Blackbird
By
A Reckless Serenade
Capitulo 1
"This is the end
Hold your breath and count to ten
Feel the earth move and then
Hear my heart burst again"
— Skyfall, Adele —
Bajo el castillo, en las mazmorras, todos los alumnos dormían plácidamente con excepción de una chica en la habitación de séptimo. El dosel esmeralda estaba corrido para darle algo de privacidad, mas ya a nadie le importaba molestarla. Hasta esa mañana, la pelinegra-que se abrazaba con fuerza a sus piernas mientras intentaba no llorar-estaba segura de que no podían clasificarla con dos palabras, valiente y estúpida. Sabía que el sombrero preferiría ponerla en cualquier otra casa antes que en Gryffindor, y aunque no fuera un ratón de biblioteca, no era una completa inepta como Longbottom o Goyle. Sin embargo ahí estaba, lamentándose por una decisión que no era para nada lo que esperaban de ella. El resto de sus compañeras estaban dormidas, o pretendían estarlo. De cualquier forma nadie le dirigía la palabra, por lo que debía dejar de preocuparse por eso.
Cuando una carta con el emblema familiar llegó unas horas antes, sabía de sobra lo que diría. Dio un largo suspiro. Los planes habían cambiado en ese último año. Sus padres tenían nuevas aspiraciones, y esas incluían tener a su hija en el bando correcto. Por lo tanto llevaban meses haciendo comentarios sobre como debería unirse a las filas del Lord y ella los había aceptado en silencio hasta que la hora llegara, no es como su tuviera otra opción. No era que Pansy no despreciara a los sangre sucia y muggles, claro que lo hacía, pero estaba asustada. No quería ser torturada por negarse a asesinar a un niño ni vivir con el miedo constante que veía en los ojos de Draco. Estaba desayunando en el gran comedor cuando la carta llegó a sus manos. Al terminar de leer Daphne le preguntó qué sucedía. Fue en ese momento cuando se percato de que temblaba y respiraba con dificultad. Pasó todo el día aterrada, preguntándose cuando aparecerían y si era verdad que la marca dolía como un latigazo cada vez que él te llamaba. Durante su clase de artes oscuras le informaron que sus padres estaban en el vestíbulo. Todos en la clase sabían lo que sucedía y aunque siempre fue una experta al ignorar las miradas, esa vez no pudo evitar sentir un escalofrío.
Creía haber aceptado su destino, después de todo tuvo bastante tiempo para hacerlo. Caminaba por el corredor como si la llevaran a la guillotina, repasando una y otra vez como sería el resto de su vida. Encerrada en una mansión con el resto de la escoria, peleando a muerte en batalla, buscando a Potter por el mundo y siendo castigada si no lograba atraparlo. No quería ser una prisionera en Azkaban ni pasar el resto de sus días tan demente como la tía de Draco. Deseaba la vida soñada de cualquier bruja de su categoría, con joyas escandalosamente costosas y vacaciones en un chalet en Francia. Fue por eso que cuando estuvo frente a sus padres se negó a ir con ellos.
Aun le ardía la mejilla recordar la reacción de su padre ante su respuesta. No planeaba convertirse en mortífago, ni mucho menos abandonar Hogwarts para servir a la causa. Esa no era la vida que le habían prometido, no deseaba ser un peón más en la guerra. Quería una boda que apareciera en Corazón de Bruja, un esposo que todos envidiaran, viajar, ser libre y no tener una marca que cumpliera la función de una correa. No tenía caso intentar explicarles eso a sus padres, no lo entenderían y aunque lo hicieran, jamás lo aceptarían. Estaban acostumbrados a que ella hiciera lo que le ordenaban sin protestar. El señor Parkinson estaba furioso y a la vez asustado, pero nunca revelaría esta ultima parte. Sabía la amenaza que estuvo sobre los Malfoy y ahora una similar había caído sobre él. La llamó una sucia traidora a la sangre, le gritó y cuanto esto no fue suficiente le propicio una bofetada que la lanzó al suelo. Su mujer lo miraba con asombro, pues en el pasado jamás había golpeado a su hija. Cuando vio que él se llevaba la mano a la túnica en busca de su varita, ella se interpuso. Le pidió a Pansy que se fuera y no volviera a buscarlos, sin siquiera girarse a verla por una última vez.
Decidió que era suficiente de lamentos, y que lo mejor sería levantarse de la cama y darse una ducha. Fueron unos cuantos minutos de paz bajo el agua fría, pero era inevitable pensar en su situación. En menos de veinticuatro horas se había convertido en una paria. Quienes la veían con miedo ahora se burlaban de ella, los que se sentían orgullosos la empujaban en los pasillos, y Zabini, quien tenía la esperanza de convertirse en su prometido, ahora la odiaba por humillarlo públicamente. Perdió su herencia y las posibilidades de escapar a algún lugar. Pasaría algún tiempo en pocilgas de mala muerte hasta que la encontraran. El Lord no perdonaba la traición y todos sabían eso, por lo que estaba segura que alguien iría por ella. Quizá el propio Blaise sin que nadie se lo ordenara. Se sujetó el cabello con desesperación, pues pareciera que no fue la más astuta al elegir. Trató de recordar sus motivos mientras se limpiaba las lágrimas, era mejor que lamentarse el resto de su vida y cierto rubio opinaba lo mismo. Él fue la única persona que se mantuvo a su lado cuando le confeso sus temores, quien no dudo en alentarla y hablarle la verdad sobre el infierno en el que pretendían encerrarla. Si tan solo estuviera ahí para apoyarla las cosas serían mucho mejores.
No conocía la hora exacta, pero debía ser bastante tarde ya que el reloj marcaba un simple "vuelve a la cama". Iba a hacerlo, pues le había costado bastante conciliar el sueño, pero hubo otro golpe en la puerta. Los estaban llamando para algún evento en el gran comedor, algo ridículo considerando la hora, pero con los Carrow todo era posible. Se vistió sin decir una palabra a sus compañeras. Al entrar las formaciones estaban completas y Snape daba un discurso acerca de como alguien se había colado en el castillo. Encontró un lugar al fondo de las filas y esperó para poder volver a la cama sin prestar mucha atención a lo demás. Fue entonces cuando Harry Potter apareció y comenzó el verdadero caos. Las puertas se abrieron dejando entrar a miembros de la orden, Snape se enfrentó a Mcgonagall antes de salir huyendo. Luego vino esa voz, su voz. Los siseos que la aterrorizaban en sueños. Pansy se llevó las manos a los oídos intentando escapar, pero no se iba, estaba dentro de su cabeza. Soltó un gemido del que nadie se percató, tan solo esperando a que la voz se desvaneciera.
El Lord exigía a Potter y a cambio les perdonaría la vida a todos, los recompensaría. La pelinegra no sabía que hacer, no después de escuchar aquella voz en su mente. El miedo es un factor muy importante a la hora de tomar decisiones y ella lo estaba averiguando. Todo su razonamiento se había ido a la basura y ahora se arrepentía enormemente al no haber ido con su padre. Quería correr de una vez por todas pero se dio cuenta que jamás podría escapar. Se uniría a los jodidos mortífagos si era necesario, todo con tal de estar a salvo y seguir con vida, la otra opción era que su muerte estuviera en las manos de Bellatrix, de quien era bien sabido, disfrutaba eliminando a los traidores. Pansy no veía a nadie moverse y eso solo motivaba su pánico. Como si una docena de magos y un puñado de estudiantes pudieran vencer al mago oscuro más poderoso de todos los tiempos. Esa era la única oportunidad que tendrían y la estaban tirando a la basura.
—¡Pero él está ahí! ¡Potter está ahí! ¡Alguien deténgalo! – Esperaba que alguno fuera lo suficientemente sensato para lanzarle un incarcerous, pero todo lo que se ganó fue un viaje a las mazmorras para ella y toda su casa.
Todo estaba de cabeza. Los niños corrían de un lado a otro, los más grandes subían a las salas comunes, algunos a esconderse y otros para recoger algo y largarse. Algunos lloraban y unos cuantos estaban más que entusiasmados por luchar. Aprovechó cuando una Ravenclaw empujó accidentalmente a Filch y corrió por el primer pasillo que vio. Podía lograrlo, ir a casa y rogarle a su padre por otra oportunidad. Si algo aprendió desde pequeña era a estar en el bando ganador. Se detuvo cuando creyó estar lo suficientemente lejos del resto de los de su casa. Le faltaba el aliento. Estaba recuperándose cuando alguien la jaló dentro de un aula vacía. Apenas podría ver algo de no ser por las luces que se veían fuera del castillo, pero cuando la estamparon con fuerza contra la pared supo a ciencia cierta quien era.
—Pero que tenemos aquí.—susurró con un atemorizante tono contra su cuello. Pansy se estremeció. Zabini estaba calmado, lo cual lo convertía en un ser mucho más letal. Era como una serpiente que jugaba con su presa antes de comer. —La pequeña traidora a la sangre.
—Vamos, Blaise, sabes que yo nunca…—su voz se cortó cuando él golpeo la pared, justo al lado de su rostro. No tenía sentido intentar explicárselo, por lo que simplemente lo empujo unos centímetros y lo retó con la mirada. Estaba asustada, especialmente porque su varita seguía dentro de su túnica, pero sabía que siendo amable no conseguiría nada. —Además no es como si tu te hubieras unido.
—¡Porque él no me lo ha pedido! ¿Sabes sobre los rumores que corren por el castillo después de esa pequeña pelea con tus padres? Te consideran escoria…una Weasley más, y yo… Oh Parkinson, yo soy el idiota que te consideró digna de mi—El desprecio que corría en su voz se intensificó en la última parte. Mierda, pensó, aquello no iba a acabar bien. Zabini era una persona vanidosa y arrogante su venganza no provenía de su lealtad a los mortífagos, sino de la vergüenza. Era una ofensa personal, algo que no dejaría ir tan fácil. De lo que no estaba segura es de hasta donde estaba dispuesto a llegar, y ciertamente no quería averiguarlo.— ¿Y qué recibo a cambio? Humillandome. Me convertiste en una jodida burla.
—Oh, por favor, hay cosas más importantes que tu maldito orgullo.—aprovechó que su mirada estaba fija en sus ojos para llevar su mano al bolsillo de su túnica. Sus dedos envolvieron su varita y se dio cuenta que tendría que luchar si quería salir de ahí con vida. La mirada en los ojos de Blaise era la de un maniaco, alguien que solamente perseguía un objetivo, quien no permitiría que nada se interpusiera en su camino.
—Ya que eres una amante de los muggle, es más que justo que mueras como uno.—murmuró, antes de tomarla por el pelo y lanzarla contra el suelo. Pansy sacó su varita e intentó lanzar un hechizo, pero él dobló su mano y la obligó a soltarla. El primer golpe vino directo a su rostro, y de inmediato sintió el sabor de la sangre en su boca. —Siempre fuiste una estúpida, Parkinson, pero no pensé que tanto como para pensar que puedes ganarme.
Con un demonio, su varita estaba fuera de su alcance y aquel demente planeaba asesinarla. Tenía que salir de ahí pero apenas intentó levantarse, él la pateo en el estómago.
—¿Sabes que mi madre tuvo siete esposos? Todos fallecieron bajo "extrañas circunstancias"—soltó una carcajada—la primera regla es tener una coartada, cierto, pero en medio de la batalla no creo que a nadie le importe. Pensaran, por supuesto, que esto fue hecho por alguno de los mortífagos a quienes traicionaste, maldita inmunda. O tal vez no les importe en absoluto, después de todo no te queda nadie. ¿Dónde está ahora tu querido Draco?
La risa de Zabini fue se seguida por un dolor horrible y un crujido en su muñeca izquierda. Un grito desgarrador salió de sus labios, y el dolor le impedía pensar en todo excepto una cosa, iba a morir ahí.
—Voy a romper cada hueso de tu cuerpo—su sonrisa había desaparecido y ahora su actitud estaba cargada de rabia. Pansy notó que balanceaba algo brillante entre sus dedos, pero no pudo darse cuenta que era hasta que él se sentó sobre ella y comenzó a pasar la afilada hoja de la daga por su piel.—Y una vez que termine, no te dejare morir hasta que supliques que te degollé como a un cerdo.
Pansy comenzó a llorar, con el dolor y el miedo dominándola. No había escapatoria. Lo ridículo es que habría vivido más si hubiera decidido ser un mortífago. Estaba dispuesta a aceptar su muerte cuando la puerta se abrió.
—Pero que demonios…—Un hufflepuff los había encontrado. Apenas vio la escena el chico intentó desarmarlo, pero Zabini no iba a permitírselo. Soltó la daga y rápidamente alcanzó su varita.
Pansy supo que solo tendría una oportunidad. Tomó la daga del suelo y mientras el Slytherin lanzaba un avada kedavra, ella clavó con fuerza la hoja en su yugular, volviendo aquellas sus ultimas palabras.
Hermione, muy cerca de ahí, caminaba sin ningún rumbo específico. Creían haber conseguido algo al destruir el guardapelo y la corona, pero todo júbilo se desvaneció cuando vieron los cadáveres en el Gran Comedor.
El profesor Lupin y Tonks eran los primeros, justo al lado de la puerta; el recuerdo de los momentos compartidos con ambos, el recordar al pequeño Ted, inocente de la guerra que le acababa de arrebatar a sus padres, colmó sus ojos de lágrimas que habría pretendido no derramar. Continuo caminando, sosteniendo con fuerza la mano de Ron, quien de un momento a otro se detuvo en seco. Se giró y le preguntó que sucedía, pero el pelirrojo no respondió, había perdido el color del rostro y simplemente mantuvo su mirada fija al frente. Le tomó unos segundos procesar que sucedía, hasta que finalmente vio a la señora Weasley, abatida en lágrimas, lo que hizo que el vacío en su pecho se multiplicarse por diez. Fred estaba en el suelo sin la expresión de alegría que siempre lo acompañaba. Ron reaccionó y salió corriendo hacia su familia. Intentó seguirlo pero algo la detuvo, aquel era un momento intimo, una familia que había perdido una parte de si. Por lo que secó sus lagrimas y caminó hacia le lado contrario.
Había vagado sin rumbo por el castillo, intentando controlarse y despejar su mente, pero parecía ser un intento fallido ya que Parkinson estaba en las escaleras frente a ella. No estaba segura si dar la vuelta o pasar de largo, no estaba de ánimo para pelear pero al parecer ella tampoco. La Slytherin, que también lloraba, tenía la vista fija en sus manos. A riesgo de volver el momento mucho peor para ambas, se sentó a su lado.
—Dios, Parkinson ¿Estás bien?—parecía que el infierno se había desatado sobre la chica. Su labio estaba partido, moretones comenzaban a formarse en su rostro y sostenía uno de sus brazos con fuerza, per lo más preocupante es que estaba bañada en sangre.
Pero ella tan solo asintió con la cabeza y continuó mirando sus manos, mientras internamente se preguntaba el porqué de la amabilidad de la chica; después de todo, hace unas pocas horas intentó entregar a su mejor amigo. No confiaba en ella, quizás era un truco aunque no sabía con que fines. O tal vez solo era su necesidad por ayudar a todo aquel que estuviera en desgracia. No planeaba ser un caso de caridad para Granger.
—Estás sangrando.
"No es mi sangre" pensó la pelinegra, mas todo lo que pudo salir de sus labios fue un comentario mordaz.
—¿La pelea te afectó o simplemente te gusta constatar lo obvio por ser una insufrible sabelotodo?
—No se porque me molesto. Creí que tal vez esto había tenido un poco de impacto en ti, o que necesitabas ayuda, pero veo que personas como tu nunca cambiaran, sin importar las circunstancias.—Hermione estaba demasiado cansada, física y emocionalmente, como para tratar con ella. Se había levantado dispuesta a irse cuando la escuchó hablar.
—Tú también... tú también estás sangrando, quiero decir. Tu pierna. —la señaló ante la cara de incredulidad de Hermione. La leona volvió a sentarse sin estar totalmente segura de si era alguna clase de acto. Pansy estaba confundida sobre que hacía hablándole, ella no era una amante de los sangre sucia, como Zabini la había llamado, pero lo cierto es que no quería estar sola y fuera quien fuera, en aquel momento parecía importar poco.
—Es solo superficial.—dijo Hermione dándose unos golpecitos sobre la herida. El silencio recayó entre ellas. A lo lejos se podía escuchar los lamentos desde el Gran Comedor. —¿Sabes que vas a hacer? Voldemort intentará entrar al castillo nuevamente y es probable que lo logre. Puedes irte ahora si es lo que quieres, aun hay un pasadizo que puedo mostrarte.
—Ustedes y su constante complejo de héroes, por eso odio a los de tu casa, pero gracias.—dijo con una sonrisa leve. Sin duda más de lo que había esperado dar, mucho más, considerando que las siguientes palabras salieron sin que pudiera detenerlas.—Pero realmente no tengo a donde ir; si salgo de aquí voy a terminar como un mortífago… o muerta. No tengo elección.
—Harry tampoco la tuvo y aun así querías...—en el momento en que Pansy había dicho eso, hacía unas horas, Hermione había sentido la necesidad de estrangularla hasta que se callara, y Hermione no era una persona violenta. Es por eso que no se pudo contener de traerlo a colación.
—Pero él es el salvador del mundo mágico. Si pierde se convertirá en un mártir, si triunfa lo idealizaran como a un dios. Si nosotros ganamos significa que somos pésimas personas que asesinan y torturan, si perdemos seremos juzgados y encerrados en Azkaban. Estamos condenados.
—No pienses que las cosas fueron fáciles para él, Parkinson. Tu futuro está en tus hombros, el lleva el de todo el mundo mágico sobre los suyos.
Se quedaron calladas por unos momentos, nuevamente, sin decir nada ni mirarse. Tan solo dando la compañía que ambas necesitaban para no volver a llorar. Pasaron varios minutos en los que Pansy ideaba un nuevo plan y Hermione imaginaba el paradero de Harry. Lo último que supo de él es que planeaba ver los recuerdos de Snape.
—Desearía poder abandonar este lugar, desaparecer.—suspiró— O quizás conocer un hechizo para regresar el tiempo, sería bastante útil en momentos como este.—dijo de tono de broma, pero Hermione se giró a verla como si le hubiera dado una gran idea.
—Espera aquí, tengo algo que podría funcionar.— y se fue antes de que obtener una respuesta.
Hermione no lo había considerado desde el inicio del verano, pues fue un simple comentario de Mcgonagall. Al parecer todos los giratiempos se destruyeron o perdieron sus poderes después de la pelea en el ministerio, pero ella estaba resguardando uno. Era más un experimento que cualquier otra cosa. Algo que un amigo de la profesora estaba probando, tan solo necesitaba hacerlo funcionar y podría salvarlos a todos. Tonks, Lupin y Fred. Durante su tercer año había aprendido las reglas de los giratiempo, sabía que no hacer, y precisamente en aquel año habían logrado salvar a un inocente, Sirius Black, nada le impedía hacerlo de nuevo.
Caminó tan rápido como pudo hacia el despacho de la profesora, temía que de informarle su plan, ella se negara. Al abrir la puerta se activó una alarma, pero la leona no se detuvo. Probó con un accio pero no funcionó. Buscó en varios estantes hasta que finalmente recordó el lugar donde la profesora había guardado el primero. Buscó una vieja edición de Historia de Hogwarts y ahí, dentro de las paginas huecas estaba una pequeña caja con runas antiguas. Le bastó identificar el símbolo de "tiempo" para tomarla. La joven bruja se sintió mareada por un segundo, como si todo girara rápidamente. Dentro de la caja descansaba su tesoro.
Llevaba el giratiempo en el cuello mientras buscaba a Parkinson por todo el castillo. Tomó su varita mientras buscaba a la chica. Algo en su interior le decía que las cosas no iban bien. ¿Y si había escapado? ¿O si planeaba atacarla por la espalda? Eso sería ridículo considerando que no tenía conocimiento del giratiempos y no tendría porque desearlo. Por unos instantes pensó en olvidarse de la Slytherin y probar de una vez por todas ese experimento, pero la chica no se veía en condiciones de salir de ahí por su cuenta. Caminó lentamente con la varita en alto, en guardia a cualquier movimiento sospechoso cuando escuchó un grito agudo a su derecha. Conforme se acercaba los gritos se intensificaban.
Ahí en uno de los múltiples pasillos de Hogwarts, una estudiante intentó batirse en duelo con la terrateniente más peligrosa del Señor Oscuro. Si bien la joven tenía habilidad, eso no era nada comparado con la experiencia que la bruja poseía. La locura en sus ojos provocaba terror a sus víctimas antes de que siquiera se atreviera a maldecirlos. Hermione sabía de sobra que aquella actitud demente no era solo un acto para intimidar, Bellatrix Lestrange realmente era una adicta al sadismo. Se escondió tras el muro cuando vio su ondulado cabello oscuro moverse en el aire. Era imposible el no recordarla en la mansión de los Malfoy. Sentir nuevamente el puñal contra su piel. La aversión era impresionante y cada hueso en su cuerpo le decía que debía salir corriendo antes de que se percatara de su presencia y decidiera terminar el trabajo, pero no podía hacerlo porque la estudiante que se había enfrentado a Bellatrix era Pansy Parkinson y ahora se retorcía en el suelo mientras la bruja mantenía un cruciatus sobre ella.
La razón le decía que sus oportunidades de sobrevivir eran nulas, que Harry la necesitaba. Sin embargo no podía dejar de pensar que la chica estaba esperándola en las escaleras, un blanco expuesto, y que fue probablemente así como Bellatrix la encontró.
—Stupefy— El hechizo había logrado desconcertar a Bellatrix, lo cual le dio el tiempo suficiente para salir de la esquina y correr hacia Pansy. La slytherin, que tenía su espalda arqueada violentamente durante el hechizo, dio un golpe sordo en el suelo y ahora yacía inconsciente.
—¿Parkinson? Despierta, tenemos que irnos.—Apenas había logrado tocarla cuando su la risa de su combatiente le puso los pelos de punta. Bellatrix estaba en pie. Cogió la varita de la slytherin e intentó arrastrarla lo más lejos posible.
—¿Quieres ayudar a la pequeña traidora a la sangre? Ambas son igual de asquerosas.—murmuró con asco mientras lanzaba un par de hechizos en su dirección, que a pesar de que eran poderosos, Hermione sabía que la bruja solo estaba jugando, un calentamiento para la verdadera pelea.
—¿La convertiste en tu amiga y por eso decidió rechazar su puesto entre las filas de mi Señor?—hizo un falso gesto de ternura—No te preocupes, me aseguraré de que tiren sus cuerpos en la misma fosa común.
Durante unos minutos se produjo una intensa confrontación entre ambas. Bellatrix atacaba y Hermione conjuraba un protego, la castaña lanzaba un desmaius y la mortífaga lo esquivaba de una manera inigualable. Sabía que no duraría demasiado, la superaba en habilidad y experiencia, además de que Hermione estaba cansada y herida, pues había logrado acertarle varios cortes. La bruja reía como si se encontrara frente a un divertido juego, cuando un hechizo pasó a su lado. Ella logró evadirlo con facilidad, sin perder la concentración, pero Hermione se giró para ver quien lo había convocado. Detrás de ella Neville y Ginny aparecieron y la joven sintió la necesidad de abrazarlos. Antes de que pudiera hacer algo el chico comenzó a pelear con la desquiciada mujer durante unos segundos, en los que la mortífaga se veía exasperada. Finalmente dio un bufido y lanzó a Neville hacia el fondo del pasillo, fue entonces que Hermione supo que sería su única oportunidad para actuar. Puso la cadena alrededor del cuello de la inconsciente Pansy y estaba a punto de enredarla en el cuello de su amiga cuando escuchó la voz de Bellatrix.
—Se reproducen como insectos y merecen ser aplastados como tales. ¡Bombarda Máxima!—Jaló a la pelirroja tan rápido como pudo y activó el giratiempo. Vio el hechizo venir hacia ellas y chocar con la pared que estaba a un metro de Ginny. El humo comenzó salir conforme los ladrillos se derrumban y se escuchó a si misma gritando. Un gran bloque estuvo a punto de caer sobre ellas. Llevó sus brazos al cielo intentando cubrirse, como si eso lograra parar la pared que estaba por sepultarlas, pero pasaron unos segundos y no sintió el impacto. Abrió los ojos y vio el bloque flotando a unos centímetros de su rostro, y entonces, un agujero las succionó.
Abrió los ojos cuando sintió que caía en tierra firme, aunque apenas se había movido. Era como aquellas veces cuando estaba apunto de dormir y despertaba porque pensaba que se caería de la cama. Toco la cadena sin recordar bien lo que había sucedido y siguió el camino hasta ver a Parkinson tan pálida como la nieve, a su lado. Fue como si un frenesí atacara su memoria. Giró rápidamente para ver a su amiga y se llevó una mano a la boca para parar un gemido. Ahí, frente a ella, estaba Ginny Weasley con las mismas heridas que sufrían los soldados expuestos a los campos minados en las guerras muggles. Era tan gráfico como cualquier película bélica y Hermione no tenía idea de que hacer. Desesperada, comenzó a respirar deprisa mientras buscaba en su bolso algo para ayudara. Probó con un par pociones y medicamentos, pero apenas lograban contener la herida. Comenzó a llorar sin darse cuenta mientras veía como la chica comenzaba a escupir sangre por la boca. Retiro deprisa el giratiempo y tomó su mano.
—Tranquila, Ginny. Vas a estar bien, voy a ir por ayuda.—Dio un fuerte apretón a su mano y corrió a la enfermería.
Estoy resumiendo esta historia porque finalmente tengo el tiempo para terminarla. ¿Qué les pareció? Dejen sus comentarios. La pareja es, en palabras de una amiga "lo más crackship que ha oido" pero espero que le den una oportunidad a algo fuera de lo común. También vamos a tener mucho Hermione/Pansy aunque no de una manera romántica.
Pansy Parkinson es uno de mis personajes favoritos de la saga y siempre había querido escribir una historia en la que pudiera desarrollarla.
Los veo en el siguiente capitulo.
E.
