Hola a todo el mundo!
Sé que ha sido un largo tiempo desde que no aparecía publicando algo.
Como es natural muchas cosas han sucedido y si no fuera por la pereza podría hacer un libro de lo larga que ha sido la lista. (Motivos de salud, laborales, motivación, etc)
Antes que nada, he de decir que voy a cancelar la historia de demonio entre las hadas. Al menos temporalmente o si alguien la quiere adoptar como vean.
Puede que el motivo sea por dos o tres causas: Llevo mucho sin escribir esa historia, el desarrollo que ha tenido el canon oficial, la dificultad para adaptarlo y sobre todo porque prácticamente no parecía tener una gran aceptación...parece repetirse en casi todos los fics, sinceramente, tengo la sensación de que si hago secuela de familia fox o incluso sandaime mao, pocos querrían leerlo.
Respecto al fic que hay en la cuenta de Thais/alice, bueno... es más complicado de explicar pues la ventaja de ese fic es que no es escrito por uno solo si no por dos diferentes escritores al estilo de ajedrez, por desgracia la gran desventaja es el hiatus.
Así que voy a intentar un último intento con el universo de Naruto, después de este no haré más fics de Naruto. (Hasta febrero puede que la publicación se retrase, tengo que hacer un pequeño proyecto y dudo que lo logre a tiempo)
Esta vez, para los que quieran saber, es como si hubiera sido el canon natural. Claro está, hasta el momento en el que empieza esta historia.
Es obvio que los personajes de la saga de Naruto u otros anime no me pertenecen, solo mis propias creaciones.
Espero que les guste el capítulo y si prefieren más este estilo o en su lugar volver a la constante absurdidad. (Si, el prota roza lo absurdo, pero ya me entienden)
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Muchos han soñado con vivir una aventura, llena de peligros, emociones y todo ese tipo de cosas que uno puede llegar a imaginar.
Algunos sueñan con la grandeza de salvar al mundo y otros de conquistarlo... unos pocos... simplemente ansían ganar el afecto de alguien especial.
Sueños que todos han tenido alguna vez, solo unos pocos han llegado a intentar hacerlos realidad.
Yo era como ellos, lleno de sueños y esperanza...
Hasta que todo se fue a la mierda.
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Prólogo: Un día más
La ciudad de Kinohase, un lugar al que muchos conocen como la ciudad de las oportunidades. Dicen que... si pierdes todo tu dinero en la famosa ciudad de Tanzaku, podías intentar empezar de cero en esta localidad, si es que lograbas salir de Tanzaku.
Para el desarrollo de la tecnología actual, era un lugar bastante iluminado si lo comparas con el resto de poblaciones de la región del país del fuego, desde las afueras se podían apreciar edificios de gran altura, equiparables al tamaño del hogar de un señor feudal adinerado.
Pero al final, era de esperar, ya que al fin y al cabo una población principalmente "civil", estaba más enfocada al negocio del ladrillo, algo que nunca cambia.
Y alguien había llegado recientemente a la pintoresca ciudad.
Caminaba lento pero seguro, algunas personas le dedicaban una ligera mirada debido a la forma en la que vestía este posible visitante de la ciudad.
Sobre todo por que no podían apreciar casi ningún detalle debido a que portaba una túnica negra con una capucha, la cual generaba una sombra que era una ardua tarea poder vislumbrar el rostro de esta persona. La curiosidad en muchos, de la misma forma en la que vino, se fue, tenían cosas que atender y no podían desperdiciar el tiempo.
En un momento dado, este individuo se detuvo en su caminar, justo en frente de lo que parecía un bar, un ligero zumbido en el estómago del caminante le indicaba que era el momento de llenar un poco el estómago.
Sin embargo, antes de entrar, no pudo evitar echar un vistazo al panorama de la zona que había estado transitando con un poco de desagrado.
El local no parecía transmitir una gran elegancia, en lugar de un bar o taberna casi parecía un tugurio. Tras avanzar un poco y pisar el suelo del local con dirección a la barra, su opinión del local se re afirmó: Era un tugurio, lleno de humo y alcohol.
Su entrada no fue pasada por alto, muchos en el local dejaron de hacer sus actividades para ver al recién llegado, muchos no tenían cara de buenos amigos y algunos parecían hablar por lo bajo. El hecho de no parar al entrar, hizo que muchos siguieran con lo que estaban haciendo, aunque unos pocos seguían dando un ligero vistazo.
Durante un instante, se planteó si pedir de pie o sentarse en un taburete que había visto días mejores, dado que había dado un largo viaje, decidió sentarse para tomar algo.
— ¿Que vas a tomar? — Una mujer de unos 47 años preguntó al encapuchado, era bastante alta y de una constitución muscular considerable, pero algo a notar era el parche que cubría el ojo derecho, su expresión facial y la forma en la que preguntó, indicaba de que su humor no parecía estar presente.
— Tomaré un amazake... ¿Qué hay para comer? — El encapuchado preguntó de forma seca, aunque con un tono ligeramente cortes lo cuál hizo fruncir el ceño ligeramente a la mujer frente a el. Como si el vaso fuera irrompible, esta dejó un vaso delante del cliente con fuerza.
— No nos queda amazake, solo tenemos esto.— Un líquido casi transparente llenaba el vaso, como si no importase la falta de la bebida pedida, el recién llegado dio un pequeño sorbo a la bebida, dejando que sus papilas trabajasen antes de que bajase por la garganta.
— No está mal, noto cierto sabor de la patata... ¿syou-chû? — Preguntó a la camarera sin cambiar la forma de hablar, a pesar de esto, la mujer del parche sonrió, aunque esa sonrisa daba un poco de miedo.
— Tu sentido del gusto parece estar bastante bien, esta bebida se ha hecho en este mismo local. Para comer tienes, judías rojas o plato sorpresa. — Antes de dejar pensar al cliente, parecía no haber terminado de hablar. — ¿Tendrás para pagar, cierto? No es un local de la caridad— Tal vez fuera por la forma en la que vestía o más bien por la zona en la que estaba ahora mismo, pero generalmente ese tipo de preguntas no se solían hacer.
Como si no fuera algo importante, el misterioso hombre sacó de la túnica un ligero saco el cual, al dejar con fuerza en la mesa, se podían apreciar las monedas. Cosa que no pasó por desapercibido por algunos que andaban cerca, los cuales se fijaron maliciosamente al saco de dinero.
— La vida está llena de sorpresas o eso es lo que dicen... pero en esta ocasión me decantaré por las judías. — Tras retirar el dinero que había dejado en la mesa, el hombro solicitó el plato con el cual llenaría el estómago. Mientras esperaba, ni siquiera se molestó en ver si había algún periódico o lo que estaban haciendo el resto de personas en el local, no era algo que le importase en verdad.
— Aquí tienes— La mujer dejó un cuenco de madera llenó de alubias y venía con una cuchara, aunque esta era de metal.
Lentamente, empezó a comer el alimento, muchos dirían que era debido a que no era una comida de alta cocina, pero el más experto podría dar otra explicación.
— Nunca te he visto antes en este lugar, ¿Qué te trae por Kinohase? —El encapuchado detuvo su lenta ingesta de su comida, levantando lentamente la mirada y uno podría haber visto un ligero todo dorado en los ojos del sujeto misterioso.
— Solo estoy de paso, ¿Eres la dueña del local? — Al ver la ausencia de más personal, tras la respuesta decidió dar una pregunta, no parecía tener nada importante que hacer por lo que una simple conversación no vendría mal.
— Si, manejo este garito y teniendo en cuenta el dinero que portabas en la bolsa... no has escogido una buena zona para ir de paso. Las zonas turísticas son mucho más... "refinadas". — La dueña del local de mala muerte indicó al hombre frente a ella, el cual daba otro sorbo al licor que se había elaborado en ese mismo sitio.
— ... si fuera de turismo tal vez... pero no me interesa mucho, esta ciudad es un verdadero engaño. — El hombre respondió con calma, depositando el vaso nuevamente en la mesa a la espera de ser llenado nuevamente, algo de lo que no tardó en ser realizado por la tabernera. Si uno fuera atento, podía haber notado la molestia en la voz del viajero.
Durante el intercambio de palabras, un par de individuos se levantaron del asiento sin quitar la vista de la barra del bar, como si hubieran planeado algo de interés. Poco a poco, fueron hablando con otros que llevaban un aspecto similar y a continuación dejaron el lugar.
— Si, este lugar es muy similar a como lo era Nami no kuni hace unos años durante la tiranía de Gato... solo que aquí el vandalismo está mejor organizado, algunos de esos líderes son los mismos que gobiernan la ciudad. Además les gusta disfrazar la verdad, casi el 70% vive en la pobreza, como mucho un 20 en lo que se denomina "clase media"... los que pueden vivir más o menos sin problemas a final de cada mes.— La tabernera dio una pequeña pausa a su explicación, sin duda era un tema de conversación que haría que a cualquiera le quitasen las ganas de comer, sin embargo, este no parecía el caso del encapuchado.
— Cuándo hay turismo, estas zonas son cortadas para que los turistas no se perdieran por esta zona, muchas veces son conducidos a los barrios buenos por los "guías" para que no vean la verdad. — Cuándo decía guía en realidad eran matones de los peces gordos de la ciudad, los cuales aprovechaban para recaudar en algunos locales y además de estos mientras acompañaban a los clientes dando una sonrisa. Esto solo logró un simple suspiro por parte del cliente que había terminado de comer.
— La humanidad realmente está podrida, da igual lo mucho que pase el tiempo. — El hombre se levantó del asiento mientras dejaba unas cuantas monedas en la barra, no parecía gustarle la conversación que estaban teniendo, realmente no parecía algo que quisiera prestar atención.
La actitud de la tabernera se vio reflejada al fruncir el ceño.
— Puede ser, pero también pasan milagros... como el héroe de Nami no Kuni.— La mujer del parche replicó mientras recordaba la noticia, muchas personas, debido a las deudas y la esclavitud les era imposible salir de la ciudad... tras aquel suceso, muchos rezan con la esperanza de que suceda lo mismo.
— Sigue soñando, Gato solo tenía poder económico y murió debido a su avaricia... mientras aquí disponen también del poder político.
Sería gracioso de imaginar que un shinobi de la hoja se arriesgase a ponerle un dedo encima, es más, seguramente estarían de su parte... al menos hasta que el señor feudal dijera lo contrario. — Era obvio, no hacía falta tener dos dedos de frente para llegar a esa conclusión, la voz del encapuchado parecía más enfadada, la tabernera pensó que se debía a la situación de la ciudad, pero la realidad era muy distinta, el motivo era otro.
Tras eso, abandonó el local, la tabernera simplemente negó con la cabeza. Por un momento, había sentido una poderosa presencia frente a ella, había llegado a pensar que tal vez... solo tal vez las cosas en la ciudad podrían cambiar.
La ex-shinobi suspiró mientras se disponía a limpiar los cubiertos dejados por el encapuchado. Tras una larga vida de servicio, un trágico accidente la llevó a ser incapaz de poder ejercer de shinobi, con la esperanza de empezar de cero, con el dinero que había conseguido en las misiones quiso abrir un negocio.
Al final tuvo que conformarse con lo que ahora tenía, la realidad fue muy distante a lo que pensó que sería.
Nada más salir del local, la calle parecía más vacía que antes, casi sin vida.
— Y yo que pensaba en tener un viaje tranquilo por esta ciudad.— El encapuchado resopló con fastidio al sentir en la espalda lo que era la punta de un cuchillo, el sonido de la risa vulgar de lo que parecía un hombre resonaba debido al eco generado por el callejón.
— Dame esa bolsa tan llena de monedas si no quieres que mi hoja se una a tu espalda. — El ladrón amenazó al sujeto misterioso, era obvio que era un atraco, los gobernantes solo dirían que están recaudando impuestos de la ciudad.
— Yo que tu... te largarías a casa lo antes posible— La advertencia dada por el encapuchado solo causó la risa del ladrón, como si estuviera escuchando algo realmente gracioso.
— Me gustan los graciosos..— El ladrón hizo una breve pausa. — Chicos, ¡Tenemos a un gracioso! — El bandido exclamo, haciendo que un grupo de 10 personas rodeasen al encapuchado. Todos ellos parecían ansiosos, como hienas listas para devorar el postre tras un largo tiempo sin comer o roer un hueso.
En lugar de intimidar a esta persona, solo pudieron ver como resoplaba con molestias mientras giraba la cabeza ligeramente para ver la cara del asaltante original.
— Esto me va a doler más a mi que a ti...no veas lo que cuesta limpiar esta túnica.— El encapuchado advirtió a sus asaltantes, no parecía querer pelear pero en caso de hacerse, daba a entender que los criminales pasarían un mal rato. Esto solo causó en algunos una repentina risa, por otro lado, el que parecía el cabecilla, le pareció una provocación directa, algo que no debería pasar y ahora no solo le robarían hasta la última moneda, se encargarían de que nunca les olvidase.
Todos estaban por hacer su movimiento, es más, el cabecilla que tenía el objeto afilado tenía la intención de clavárselo directamente... pero de una forma que nadie se explicó, el sujeto misterioso se había desplazado de tal manera que no solo había eludido a todo el grupo, se estaba introduciendo por el mismo callejón por el que el ladrón había surgido.
— El idiota, ese callejón está sin salida, ¡A por el!— Uno de los malhechores exclamó con fuerza, como si de un grito de guerra criminal se tratase y efectivamente, todos fueron en masa con una gran pasión de destruir al misterioso encapuchado.
Si alguien se pregunta, los ciudadanos residentes de la zona, en su gran mayoría habían bajado las persianas o cerrado las ventanas. Casi ninguno tenía el valor para ver lo que estaba por suceder, mucho menos el ayudar o incluso llamar a las autoridades, aunque... ¿Qué más da si las autoridades de la zona están compradas?
Uno a uno, los diez criminales entraron en el callejón a una velocidad vertiginosa, los que habían hecho oídos sordos se habían quedado sin reaccionar, simplemente estaban en sus casas deseando que con este atraco, los vándalos estuvieran una temporada sin molestar... otros, más aterrados pensando que tras este acto, aumentarían las recaudaciones a cambio de una mejor "seguridad".
Algunos esperaban "el sonido", el clásico sonido de una persona pidiendo clemencia, agonizando o el simple hecho de gritar de dolor pero en lugar de ello, solo hubo un silencio, un silencio que solo ocasionaba una mayor incertidumbre.
Amanda, una joven que vivía en el barrio, había sido la única que había presenciado el inicio del altercado en la calle, pero al igual que el resto, no habían hecho nada para ayudar.
Solo debido su naturaleza humana, la curiosidad en su interior provocó que se acercase un poco para ver lo que iba a suceder, poco imaginaría el resultado final.
Un extraño sonido, bastante débil zumbó por el callejón.
Más bien, un conjunto de sonidos en un periodo de tiempo que apenas se podía contar.
Tras ese el extraño sonido, comenzó a sonar el eco generado de unas pisadas, en concreto, las de una sola persona.
Debido a la oscuridad generada por el callejón y una extraña sombra, no pudía ver nada, solo tras una pequeña espera, escuchó el sonido de los pasos.
El sonido de una única persona
—(¿Cómo es posible?)— La joven Amanda tembló de miedo al imaginar por un instante que esta persona que salía del callejón era un matón que había ido a encargarse de las personas curiosas pero... a medida que el sonido se hacía más fuerte, se podía apreciar la figura con algo más de claridad.
Era difícil de distinguir debido a su vestimenta, sin embargo, lo que si se pudo distinguir en ese momento... fueron el par de ojos más fríos que había visto en mucho tiempo.
Una mirada que imponía un gran temor en aquellos débiles de corazón, una mirada la cual no parecía tener apego a la vida humana... como si nada le importase la joven no era psicóloga, pero al ver la mirada que reflejaban los ojos dorados del individuo era suficiente para entender lo que había pasado.
Él los había matado.
Los ojos de la chica eran las únicas partes de su cuerpo que se movían, todo su cuerpo estaba totalmente paralizado. Puro miedo se había llenado en su cuerpo y no era fácil de eliminar o más bien, era la presencia del extraño sujeto que emitía como si de un manantial se tratase: Un augurio de muerte asegurada si te acercabas lo suficiente.
Lentamente, dicho sentimiento se fue alejando de su cuerpo, al mismo tiempo que el misterioso sujeto se alejaba.
Por un instante pensó en seguir al individuo a pesar de la sensación del miedo, pero la curiosidad del callejón ganaba empuje.
Lentamente, paso a paso fue caminando al callejón, con la intención de saciar ansia por saber lo sucedido.
Sin embargo, había cosas que no se debían apreciar.
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Habían pasado un par de horas y la cosa no podía ponerse mejor
— Yare, yare daze... supuse que esto pasaría — El encapuchado suspiró en decepción al ver la habitación que había adquirido, si antes el garito en el que había estado era un verdadero tugurio, ahora sería en comparación, el mismísimo royale palace.
En el fondo de su mente, seguramente estaría algo sorprendido pues no sabía como podía seguir la habitación existiendo, algunos muebles tienen claros síntomas de haber sufrido por las termitas, el colchón no parece haber sido sustituido... si se le puede llamar colchón.
Era mejor no describirlo, si aún se pudiera considerar baño.
Con cuidado de que no partiera, el sujeto se sentó con cuidado en la silla que había en la sala. Era el objeto menos dañado de la habitación y podía servir para dormir.
— La próxima vez, pienso dormir fuera, ni loco me volveré a olvidar de traer mis cosas de acampar— El hombre hablaba en un tono normal, cuándo este tipo de cosas se piensan, no se hablan a no ser que le gustase hablar al aire o estuviera loco.
—¿Cuánto tiempo más piensas estar en la puerta?— Con un ojo cerrado, el encapuchado alzó la voz con algo de sequedad, durante un pequeño lapso de tiempo, el silencio total reinó en la habitación, solo el crujido de la puerta rompió dicho silencio revelando a la chica con la que antes se había topado: Amanda.
— ¿Cómo sabías que estaba en la puerta? — La joven preguntó con algo de timidez, si no fuera por que no quería enfadar al hombre, seguramente preguntaría por que no se había quitado aún la capucha.
— Simple, las paredes de papel están más insonorizadas que las de este lugar.— Tras la respuesta, la cara de la joven quedó más roja que un tomate en su mejor momento para preparar unos espagueti, añadiendo el hecho de que había sido descubierta en un tiempo record, solo agrava la situación.
— Señor... yo... — Amanda salió rápido de su momento de verguenza de ser descubierta, había venido hasta este lugar con un objetivo y quería cumplirlo a toda costa, era lo más importante en su opinión.
— La respuesta es no. — El encapuchado respondió sin dar tiempo de decir nada a la chica, esto fue un shock para esta pues daba la sensación de que ni siquiera estaba dedicando la mínima intención de mostrar interés alguno.
— Sé perfectamente lo que estabas a punto de decir, mi respuesta es no... no voy a ayudar a esta ciudad con vuestro problema.— La respuesta fue tajante, el silencio que se había generado podía ser más cortante que un cuchillo afilado pero a pesar de todo, la joven Amanda no se rendiría.
— Por favor, sé que es mucho pedir, pero a este ritmo los ciudadanos no podrán más. Muchos mueren de hambre y otros se ven obligados a delinquir... — Amanda dio una pequeña pausa, intentando escoger lo mejor posible sus palabras, después de todo, ya había tenido un no por respuesta y tenía que convencerlo para que cambiase de opinión.
— Esto va a acabar con la vida de los habitantes, ya sea al ritmo que vamos o por medio de una guerra civil y todos sabemos que al controlar la ciudad sería capaz de llamar Samurais o incluso a los shinobi con la excusa de la preservación de la paz en la ciudad.— Amanda respondió con miedo, solo de imaginar los posibles escenarios causaban una gran desesperanza en su corazón.
Ante esta batería emocional, la única respuesta durante otro periodo de silencio fue el sonido de resignación.
— Sé que la ciudad está mal, pero no puedo o mejor dicho... no debo ayudar. Si resolviera el problema de esta ciudad, las cosas podrían ponerse muy complicadas. (Al menos para mi) — El hombre respondió con algo más de sutileza, por la forma en la que hablaba se notaba como en realidad sí quería ayudar, pero por algún motivo extraño, no podía hacer nada. A pesar de todo esto, la forma en la que respondió, solo otorgó más esperanza en la chica, pues si había una posibilidad de para convencer al sujeto.
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{Una hora antes, oficina del alcalde de Kinohase}
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Matoru Kazama estaba en la cima, tras varios años, había logrado desbancar del poder al antiguo alcalde. Había utilizado todo tipo de artimañas, desde difamación, manipulación de los medios, extorsión, amenazas... pero al fin, logró el esperado puesto. Cualquiera podía ser un criminal, pero... ¿Un criminal que tenía un cargo político de alto nivel?
Las cosas eran mucho más fáciles, podía seguir con las actividades sin que la policía husmease y además podía manipular las recaudaciones a su antojo. No se podía ser un criminal más feliz.
¿Pero ahora? No, estaba lejos de estar contento. Su grasiento puño chocó contra la mesa, causando que el taco de papeles que había en esta fueran dispersos en el suelo.
— ¿Me estás tomando el pelo? — Matoru exclamó enfadado, el lacayo temblaba de miedo, el mafioso calvo de lentes oscuros había reaccionado de una forma a la noticia que lo aterraba.
— No señor, lo vi con mis propios ojos. — El ciudadano respondió con un poco de tartamudeo, había llegado con información con la esperanza de recibir una pequeña recompensa y ahora estaba temiendo por su vida. Debido a que los cristales eran negros, no podía confirmar si la mirada del alcalde estaba en ira dirigida hacia el. Rezaba para que no fuera así.
Matoru suspiró, como si estuviera recogiendo todas las fuerzas posibles, haciendo un pequeño gesto a uno de los guardias para que se llevaran al civil.
Nada más cerrarse la puerta, se pudo escuchar una pequeña risa en el lugar.
— Parece que estás en problemas, Matoru.— En una de las esquinas, había un sujeto enmascarado, debido a la sombra que había en la esquina, no se podía detallar mucho la apariencia de esta persona.
— Satoshi a muerto, no va a quedar así.— Matoru respondió con furia, mientras se levantaba del asiento con la misma intensidad con la que había golpeado la mesa.
— Tu sobrino no ha sido el único, su grupo entero ha sido "vencido" por una sola persona... ¿Sabes lo que significa?— El enmascarado formuló una pregunta simple, con la intención de que Kazama respondiera.
— Alguien o algún grupo ha contratado un mercenario... tal vez un shinobi para matarme. —Matoru respondió al mismo tiempo que apoyaba su mano en el cristal de la ventana, el enmascarado salió de las sombras revelando un atuendo muy similar al de los AMBU black ops de Konoha, sin embargo, mantuvo su distancia con el alcalde.
— Lo mejor es que llevemos un grupo con mi subordinado al lugar que este idiota nos ha proporcionado, será rápido y fácil.— El sujeto respondió con seriedad, en su deber debía mantener cierto nivel de profesionalidad ya que era el miembro de su organización "con mas humor" y por tanto en ocasiones tenía que ir un poco más serio.
Lo que no se esperó fue como el alcalde le canceló de golpe el plan con un "no" a todo volumen mientras se quitaba las gafas, mostrando unos ojos llenos de ira asesina.
— ¡Ni se te ocurra matarlo! Vas a capturarlo, sacarle la información y acabar con todos los seres queridos de los necios que le han contratado... solo entonces matarás a este sujeto. — Matoru exclamó, como si cada palabra que saliera de su boca se tratara de una orden absoluta que debía acatarse como la voluntad del mismísimo Kami.
— No te preocupes, sabes que nunca hemos fallado. — El enmascarado realizó una señal a una sombra que había en la habitación, de la cual surgió un pequeño rastro de hojas, era obvio que su subordinado se había puesto manos a la obra.
— Más os vale, pago un buen dinero a Danzo después de todo.—
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{Actualidad}
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— ¿Y que es ese motivo tan importante por el que no puedes ayudar? Te vi encargarte de esos matones sin ningún problema y solo por eso ya estás en un lío. — Amanda preguntó intentando lograr sacar alguna forma de convencerlo, tarea que no había parado de realizar desde que había llegado. Pero en esta ocasión, había conseguido algo nuevo, aunque no lo pudiera ver debido a la capucha, el individuo había levantado una ceja.
— ¿Cómo que estoy en un lío? — El misterioso forastero preguntó de forma seca, ignorando la propia pregunta de la chica, cosa que no le gustó a esta pero tal vez ahora tendría una forma de convencerlo, eso o provocaría que el posible salvador se fuera antes de tiempo.
— Bueno, el cabecilla de ayer era el sobrino del alcalde. — La joven de la ciudad respondió rápidamente, esperando que este cambiase a una actitud mas nerviosa, cosa que no parecía dar resultado.
— Yare Yare... — Tras un largo suspiro, fue lo único que pudo decir. En un instante, la pared que daba al exterior fue totalmente destruida por lo que parecía un puñetazo, al parecer, el papel parecía más fuerte que las paredes de este lugar. Sin terminar de desvanecer el polvo generado por la caída de la cutre pared, una risa surgió de esta... más bien era el sonido de varias personas riendo.
A medida que la visibilidad aumentaba, se podía apreciar un grupo de 10 matones. Todos ellos armados con elementos contundentes, cortantes o cualquier cosa que pueda causar mucho dolor, pero lo que llamó ligeramente la atención de el misterioso encapuchado, era la presencia de un onceavo integrante el cual llevaba una vestimenta shinobi además de una máscara bastante particular, la cuál reconoció en un momento.
— Mataste a Satoshi, el jefe no podía dejar que te salieras con la tuya. — Uno de los maleantes, enviados por el alcalde gritó a todo volumen. Solo con la ruptura de la pared, ya había alertado a las pocas personas del lugar, pero ya con las palabras que salían de la boca de esta persona, era lo justo como para que todos los lugareños se fueran del lugar sin mirar atrás.
— Quería quitarme el dinero, yo solo le quité la vida. — El misterioso hombre habló con calma, como si... al igual que la situación tras el bar, no le diera ninguna importancia esta escena de peligro.
— Oh, vaya... eso tiene sentido, perdone usted. — Otro de los matones habló como si realmente se estuviera disculpando, solo que al instante sacó un machete que tenía enfundado y pareció tomar aire. — ¿Crees que nos importa una mierda tus excusas? — El hombre gritó con tanta fuerza que parecía escupir más babas de lo normal y la vena hinchada en la frente era otro indicativo. Todos los matones a excepción del enmascarado, tenían una expresión bastante desagradable y aunque el hombre misterioso parecía mantener la calma, la joven Amanda no disponía de tal templanza.
— Así que este mató a Satoshi, el podía ser un idiota pero era el sobrino del jefe.— Uno de los matones replicó de forma amenazadora, como si portasen una causa justa por la que debían actuar.
El resto de hombres empezaron a emitir sus malas intenciones a su objetivo, el cual no sentía ni una pizca de miedo mientras que por otro lado...
— (Voy a morir, voy a morir, esto no debería pasar. )— La chica pensó de terror, había arriesgado mucho al venir aquí para intentar convencer a hombre cuyo rostro aún ni siquiera había contemplado y ahora estaba a punto de morir.
La escena parecía moverse, pero como si de casualidad se tratase, un pequeño ruido llamó la atención de todos.
Más bien era un ligero pero distintivo sonido.
Un maullido.
Un maullido cerca de los matones, en concreto al lado de donde había dejado la carreta que habían usado para venir.
Había una caja aplastada, no se podía ver el contenido, pero un líquido rojo salía de esta. Al lado de esta caja había un pequeño gato realizando su maullido al contenido de esta.
— ¡Cállate maldito gato!— Uno de los matones alzó su barra metálica para golpear al gato que les estaba molestando, habían venido a acabar con una plaga y no les gustaban ser interrumpidos. Además, siempre le había gustado hacer este tipo de acciones.
Amanda solo pudo cerrar los ojos al ver como la vida de ese pobre gatito, ahora huérfano estaba a punto de espirar su último aliento.
Pero no llegó a escuchar el sonido del gato, ni siquiera el ruido de los idiotas riendo.
Solo se escuchó un ruido secó y a todos en silencio, sabía que no quería ver la escena pero la curiosidad que sentía la superaba por completo.
Y ahí, en un instante, la persona con la que había estado hablando, había cambiado de posición. Ya no estaba a su lado, no... ahora estaba justo enfrente del canalla que estaba a punto de acabar con la vida del pobre animal, sujetando el arma con la mano desnuda y no parecía mostrar ninguna dificultad para dicha acción.
Algo había cambiado y poco a poco, se podía notar como aumentaba una poderosa sensación, una sensación mortal que causó un estremecimiento en los subordinados del alcalde.
— Como se atreven... esto... no tiene perdón. — Desde el momento que había llegado, todos habían visto al forastero mantener la calma. En ningún momento parecía cambiar su estado de ánimo en absoluto, sin embargo, en este momento... sus ojos dorados parecían brillar en una furia demencial.
Y algo malo estaba a punto de suceder en las naciones elementales..
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— Suelta mi arma, ¡Maldito imbécil!— El maleante que intentó golpear al gato, trató de hacer fuerza para recuperar su arma, al ver como intentando hacer fuerza no lograba nada, cargó una patada contra el objetivo.
Lo que no esperaba es que atrapase su bota como si no hubiera tenido esfuerzo alguno.
Lo que nadie esperaba, es que, en el mismo momento, torció 180 grados el pie atrapado.
El grito, la dulce melodía de dolor que todos presenciaban era el preámbulo que estaba por acontecer. Algunos de los hombres presentes, dieron un paso atrás debido a la escena frente a sus ojos, pero debido a su mente con varios huecos, pensaban que la unión hacía la fuerza.
Un termino muy acertado, solo que era efectivo si la suma de todos superaba la fuerza del objetivo, si fueran varios jounin tal vez... pero eran meros civiles con aires de grandeza.
Todos se precipitaron con ímpetu al que había torcido el pie de su compañero, sin pensarlo dos veces, todos a excepción del hombre enmascarado empezaron a atacar directamente. La sonrisa demente en el rostro de casi todos era un claro signo de que estaban actuando sin pensar ni fijarse en lo que estaba sucediendo.
Después de todo, casi todas las armas chocaron contra el suelo por que el hombre misterioso, protector de los felinos había saltado en el momento exacto para evitar los golpes y caer encima de las armas... Y dado que todos atacaron sin control y sin pensar, la presión de caer sobre las armas, muchos de ellos o bien las soltaron o se vieron arrastrados.
— ¡Hora de cobrar! — El hombre exclamó mientras comenzaba a repartir puñetazos a altas velocidades y potencia inhumana, generando varios "cráteres" en cada zona que golpeaba. Y tras lo que parecían 50 golpes en un segundo, dio un rodillazo en toda la barbilla al primer sujeto de castigo, provocando la pérdida de casi la totalidad de los dientes y una mandíbula fracturada... pasando así al siguiente, el ritmo aumentó, pero la forma en la que pasaba de matón en matón fue pasando a ser más frutal, al punto de que el penúltimo sufrió un puñetazo que literalmente arrancó la cabeza del cuerpo de un solo golpe.
Lo más preocupante es que ni una gota de sangre había manchado la ropa del extraño hombre, todos (a excepción del shinobi) estaban tirados en el suelo, la mayoría con un gran dolor en el cuerpo que les hacía imposible quedarse inconscientes, los afortunados ya se habían muerto.
— Creo que he perdido el toque...— El hombre misterioso habló con algo de fastidio mientras hacía crujir su propio cuello, como si llevara mucho tiempo sin haber tenido cualquier tipo de esfuerzo serio. De todos modos, no había parado de prestar atención a su alrededor y un pequeño sonido le llamó la atención
— ¿A dónde crees que vas? — Nada más preguntar, desapareció en un parpadeo y volvió a aparecer a pocos metros sujetando del cuello al nin enmascarado.
Este ni siquiera daba una mísera palabra y antes la negativa que ofrecía, el encapuchado apretó el agarre mientras lo elevaba al aire, como si de un papel se tratase, después de todo, sabía quién estaba detrás de todo esto.
— Así que un agente de Raíz. Patético. — Tal y como era de imaginar, ni siquiera parecía mostrar ninguna reacción corporal, salvo la de estar perdiendo el aire por lo que era, evidentemente un peón sin emociones de cierto anciano y por tanto, imposible de interrogar.
— Me imagino que tendrás ese sello tan bonito que no te deja revelar información, bueno, me da igual... al final del día, Danzo está por quedarse sin su cliente favorito de Kinohase. — Tras dar el mini monólogo, apretó aún más el agarre, rompiendo el cuello como si de una lata vacía se tratase.
El cuerpo cayó inerte al suelo, la máscara se desprendió del cuerpo revelando a un joven que ni siquiera había mostrado reacción alguna de haber sido estrangulado. Sin duda, un tipo que no poseía voluntad alguna.
Todo esto había sucedido en menos de un minuto, por suerte, el lugar no había llegado a recibir daños. Fue lógico, el agente de raíz había intentado huir ya que el sujeto misterioso era una amenaza mucho mayor a la que se esperaba en un momento y por tanto era mejor informar a su superior... por desgracia, no había tenido tiempo.
Amanda estaba en un debate entre estar impresionada o aterrada ante la escena que había presenciado, había vuelto a terminar con la vida de varios matones como si fueran simples insectos, no solo eso, es probable que no fuera shinobi, pero la última "victima" estaba vestido igual que uno.
Eso solo podía significar una única cosa para poder llegar a explicar todo esto.
— Acaso... ¿Eres un shinobi? — La chica preguntó con algo de dificultad, esperando a que tras esta matanza no le hubiera dejado con ánimos de proseguir.
Su pregunta había sido de lo más normal, todo el secretismo de la identidad, tal vez fuera un shinobi enviado para salvar la ciudad.. algo que descartó rápidamente debido a la inicial negativa. Sus ojos se ensancharon a una probabilidad más temible. Este hombre era un shinobi renegado, eso explicaría el hecho de estar oculto y no querer interferir en la ciudad... no era una experta, pero por cómo se había comportado y que no mostraba signo de esfuerzo, ¿Sería un criminal famoso?
— Nunca he vivido en un aldea oculta. No me compares con un sucio shinobi. — El hombre se acercó lentamente, su respuesta fue más relajada aunque aún parecía mantener la seriedad. Ahora que había acabado con una segunda oleada, el alcalde no le va a dejar salir de rositas. El nerviosismo de la chica creció al ver como se seguía acercando, pero el nerviosismo pasó a duda al ver como esta persona había pasado de ella y se había parado en frente del gato.
El pequeño felino olisqueó la mano de aquel que le había salvado con un poco de desconfianza, pero el animal rápidamente mostró un signo de alegría y confort ya que se había subido al hombro derecho de aquel que había salvado su vida (y vengado a su familia)
— ¿Ahora qué vas a hacer? — Amanda preguntó con una extraña sensación de paz, al fin y al cabo, los animales suelen coger gusto por las personas con buen corazón... o eso es lo que dicen. En un movimiento elegante. el sujeto tiró hacia atrás su capucha, mostrando sus rasgos faciales y exponiendo su identidad.
Una identidad que nadie conocía hasta la fecha, pero pronto estaba a punto de cambiar.
— Matar al alcalde y sus secuaces más leales. — El hombre de cabellos plateados respondió como si de algo sencillo se tratase, al mismo tiempo, el gato parecía acomodarse en el hombro y el ronroneo era un signo evidente de ello.
—Alégrate, tu problema está a punto de solucionarse.— Añadió a su discurso mientras caminaba con tranquilidad, no sin antes aplastar el cráneo de uno que había dejado moribundo.
La escena podía ser tierna y aterradora al mismo tiempo.
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{Oficina del alcalde, más tarde}
En la lujosa oficina que se había montado gracias a su estilo tiránico, el alcalde Kazama tuvo un ligero escalofrío, una extraña sensación de que algo no estaba bien.
Como si de un presentimiento de muerte o un mal presagio estuviera presente. Mirando a su derecha, pudo ver al shinobi de raiz el cual se fijaba en un pedazo extraño de papel, lo más inquietante fue ver como ese papel estaba rasgado en dos. Puede que no sea capaz de ver el rostro pero Matoru juraría que en este momento, la expresión de el shinobi era un aliciente de que algo malo estaba por pasar.
— ¿Que sucede? — El alcalde preguntó nervioso al shinobi de Danzo, aunque odiara admitirlo, la actitud de este agente era un poco más activa, un rasgo característico en los mejores agentes de Danzo, los que le eran fieles sin necesidad de lavado de cerebro y generalmente, los más hábiles entre sus filas.
— Este es un sello especial ligado a la vida de mi kōhai, por lo que ha muerto— La seriedad en la voz del agente de raíz preocupó bastante al hombre, por no hablar de que sabía perfectamente las capacidades de un shinobi, esto solo podía significar dos cosas: Había más de un "mercenario" contratado o habían atacado a la persona equivocada, sin embargo, la corrupción del poder en su cabeza quitó rápidamente de sus pensamientos el mero hecho de que su vida estuviera en verdadero peligro.
— Bueno, si ese idiota se atreve a venir a por mí, se llevará una buena. Después de todo, este es el edificio más seguro y ha escogido el peor día.— Matoru aseguró con una risa nerviosa, hoy era el día de pago por lo que a excepción de los que ya habían muerto, toda la banda estaba en el edificio. Por lo que debía enfrentarse a un total de 100 subordinados para llegar hasta él.
Para el enmascarado de raíz, la situación era completamente diferente, por una parte estaba emocionado de un reto al mismo tiempo que hacía pagar la pérdida de un activo de Danzo , por desgracia esta última parte dejaba preocupado al agente de la organización "ilegal" de Konoha, coger a un agente desprevenido era algo raro por lo que significaba que el individuo era alguien fuerte... sabía que era uno debido al sello, no solo indicaba el estado vital del agente, también indicaba contra cuántas personas había luchado antes de perecer y el papel no se había partido en ningún trozo por lo que solo había un único enemigo a abatir.
— Tal vez... — El nin estaba a punto de hablar cuando de pronto, la alarma comenzó a sonar, indicando que su sospecha estaba por cumplirse.
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{Entrada al edificio del alcalde}
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Frente a la gran puerta, la cual ya estaba siendo custodiada, se encontraba el misterioso hombre de cabellos plateados con el pequeño gato en su hombro y a unos metros detrás de estos, la Amanda.
— Chica... — El hombre llamó la atención de la joven que había presenciado las anteriores batallas. Sin querer enfadarle, esta se acercó a él rápidamente, siendo la primera vez que le pedía algo así.
— ¿Si? — Amanda preguntó con algo miedo, ya estaban demasiado cerca del edificio y en unos momentos ya serían atacados por los vigilantes, después de todo " la escoria de barrios pobres no debería estar por esas zonas".
En un movimiento simple, el hombre tomó al gato de su hombro y se lo entregó a ella con delicadeza. El gato parecía quejarse al principio por quedarse sin su zona de confort, pero un cruce de miradas fue suficiente para que se calmase. Era como si se hubieran comunicado entre si.
— Cuida de Kuro, volveré enseguida. Más te vale que esté bien, chica— Los ojos de la chica se abrieron en sorpresa, eran las palabras más amables que había escuchado de esta persona... sin embargo era algo preocupante de que este sujeto fuera más cuidadoso con el mundo animal que con el humano.
— Amanda.. mi nombre no es chica... es Amanda. — La joven habló con algo de inseguridad, la mirada de la persona con la que estaba hablando ya estaba fija en el edificio a donde se iba a encontrar con el alcalde y sus secuaces.
— Alastor — Tras esa corta respuesta, lento y con calma, empezó a caminar a la puerta donde estaban los guardias del edificio.
Los matones se pusieron en guardia con la intención de acabar con el intruso que intentaba entrar en el lugar, algo sencillo teniendo en cuenta de que estaban armados y eran dos contra uno.
El primero de ellos arremetió con una lanza directo al pecho del "invasor", con una sonrisa enfermiza gritaba con fuerza con la intención de dar más intensidad a la estocada.
El sonido del grito lleno de coraje no tardó en apagarse al ver como el extraño había parado la punta de la lanza. Intentó hacer el esfuerzo de retirarla, pero era inútil, era como si el sujeto fuera una roca y la lanza estuviera atascada.
Su temor fue mayor en un instante, como si no hubiera resistencia, Alastor le arrebató el arma punzante y de un ágil movimiento le clavó la lanza por la boca.
— ¡Oh my... — El otro empezó a gritar ante la semejante escena que acababa de presenciar, pero su grito fue interrumpido por el cuerpo de su difunto compañero el cual acababa de ser usado como proyectil contra él. Llegando con tal fuerza, que este se estrelló con la puerta y por tanto dejando el camino libre para que Alastor pudiera encontrarse con el alcalde.
Eso sí, caminó lentamente, como si no hubiera prisa alguna en subir, después de todo, el edificio estaba hecho para ser una fortaleza... en ningún momento se pensó para crear rutas de escape y, además, los matones irían a por él.
La fabulosa y sangrienta entrada fue presenciada por Amanda la cual no parpadeo, mientras que Kuro simplemente dio un maullido, unos piensan que estaba dando ánimos, otros que fue casualidad del momento y la realidad es que tenía hambre.
Al entrar en el increíble edificio, ya tenía un comité pequeño de bienvenida... solo eran 10 los que custodiaban el vestíbulo.
— ¡No dejen que avance! — El que parecía el cabecilla del grupo exclamó al mismo tiempo que todos gritaban e iban en masa contra el invasor, después de todo tenían que vengar las muertes de sus compatriotas del crimen y más aún porque les debían dinero.
— ¿Cómo pueden detener mi avance... si ya están muertos? — Detrás de ellos, un Alastor que no mostró emoción alguna preguntó. Generando en los matones una gran sorpresa y temor seguida de una sensación vacía al ver como el invasor subía las escaleras con las manos en los bolsillos. Una ligera corriente de aire más tarde, todos cayeron al mismo tiempo a causa de lo que parecía una sería de incontables cortes.
¿Como había pasado delante de ellos y causado tantas heridas sin que se dieran cuenta?
Sin pausa, empezó a subir los diferentes pisos sin mostrar un ápice de cansancio ni esfuerzo.
— Es inútil... estos no parecen aprender. — Alastor negó con la cabeza mientras proseguía subiendo las escaleras ignorando el cráneo que acababa de aplastar, nada lo lograba detener, ya había intervenido en las naciones elementales y si había algo que le gustaba hacer, era terminar lo que empieza.
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{Sala del alcalde, 3 minutos más tarde}
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Las alarmas no habían parado de sonar, Matoru había incluso llegado a pedir ayuda al señor feudal por medio de una paloma mensajera. Como si en su mente estaría la idea esperanzadora de que en un instante tendría a un ejército frente a él para escudar su vida.
— No detecto ni una brizna de chakra cerca, sin embargo, siento la presencia de una sola persona... — El nin de raíz murmuró en voz baja con un poco de preocupación, algo que poseía su organización era una red de información casi del mismo nivel que la de Jiraiya y que hasta la fecha no supiera que alguien así fuera real era una locura.
Es cierto que como shinobi, podría haber logrado lo mismo, pero él usaba chakra y le habría costado más tiempo, por lo que, sin siquiera haber visto a este invasor, solo podía describirlo como un monstruo comparable al nivel de un sanin y lo peor es que incluso un sanin hubiera usado al menos una pequeña cantidad.
El sonido de la puerta llamó la atención a ambos, el clásico "toc,toc" para a continuación abrirse con fuerza, debido al lanzamiento del último maton a modo de llave de la sala.
La fuerza fue tal que aterrizó directamente en el escritorio del alcalde el cual su rostro era más pálido que el mismísimo shinigami del shiki fuin, era notable que la causa de la muerte no era la marca de zapato que tenía en medio del esternón.
Incluso el shinobi se quedó paralizado al ver la causa de la muerte del matón, era algo surrealista pero frente a el estaba la prueba irrefutable.
— Lo ha matado... ¡Con un lápiz! — El alcalde gritó con temor, había visto muchas muertes a causa de sus negocios sucios, pero "muerte por lápiz" no estaba entre ellas.
Alastor miró de reojo al entrar al shinobi de raíz que estaba encargado de defender al alcalde, un momento más tarde, volvió a enfocar la vista al dueño del edificio y próximo residente en el más allá. Causando que Maturo retrocediera de forma instintiva mientras que el encargado de defender a este sujeto, se sintió ofendido.
Como si el mero momento en el que había sido observado, hubiera sido puesto a juicio y no valiera la pena enfrentar.
En un arranque de velocidad, el shinobi de raíz estaba a punto de usar su técnica estrella.
Pocos sabían que Danzo robó las anotaciones de Shisui y se las entregó al único que sería capaz de desarrollar la técnica, aun no siendo como la original, tenía una velocidad de movimiento casi comparable a la del legendario hiraishin. Lástima que encontrase a alguien más rápido que Shisui.
— ¡"Muda"! — El agente de Danzo acababa de sentir el mayor dolor en el estómago que uno podría imaginar, en medio de su desplazamiento de alta velocidad, Alastor lo había frenado completamente con un único puñetazo.
— ¡"Muda, Muda, Muda... MUDA! — Alastor empezó a propinar golpes a plena velocidad, con una agilidad que propinaba el efecto óptico de tener múltiples brazos, algo realmente sorprendente y que solo los mejores usuarios de taijutsu podrían llegar a hacer.
Con el último golpe, el cuerpo del shinobi de raíz fue expulsado por la ventana, o lo que quedaba del cuerpo pues de tanto golpe era papilla de carne humana.
El alcalde corrupto estaba más que aterrado, puede que no fuera de su agrado, pero conocía bien a el hombre que acababa de morir. Era un excelente agente de Danzo e incluso era tan bueno que el mismísimo líder de raíz admitió que este agente era un candidato potencial a tomar el relevo de la organización.
Pero solo ha sido un instante para presenciar como la vida se escapaba de forma fugaz.
— Muy bien, por donde iba... — En un simple parpadeo, el hombre de cabellos plateados se puso en frente de su presa, ni siquiera se le había visto mover ni un solo músculo, era como si esta persona no fuera si quiera humana, más bien un ser de venganza enviado para castigar a los culpables, o al menos era lo que pensaba el alcalde.
— Por favor, te daré lo que quieras... — En un intento desesperado para aferrarse a la vida, el hombre de codicia ofreció cualquier cosa con tal de escapar del aliento. Todo el mundo tenía un precio, dinero, fama, poder, mujeres, terrenos. Algo que había aprendido en su puesto, es que lograr las cosas eran más fáciles en comparación a su simple vida delictiva anterior
— ... solo tengo algo que decir para alguien como tu.— Alastor miró con seriedad al alcalde mientras una risa nerviosa salía de del corrupto con la esperanza de que su truco hubiera tenido mella y podría buscar venganza contra aquel que hubiera contratado a este sujeto.
— Más negro que la oscuridad... —
En ese momento, Matoru se desvanecería en el olvido de una forma explosiva.
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{Konoha, días más tarde}
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Tsunade Senju, llevaba un par de años siendo la Hokage de la villa. Desde el fallecimiento del anterior Hokage, no había tenido que gestionar nada grave fuera de lo común. A excepción de algunas cosas, ya sean los eventos del examen chunin en suna, la traición de Sasuke o el secuestro del Kazekage. De no ser por su jutsu para aparentar ser más joven, las canas podrían equipararse a las de su compañero de equipo que no había traicionado Konoha.
Su mirada al horizonte fue interrumpida al escuchar el sonido de la puerta.
— Adelante. — Tsunade habló con una voz llena de seriedad, al abrirse, el primero en entrar fue un joven adolescente con un pelo rubio en punta y unos característicos bigotes en su rostro que emulaban a un kitsune.
— ¿¡Nos llamabas, baa-chan!?— El recién llegado preguntó enérgicamente mientras entraba en la sala, al fin y al cabo, podría tratarse de una importante misión y quería demostrar su entusiasmo.
— ¡Idiota! ¿Qué te dije de insultar a Tsunade-sama? — Una joven de pelo rosado golpeó fuertemente al joven, causando en este un gran dolor, pero como si un dibujo animado se tratase, a los pocos segundos ya estaba como si nada.
— Disculpa al tonto de Naruto... ¿Está bien, maestra? — Sakura Haruno, la aprendiz de la mejor médica de Konoha preguntó preocupada al ver la expresión en el rostro de la Hokage. Yamato y Sai, a diferencia del resto del equipo siete, entraron sin hacer una escena.
A penas había pasado una semana desde la confrontación con Orochimaru y el breve contacto con Sasuke.
— Tengo que hablaros de algo importante, equipo 7. — Tsunade se sentó en su silla de Kage, colocando sus manos cerca de la barbilla con un semblante serio, Yamato, el sustituto temporal de Kakashi frunció el ceño pues esto parecía algo realmente serio.
— ¿Saben de la ciudad de Kinohase? — Tsunade hizo una pregunta retórica, no hizo falta ni un segundo para que todos asintieran esperando a recibir la información.
— La zona central, fue totalmente destruida... incluyendo al alcalde de la ciudad.— Todos en la sala quedaron impactados, la situación era grave pues una zona así, de seguro había muchos inocentes, pero el que haya muerto el alcalde supondría un periodo de inestabilidad y lucha política en la zona.
Para Sai, fue un poco más preocupante ya que el alcalde de Kinohase era un cliente principal y a pesar de no mostrar emociones, por un instante frunció el ceño.
— La versión oficial fue la explosión de una tubería de gas, pero seguramente los rumores hagan relucir la verdad... todo esto fue provocado por una sola persona. — Tsunade expresó firmemente, causando aún más sorpresa.
Frente a ellos había imágenes de como había quedado el lugar y el hecho de que solo uno fuera el responsable era algo preocupante.
— ¿Puede tratarse de un miembro de Akatsuki? — Naruto preguntó algo más serio de lo habitual, al fin y al cabo, este tipo de situaciones no eran para llevarlas a broma, en especial si estaba la posibilidad de que estuviera el grupo responsable de la extracción de Shukkaku del cuerpo de su amigo y actual kazekage.
La Hokage movió la cabeza en negación.
— La ciudad de Kinohase tenía varios asuntos ocultos, que hubieran sido tratados de no ser porque tenía el apoyo del señor feudal... para muchos en ese sitio, a pesar de la destrucción es tratado como una especie de mesias.— Tsunade dio una pausa para que el resto de la sala fuera digiriendo la información de forma correcta.
— Y dado que era muy amigo del señor feudal, ha ordenado que lo pongan en búsqueda y captura, el problema es que no tenemos ninguna información sobre este individuo por lo que su búsqueda será difícil... Por el momento, se le ha otorgado el rango criminal A. — Tsunade explicó al grupo la aparición de este sujeto, en prácticamente la totalidad de los presentes no podían creer lo que estaban escuchando, era un tanto irreal.
— Pero, ni siquiera sabemos si ha sido alguna vez un shinobi... ¿Se le puede catalogar sin saber si quiera a que aldea pertenecía? ¿Cómo es que solo tiene rango A? — Sakura preguntó asustada, la forma en la que había sido destruida, el shinobi debía pertenecer a una liga superior.
— Es cierto que, por su supuesto nivel, podría ser rango S, pero... no sabemos quién es. Si realmente se trata de alguien que ni siquiera ha estado viviendo como shinobi, ¿Cómo nos verán los clientes por etiquetar a alguien así sin siquiera saber su nombre? Es como si de pronto alguien que nadie conoce aparece en las naciones elementales dejando en mal lugar a la calidad de todas villas. Sería embarazoso.— Tsunade respondió con total claridad, si bien el señor feudal quería dar prioridad al tema, era un suicidio catalogarlo de primeras al rango S.
— Pero si lo catalogamos como rango S, es posible que Akatsuki... si es que aún no pertenece... lo quiera contratar.— Naruto empezó a explicar su plan, llamando la atención del resto. Sakura estaba esperando a que terminase para darle un golpe pues ya estaba otra vez contradiciendo las palabras de la Hokage.
— Si lo contratan y más tarde le capturamos, podremos sacar información de Itachi y por medio de Itachi encontraremos a Sasuke... de esta forma traeré al teme de vuelta y sakura-chan estará feliz.— Naruto explicó su plan como si de algo sencillo se tratase, su obsesión para traer al Uchiha llegaba en varias ocasiones a un nivel bastante absurdo.
— ¿Cómo la última vez que casi nos mata a todos? — Sai preguntó sin esperar contestación, era obvio que fue un pequeño pero importante recordatorio que solo lograba hacer que la sangre del Uzumaki hirviese.
— ¡¿Qué dices?! — Naruto preguntó de forma activa y con un tono de buscar pelea que fue interrumpido por un golpe directo por parte de Sakura la cual ya tenía una vena en la frente debido a aguantar al grupo, pero el que peor rato llevaba era Yamato el cual se preguntaba "como podía estar sempai con este grupo día a día". Lo que más le aterró y no quiso confesar fue el sonambulismo de Naruto, eso era realmente una amenaza.
— De todas formas, en unos días debería Kakashi estar de alta por lo que te ayudará en tu afinidad elemental, así que mejor vete preparando.— Tsunade anunció a el adolescente Uzumaki el cuál se alegró de oír la buena noticia.
Una de las más tranquilas que escucharía en épocas venideras.
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" Acusado de cometer un crimen contra inocentes que no lo eran. Perseguido por muchos sin éxito, pocos conocen de su existencia. Vaga de ciudad en ciudad buscando un sitio donde vivir. Si tienes suerte, tal vez puedas contar con él para destrozar organizaciones malvadas (y ciudades por accidente).
Su nombre: Alastor Fox"
Fin.
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Espero que os haya gustado esta nueva dinámica.
Por lo que han podido apreciar, en este fic Alastor no busca en absoluto a Naruto. Desde que regresó, en su mente estaba la idea de no intervenir, pero alguien como él es difícil.
Estar viviendo alejado del mundo shinobi le ha permitido ver más allá y debido a ello ha visto que el mundo estaba mucho más podrido de lo pensaba, por lo que su nueva cruzada además de vivir, es la de eliminar la corrupción aunque tenga que destruir todo.
