Hola chicas. Solo queda el epílogo de Protección cercana, y aunque me dije que no iba a empezar otro fic porque tengo que estudiar, es superior a mí, esto de la traducción se ha convertido en mi droga.
Regreso con uno de los primeros fic de Sedgie (Las flores del mal, Touch,Confidente's diary….) y uno que también tiene bastantes comentarios en su lengua original. Se trata de Cours particuliers, que traduciré por Clases particulares. Es AU, y por supuesto Swanqueen.
Espero que os guste.
La vuelta
¡Nunca había estado tan motivada!
Bolso bajo el brazo, vaqueros, botas y chaqueta de cuerpo rojo a su espalda, rizos rubios impecables. Cuando Emma se miró en su espejo, sonrió, divertida: aparentaba por lo menos cinco años menos…¡Era perfecto!
Allí donde se dirigía quizás no era recomendable que la gente supiera su edad. ¿Estaría a la altura? Hacía tanto tiempo que no se relacionaba con jóvenes…Y hoy hela ahí, dando sus primeros pasos en la facultad de Derecho de Boston. Después de todo ese tiempo, todos sus sacrificios, por fin concretizaba uno de sus sueños.
Aferrando sus manos a las asas de su bolso, caminó, con el corazón a mil por hora, por los pasillos en los que se cruzaban decenas de estudiantes que no prestaban atención a la recién llegada. Después de todo, se trataba de la vuelta a clase, ¿quién se preocupaba por una nueva cara?
Boston rebosaba con los recién llegados, cada año, incluso a mitad de curso. Emma tenía miedo de no dar la talla en ese universo que le era desconocido: ¿cómo vestirse? ¿Cómo comportarse? ¿Cómo hablar? Pero, visiblemente, no era la más vieja del sitio, ya que se cruzaba a cada momento con personas que parecían rozar la cuarentena. Bueno…salvo que estos fueran profesores…evidentemente.
En eso también tenía miedo de caer: su edad podía ser un freno para su integración, pero, ¿quería ella de verdad integrarse? Después de todo, estaba ahí para sacar rápidamente su curso, es decir, hacer tres años en uno solo, lo que quería decir: más horas de clase, más materias, más trabajo…Este año no estaría con los brazos cruzados, pero era una elección…¡Su elección!
Con la hoja de inscripción en la mano, se dirigió a la administración, siguiendo las indicaciones hechas para los recién llegados, hasta alcanzar un despacho bastante ordinario donde trabajaban algunas secretarias visiblemente desbordadas. Podría darse la vuelta para dejarles algunos instantes de respiro, pero necesitaba su horario, su programa y su taquilla…
Así que se puso en la cola tras una joven con una falda extremadamente corta, con largas mechas rojo escarlata, que canturreaba, acaparada por su Ipod. Divertida, Emma esbozó una sonrisa antes de colocarse un mechón tras la oreja. Su mirada fue entonces capturada por una silueta tras el cristal translucido de la puerta en la que se leía en letras doradas «Decano Miller» Frunció los ojos y pudo distinguir la silueta de una mujer, morena, con un buen polvo, pensó Emma.
Y mientras estaba en plena contemplación, una voz la llamó.
«¡Hey, hey! ¡La Tierra llamando a la bonita rubia!»
Emma entonces se dio cuenta, y giró rápidamente para darse de cara con la joven morena que la precedía.
«¿Q…qué?»
«Decía…» sonrió la chica «Eres nueva, nunca te había visto»
Emma se asombró: debían deambular cientos y cientos de personas en esa facultad, ¿cómo esa chica podía saberlo?
«Sí, nueva…»
«¿Primer año?»
«No, tercero»
«¿De verdad? ¿Trasladada?»
Emma frunció el ceño, descorazonada por la curiosidad de la joven.
«Euh…No»
«Oh, ok. Me llamo Ruby Lucas» dijo ella tendiéndole la mano. Emma sonrió discretamente antes de responder a su saludo.
«Emma Swan»
«Hola, Emma. Lo siento, soy un poco curiosa, un defecto»
«No, no pasa nada»
«Entonces…¿cómo es que llegas directamente al tercer año?»
«Yo he…he recibido clases a distancia por un tiempo, pero para licenciarme, prefiero tomar clases en la facultad»
«Ok, genial. ¿Vives en Boston?»
«Sí, tengo un apartamento no lejos del acuario»
«¿No tienes una habitación de estudiante aquí?»
«No, yo…no puedo» dijo ella ligeramente incómoda
«¿Así que estudias derecho?»
Emma se asombró una vez más: ¿habría sentido esa Ruby su malestar? En todo caso, le dio las gracias con una sonrisa antes de responderle.
«Exacto. ¿Y tú?»
«Biología animal…me gustaría convertirme en veterinaria…o trabajar en una reserva natural. Milito activamente en la preservación de los lobos» dijo ella mostrando orgullosamente una palca que llevaba en la solapa de su chaqueta.
«Ya veo…Impresionante»
«Sí, Graham y yo, Graham es un compañero, adoramos los lobos. Nos gustaría abrir una reserva en Canadá» dijo ella con un tono ligero.
Emma se estaba divirtiendo: de todos los estudiantes de la facultad, de esa universidad, tenía que dar con la más extravagante.
«¿Vas a ir a la pequeña fiesta de comienzo de curso?»
«Oh, no, no creo, no soy mucho de "fiestas estudiantiles"»
«Como quieras. Seguramente tendremos ocasión de volver a vernos de aquí allí. Quizás tenemos clases en común, quién sabe»
«Sí, quién sabe…»
La bonita morena le hizo una señal con la mano antes de marcharse y dejarle su sitio en el mostrador de inscripción.
«¿Sí?»
«Es…para una inscripción»
«¿Su nombre?»
En ese momento, la puerta del despacho de al lado se abrió y la silueta que pudo ver antes adquirió un rostro que no se esperaba ver: una mujer, una muy hermosa mujer, morena, de media melena que le rozaba los hombros en un peinado impecable. Vestida con un traje chaqueta gris antracita y con una camisa blanca inmaculada. Sus miradas se cruzaron algunos segundos y Emma sintió su corazón saltarse un latido sin saber verdaderamente por qué: esos ojos avellana clavándose en ella, sintiéndose desnuda y desvalida de repente, y sin darse cuenta, temblaba. No pudo evitar mirarla de arriba abajo, escanearla, así como esa extraña mujer también lo hacía con ella.
«¿Señorita?»
«¿Hm?»
«¿Su nombre?» dijo la secretaria algo molesta por tener que atender a una distraída.
«Em…Emma Swan» balbuceó la joven mientras que la bella morena esbozaba una ligera sonrisa, divertida del efecto que producía en Emma, antes de salir y desaparecer.
«Señorita Swan, tercer año de Derecho, opción…Sociología. Sigue un curso intensivo»
«Sí, eso es»
«¿No tiene habitación asignada?»
«Vivo fuera del campus»
«Bien. Este es su horario, el código de su taquilla. Las clases comienzan este jueves»
«Gracias»
Emma cogió todos sus papeles y decidió dar una vuelta para familiarizarse con su nuevo entorno: esos pasillos, esas escaleras, esos pisos, y sobre todo esos estudiantes. Emma nunca había sido muy sociable con los demás y la idea de tener que hacer su último año en la facultad no es que la llenara de alegría, pero no tenía elección.
Y cuando decidió que ya había tenido suficiente, dejó el lugar, volviendo a su coche aparcado en el parking de la facultad. ¡Cuál no fue su sorpresa al ver allí a la bella morena que se había cruzado una hora antes en la oficina de administración!
Una vez más, no pudo apartar su mirada de las perfectas curvas de esa mujer de la que no sabía nada, pero que la atraía espectacularmente. Emma nunca había escondido su inclinación hacia los dos sexos, diciéndose que había cosas buenas que coger de los dos lados. Había conocido a hombres, algunos menos recomendables que otros, también había conocido a mujeres…
Y esa mujer…esta mujer tenía algo atractivo, terriblemente atractivo y Emma ni siquiera sabía su nombre.
Una vez más, la mirada de la bella morena se cruzó con la suya, estaban a treinta metros la una de la otra, separadas por algunos coches y sin embargo, Emma podía notar cierta tensión entre ellas que la hizo estremecerse.
Ninguna se movió, Emma no sabía en absoluto por qué, quizás por miedo a romper ese momento como cuando se mira algo atentamente y no quieres parpadear por miedo a que desaparezca.
Llaves en mano, Emma no se atrevió a moverse hasta que la joven mujer morena le hizo una educada señal con la cabeza, entró en su bonito Mercedes y desapareció, una vez más, haciendo rugir ruidosamente su motor.
«Mierda…» murmuró para ella misma antes de entrar también en su coche. ¿Quién podía ser esa mujer? Con seguridad no era una estudiante, ¡si siquiera una de quinto o sexto! ¿Entonces, una profesora? Seguramente…Pero, ¿qué materia podría dar?
Inconscientemente, Emma ya rezaba para que la materia que diera estuviera incluida en su horario.
