros—. Papá se preocupa por ti, Loki. No quiere que los rencores del pasado lleguen hasta ti.
Mira el infinito y de nuevo a su hermano.
—Y ninguno de nosotros quiere tampoco que se enteren fuera que el mejor mago del universo vive en el palacio de Asgard. Papá está buscándote nuevos maestros, madre le dijo que ya no tenía nada más que enseñarte.
Loki sonríe y Heimdall, que lo ve todo, sabe que no existirá nunca sonrisa más sincera que esa, la del dios de las mentiras.
