Declaimer: Los personajes no son míos, todo pertenece a Rowling.
Esto es una TRADUCCIÓN. La trama pertenece a RossWrock.
Harry Potter y el Poder del Tiempo
Capítulo 1 – Bienvenido a casa, Anormal!
Harry Potter había visto mucho en su corta vida, y eso es decir mucho tomando en cuenta que durante los once primeros años de su vida, había estado encerrado en un pequeño armario en la casa de sus familiares. Odiaba admitir que estaba relacionado con ellos, pero los tíos de Harry, Vernon y Petunia, y la ballena que tenía por primo, Dudley, le habían impuesto a una vida muy encerrada desde que era muy pequeño. Además de ir a la escuela (donde le pegaban), comer sus escasas comidas (con las que moría de hambre), y hacer la lista de tareas sin fin que le eran asignadas (donde lo forzaban a trabajar como un esclavo), Harry sabía muy poco de la vida fuera de su armario debajo de las escaleras, en la muy normal, ordinaria residencia del número cuatro de Privet Drive. Todo esto fue antes de que descubriera que era un mago… y uno muy bueno.
El día de su décimo primer cumpleaños, del cual nadie, excepto él, se percató, Harry fue rescatado de su vida por un enorme hombre llamado Hagrid, quien le contó que pertenecía a un mundo lleno de cosas maravillosas: criaturas mágicas, hechizos y maldiciones, castillos invisibles y escobas voladoras. Por supuesto que también le contó de las desventajas del mundo de los magos: magos oscuros y personas que solo buscaban poder e influencia; y claro, también del malvado Lord Voldemort, cuyo nombre era tan temido, que ni siquiera se mencionaba en la comunidad mágica. Fue ese mismo Lord Voldemort, o El- Que- No- Debe- Ser- Nombrado, quien mató a los padres de Harry años atrás y trató de matarlo también a él. Pero algo inesperado sucedió, algo que nadie pudo, o puede, explicar.
Harry Potter sobrevivió la maldición asesina lanzada por el más poderoso mago oscuro del siglo, y dejó sin cuerpo al mismísimo Voldemort. Es por eso que Harry Potter es conocido como "El Niño Que Vivió", porque sobrevivió lo que tantos otros no pudieron con solo una pequeña cicatriz sobre su ojo derecho para demostrarlo.
Cinco años han pasado desde que Harry descubrió quien era realmente, y ni uno solo de ellos había pasado sin que Voldemort, o alguno de sus seguidores, intentara acabar con su vida. Pero el año anterior fue diferente. Luego de lo sucedido el pasado verano, cuando Harry presenció en primera fila, e involuntariamente participó en la resurrección del hombre que había matado a sus padres, la vida de Harry cambió para peor.
Forzado al exilio por Albus Dumbledore, Director de Hogwarts (y alguien en quien Harry había confiado hasta la semana pasada), sus anteriores vacaciones de verano habían transcurrido con solo sus condenados familiares, sin siquiera poder comunicarse con sus amigos libremente. Lo habían mantenido en la oscuridad contra su voluntad, y cuando Harry volvió a Hogwarts para su quinto año ya no era la persona que una vez había sido.
Era ese pasado año en el que Harry estaba pensando mientras se dirigía en silencio de nuevo a Privet Drive. Sus tíos lo habían recogido de la estación King's Cross casi una hora antes, al término de uno de los años más difíciles para Harry. Sin que el lo supiera entonces, Voldemort había pasada todo el año influenciando a Harry sutilmente, sacando ventaja de el de la unión mental que su cicatriz proveía. Anteriormente su cicatriz solo le dolía cuando Voldemort estaba cerca, o haciéndole sentir las emociones del mago oscuro. Harry no sabía que Voldemort pudiera, literalmente, entrar en su mente, incluso cuando se le había ordenado que estudiara Occlumancia bajo la tutoría (si se puede llamar así) del Profesor Snape, nunca se le había informado a Harry del por qué.
Así que el año había terminado con otra muerte, igual que el año anterior. Cedric Diggory no merecía morir; solo se encontraba en el lugar equivocado en el momento equivocado. Y si Harry se había sentido culpable por su muerte, no se acercaba al dolor que sentía por la muerte de su padrino, Sirius Black.
Uno de los últimos días del año escolar, justo cuando Harry terminaba sus TIMOs (Título Indispensable de Magia Ordinaria), Voldemort finalmente penetró la mente de Harry, enviándole una visión en la que torturaba a Sirius por información en algún lugar del Ministerio de la Magia.
Debido a que sus visiones anteriores habían sido correctas, y por el cariño que sentía hacia su padrino, una de sus pocas figuras paternas, Harry fue a salvarlo. Trató de buscar ayuda, pero en ese momento Hogwarts no era el lugar más amistoso para estar. Dumbledore había sido destituido, la Profesora McGonagall, Jefa de la Casa Gryffindor, estaba en San Mungo recobrándose de heridas graves, y la perversa Profesora Umbridge, colocada en Hogwarts por orden del Ministro, vigilaba a Harry y sus amigo con la ayuda de algunos alumnos
Así que Harry y sus dos mejores amigos, Hermione Granger y Ron Weasley, y otros tres compañeros: Neville Longbotton, Luna Lovegood y la hermana pequeña de Ron, Ginny, volaron a Londres sobre unos caballos alados: threstrals; para ir a salvar a Sirius. Colarse en el Ministerio fue más fácil de lo que debería haber sido, como también fue entrar en el Departamento de Misterios, unos de los departamentos más secretos del Ministerio de la Magia. Siguiendo las direcciones de Harry, guiado por las visiones que había tenido durante todo el año, el grupo llego rápidamente al lugar donde se encontraba Sirius. Solo que Sirius no estaba allí, era una trampa.
Luego Harry supo que las visiones habían sido enviadas por Voldemort para atraerlo hacia allí, pero en ese momento a Harry no le importaba, porque estaba luchando por su vida. Los cinco estudiantes, de solo catorce o quince años, estaban rodeados por once Mortífagos; el círculo interno de Voldemort para ser más preciso. Decir que la pelea que se sucedió fue una sorpresa para el grupo de jóvenes sería entendible, pero los seis luchadores aguantaron bajo la presión de los Mortífagos.
El ataque duró más de lo que ellos habían esperado, y llevó a todos. Tanto Mortífagos como estudiantes, por los diferentes cuartos del Departamento. Los seis se separaron y fueron heridos o incapacitados, pero, gracias al Cielo, ninguno murió. Eventualmente fueron rescatados por la Orden del Fénix, un grupo secreto formado para luchar contra Voldemort. Una batalla aún más larga comenzó, incluso Dumbledore apareció para enfrentar a Voldemort, pero todo terminó rápidamente. Muchos de los miembros de la Orden estaban heridos, desafortunadamente, uno murió.
Sirius...Harry lo vio venir a su rescate, con un extraño sentimiento de gozo en su cara mientras peleaba contra su propia prima para proteger a Harry y sus amigos. Había estado encerrado en Grimmauld Place durante todo el año, por orden de Dumbledore, y aunque fuera para luchar, se podía ver el alivio que sentía al poder salir de ese lugar que tantos malos recuerdos le traía. Su muerte llegó por sorpresa, y Harry imaginaba que con poco dolor. Mientras burlaba a su prima, Bellatrix Lestrange, la sierva mas fiel a Voldemort, un hechizo lo golpeó directamente en el pecho. Se podía decir que no había dolido por la mirada de sorpresa en la cara de Sirius. Esa mirada pronto cambió a una de horror al verse caer por la fuerza del hechizo hacia esa cortina más negra que la noche… el Velo.
No se sabe mucho acerca del Velo, y por eso es perfectamente entendible que se encuentre en el Departamento de Misterios, pero una cosa si es segura, y es que cualquier cosa que pase a través de él no vuelve a salir. Harry no lo quería creer, casi podía oír la voz de Sirius llamándolo para que lo salve, pero afortunadamente Remus Lupin lo retuvo. Le tomó un tiempo a Harry aceptar que Sirius estaba muerto, pero al final lo acepto, y lloró.
Lloró, y atacó. Harry arremetía contra cualquiera que se le acercara. Estaba cansado, cansado de perder a las personas que estaban cerca de él. Al principio se culpó por la muerte de Sirius, igual que lo había hecho con la de Cedric. Pero superó eso bastante rápido. Harry había pasado todo el año anterior sintiendo lástima por si mismo, y él sabía que lo último que quería era ver a Sirius lastimado. No, había mejores personas a las que culpar por lo que pasó. Kreacher... ese maldito elfo doméstico le había mentido acerca de Sirius siendo capturado, Snape… si el maldito estúpido hubiera apartado los sentimientos que tenía hacia Harry, el nunca hubiera renunciado a sus lecciones de Occlumancia, y Dumbledore… eso le dolía a Harry más que nada.
Anteriormente, Harry había mirado a Dumbledore como una especie de abuelo… uno muy raro, pero ese año lo había abandonado. Se negó a que sus amigos le enviaran noticias durante el pasado verano. Se negó a explicarle porque debía tomar clases de Occlumancia con Snape de todas las personas. Incluso se negó a ver a Harry durante el año escolar, ni siquiera para explicar sus acciones. Y claro, también estaba la profecía, la maldita profecía.
Como si Harry no sufriera lo suficiente con la pérdida de Sirius, y los sentimientos de traición hacia los miembros de la Orden, Dumbledore tuvo el descaro de decirle en se momento lo que no le había dicho en todo el año. La razón por la que Voldemort había querido llevarlo al Ministerio en primer lugar; quería escuchar la profecía que hablaba de ellos dos, la que predecía la caída del Señor Oscuro. Empezaba como una profecía normal, suponía Harry. Blah blah... CUANDO EL SÉPTIMO MES MUERE, blah blah blah...LO MARCARÁ COMO SU IGUAL, blah blah blah... UN PODER QUE EL SEÑOR DE LAS TINIEBLAS NO CONOCE. Luego, por supuesto venía la cereza del pastel. La parte que Voldemort no conocía. La parte que casi logró que Harry rompiese a llorar en cuanto la escuchó en la oficina de Dumbledore. Y UNO DE ELLOS DEBERÁ MORIR A MANOS DEL OTRO, PUES NINGUNO PODRÁ VIVIR MIENTRAS EL OTRO SIGA CON VIDA. Le tomó un segundo a Harry traducir eso a un idioma entendible, pero cuando lo hizo, Harry lo entendió muy bien. Asesinar o ser asesinado.
Harry siempre había querido saber por qué Voldemort lo quería muerto, por qué intentaba tanto, tantas veces sólo por llegar a él; No era como si Harry quisiese meterse en su camino, sólo quería estar tranquilo y tener una vida lo humanamente normal. Ahora lo entendía. Todo se trataba de él. Debía detener a Voldemort, y solo él podía hacerlo.
Bueno, eso era en lo que Harry Potter pensaba mientras se dirigía en el auto a casa con sus familiares. Dudley; sentado junto a él, ocupando tanto el asiento del medio como el izquierdo de la parte trasera del auto; estaba pensando, probablemente en chicas. Chicas, o comida, o deportes, o cualquier otra cosa en la que un chico normal de quince años debería estar pensando. Y aquí estaba, Harry Potter, pensando en que un día su título cambiaría de "El Niño Que Vivió" para convertirse en "El Niño Que Murió" o "El Niño que Mató".
Pero Harry ya no luchaba, lo había aceptado. Era su destino. Aunque normalmente no creía en cosas como esa, a Harry no le importaba; no tenía nada que ver con la profecía. Harry se había dado cuenta de que nadie estaba haciendo algo por detener a Voldemort. Seguro, las personas decían que si. El Ministerio finalmente había admitido su regreso; pero realmente, Harry tenía poca fe en el Fudge; solo trataría de protegerse a si mismo y a su cargo como Ministro.
Dumbledore y la Orden del Fénix también conspiraban contra Voldemort, pero lo que hacían tampoco era suficiente. Harry por supuesto tenía cierto respeto, e incluso quería a muchos de los miembros de la Orden, pero sus métodos no eran suficientemente productivos. No iban detrás de Voldemort o sus Mortífagos, en vez de eso se sentaban y juntaban información ¿Qué tan bueno es saber que tan fuerte es el enemigo, si no haces nada aparte de ver como se fortalece cada vez más?
Luego de su charla en la oficina de Dumbledore, Harry sabía cuales iban a ser los planes de la Orden. No lucharían; solo observarían al enemigo, esperando que un día Voldemort se confiara y cometiera un error del cual pudiesen tomar ventaja. También protegerían a Harry lo mejor que pudieran, aunque tuvieran que encerrarlo en una bóveda de Gringgots para hacerlo. Harry no se consideraba un experto, pero recordando los años pasados, había comprendido que Tom Riddle era un mago muy inteligente. Voldemort no cometería un error a gran escala tan pronto luego de estar catorce años ausente. Estaba seguro que Ginny Weasley estaría de acuerdo con el, luego de pasar casi un año poseída por el, y se mataría antes de pasar los próximos años sentado, siendo consentido por los que estaban a su alrededor, mientras cientos de personas inocentes morían.
El mundo mágico necesitaba a alguien que se enfrentara a Voldemort, y no solo en la prensa o basados en ideales. Necesitaban un campeón que arremetiera contra sus fuerzas, para pelear, para mostrarle a los Mortífagos que sus crímenes serían castigados. Y Harry decidió que el sería esa persona. Con Profecía o sin ella, no había nada que hacer, estaba cansado de que personas inocentes salieran lastimadas mientras nadie hacia nada para pararlo ¿Quien mejor para desafiar a Voldemort que Harry? Otros tenían familias que cuidar, responsabilidades, y vidas que vivir. Harry ya había perdido a muchas personas en su vida. Con la excepción de Hermione, Ron, los otros Weasley y algunos otros, Harry no tenía ninguna razón para vivir. Una persona débil ya se hubiera dado por vencida. Gracias a Merlin que Harry no era una de esas personas. Él era un verdadero Gryffindor, y podía ver la luz al final del túnel; un mundo sin Voldemort sería un maravilloso lugar para vivir, y Harry decidió que haría todo lo que pudiera por lograrlo.
Y mientras miraba su regazo, Harry cerró sus manos sobre un pequeño objeto que lo ayudaría con su objetivo. Aún no tenía muy claro cómo, pero sabía que lo haría. Un pequeño objeto que sabía por experiencia sería una gran ventaja. Un objeto que había cambiado el curso de la historia. Un objeto muy poderoso y extraño. Harry lo había encontrado en los pliegues de su túnica la noche que había vuelto del Departamento de Misterios. Un objeto, alrededor del cual Harry había comenzado a formar planes durantes los últimos días desde que lo descubrió.
No era nada muy impresionante a la vista, Harry ya había visto uno antes, colgando del cuello de Hermione en una cadenilla. Por supuesto este era un modelo avanzado, capaz de mucho más que el que Harry había visto dos años antes. Harry suponía que había caído en su túnica en ese destellante cuarto en el Departamento de Misterios, cuando él y sus amigos fueron atacados mientras huían. Recordaba la cabeza del Mortífago caer en esa especia de campana, y cambiando a la cabeza de un bebé, y como las maldiciones volaban por todos lados. Si, decidió, fue ahí donde el pequeño Gira-tiempo calló en su túnica desde uno de los estantes.
Mientras su Tío Vernon estacionaba en la entrada del garaje del número cuatro de Privet Drive, Harry envolvió el gira-tiempo en un calcetín viejo que nunca usaba, y lo colocó cuidadosamente en su bolsillo. Mañana comenzaría el resto de su vida, ya no sería un transeúnte; mañana se convertiría en un luchador, y necesitaría unas cuantas cosas. Su tío y tía fueron prevenidos por miembros de la Orden horas atrás para que lo trataran humanamente bien, así que serían blandos con Harry, por lo menos durante unos días, y eso sería suficiente tiempo. Así que Harry salió del auto, caminó a la parte trasera para abrir el portaequipaje, y sacó su maltratado baúl escolar y la jaula de su lechuza. Hedwig vendría volando para no estar encerrada en el auto por dos horas. Su tía y Dudley entraron rápidamente a la casa (o tan rápido como podía Dudley), mientras que su tío esperaba impaciente a que Harry terminara para cerrar el baúl. Harry comenzó a arrastrar sus pertenencias detrás de él y fue empujado a un lado por su tío mientras este pasaba.
Harry vio como su tío abría la puerta y se giraba. Por un instante, Harry casi creyó que su tío iba a sostener la puerta para que pasara, la palabra clave es "casi". Con una mirada de disgusto y odio en su cara, su tío le miró y soltó, "Bienvenido a casa, anormal!" justo antes de cerrarle la puerta en la cara.
