JUNJOU VAMPIRE
¿El destino está escrito o somos nosotros quienes creamos nuestro propio destino, en cualquier caso, si el destino ya está escrito, no deberíamos luchar para algún día alcanzar nuestra felicidad? ¿Pero qué pasa cuando esa felicidad solo la encuentras en medio del dolor? ¿Cómo seguir adelante cuando tú única felicidad está rodeada por sangre, agonía y muerte?... ¿cómo encontrar el amor en un mundo de vampiros si ni siquiera puedes sobrevivir a este?
- Junjou Vampire -
Prólogo: El crujir de sus vértebras
Se encontraba tendido en su cama bajo las cobijas, esperando que fuera la hora de la cena, ya había anochecido y podía escuchar como sus sirvientes se apresuraban para tener todo listo.
A sus nueve años, Shinobu Takatsuki disfrutaba de una gran felicidad, con una familia que lo adoraba, sirvientes que lo consentían y una vida sin preocupaciones, aunque algunos dicen que nada es para siempre...
De pronto, y sin saber el porqué, Shinobu sintió un gran frio recorrer su cuerpecito; con ternura abrazó con fuerza el panda de felpa que tenía entre sus brazos y se metió aun más en las cobijas. Algo dentro de Shinobu le prevenía de que las cosas no estaban bien, era como si su instinto de supervivencia le pidiera a gritos que huyera, pero ¿de qué?
El menor no pudo más con su miedo y soltó un grito al tiempo que escuchaba algo dentro de su casa caerse y quebrarse; asustado corrió en busca de sus padres, escuchaba gritos por todas partes y eso no le gustaba, Shinobu tenía mucho temor. Con sus pies temblorosos, bajó las escaleras a paso lento y fue entonces cuando lo vio...
Los ojos de Shinobu se abrieron como platos al ver la horrible escena que se presentaba en frente de él. El pequeño niño pudo ver como un hombre de tez pálida se acercaba con simpleza a su madre para partirle el cuello en dos y matarla. En ese momento, el corazón de Shinobu se detuvo al igual que su respiración, sus manos soltaron su panda de juguete y sintió un frio inmenso recorrerlo de pies a cabeza y su visión se nubló cubierta por sus lágrimas salientes... ese sonido, el sonido de las vertebras de su madre quebrándose se quedaría para siempre en su memoria.
Trató de reaccionar, de parpadear si quiera, pero su cuerpo no podía, el shock había sido terrible, ver morir a su progenitora había sido lo peor que le había pasado a Shinobu en toda su vida, sentía que se moría.
―Ma... mami ―dijo traumado cuando pudo recuperar el habla, grave error... al hablar, Shinobu había llamado la atención del asesino. Sintió como su corazón latía descontrolado y su piel se le erizaba en el momento en que el asesino posó su mirada en él; sabía que debía huir, ¡quería huir! pero sus piernas no le respondían y fue entonces cuando cayó en cuenta de que no estaban solos, allí en la sala de su casa había otro ser de piel pálida junto... ¡junto al cadáver de su padre que yacía ensangrentado! Ahora habían dos asesinos de tez clara asechando al pequeño Takatsuki.
Shinobu quiso gritar pero su garganta estaba seca, su cuerpo paralizado y tembloroso no daba para más, jamás se había sentido tan aterrorizado en toda su vida. Con una velocidad sobrehumana, el asesino de su madre se acercó hacía él y en un abrir y cerrar de ojos ya lo tenía en frente. Vio como el asesino le dio una mirada siniestra y se caminó hacia él, dispuesto a matarlo, el pequeño niño asustado y aun sin comprender del todo la situación cerró los ojos resignado a su suerte.
Se supone que debería morir... pero algo lo salvó, o más bien alguien. Despacio abrió los ojos y pudo ver como una silueta misteriosa se enfrentaba a los que minutos atrás habían acabado con su familia. Shinobu no sabía cómo sentirse, en ese momento lo que más abundaba en él era el miedo, pero también la tristeza e incredulidad de haber perdido a sus padres; se vio distraído al ver a aquellos hombres pelear, aunque... en sí no podía ver la pelea, sólo de vez en cuando sus ojos lograban captar algo, era como si aparecieran y desaparecieran, pero eso al menor no le importaba en lo absoluto, él sólo quería despertar, despertar de esa pesadilla y volver a su realidad.
Pero algo andaba mal... aquel individuo que salvó al pequeño Takatsuki estaba perdiendo, la pelea era dos contra uno y la desventaja era bastante.
El niño se sentó en el suelo, bajó la mirada y con sus manos cubrió su cabeza, pegando sus rodillas a su pecho y comenzando a mecerse― mamá, papá ―decía con la respiración entrecortada, y lo único que quería era despertar de esa pesadilla. Estaba ajeno a la situación, sumido en su propio trauma.
―¡Miyagi! ―se escuchó de repente, y dos individuos entraron traspasando con un salto agraciado y ágil las ventanas de la mansión Takatsuki, ellos, de inmediato se unieron a la pelea sin reparar en el menor que los miró asustados, y pronto todo se tornó violento.
―¿¡Akihiko, Kamijou!? ¿Pero qué diablos hacen aquí? ―cuestionó aquel a quien habían llamado Miyagi, sorprendido pero concentrado por aquellos dos hombres que seguían atacándolo.
―¡Salvándote, baka! ―respondió Kamijou enfadado, y salió tras de Akihiko una vez que este se lanzó a la pelea en defensa de Miyagi.
Así pues los cinco hombres se fundieron en una pelea brutal, tres contra dos... el pequeño niño que había pasado a segundo plano sólo abrió los ojos para ver con horror como esos individuos de fuerza extrema y velocidad increíble desmembraban a los asesinos de sus padres, el menor no lo sabía, ni conocía el término, pero un sentimiento dentro de él había surgido al ver a ese tal Miyagi vengar a sus papás.
Una vez que la pelea terminó, los tres sujetos, Kamijou, Akihiko y Miyagi, que parecían conocerse se pararon frente a frente y se miraron con seriedad.
―Pero que idiota eres, ¿quién te crees al venir solo contra esos dos? ―cuestionó con agresividad un chico de cabellos castaños.
―Cállate Kamijou, bien sabes que el Clan del Norte tenía asuntos pendientes conmigo, tenía que vengarme o no tomarían enserio mis palabras ―alegó Miyagi, defendiéndose.
―¡Baka! Pudiste haber muerto, te crees muy hábil, pero ve, si no hubiéramos llegado... ―replicó el castaño, pero se vio de pronto interrumpido.
―Eso no importa, ya nos deshicimos de ellos ―inquirió el otro hombre, de cabellos plateados, con despreocupación y simpleza― lo que importa ahora es lo que haremos con el niño...
Ambos hombres se sorprendieron, Miyagi se había olvidado del menor, y Hiroki recién lo había notado.
La piel de Shinobu palideció y sus pupilas se dilataron al sentir las miradas de aquel trío de hombres, y es que sus ojos eran... rojos. Con la poca fuerza que le quedaba retrocedió un poco, alejándose de esos hombres que aunque no se acercaran, ya lo devoraban con la mirada.
―Yo me encargo... ―dijo con simpleza Kamijou, acercándose lentamente a Shinobu.
El pequeño Takatsuki sin saber exactamente el porqué, se sintió atemorizado con cada paso que el castaño daba hacia él.
―E-espera... ¿qué vas a hacer? ―dijo de pronto Miyagi, su voz se oía preocupada, más sin embargo su expresión se mantuvo seria, y Akihiko le dio una mirada suspicaz.
―Matarlo, por supuesto. ―respondió Hiroki y se acercó al pequeño, levantando una mano que iba directo a su cráneo.
―De... ¡detente! ―dijo rápidamente Miyagi, corriendo a una velocidad invisible para el ojo humano y sosteniendo la mano de Hiroki.
―¡¿Pero qué te pasa imbécil?! ¿No pensarás dejarlo vivo? ¿Es qué quieres hacerlo tú mismo? anda mátalo.
El corazón de Shinobu se aceleró ante esas palabras y aun asustado y con lágrimas corrió como pudo, pero se vio detenido por el hombre de cabellos plateados, que lo sujetó de la cintura y lo levantó poniéndolo a su altura.
El niño de nueve años, se estremeció en sobremanera al contacto con aquel hombre, y es que su piel era extremadamente fría y su tacto había sido duro.
―E-él no es nuestro problema ―interrumpió Miyagi con un tono frio y dándole una mirada acusadora a Akihiko― no tenemos porque ocuparnos de él.
―Él sabe nuestro secreto, nos ha visto, no puede vivir ―dijo Akihiko en un tono frio― lástima, es tan lindo ―el hombre de cabellos plata acercó al tembloroso infante hacía su rostro, aspirando su aroma.
Miyagi apretó sus puños sin saber porque, sintiendo la ira recorrer su cuerpo― He dicho que no ―le dijo a Akihiko, arrebatándole al menor.
Hiroki miró molesto la escena― Baka, ¡termina con esto de una buena vez y mátalo!
Miyagi lo miró con seriedad― ¡He dicho que no! ―sentenció fríamente― ¿O acaso... piensan contradecirme?
Ante esto, Hiroki sólo desvió la mirada, impotente; y Akihiko se volteó, indiferente.
Dicho esto, Miyagi, cargando al tembloroso niño en sus brazos, lo llevó a la cocina, donde estuvieron lejos de los otros. En el camino, acercó la cabeza del menor a su pecho, para taparlo y que así no viera los cadáveres desangrados de sus sirvientas y su hermana.
El menor se paralizó al estar siendo cargado como princesa por Miyagi... al igual que el otro individuo, Miyagi también se sentía frio, pero no sólo eso, su piel era demasiado suave, pero dura a la vez. El menor cerró los ojos y por un momento tuvo una pizca de tranquilidad en medio de tanta calamidad, aun así seguía asustado y las lágrimas salían en automático.
Miyagi sentó al niño en la mesa de la cocina― ¿Cómo te llamas? ―le preguntó hincándose para quedar a su altura y colocando sus manos en las piernas del menor.
Tardo en responder, pero después de un rato asintió― Ta-Takatsuki ―le costaba trabajo hablar, su garganta le dolía de tanto llorar― Takatsuki Shinobu.
―Bien Shinobu ―dijo el mayor con seriedad― ponme mucha atención ―tomó su rostro con sus manos y lo obligó a mirarlo― No debes hablar de esto con nadie, entendido, dirás que unos ladrones atacaron a tus papás y huyeron, no debes mencionarme, ni a mis amigos. ¿Entendiste, Shinobu?
A Takatsuki le gustó escuchar su nombre de labios del mayor; y aunque le asustó su mirada roja, en cierto modo le atraía, sus ojos color miel se sentían magnéticamente ligados con esas orbes rojizas.
Así, se armó de valor y habló―¿Qué eres? ―preguntó Shinobu en un susurro.
El mayor lo miró fijamente, normalmente hubiera matado a aquel que lo cuestionase de esa manera, pero con ese niño era diferente, algo dentro de él le impedía matarlo...
― Un vampiro ―respondió Miyagi con simpleza esperando terror del niño, pero él ni se inmutó.― ¿Prometes no decir nada?
El menor asintió sin saber por qué, pero seguro de su promesa.
Dicho esto, el ahora reconocido vampiro Miyagi se retiró con sus camaradas sin decir nada, dejando tras de sí a un traumado niño.
Un traumado niño que jamás olvidaría ese día, ese primer encuentro con You Miyagi, ese primer encuentro con el mundo de los vampiros y sobre todo el crujir de sus vértebras.
Mientras tanto, en una ciudad no muy lejana...
―Etto, nii-chan ¿los vampiros existen? ―preguntó un inocente TakahashiMisaki de tan sólo diez años de edad.
―¿Pero qué dices Misaki, acaso has soñado con uno? ―le dijo Takahiro con una sonrisa tierna al tiempo que le revolvía los cabellos.
―Sí, nii-chan, soñé con un vampiro ―respondió Misaki animado― ¡soñé que me enamoraba de un vampiro!
Y este era sólo el comienzo...
