¡Hooooooola! Pues, que traigo un nuevo fic. Es la primera vez que hago una trama NaruHina. Por supuesto, si me conocen sabrán cuál será la pareja secundaria. Y si no pues... sólo con chequear mis otras historias se darán cuenta jaja :P. Espero que les guste!


Heridas de guerra

By: Lolly Tenkawa


Naruto (c) Masashi Kishimoto.

La historia se desarrolla a partir del manga 615. Si no leíste hasta allí, tendrás muchos spoilers, tal vez indeseados.


Capítulo I

Más preguntas que respuestas.


La tienda de la alianza que servia como un improvisado hospital era un hervidero. No paraban de llegar pacientes, y los pocos médicos que se mantenían en pie iban de un lado para otro, tratando de socorrer a los heridos. Al parecer, con la derrota del Juubi y la muerte de Madara Uchiha y Tobi, la guerra que se había producido no tenía razón de ser. Las mayores amenazas estaban destruidas, y Naruto Uzumaki, la clave en la alianza, estaba a salvo.

Magullado, con huesos rotos, y serias contusiones. Pero vivo.

El rubio estaba siendo atendido por una de las médicos ninjas con más futuro, Ino Yamanaka. La muchacha se encontraba nerviosa de tener en sus manos al héroe de la cuarta guerra ninja. Y no ayudaba mucho que detrás de ella, Shizune, una de sus camaradas, estuviera curando con desespero a Sasuke Uchiha, quien había peleado codo a codo con el Uzumaki.

Entre las dos se estaban ocupando de las vidas más valiosas entre las naciones. La rubia maldecía a cada momento, diciendo algo como '¡¿Dónde demonios está la frentona?!', al mismo tiempo que trataba de parar las hemorragias de las que Naruto era presa. El clima alrededor era de pánico. Una guerra no acababa sólo con la muerte del bando contrario. Tiene serias consecuencias, de las que se ocupaba la rama con más trabajo de los shinobis... los médicos.

Había gente sin brazos, o piernas. Desangrándose, con grandes golpes en la cabeza, quemados. Miles de heridos y muy pocas personas con el conocimiento necesario para tratarlos. Los suministros se acababan, la gente se alteraba, los médicos se agotaban. El caos reinaba en la tienda que se había armado a modo de hospital. El bullicio incesante se hacía insoportable a los oídos de Ino, que terminaba de cerrar una herida muy fea en el pecho de su amigo.

Naruto era el más valioso, pero por suerte, contaba con la ayuda del zorro de las nueve colas para curarse por sí mismo. Ya la mayoría de los cortes estaban cerrados y los huesos reparados. Pero había perdido bastante sangre, y tener una recuperación total le tomaría bastante tiempo. Más allá de eso, no había otro peligro de verdadera importancia. Naruto estaba a salvo. Intentó mirar de reojo el trabajo de Shizune sobre Sasuke, que se encontraba en peores condiciones que el muchacho rubio.

El Uchiha no contaba con un demonio milenario que acelerara su recuperación, por lo que cada segundo perdido era vital. Y la morena se encontraba demasiado cansada...

— ¡QUÍTENSE DE MI CAMINO!

Ino se dio vuelta en seguida, reconociendo la voz al acto y, también, reconociendo el tono de urgencia. Sakura, literalmente, corría por la tienda con un cuerpo en sus brazos. Era conocedora de la gran fuerza que poseía la chica, así que ninguna persona sería reto para sus músculos. El cuerpo que cargaba era pequeño, e irreconocible por toda la sangre que lo cubría y mucho más importante, que cubría su cara.

La rubia detuvo su trabajo por unos momentos, impactada ante la imagen. Se dio cuenta que no era la única, pues el bullicio que reinaba el lugar había cedido.

Ante la impotencia de no encontrar cama, Sakura dejó a esa persona en el suelo y comenzó a curarla, hablando muy rápido y con movimientos frenéticos. Había un halo de desesperación que adornaba su rostro que era atemorizante. Quien quiera que fuera la persona a la que ella estaba curando, estaba en el borde de la muerte, a juzgar por la angustia que mostraba la cara de la muchacha.

Se apresuró a verificar el estado de Naruto, para poder ayudar a su amiga y al pobre desdichado que estaba agonizando. Casi suelta un grito de exaltación al asegurarse del bienestar del rubio. Tenía un poder de curación impresionante.

Sin perder tiempo, fue a dónde la Haruno. Ya le estaba preguntando por dónde empezar a verter su chakra curativo, cuando la imagen le heló la sangre.

Era un cuerpo destrozado, con heridas por todas las extremidades. Pero lo más importante, era el líquido rojo que emanaba sin cesar de su cabeza y manchaba su cabello. Su largo cabello azul.

Era Hinata.

Hinata se estaba muriendo.

xx

El sol le pegaba justo en el rostro, causándole molestia. Arrugó un poco la nariz, pero el calor matinal no se iría y no había más remedio que abrir los ojos. Los pesados parpados de Naruto se resistieron en un principio, permaneciendo pegados, seducidos por la idea de dormir un poco más. Al ser consiente de a poco del resto de su cuerpo, se dio cuenta que tenía los miembros entumecidos, por lo tanto, durmió mucho más de lo acostumbrado.

Los irises celestes se reencontraron de frente con la luz de la mañana, abrigándose con la calidez. Estiró sus brazos y dio un largo bostezo, dándose cuenta de la rigidez de sus movimientos. Cuando miró hacía abajo, descubrió su cuerpo repleto de vendas. Una alarma sonó en su mente, y lo primero que se le ocurrió hacer fue mirar su entorno. Estaba en un hospital, a juzgar por el equipo medico que tenía alrededor de su cama. Y si su memoria no fallaba (conocía muy bien el lugar, era casi como su segundo hogar), estaba en el hospital de Konoha. Estaba en su aldea.

Su cerebro comenzó a procesar con tal rapidez sus últimos recuerdos, que le dio una fuerte puntada en su cabeza. Lo último que recordaba era estar cargando a Sasuke, más herido de lo que se hubiera imaginado, y ver a lo lejos muchas manchas verdes. Seguramente eran ninjas de la alianza que se le estaban acercando, pero sinceramente no recordaba bien. De modo que habían logrado socorrerlos a ambos... "¡Esperen un momento!"

Se levantó de su cama tan rápido que sintió un horrible mareo, mas no le importó. El tiempo se detuvo y su cabeza sólo tuvo lugar para pensar una sola cosa: — ¡SASUKE! ¡SASUKE!

Un eco espeluznante fue lo que le siguió a sus gritos. Naruto podía sentir como toda la sangre se iba de su rostro. Con sus músculos agarrotados por el tiempo en reposo (no quería ni imaginarse cuántos días había estado dormido) apoyó sus pies en el suelo, dispuesto a buscar al Uchiha. La falta de costumbre al caminar lo hizo tambalearse, y tuvo que apoyarse sobre la cama para no caerse. Dándose ánimos internamente, se dispuso a mover sus pies. No sabía a dónde ir, ni cómo empezar, pero los últimos recuerdos de su mente le decían que Sasuke estaba ahí, con él. Que luchó a su lado.

No sabía qué era lo que le había hecho reflexionar, aunque debía admitir que no podría haber logrado una victoria en la guerra si no hubiese sido por su mejor amigo. Ambos gastaron demasiada energía en la pelea que tuvieron antes que el Uchiha se uniera definitivamente a su bando. Pero era la única manera de hacerlo entrar en razón, de hacer que él se diera cuenta que había sido manipulado por Tobi como una marioneta. Recordaba perfectamente la cara de espanto del Uchiha cuando él le había comentado sobre su breve encuentro con Itachi :'Sasuke es como un lienzo en blanco'. Esas eran las palabras que había usado el mayor de los hermanos, y fueron reproducidas con exactitud por Naruto, queriendo que él entienda que habían tergiversado la verdad y que estaba peleando por una venganza que no tenía razón de ser.

Aún podía ver la desesperación en los ojos de Sasuke, las dudas. Estaba seguro que él no había luchado por el bien de la aldea. Lo podía sentir, el moreno prácticamente despreciaba Konoha, y eso no cambió por haber matado a Tobi y a Madara, o haber destruido al Juubi. Naruto temía que él haya abandonado la aldea. Por eso debía buscarlo y asegurarse de que seguía allí, a su lado. Era su hermano, no quería volver a perderlo. No luego de tantas perdidas. Ya estaba harto de siempre llorar a una familia que no tenía. Debía conservar sus lazos.

Los primeros pasos que dio fueron tambaleantes. Los mareos no dejaban de llegar a su cabeza, y por un momento tuvo un incontrolable impulso de vomitar. Dio una gran bocanada de aire, tratando de aliviar las nauseas. Siguió su camino con firmeza, atravesando la mitad de la habitación. Encontraría algún medico que le informe dónde estaba Sakura, o Tsunade. Seguramente ellas tendrían la respuesta sobre lo que pasaba con Sasuke.

Llegó un momento donde tuvo que detenerse, porque los mareos eran insoportables, y más allá de eso, sus pies entumecidos se negaban a responderle. Parecía como si estuviese parado sobre una superficie gelatinosa, que lo hundía cada vez más y más... no había escapatoria, el suelo lo quería recibir, y él, por más de que luchaba con todas sus fuerzas, no fue más firme que la atracción de la que era presa. Antes de que se diera del todo cuenta, estaba tirado sobre las frías baldosas, gruñendo por el impacto del golpe y con todo a su alrededor girando a una velocidad descontrolada.

Creyó escuchar como alguien gritaba su nombre, pero estaba confundido. Se agarró la cabeza, y con mucho más esfuerzo del que era capaz, fue ordenando una a una sus sensaciones. El aturdimiento por su caída seguía presente (nada era más factible para comprobar ello que el dolor insoportable en sus rodillas y codos, que fueron lo que amortiguaron un poco el golpe). Estaba seguro que escuchaba su nombre con mucha claridad, y también estaba seguro de escuchar un frenético '¿¡Estás bien!?' de una voz conocida. Su cuerpo estaba abrigado por la calidez que sólo brindaba un cuerpo humano; y sus ojos, ahora enfocados, ya podían distinguir a la perfección aquel cabello negro y esos ojos amables.

— ¿Shi-shizune-nee-san?

— ¡Por Kami! ¡Estás bien!— La mujer lo acunaba como si se tratara de un niño pequeño, mientras (con ese talento innato que sólo tienen los mejores médicos) examinaba con su mirar si estaba bien— ¡Me diste un susto de muerte, Naruto-kun! Cuando escuché tus gritos pensé que te había pasado algo muy grave.

El muchacho rió un poco, más que nada por la incomodidad. No debía malinterpretarse su sentir, apreciaba a Shizune, pero en esos momentos hubiese preferido a la vieja Tsunade o a Sakura a su lado.

— Lo lamento mucho — Dijo apenado. No podía hablar demasiado, las nauseas incrementaban y no quería acabar vomitando en el regazo de la morena. Pero si podía decir algo. Abrió su boca, dispuesto a hacer la primera de las miles de preguntas que tenía ganas de hacer:

'¿Dónde está Sasuke?'

— Tienes que descansar Naruto-kun, no estás lo suficientemente fuerte. Permiteme llevarte a la cama.

Lo interrumpió descaradamente.

Shizune hablaba con mucha prisa, como si no quisiera escucharlo a él. Mientras lo levantaba y lo cargaba hacía la incomoda camilla del hospital, lo reprendía por haberse levantado, le comentaba sobre la rápida reconstrucción del hospital luego de la invasión de Pain o alababa su altura y lo rápido que había crecido. Todo eso, en un lapso de tres minutos. Realmente no quería dejarlo hablar, ya que cada vez que él intentaba tomar la palabra, ella tenía una cosa nueva que decir, a un ritmo muy rápido e imposible de interrumpir. Aquello lo dejó tan aturdido (era extraño ver de ese modo a una persona que solía ser muy tranquila y amable) que incluso se olvidó de todas sus dudas.

— Cualquier cosa que necesites Naruto-kun,— agregó, una vez que lo ayudó a acostarse— debes apretar el botón rojo que está a un lado de la mesa de noche. Siempre habrá una enfermera que esté aquí para ayudarte, ¡Así no cometes más imprudencias!

Ignorando lo insoportable que era que le estuviera hablando como si fuera un niño, iba a contestarle que le importaba un bledo si había una enfermera o no, que lo único que quería era saber sobre el paradero de cualquiera de sus compañeros de equipo, incluso del inexpresivo de Sai. Estaba por prácticamente gritar sus dudas, aprovechando que Shizune había bajado su guardia, cuando algo llamó su atención.

La puerta de su habitación estaba entreabierta, rebelando así una parte del hospital. Pero no fue eso lo que lo dejó pasmado. Fue que por el espacio que estaba al descubierto, había figura que miraba, furtiva, hacía donde estaba él. Aquella persona se escondía con la ventaja que le daba la puerta, pero la luz del día que entraba por la muy espaciosa ventana, le permitió a Naruto poder reconocerla.

Era Hinata.

Estaba disminuida, casi con miedo. Llevaba ropa de hospital, como él, así que debería ser una paciente. Le miraba con temor y curiosidad. Movía sus manos incesantemente, con su característico nerviosismo. Estuvo tentado a gritar su nombre. Sabía que en ella podía confiar para que le diga la verdad, Shizune le estaba irritando un poco. Pero en cuanto la chica se dio cuenta que él la estaba mirando, dio un respingo y se sonrojó al máximo, corriendo del lugar. Prácticamente huyendo.

Shizune miró hacía el mismo lugar que él, pero no había nada. Culpando a la confusión de la que el rubio era presa por su repentino despertar, le deseó un buen día y se marchó, dejándolo solo, y con muchas más preguntas de las que tenía antes.

xx

Habían pasado cinco días desde que había despertado, y ya no había nadie que lidiara con su impaciencia. Naruto llamaba a las enfermeras a cada momento, siempre con las mismas preguntas: '¿Saben algo de Sasuke Uchiha? ¿Y Sakura-chan dónde está? ¿¡Cómo que no saben nada de Kakashi-sensei!? ¿¡Es que la vieja no piensa aparecer!?'. Y siempre obtenía la misma respuesta:

'No lo sé, Naruto-sama'

Y para colmo de males, lo llamaban de ese modo. A él no le gustaban muchos las formalidades, era fácil saberlo por como llamaba a Tsunade o como llamó alguna vez a Jiraiya, dos de los ninjas más fuertes de la historia. Le causaban incomodidad. Y ser tratado con ese 'sama' incrementaba su furia, ya alimentada con el poder de la incertidumbre. No sólo no sabía nada sobre nada, sino que no lo dejaban levantarse y mucho menos irse de allí. Cuando quería comenzar a caminar, tenía la mala suerte de que alguna de las enfermeras lo viera y lo obligara a acostarse. Parecía como si lo estuvieran controlando.

Él insultaba a todo lo que estuviera vivo, pero hacía caso. Sólo porque tenía la esperanza de que las cosas mejoraran y pudiera de una vez por todas conocer la verdadera situación. En otro momento de su vida hubiese hecho un escándalo mucho más grande del que hacía, pero la guerra, a parte de llevarle unas cuantas heridas físicas también le había marcado en su interior. Seguía siendo el mismo optimista ruidoso de siempre, pero había un dolor perdido detrás de sus ojos, por el cansancio tal vez, o por haber visto a tantos amigos morir. La cuestión es que había entendido que no siempre se arreglaba todo como en un campo de batalla. Si él quería algo, lo tendría que conseguir de una manera astuta y no a la fuerza.

Era por eso mismo que en esos cinco días no sólo se había dedicado a molestar a las pobres enfermeras, o a resoplar con fastidio. También había tratado de averiguar el movimiento del hospital, trataba de saber a qué hora del día se escuchaban menos pasos, o cuándo había mucho menos bullicio. Por supuesto que era la noche, pero había un horario especial, cuando la luna llegaba por su ventana hacía la punta de sus pies, en que el silencio reinaba por completo. Estaba seguro que esa era la mejor hora para salir de allí. No lo había intentado los anteriores días porque quería asegurarse que la rutina nunca cambiaba. Rió divertido, hasta el mismísimo Sasuke estaría sorprendido con su estrategia.

Esperó a que anocheciera, y a medida que el ruido del exterior iba bajando, él se preparaba mentalmente para lo que haría. Trataría de buscar a Sasuke, supuso que estaría en una habitación cercana a la suya. Lo haría de manera rápida. Si no llegaba a encontrar a su amigo, iría a por Sakura. Sabía que su amiga era una adicta al trabajo, así que seguramente estaba en el hospital (y el hecho de que no lo haya visitado desde que despertó le hacía sentir una leve presión dolorosa en su pecho). Si las respuestas no iban a su encuentro, él las buscaría con sus últimas fuerzas.

La luz de la luna ya estaba cerca de su cama, así que Naruto supo que era la hora. Primero se paró, intentado tomar fuerza. Cuando comprobó que sus piernas le respondían (un poco tambaleantes, pero aptas para caminar) se dispuso a ir hacía la puerta. Trataba de ir silenciosamente, ya que el mínimo ruido sería escuchado. Abrió la puerta, que rechinó de manera insoportable, y cruzó con rapidez el umbral, tratando de no perder tiempo. La soledad y la penumbra fueron quienes lo recibieron. Tal vez era una hora en que todo el personal médico descansaba. Como sea, él era consiente de que los minutos corrían y alguien podría verlo, por lo que emprendió camino.

Abría de a poco cada puerta, viendo por la rendija a la persona en la habitación. Había revisado ya seis cuartos, y en ninguno estaba Sasuke. Toda el ala izquierda del piso donde se encontraba ya había pasado por su escrutinio, así que fue por la parte derecha, apresurando el paso. La desesperación aumentaba, no porque le importara que lo encuentren, eso ya le tenía sin cuidado. Pero tanto hermetismo le ponía nervioso. Si nadie quería decirle nada y él se veía obligado a espiar los cuartos por las noches, era porque algo malo estaba sucediendo. La necesidad de encontrar al Uchiha aumentó.

"Y si tal vez... él, está..."

Quitó esos pensamientos con rapidez de su mente. No debía pensar en eso. Las malas noticias siempre eran las primeras en saberse. Él había salvado a Sasuke. Por más de que lo intentó con todo el esfuerzo que pudo, no fue capaz de evitar el recuerdo del cuerpo destrozado del Uchiha, con sangre por todos lados. Respirando con tanta dificultad que casi parecía que no lo estaba haciendo. Aquella imagen incesante en su mente lo asustó. Naruto comenzó a moverse con más torpeza, y estaba prácticamente seguro que alguien lo había escuchado, pero no le importó del todo.

— ¿Qué hace aquí?

Su piel se erizó y sintió un escalofrió recorriéndole la espina dorsal. No planeaba ser encontrado tan rápido. La voz en su espalda no volvió a hablar, pero él sentía su presencia, sorprendiéndose de no haberlo hecho antes. Miles de excusas acudieron a su mente, tratando de encontrarle una explicación a sus actos. Se dio vuelta con lentitud y mucho nerviosismo, hasta que estuvo frente a frente con la persona que lo encontró, y no supo por qué, su cabeza se tranquilizó y su corazón adquirió un ritmo más pausado.

De nuevo, la persona que estaba allí era Hinata. Vestida con las ropas de paciente, completamente sonrojada y con actitud dubitativa. Totalmente diferente a la Hinata que estuvo a su lado en los últimos tiempos. La que sostuvo su mano enfrentando con él a la bestia más grande que había visto en su vida, y lo hacía con valentía y firmeza. El recuerdo le dio una oleada de calidez y fuerza a su frenético ser.

— Hinata...— Murmuró el chico, y ella abrió sus ojos sorprendida. Casi con miedo— Yo... yo... busco a Sakura-chan, ¿Tu sabes dónde está?

No quiso preguntar por Sasuke. Al ser una de las mayores amenazas del mundo ninja, o al haberlo sido, no cualquiera tendría información sobre su paradero. Y al mismo tiempo se sintió estúpido al darse cuenta que uno de los criminales más peligrosos no estaría en una simple habitación de hospital, sin control de los ANBU. Maldijo para sus adentros su estupidez. Al fin y al cabo, nunca fue un buen estratega.

La muchacha tragó saliva, y suspiró dos veces antes de hablar. Era como si su 'yo' del pasado hubiese vuelto— Lo la-lamento, y-yo no puedo...

— ¡HINATA!

Una voz de mujer interrumpió a la Hyuuga. Una voz que Naruto conocía de memoria. La voz que estaba buscando.

Sakura Haruno se acercaba corriendo por los tenebrosos pasillos del fondo del hospital. A simple vista, lucía mucho más decaída y desmejorada que en la guerra. No era ella misma. Parecía cansada, y sus entrecejo se fruncía en una mezcla de desesperación y preocupación. Los pasos de la Haruno iban disminuyendo a medida que se acercaba, y se detuvieron por completo en cuanto se encontró con los irises azules de Naruto.

Nadie habló a partir de ese momento. El ambiente era tan tenso que podía cortarse con una tijera.

— Sa-sakura-san, él m-me preguntó p-por usted, hace un m-momento— Sakura asintió, sin apartar sus ojos de los del rubio. Y de repente, tan rápido como todo había comenzado, la joven médico bajó la mirada y se dirigió a la otra chica.

— Vuelve a tu habitación, necesitas descansar.

La morena asintió y quiso irse, pero Naruto la detuvo. Agarró su muñeca con firmeza y la obligó a mantener su vista opalina en la de él. No sabía muy bien por qué lo hizo, sólo tuvo el impulso de detenerla. Su instinto le decía que algo no andaba bien. Como se veía muy estúpido el haberla detenido sin hablarle, le dijo lo primero que se le ocurrió.

— Gracias, Hinata.

Ella torció su ceño, como confundida— De n-nada, su-supongo... eh— Ninguno de los dos había notado la expresión alarmada de Sakura, que estaba dispuesta a interrumpir, pero que no fue tan rápida como para impedir que Hinata siguiera hablando— ¿Su nombre c-cuál es?— Preguntó, sus mejillas muy encendidas.

Toda lógica en la mente de Naruto se disipó, y de repente Sakura y Sasuke habían escapado de su cabeza.

— ¿Mi...? ¿Cómo que...? ¿Acaso...?— Las palabras se trababan en su boca, y no entendía muy bien qué era lo que estaba pasando — ¿Es una broma? ¡Soy tu amigo! ¡Soy Naruto!

La Hyuuga le dio una mirada apenada primero a Sakura y luego a él, para después responder:

— Lo s-siento mucho, N-Naruto-san. No l-lo re-recuerdo.