Seh, sé que probablemente debería estar actualizando mi traducción, pero llevaba un mes entero pensando cómo carajo iba a hacer esta historia, y la verdad me moría de ganas por empezarla porque me conozco demasiado y si lo seguía retrasando más, quizá iba a comenzar la historia cuando el reto se acabara.
La historia tiene unos dos o tres capítulos ya escritos, pero como tampoco soy una autora muy responsable que digamos -ya lo han notado, me paso los días de actualización por el trasero- quizá actualice cada dos semanas o algo así. Blah. Espero que les guste, dejen un review siquiera para decir "Hola" o algo, o su favorito. Lalalalala. Son los mejores. De verdad. Besos. Ah, y este fic participa en el Reto anual Long Story 5.0 del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Y también está inspirado en el libro "El Chico de las Estrellas" que es uno de los que me llegó al alma.
Ningún personaje me pertenece, yo sólo los tomo y los transformo en homosexuales. Vamos, no soy la única en hacerlo.
I.
El Niño que Nació para Vivir.
Porque cada comienzo significa una nueva aventura.
Ante mis ojos se presentaba un mundo oscuro, tan frío y distante, tan solitario y con sabor a amargo, que mi corazón se apretaba de puro dolor y de mi boca no salían más que quejidos lastimeros. Lamentos y súplicas, de esas que los niños perdidos ofrecen como recompensa a esa luz que los guiará de nuevo al camino correcto, y que jamás me prestó atención. Este es el rincón de los niños olvidados, de los pequeños que jamás supieron lo que era el amor de una familia de verdad, en un mundo donde lo anormal es un peligro, donde los intentos de encajar se quedan siendo intentos, y donde lo común es lo aceptable. El Rincón de los Desviados. Me gusta.
No te prometo una historia perfecta. Esto estará lejos de ser una historia perfecta. Pero, pensándolo bien, ¿qué historia gusta a todo el mundo? Así es. Ninguna. Quizá a estas alturas ya te hayas aburrido de mi charlatanería, y lo que más quiera hacer es regresar y no seguir leyendo. Pero si decides quedarte, puedo prometerte una cosa. Sinceridad.
De esa que tanto le falta al mundo hoy en día.
De esa que a mí me faltó en un principio.
El Niño que Nació Para Vivir no era de esos chicos que al mirarlos te sonrojabas furiosamente mientras pensabas: "¡Qué guapo!". Tampoco era el más inteligente de su salón, ni el más alegre, o el más hábil. El Niño que Nació para Vivir era como un té por las mañanas. Dulce y reconfortante. Ofrecía calor.
Y era curioso, porque daba amor, sin que las demás personas se dieran cuenta que él era quien más amor necesitaba.
El Niño que Nació para Vivir se alojaba en un hogar que aparentaba ser perfecto. Una casa tan fría como los corazones de sus dueños, tan idéntica a las otras del barrio, y tan impersonal como lo había sido desde un principio. Él la recordaba así. En sus memorias no había nada más que oscuridad, una alacena y el primer piso de aquella casa que nunca fue la suya. Él no pertenecía ahí, y sus tíos eran siempre los primeros en recordárselo. Su tío, a golpes. Su tía, a insultos disfrazados de regaños. Nunca entendió -o tal vez nunca quiso entender- por qué su familia lo odiaba. Por qué cuando llamó mamá a su tía, ella le dio con el periódico en la cabeza. Por qué cuando intentó jugar con su primo, su tío le tomó con demasiada fuerza del brazo y lo arrojó debajo de aquellas escaleras.
Un aplauso para aquellos familiares que comparten contigo nada más que la sangre.
Un aplauso para ellos, porque sin su existencia, los orfanatos estarían llenos de infantes como yo.
Entonces, para mitigar un poco el dolor de su alma de niño, que no comprendía muchas cosas que sucedían en aquella casa, hizo de las cosas más simples, las más hermosas. Porque cuando eres un niño desviado, un niño perdido que no posee nada más que su vida, su cuerpo y su mente, valoras tanto las cosas materiales como valoras a una persona.
Y los papeles los transformé en figuritas con momentos especiales.
La Señora Luna y el Señor Sol se acercaron a mí y se hicieron mis confidentes para siempre.
Y los rayos se transformaron en mi marca.
(Tienes que saber, mi querido lector, que en esas épocas, yo no era el Niño que Nació para Vivir. En ese momento, yo era Harry el Olvidado, o incluso simplemente Niño.)
Estas cosas simples hicieron que yo fuera un niño un poquito más feliz. Qué va. Más feliz, definitivamente. Aquí no pondremos ni poquitos ni pocos. Acá las cosas abundarán entre nosotros, porque así debe de ser.
Te voy a enseñar que el papel puede transformarse en una figura de origami, porque el origami es un arte, y por lo tanto, lo que yo hago con él es arte. Entonces, lo que harás ahora mismo será tomar una hoja cualquiera. Anotarás un recuerdo muy, muy especial en él, y luego harás algo simple, como un barquito. ¿Sabes hacer un barquito de papel? ¿No? No importa. Con tal de que escribas aquel bonito momento, me doy por satisfecho, pero tienes algo pendiente conmigo.
Lo que sigue es hablarle al Señor Sol y a la Señora Luna. Recuerda que al primero le hablas en el día más agradable que haya en la semana, y a la bella dama le conversarás en la noche más fresca. Porque es en esos días donde ellos están más presentes. Cuéntales tus secretos, y ellos te escucharán sin interrumpir, porque así de buenos oyentes son. Y jamás, jamás te van a traicionar.
Lo último son los rayos. ¿Qué significado tiene esto? Yo te voy a explicar.
Yo
soy
un
RAYO.
Sí, sí. Así como leíste. Yo soy un rayo, uno cegador e impresionante. No, no. No te escondas de mí. No hago daño. Quiero que te asomes a la ventana para verme, porque aunque no hago daño, puedo erizarte unos cuantos pelitos. Siéntate junto a la ventana cuando veas un rayo y te acuerdes de mí. En ese instante, en ese efímero segundo, deseo que en tu mente dibujes un rayo, y pienses: "Hoy, El Niño que Nació para Vivir ha venido a visitarme".
Y sí, te he ido a visitar, como a muchas otras personas. Obsérvame desde el cristal y divaga, abre tu mente. Recuerda esto que estoy escribiendo. No lo sé. Pero para inclinar la balanza hacia mí, te diré que…
Ahora
Tú
Eres mío.
Soy un poco posesivo. No me culpes. Tranquilo, no haré nada que tú no quieras. Sólo quiero que te sientes junto a mí. Apréciame sin prisas, porque aquí nadie te está apresurando. Abramos este libro juntos, tomados de las manos, porque quiero invitarte a cruzar el mundo y navegar por mares ficticios. Quiero llevarte a un mundo mágico, quiero mostrarte mis sonrisas y llantos. Deseo que sepas cuándo y cómo me enamoré. Que descubras la receta de la vida, y el sabor de la amistad.
Are you ready?
¿Estás listo?
¡Vamos a comenzar!
"Donde la realidad marca su límite, un niño cruza la frontera y se topa con la imaginación. Decide quedarse para siempre, haciendo caso omiso de aquel que pretende llevarle de regreso."
