Por: Andy Yogima
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Capítulo 1. Asesino
"Solo podrás obtener mi poder si Harry Potter te cede su magia voluntariamente... pero si él cae en posesión de su magia interna, todo mi poder llegará a él... junto con el tuyo..."
Esas había sido las últimas palabras dichas por el mago más tenebroso de todos los tiempos, Lord Voldemort, justo antes de morir, en manos de Draco Malfoy.
Justo una semana antes de abandonar Hogwarts, Lucius Malfoy explico a su hijo, el plan más importante de sus vidas: derrotar a Voldemort.
Todo era muy fácil, un simple ritual de magia antigua acabaría con la inmortal vida del Lord ¿Lo necesario? Un realizador joven con un gran poder, y lo mas importante: odio. Que su corazón estuviese lleno de odio.
Tras días de planear el momento adecuado, no había marcha atrás. Y todo había resultado perfecto... exceptuando un pequeño detalle que no habían previsto: una maldición. La maldición arrojada por el señor oscuro, un segundo antes de morir.
Desde ese día, Lucius Malfoy había hecho todo lo posible y lo imposible para entender aquellas palabras. Draco, por su parte se encontraba más confundido que nunca, en toda su vida.
A pesar de haberse sentido ciegamente confiado por destruir a Voldemort, ahora se sentía... ¿vacío? Tal vez fuera por la etiqueta que ahora portaba.
Asesino.
Y es que a pesar de haber matado al Lord, ahora su vida corría peligro. Eso nunca había entrado en los planes. Ya que su muerte sería tan rápida que no le daría tiempo, ni de identificar al agresor ni mucho de arrojar maldiciones. Por supuesto, no habían tomado en cuenta el enorme poder que poseía la víctima. Error de su padre, claro.
Abrió los ojos lentamente borrando todo recuerdo visible en su mente. El último descendiente de los Malfoy se encontraba sentado en un lujoso escritorio frente a una de las vistas más esplendorosas de la mansión. La de su propia habitación. Levantó la vista, cansada de llevar meses mirando la misma escena una y otra vez.
Respiro profundamente, al tiempo que escuchaba golpes en la puerta. Ni se molesto en atender el llamado, sabía quien era.
- Draco, tienes que estar más atento a lo que te rodea – Lucius Malfoy ingresó a la habitación dando un sonoro golpe en el escritorio.
- Si, lo sé. Lo siento, padre – murmuro cansadamente.
Lucius lo observó detenidamente analizando su porte, encontrando la duda en su rostro. Sintió como si el odio le cegará. Desvío rápidamente la vista respirando para darse paciencia.
- Ya tengo una solución – dijo finalmente sin mirar a su hijo.
- Grandioso, padre – murmuro casi inaudible. El adulto lo miro de soslayo.
- He encontrado la forma de solucionar este pequeño inconveniente –anunció colocando una mano obre el hombro del joven quien interpretó "pequeño inconveniente" como su posible muerte. Asintió escuetamente– y nuestro principal soporte será la señorita Granger.
El solo nombre sacó a Draco de su ensimismamiento. Levantó la cabeza al instante siguiendo con la mirada a su padre quien le extendió un rollo de pergamino sobre el escritorio. En el documento lucía una modesta casa rodeada de árboles y amplios jardines, debajo había impresos los datos de la joven.
- No creí volver a saber de ella – dijo el rubio mirando con atención el pergamino.
- Si, la señorita Granger y los señores Weasley y Potter fueron muy astutos. En cuanto se supo de la muerte del señor oscuro ellos cortaron toda comunicación con el mundo.
- Como si supieran algo...
- Imposible –estableció rotundamente- ahora los tres viven juntos cerca del Valle de Godric. En la ciudad de Gante.
- ¿Qué tiene que ver Granger en todo esto?
- Ella nos ayudará a llegar a Potter –murmuro desdeñosamente plantándose frente a su primogénito. La puerta volvió a sonar, un segundo después Narcissa Malfoy entró a la habitación con una amplia sonrisa.
- Me alegro que estén comunicándose de nuevo –comento trivialmente con una falsa sonrisa extendió un rollo de pergamino a su marido- aquí está lo que me pediste, cariño.
- Gracias –desenrolló el documento mostrándoselo a su hijo- aquí están los datos de los inquilinos.
- Aún no entiendo –sincero el más joven analizando la información en sus manos.
- Debes contactar a la chica y persuadirla para que convenza a Potter y ceda sus poderes- explico Narcissa tranquilamente.
- ¿Persuadirla?
- Esa es la idea de tu madre -habló Lucius sin prestar atención a la mirada frívola de su esposa- yo sugiero raptarla y aquí la tendremos hasta que ceda a nuestras peticiones, por supuesto con la atención que merecen las 'visitas' de ese tipo.
- Bien –habló el rubio más joven, luego de interminables segundos en silencio. Se levantó de su lugar- lo pensaré.
- ¿Qué pensarás? –cuestionó su padre temiendo que el chico se negará a colaborar.
Draco tomó el pomo de la puerta pensando cuidadosamente su respuesta.
- La forma más fácil de solucionar esto –dijo lentamente sin girar la cara. Al no recibir ningún comentario, abandono la habitación silenciosamente.
El matrimonio Malfoy se miraron en silencio analizando esmeradamente el problema. La calma fue rota por el sonido de la puerta.
- Adelante –indicó Lucius.
- Señor, disculpe mi intromisión. Esto acaba de llegar –un ex-mortífago, ahora al servicio de los Malfoy entró haciendo una reverencia mostrando un pequeño pergamino. Lucius hizo un gesto con la mano, indicando al hombre que se acercará. Al entregar el encargó abandonó la sala con una última reverencia.
- ¿Qué es? –interrogó Narcissa mirando las reacciones de su marido al leer el pergamino.
- Malas noticias –murmuro poniéndose de pie- después de todo, Draco tendrá que 'persuadir' a la chica –Narcissa lo miro interrogante- envié algunos hombres a revisar la casa –explico- no sé como, pero Dumbledore debe saber algo de nuestro problema.
- ¿Qué te hace pensar eso?
- Que según este informe –señalo el pergamino- esa casa está protegida de una manera exagerada.
- Define 'exagerada'.
- Mis hombres no la encontraron –Narcissa abrió los ojos temerosa- la casa está protegida con el fidelio.
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Despertó bruscamente en medio del cantar de las aves. Su respiración era agitada, se recostó nuevamente buscando regularla. Desde hacia meses que tenía el mismo sueño, una y otra vez era lo mismo. Podía ver a un hombre de pie frente a la casa, destrozando todos lo encantamientos de protección, entraba a la casa y...
Despertaba en medio del miedo y la sensación de que aquello había sido real. Respiro profundamente poniéndose de pie. Aquellos sueños habían empezado desde su llegada a esa casa. Desde que Dumbledore les había advertido del peligro que los rodeaba.
Rápidamente se duchó y vistió. Un pantalón de mezclilla y una playera blanca sin mangas eran su atuendo. Bajó a la cocina sirviéndose un vaso de leche.
- Buenos días.
- Buenos días, Harry –saludo la joven. El chico se sentó frente a ella- ¿a qué hora llegó Ron? –preguntó haciendo mención al hecho de que el pelirrojo había salido de la casa el día anterior, muy temprano y hasta el momento en que ella se había dormido, Ron no había vuelto.
- No regresó –sonrío el joven tomando una manzana- me envió una lechuza ayer por la noche –continuo al ver la cara de preocupación de la chica- después de que te fuiste a la cama. Dijo que llegaría hoy, en la tarde.
- Vaya, ese 'niño'siempre hace lo que quiere. Cree que esto es un hotel ¿o qué? –bufó tomando su leche de golpe.
- ¡Ya estoy aquí!
- Hola, Ron –saludo el ojiverde invitando al chico a sentarse.
- Vaya que día –suspiro dejando un par de bolsas en el suelo.
- ¿Qué haces aquí? Dijiste que llegarías tarde –comento Hermione mirando fijamente al recién llegado.
- ¡¿Quién te entiende, mujer?! Si llegó tarde te enojas y si llegó temprano, también –se quejó el pelirrojo sacando un paquete cuadrado y un ramo de rosas- toma.
- ¿Y esto? –preguntó recibiendo los presentes.
- Para que ya no seas tan enojona –comento sonriendo. Hermione lo miro perpleja, sabía que Ron nunca haría algo así por nadie, bueno por ella no- era broma, me lo dio tu príncipe azul. Junto con esto –extendió una pequeña nota.
- ¿Es de Pierre? ¿Y lo leíste?
- ¿Me creerías capaz?
Hermione resopló molesta abandonando la cocina, con sus regalos. Harry y Ron rieron silenciosamente.
- Ese Pierre es muy insistente –comento Harry.
- Si, y tengo la impresión de que eso no le agrada a Hermione –sonrío dejándose caer en el respaldo de la silla- ¿Qué tal te fue a ti?
- Bien, Dumbledore se ve más relajado –suspiro- aunque esos Slytherin me vuelven loco –comento estirando los brazos.
- Nunca cambiarán. Por cierto, creo que hoy también saldré.
- ¿Qué?
- Kingman organizó un partido amistoso –explico.
- ¿No hay manera de que faltes? Mis clases de hoy son en la tarde y Dumbledore me pidió que pasará a verlo en cuanto terminarán. Sabes que no gusta dejar a Hermione sola.
- Lo sé, pero no puedo faltar. ¿Qué tal si pospones tu visita a Dumbledore? Explícale la situación, seguro que comprenderá.
- ¿Cuándo regresas?
- No lo sé, tal vez mañana en la tarde o el miércoles en la mañana.
- Bien, veré que puedo hacer.
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Mi querida, señorita Granger:
Espero no molestarla con este sencillo presente, sé que no le agradan mucho
los regalos, pero en cuanto lo vi no pude evitar pensar que estaba hecho para
usted.
Aprovechó la ocasión para invitarla a cenar. Espero su respuesta a la brevedad
posible.
Con mis mejores deseos
Steven Pierre.
Hermione dobló la carta guardándola en un cajón. Abrió el paquete encontrando una cajita de música, la dejó sobre el escritorio mirándola con detenimiento.
Steven Pierre, el chico que desde que había llegado al hospital, no la dejaba en paz. Tal vez fuese atractivo, pero su forma de ser era lo que más irritaba a la chica. Altanero como solo el podía soportarse.
Luego de abandonar Hogwarts, ella se había dedicado a la medicina, por ahora era enfermera en San Mungo, pero aspiraba a ser doctora. Al mismo tiempo, estudiaba medicina muggle, como una segunda opción.
Ron se dedicaba al Quidditch. Luego de vencer sus miedos en el equipo de Gryffindor, había logrado ser uno de los mejores guardianes del colegio. Ahora participaba en equipo local: The Champions. Había intentado ingresar a los Chuddley Cannons, pero su solicitud había sido rechazada por falta de experiencia.
Harry se había quedado en Hogwarts, como maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras, a petición de Dumbledore. Haciendo que el odio que el profesor Snape profesaba al Gryffindor aumentará hasta limites inesperados. El director le había pedido quedarse como una medida de seguridad. Esto debido a la tercera profecía seria que había realizado al profesora Sybill Trelawney, antes de abandonar Hogwarts.
En dicha profecía, se establecía la caída de Voldemort (que ocurrió meses después) y el surgimiento de un nuevo señor tenebroso que buscaría el poder de Harry Potter.
Ante el peligro inminente, Dumbledore había pedido a Harry, Ron y Hermione, se mudarán a una pequeña casa en la ciudad de Gante, cerca del Valle de Godric. Dicha casa estaría protegida en un 100% incluyendo entre lo hechizos de protección el fidelio, teniendo como guardián secreto a Remus Lupin.
Desde entonces habían permanecido en esa casa tratando de llevar vidas normales. ¿El problema? Steven Pierre. Hermione odiaba que los hombres la hostigarán tanto como Steven lo hacía. Solo lo soportaba por educación. Él era doctor en San Mungo y para su 'suerte', Hermione había sido asignada su enfermera. Una razón más para convertirse en doctora lo antes posible.
Cerró la caja musical guardándola junto a la carta. Colocó las rosas en un florero cerca de la ventana. Por un segundo pensó en alistarse para ir al hospital, pero recordó que le habían dado esa semana libre.
Por la tarde, Ron y Harry salieron dejando a Hermione con un sin fin de indicaciones: "No salgas de la casa" "No dejes entrar a nadie, aunque sea Dumbledore, podría ser un impostor" "Duerme con la varita bajo la almohada" "Si necesitas algo llámanos" entre otras tantas.
Ya entrada la noche, a punto de irse a la cama, Hermione fue sorprendida por Hedwing, la lechuza de Harry, que picoteaba desesperadamente la ventana. La chica acudió a su llamado, al abrir la ventana, la lechuza entró rápidamente instalándose en el escritorio. Traía una pequeña nota, que extrañó a la joven ya que no tenía la letra de Harry. Al abrirla encontró una sencilla frase escrita en letra muy fina:
"¿Qué es lo más importante de tu vida?"
Continuará...
Notas de la autora: OK aquí estoy con una nueva historia en manos = ) Espero que me dejen sus opiniones, sugerencias, comentarios, dudas, etc, etc,etc. Gracias a todos los que se toman la molestia de leer.
Nos vemos en el próximo capítulo, su amiga
Andy Yogima.
