NO MOON.
Capítulo 1
Valiente o cobarde... como un león que se enfrenta a un lobo, como una oveja que huye de su cazador.
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Sentía como mis pulmones se llenaban poco a poco de agua... veía como las burbujas de aire pasaban ante mis ojos, apresuradas por llegar hacia la superficie y liberarse... apresuradas por escapar de este infierno.
Oscuridad y frio... era lo unico que podia sentir, ver... ¿donde estaba la orilla? ¿donde estaba la superficie? pero...¿a caso los estaba buscando o en realidad me estaba alejando de ellas?
Desesperación, angustia y tranquilidad, nunca había sentido esas tres cosas al mismo tiempo. Pero bien es cierto, que nunca me había encontrado en una situacion similar.
Pronto, deje de moverme, mi cerebro paralizó todas y cada unas de mis acciones. Cerre mis ojos y espere a que todo acabara... porque ¡tendría que acabar en algun momento!
Me levante empapada de sudor y lágrimas. Sentí que el corazón se me iba a escapar por la boca. "no, no ,no ,no" trate de calmarme, hacía tiempo que no me ocurría, o por lo menos no con tanta intensidad.
Pero lo extraño es que, ya no era el mismo sueño, sus labios ya no pronunciaban esa frase que me causo tanto dolor "será como si nunca hubiese existido" sorprendentemente ya me había habituado a ella, no resultaba tan dolorosa... Pero no, esta vez no fue esa frase la que me despertó, ni si quiera él estaba en el sueño, Edward… ¿tanto tiempo ha pasado que ya no pienso en ti?
Desvié mis nuevas pesadillas a las del pasado ¿Cómo podían ser tan diferentes y parecerse tanto?... ¿Es que no me merezco un descanso?
Mire hacia la ventana, no había luna, el cielo estaba cubierto por densas nubes que amenazaban con descargar su ira contra Forks. "No había luna… no había…" sentí como mi corazón daba un vuelco. "Jacob" dije casi sin poder hablar… ¿Cómo podía doler tanto pronunciar una palabra de 5 letras? Sentí como ese nombre me rompía la garganta al pronunciarlo, trague fuerte y respire hondo… mire a la nada… y pasaron ¿un segundo, dos… tal vez, un minuto… o 30… posiblemente una hora? Mis ojos comenzaron a empañarse sin que pudiera hacer nada, apreté los dientes para tratar de evitarlo, pero todo esfuerzo resulto en vano. Comencé a llorar al mismo tiempo que oía como las primeras gotas de la amenazante tormenta golpeaban mi ventana, con igual violencia que las lágrimas escapaban de mis ojos.
El sol dejó salir sus rayos entre las nubes, y se llevaba la noche con él, pero no mis pesadillas, que seguían ahí, tan nítidas como un recuerdo feliz, solo que en este caso no lo era… El despertador comenzó a sonar, sacándome de mis pensamientos "llegas tarde" le dije, apagándolo. Era hora de ir a clase.
Baje a desayunar, Charlie no estaba, suspire en señal de alivio, no quería que me viese así…de nuevo.
Mire el teléfono, hacia 5 días no sonaba, hacía 5 días no me hacía sentir ese cosquilleo y esa alegría que sentía al oírlo, al saber que era él, porque siempre era él. Podía oírlo sonar, podía recordar todas y cada una de las conversaciones que tuve, vi como mi mano se alzo para cogerlo y sentí una gran impotencia, no podía detenerme y tal vez no quería hacerlo. Marque cada número, fijados en mi mente, con mucho cuidado, podía oír como salían de mis labios sin yo quererlo. "3…6…0…3…7…4…6…4…0…2"
Me mordí el labio mientras esperaba, mi corazón comenzó a latir fuerte y mis ojos, de nuevo, comenzaron a nublarse.
- "¿sí?" – contesto una voz, su voz…
- "Ja..Jacob… por favor…" – las palabras no me salían, ni si quiera sé si me oyó, podía oír su respiración, pero ni una sola palabra, pasaron unos segundos, o una eternidad para mí – "Por favor…" – volví a decir con un hilo de voz, sonaba suplicante, ¡quería sonar suplicante! ¡Necesitaba suplicarle que no me dejase! Pero lo siguiente que oí fue el tono del teléfono.
Me quede paralizada, no respiraba, no sentía latir mi corazón, apreté la mandíbula con fuerza, otra vez volvían las lagrimas y no quería, ¡demonios! No quería…
Mi mirada fue a parar a las llaves de mi coche, colgué el teléfono, las cogí y fui lo más rápido que pude hacia él.
Lo encendí, con rabia, retrocedí sin mirar si quiera si venia algún coche y pise el acelerador, con todas mis fuerzas, y recordé a Edward advirtiéndome lo peligroso que era alcanzar esas velocidades con mi coche, pero como siempre, y esta vez no por la necesidad de escuchar su voz furiosa, hice caso omiso de sus palabras.
Me detuve justo en frente de la casa de Jacob.
"No soy lo bastante bueno para seguir siendo tu amigo, ni ninguna otra cosa. No soy quien era. No soy bueno." - Sus palabras afloraron de nuevo de entre mis recuerdos.
Volví a pisar el acelerador, tenía un destino fijado en mi mente y un día perfecto para cumplir mi objetivo, mire al cielo a través de cristal, las nubes no se habían rendido al sol, lucharon y se hicieron más fuertes, más tenebrosas, más amenazadoras…
En menos de seis minutos, había llegado, frene con un golpe seco y deje el coche en medio de la carretera con la puerta del piloto abierta, la verdad ya me daba igual lo que hicieran con él, si es que a caso alguien lo quería…
Corrí hacia mi destino, si "mi destino"… este tiene que serlo, se han empeñado en que a si sea… Me detuve jadeando ante un acantilado, con una inquietante vista hacia un furioso mar que prometía tragar y no dejar huella de todo lo que se atreviera a surcarlo. Me quite los zapatos y puse mis dedos en el suelo frío que me hizo tiritar por unos segundos… Avance 2 o 3 pasos hasta dejar de sentir la húmeda roca en la punta de mis dedos… Comenzó a soplar una brisa refrescante y que me hizo despejar la mente.
Cerré los ojos con mucho cuidado y ví su rostro. Me detuve en su mirada que por muy irónico que suene, me dió fuerzas, baje la mirada con cuidado y muy despacio tratando de que ese momento pareciera real, buscando en mis recuerdos más profundos, nítidos y recientes; busqué su boca, donde me encontré con su constante y embriagadora sonrisa que incluso en este momento, me contagió. Respire hondo, segura de que sería la última vez que lo hacía. Permanecí un momento quieta sintiendo cada piedresita debajo de mis pies, sintiendo el viento arenoso y fresco golpeando contra mi cara, sintiendo como mis cabellos se enredaban, bailando al compas de la tormenta, oliendo ese olor tan característico que solo había olido allí... una mezcla de playa y montaña, una mezcla de salitre y humedad, una mezcla de verano e invierno… y avancé y lo hice con decisión, con gran decisión.
Jacob Black acabó lo que Edward Cullen había empezado.
