El personaje de Fenrir Greyback y el potterverso pertenecen a JKR, yo sólo los he tomado prestados para hacer un pequeño fic.
Admito que sólo la mitad de la historia fue creada por mi, ya que fue construida junto a mi maestro, quien me guió por el mundo de la licantropía y la escritura.
•Otra mirada del hombre lobo más temido del mundo mágico, Fenrir Greyback. Su vida como alfa de la manada más grande, enfrentamientos con otras criaturas mágicas y una vista del hombre dentro del lobo.
1
El encuentro.
El clima frio de mediados de junio obligaba a los estudiantes de Hogwarts a mantenerse dentro de los establecimientos de Hogsmeade durante las visitas al pueblo. Sin embargo, nunca falta el joven desafiante y rebelde que busca ganar algo de fama con hazañas infantiles, como atravesar los terrenos de la Casa de los gritos en un día tan nublado y frío como lo es hoy.
La figura de un colegial avanza a paso firme sobre el estéril terreno de la propiedad más embrujada de Gran Bretaña, o eso se dice. La túnica negra ondea con cada paso produciendo el particular sonido de la tela rozando entre si. El escudo que engalana el pecho de la vestimenta pertenece a la casa de Slytherin, nada podría levantar sospechas si no fuera porque aquella semana en la sala común de las serpientes se había corrido el rumor de que ese día habría un reclutador para unirse a los carroñeros y servir al señor oscuro. Se decía que probablemente el hombre ante quien tendrían que presentarse los aspirantes no estaba catalogado como humano, sino como ser, una bestia altamente peligrosa y mortal, Fenrir Greyback.
Los alumnos de Slytherin siempre habían tendido hacia ese bando. De hecho, 1 de cada 3 seguidores de la casa de Salazar Slytherin eran también, directa o indirectamente, seguidores o admiradores de Lord Voldemort.
El reclutador esperaba paciente, apoyado sobre la baranda de una escalera resquebrajada de madera de ébano.
Cuando el alumno empujó la pesada puerta un fuerte chirrido de las bisagras lo sobresaltó, sus pasos eran lentos y cautelosos hasta que llegó a la escalera, bajó la capucha de su túnica y al fin dejó al descubierto su rostro, se trataba de una chica, la única humana en el sitio de hecho, su cabellera negra queda liberada y sus ojos claros buscan en la penumbra del lugar a quien ha de dirigirse. En la cima de la escalinata se dibuja una silueta recargada en el barandal, pesar de no conocer en personal al más temido licántropo, no hizo falta La claridad de luz para reconocerle. Él no se inmutó ante su presencia, por lo que camina hasta él. El líder de los carroñeros nota la figura de la joven que se acerca confiadamente. Ese temple y carencia de miedo ya habían sumado puntos, pensó, como compañero carroñero.
-Buenos días, jovencita – Dijo la voz cavernosa, procurando fingir una actitud parental y confraterna. -¿Cuáles son tus intenciones aquí? – Pregunto sin emociones en la voz.
La mirada de la chica se mantiene fija en él mientras sube por las escaleras sintiendo que el latido de su corazón tiene eco con el resonar de sus pasos sobre la vieja madera.
—Soy Iven Selwyn y deseo unirme a las filas del Lord. — Se presentó con voz firme, enderezando su postura.
—¿Así que eso deseas?— La ceja de Greyback se curvó inquisitivamente. —Y dime jovencita, ¿por qué? ¿Deseas ser popular entre tus amiguillas o qué? No me molestes sino puedes probarme que eres meritoria para el título de mortífago. —Las palabras del hombre lobo estaban teñidas de hostil sarcasmo.
Iven frunció un poco el ceño. —No me interesa la popularidad. — Enderezó más su delgada figura y tomo aliento antes de continuar, sería muy tonta al querer aparentar que no sentía miedo ante él. —Apoyo la causa del Lord y estoy dispuesta a probarlo.—
—Pues pruébalo. — Respondió a la muchacha, mirándola amenazante. —La Casa de los Gritos es mundialmente famosa por la gran cantidad de boggarts que se pueden encontrar por aquí; criaturas despreciables si las hay. Además, hay otro tipo de criaturas peligrosas por aquí.
Te acompañaré, y has de mostrarme que eres tan temeraria como luces.— Sin darse cuenta, se le había escapado un cumplido que fácilmente cubrió con una sonrisa feroz.
—¿Me indicadas por donde ir?— Preguntó la chica con tono temeroso mientras se quitaba la bufanda y la doblaba para colgarla junto a él en el barandal.
La colosal masa de músculos se giró para guiar a la muchacha por una puerta descascarada y antiquísima de madera blanca. Al abrirla cerró los ojos, le hizo un ademán para que pasase por ella, donde se encontraría con un boggart.
Iven aspiró el olor a humedad y madera podrida, apretó el agarre de su varita en forma instintiva y le dirigió una última mirada a Greyback capturando el rostro en su memoria. Dio un paso hacia adentro, la madera crujió, estaba expectante por el boggart, sentía el latido de su corazón en la garganta, fuerte y rítmico.
Cuando al fin estuvo en el centro de la habitación detectó un ruido a su derecha, una especie de neblina comenzó a llenar la habitación y la silueta negra de un hombre alto apareció. El miedo la hizo temblar, por algún motivo que no tenía muy claro, evocó la imagen de Fenrir y por qué estaba en la casa más embrujada de Gran Bretaña. Apuntó con su varita en dirección a la sombra humana que se había manifestado y pronunció el hechizo Ridukkulos, la figura se trasformó en un helado gigante derritiéndose, de los labios femeninos escapó un bufido de burla y la niebla se disipo. Aún temblorosa se giró para ver a Fenrir.
—Bien hecho.— Le dijo a la muchacha, sin emoción alguna, arrogante, al verla salir de la habitación.
—No creo que esta sea la verdadera prueba.— Sentenció la joven al llegar hasta él, había un ligero rubor en sus mejillas.
—Me has demostrado que sabes hacer un hechizo digno de un niño de tercer grado. ¡Felicidades!— Sacó de su rostro una sonrisa falsa y con un gesto de su enorme mano le arrebata su varita. —No era mi intención saber si conocías un hechizo de 4 sílabas, sino que puedas mostrarme tu capacidad para afrontar tu mayor miedo, ya que tienes uno.—
El sentimiento de impotencia de Iven se manifiesta en una mirada de pánico y la intención pedirle que se la devolviera. Experimentaba sentimientos encontrados: impotencia, frustración y miedo. El rostro inexpresivo de Greyback y sus pasos firmes la hacen retroceder hacia la habitación de nuevo. Esta vez estaba sola, desarmada, contra su mayor miedo. La colegiala atinó a cerrar los ojos y apretar los puños, escuchaba el viento colándose por una ventana rota y sucia. Aún con los ojos cerrados caminó hasta el centro de la habitación y se arrodilló. Respiraba de forma agitada y sus manos temblaban, tragó saliva con dificultad y abrió los ojos lentamente, mentalmente maldijo a Greyback en ese momento y esperaba que no pudiera escuchar desde afuera pues la vergüenza comenzaba a invadirla. Cuando enfocó la vista ya estaba la neblina a su alrededor y el hombre que representaba su mayor miedo la miraba con ojos penetrantes, una risa profunda emanó de sus labios, provocando que todos los bellos de su nuca se erizarán. La figura masculina extendió su brazo hacia ella, un escalofrío la recorrió, las imágenes de él inundaron su mente, su respiración era más agitada cada vez hasta convertirse en jadeos sonoros, el dolor de una daga a lo largo de su espalda se revivió, la risa era más fuerte, helando la sangre de Iven hasta que de sus labios salió un frágil. -Por favor.- El dolor emocional que experimentaba ya se manifestaba en su cuerpo, provocando que el aire frío lastimara sus pulmones. Apenas consiente de sus movimientos se aferró a la túnica que llevaba y se puso de pie extendiendo su mano. —Te quiero.— La manifestación se desvaneció y el alivio la hizo caer al piso. Estaba temblorosa y en su mente aun giraban algunas imágenes, un sonido gutural salió de su garganta y dirigió su mirada hacia la puerta, no sabía vendría por ella o la dejaría ahí hasta enloquecer. Tenía vergüenza de que el licántropo hubiera escuchado algo.
La corta edad de Iven y su inexistente relación con los hombres lobo la hacían ignorante de los exaltados sentidos que poseen los licántropos, por lo que en efecto, Greyback había escuchado lo sucedido. Entró a la oscura habitación, con varita en mano, Iven apenas logró vislumbrar su rostros aparecer entre la penumbra, escasamente iluminado por la luz que se filtraba del exterior. La cavernosa voz resonó.
—Bien hecho.— Le dijo desinteresadamente. El epitome de la licantropía recordó sus inicios al lado del señor oscuro, tiempos en los que la prueba no consistía en enfrentar a un Boggart, sino a su verdadero miedo en carne y hueso. Además, por algún motivo, los Boggarts se desvanecían estando frente a él. —¿Cuáles son tus verdaderos motivos para unirte a nuestras filas?— Cuestionó para salir del hilo de sus pensamientos.
La aspirante recobró la postura y trató de aclarar su mente, a la vez que escuchaba el interrogatorio. —Los ideales de toda mi familia son afines con los del Señor Tenebroso, a pesar de que ninguno ha formado parte de sus filas, tengo entendido que en Rumania no hay mortifagos.— Parecía tranquila ante la primera pregunta. Sin embargo, no parecía ser motivo suficiente para él. —¿Por qué deseas matar a tus pares? — Le preguntó inquisitorialmente. —Desprecio a los traidores a la sangre porque mis padres murieron a manos de ellos, fueron traicionados en duelos por honor, justos y en forma.
Y yo… no… los considero… mis pares. Tengo la convicción de que mi lealtad y fidelidad estarán, sin duda, mucho mejor con quienes coincido en ideales.— Explicó de forma pausada y concentrada en el par de pupilas azules que la analizaban.
—Me parece verdaderamente un buen motivo para unirte a nuestras filas.— Parecía haber un tono de sorpresa en el matiz de la voz del hombre lobo. —Venganza, definitivamente sí que es un buen motivo.— Continuó tras un breve momento. —Odio a los muchachos y sobre todo muchachas que se unen con la intención de creerse que son alguien, o de ligar... terminan siendo carne de cañón en las batallas... pero tú, siento que tu sed, sed de sangre, serías una voraz inquebrantable.—
—Puedo asegurarte que en mi no hay ninguna intención de buscar fama y mucho menos de buscar una conquista.— La chica expresó desdén en cada palabra.
Hubo un momento de incomodo silencio que rompió Greyback —Rumania has dicho, ¿eres vampiro?—
—Así es, soy de Rumania y mis más ancestrales antepasadas fueron consideradas vampiros por sus sádicos castigos a los que se atrevieran a deshonrar a la familia.—
—Bueno, veo que no es un vampiro de verdad.— Habló más para sus adentros que como una respuesta a la rígida conversación. Esbozó una leve sonrisa que semejaba más a una mueca feroz y le pidió a la chica que lo tomase del brazo para teletransportarse cuando una horda de duendecillos de Kornuagles se abalanzó sobre ellos, emitiendo risitas estridentes y sumamente molestas. Pronto estuvieron rodeados, una de estas criaturas, azules y aladas, portaba un cuchillo de cocina y rápidamente fue atacada con el maleficio asesino. Al ver la muerte de su camarada, los duendecillos se concentraron en él. La luz verde de su maldición atrajo a los demás en su contra. Él tenia su varita en alto y lanzaba un hechizo tras otro, la chica dio un paso atrás y se deslizó hacia su espalda, su intención no era esconderse y menos aún huir, él aún tenía su varita.
Observó que su ataque era diestro, por lo que supuso que podría haberla guardado en el bolsillo izquierdo de su abrigo, estiró el brazo y la punta de sus dedos la alcanzó. Se volvió a colocar a su lado y comenzó a atacar.
—¡A tu derecha! — Lo alertó de un pequeño grupo que quedaba. Al escuchar a la muchacha lanzó un Incendio a los malditos duendecillos. Sus gritos colmaron toda la habitación, y sus cuerpos incandescentes decoraban hermosamente la oscuridad de la Casa de los Gritos mientras continuában peleando. —Detrás de ti.—
El ruido la aturdía y el humo por las llamas nublaba su vista cuando escuchó la alerta de Greyback, giró sobre su propio eje y con la varita en alto apuntó hacia el más cercano y lanzó un Confringo. Las viseras del animalillo se regaron a su alrededor salpicándola. Apuntó a los restantes y conjuró el Sectumsempra mientras señalaba con su varita a cada uno. Sus cuerpecitos caían desangrándose, en el rostro de la joven se dibujó una mueca de placer instantáneo.
—¿Estas bien? –
—Por supuesto que sí, chiquilla, ¿con quién piensas que hablas? Soy el grandioso Fenrir Greyback, se necesitaría un ejército para derribarme – Respondió magnánimo. —Has demostrado que eres útil con la varita, supongo que el plan salió a la perfección.— Comentó esto, haciéndole entender que todo estaba planeado.
La ceja de Iven se enarcó en gesto divertido al entender que lo había previsto para probarla. —Me siento obligado a preguntar, ¿te interesa ser licántropo? –
Ella limpiaba sus manos cuando la cuestionó. La intención atrajo su curiosidad, más que la pregunta en si. —¿Obligado porque? Y bueno nadie me había ofrecido la oportunidad antes.— Comentó mientras arrugaba la frente. —La verdad es que siempre he tenido fascinación por los lobos y…— Su tono de voz cambio a uno más formal. —Lo cierto es que sí me gustaría serlo.— Se apuró a concluir al notar la mirada exasperada de su interlocutor
—Oh, fascinante — Parecía sorprendido de la respuesta, ya que siempre esperaba una negativa. —Déjame decirte que hay pocos seguidores del Lord que sean licántropos. Esto te volvería mi aprendiz, sin lugar a dudas.—
Iven inclinó la cabeza en agradecimiento a sus palabras, ambos caminaron por el edificio ahora en silencio.
—Sujétame del brazo, vamos a un mejor lugar donde pueda morderte — Acto seguido ofreció su brazo, la chica lo tomó para dejarse llevar al sitio que propuso.
Aparecieron en un bosque pequeño, cerca de una cascada magnífica. El recorrido que hacía el agua llevaba la mente a lugares insospechados, provocaba el deseo de querer crear música y paz. La brisa fresca los estremeció y mientras Greyback hablaba ella contemplaba el lugar, al darle la espalda cerré los ojos e inhaló despacio, disfrutando del olor del bosque, abrió sus manos y relajó los brazos.
—Considero que el lugar donde te transformas es algo muy importante para un licántropo. Decidí llevarte a un buen lugar.— Comentó el hombre lobo con una leve sonrisa en el rostro. —Necesitaré que estés tranquila. No dolerá.— Había sonado como un padre que le dice lo mismo a su hijo cuando lo lleva al médico.
Los ojos de Iven se abrieron de golpe al oír el tono paternal, sin embargo, lo encaró muy lentamente. —¿Como se que no me mataras? – Preguntó, quizá sin querer hablando igual que una niña pequeña después de ser reprendida.
—Si desease matarte ya lo habría hecho, pequeña, te lo aseguro. — Sin más la tomó en sus brazos para colocarla sobre una superficie, libre de rocas. Su voz profunda parecía tranquilizante aunque no estaba segura que no quisiera terminar con ella, podría sólo querer divertirse con su comida después de todo.
La noche se veía iluminada por la fugacidad de las estrellas, reflejadas en el estanque, como testigos del acto que se realizaría en el claro. Greyback posó sus labios en el blanco hombro y empezó a comer de ahí, teniendo cuidado de no producirle una hemorragia imparable o matarla en el acto. El sabor de la sangre lo hacía sentir rejuvenecido, mientras transfiere su condición de licántropo hacia ella. Su aliento tibio sobre su piel la hace estremecerse y al notar los colmillos encajarse en su carne una punzada de dolor tenzó todo su cuerpo, reprimió un grito mordiéndose el labio inferior hasta sangrarse.
De alguna maldita manera Greyback notó el dolor ajeno e intentó calmarla diciéndole que ya casi terminaba. Lentamente, alejó la ominosa boca de su cuerpo, sabiendo que ella ya era una licántropo hecha y derecha.
Su voz volvió a resonar pero parecía distorsionada y más profunda. La sensación de ser llenada por algo nuevo comenzó a invadirla y en parte algo de ella era devuelto a modo de pago, en un pensamiento fugaz imaginó que sería su sangre. Estaba mareada por lo que se aferre a su brazo. Admiró a su alrededor y todo parecía nuevo, sus venas hormigueaban y las sensaciones parecían más intensas.
—¿Qué es lo que pasa?— Atinó a preguntar aun sosteniéndose de su brazo.
—Pues nada más y nada menos que ya eres en efecto, un licántropo. – Informó mientras secaba su boca de la cual chorreaban hilos de sangre carmesí. —Es común que tus sentidos empiecen a desarrollarse a pasos agigantados.— Agregó al notar que estaba pálida.
Iven alzó una de sus manos para llevarla a su cabeza. —Me siento mareada – Notó el sabor a sangre en su boca y lamió para degustar el intenso sabor a hierro. Levantó la vista al cielo e inhaló profundo. Lentamente se incorporó. Vio sus propias manos, todo parecía ser diferente y a la vez no. Estaba confundida. La música que producía el viento entre los arboles se combinaba con la del arrollo y parecía descubrir toda una sinfonía. Quiso caminar pero las piernas le fallaron y terminó en el suelo. La textura era magnífica. Enterró sus dedos en la tierra para disfrutar de las nuevas sanciones que experimentaba. Giró para ver a los ojos a Greyback.
—Todo esto... Ese olor...— Una chispa de curiosidad cruzo sus ojos mientras su blanca frente se arrugaba –¿Por que quisiste convertirme? – Cambió rápidamente el rumbo de sus pensamientos.
—Veo que, afortunadamente, tu curiosidad humana no se ha perdido. Considera esto una evolución – La figura de Fenrir Greyback se mostraba magnánima mientras permitía que la melodía del viento golpeteando las copas de los árboles endulzara sus oídos. Por unos breves pero suficientes segundos, su alma había parecido salir de su cuerpo, para luego volver en sí. —Pues te he convertido ya que vi cualidades en ti dignas de un mago poderoso. Tanto el Señor Tenebroso como yo sabemos apreciar eso. Pero he aquí un pequeño secreto: no le soy fiel a Voldemort — El viento parecía enfadarse al escuchar este nombre. —Más que por conveniencia. La verdad es que busco crear un ejército lo suficientemente grande como para que los licántropos recuperemos el prestigio que otrora poseímos.—
Iven lo miraba con gran asombro. —Si el Lord se llegara a enterar sabes que te mataría. — Dijo en tono grave. —Nos matará a todos. — Rectificó antes de volver a lamer su labio, a cada momento le gustaba más el sabor.
—Sí, el sabor de la sangre es adictivo.— Su nuevo pseudo tic de lamerse la sangre que le corría por los labios no había pasado desapercibido. Iven no tenía idea como evitaría el impulso de volver a hacerlo. —Pero hemos de tener cuidado, no queremos que te conviertas en un monstruo sediento de sangre, ¿no te parece? – Habiendo emitido estas palabras, limpió el labio con su pulgar dejando en ella cierta ansiedad. Pasó saliva con pesar.
—¿Como has...? Perdón, ¿como ha logrado pasar desapercibido? Se que el Lord es muy bueno en legeremancia. – Agregó mientras iba relajando su cuerpo.
–Efectivamente, el Señor Tenebroso es muy bueno en legeremancia... pero no hay mente más hermética que la de un licántropo entrenado. No sé si lo notaste, pero el hecho de que el Boggart, al vernos a ambos se haya transformado sólo en lo que a ti te daba miedo, es porque éste no pudo introducirse en mi mente y obtener dicha información. Mi oclumancia supera con creces la legeremancia de Voldemort. – Sostuvo con orgullo. —No temo por esta operación, está todo bien planeado.—
—Si, me di cuenta que sólo tomó forma de mi miedo. — Aclaró su garganta. — Tú... Tú no viste nada ¿no? – Aparentó limpiar sus manos y recuperaba su compostura. —¿Qué pasará ahora? — Preguntó con el mismo tono de voz que cuando llegó a la Casa de los gritos.
—Te entrenaré – Sostuvo con seguridad. —Las fuerzas de Lord Voldemort no dudarían en unírsenos si éste y sus discípulos más fieles cayeran. He llegado a considerar un enfrentamiento directo con él. Dudo poder matarle. He oído rumores sobre que es inmortal. Pero más haya de esto, busco que los licántropos seamos respetados, sin tener que escondernos como si fuésemos monstruos. Así como los magos se creen superiores a los muggles, los magos, creo yo, se consideran inferiores a los licántropos... y estos los humilla, los enfurece. No dudo que llegará el día en que nos quieran dar casa, y ese día yo quiero poder defender a los de nuestra condición.—
Mientras él explicaba los motivos de su plan ella meditaba sobre su nueva situación, ahora formaba parte de este grupo y no podía negar que él tenía razón con respecto al trato que recibían los licántropos, también sabía algo de que Voldemort era inmortal. Sus cavilaciones fueron interrumpidas cuando una poderosa mano se extendió frente a ella con la intención de que la tomase. —¿Qué me dices? ¿Cuento con tu ayuda?—
Iven dudó un par de segundos que intentó disimular a la vez que estrechaba su mano. Estaba de acuerdo con su forma de pensar.
Sostuvo con fuerza y satisfacción su mano. Algo en su interior le decía que llegaría a ser una aliada y licántropo poderosa.
—Considéreme una aprendiz ávida de conocimientos. — En el rostro juvenil apareció una sonrisa ladina.
—Sé que serás una aprendiz excelente.— El lobo respondió el gesto con una mueca feroz.
Bueno, este es el primer capítulo, les agradeceré mucho los comentarios, es mi primer Fic.
