4 años. Tenía apenas 4 años cuando se sintió abandonada. No sola. Había más niños - todos estaban solos - pero si abandonada. Y no le gustó esa sensación. Apenas sabía quién era: RoseMarie Hathaway. Si, como la planta. Su madre se llamaba Janine y la había abandonado allí, junto a otros niños también abandonados. No, algunos estaban solos. Tenían padres, que iban cada tanto a verlos. A ella, no. Su madre la abandonó, con apenas algunas cosas inútiles, juguetes, cintas para el pelo, un libro de cuentos que no podía leer y un collar con un ojo colgante. ¡Ah!, ese le gustaba. Su madre lo llevaba siempre y ella lo tomó de su chaqueta, por instinto (le gustaba). Ese collar tenía unas letras raras. Conocía algunas letras pero no sabía formar palabras.

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Sola. Abandonada. Entre otros como ella y otros como los Otros, esos con dientes largos y que comían humanos... como ella.

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Entre esos otros había una niñita, pelo amarillo (¿le decían rubio a ese color, raro) y ojos verdes. Tenía un hermano (otro de los otros, del mismo papá y mamá, por eso era hermano) que empujaba y molestaba a la niñita, que se llamaba Wisa o algo así, que iba pegada a otra de esas Otras llamada Nata, o eso suponía. Era evidente lo que eran, dos niñitas tontas de papis ricos y que trataban a los iguales como RoseMarie (Rous según ella misma) como si fueran basura. Así trataba el Otro a su madre, el que ella debía cuidar, por el cuál la abandonó allí.

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Se topó con las niñitas en la clase para aprender las letras, que le interesó por las letras del collar del ojo.

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"¡Hola!, soy Lissa", la saludó la niñita rubia, sentada a su lado.

"Que bueno".

"¿Qué es lo bueno?", dudó la niña rubia.

"Que sepas cómo te llamas. Ahora, cállate, ¿si?".

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La niñita - ¿Wisa?, no, Lissa - comenzó a lloriquear, Rous se volvió a ella, molesta.

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"¿Te pasa algo?", Lissa sonrió entre sus lágrimas.

"¿Cómo te llamas tú?".

"Rous".

"¡Oh!, ¿Wous como las flores?".

"Si, las que tienen espinas", y Lissa sonrió, pero la otra niñita, Nata, tironeó a Lissa hacia ella.

"¡Lissa, no le hables!, ¡es de esas que se botan!".

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Se oyó un golpe seco y duro. Rose se había vuelto con rapidez y la golpeó, arrancándole gritos y llantos... a todos, en cadena.

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"¡RoseMarie Hathaway!, ¡fuera, a la oficina de la directora!", gritó la profesora, arrastrándola de un brazo.

"¡Cerdo Fascista!", le gritó Rose, arañándola. La maestra la soltó y abofeteó, arrojándola al suelo.

"¡Los morois somos primero!", le gritó, perdiendo el control, al verla tan fría y dura, aún tras el golpe.

"¡No moriré por monstruos como ustedes que se comen a niñitas como yo!".

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Los gritos atrajeron a una guardiana recién llegada - Wanda era su nombre - y vio a la profesora con un ataque de nervios - en su primer día de trabajo - y a una niñita dhampir en el suelo, con la nariz sangrante y una mirada de un odio tan profundo que la estremeció.

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"¡Llévatela!, no quiero verla más en mi clase, ¡por mi que la devuelvan al lugar de dónde provino!".

"¡Monstruo come niñitas!", le seseó (¡si, seseó!), "¿quieres mi sangre?, ¡ven y bébela, fampir!".

"¡No soy como tú, soy moroi, escoria dhampir!".

"¡Fampir significa vampiro, ignorante!".

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La furia hizo a las manos de la maestra encenderse peligrosamente. Wanda se paralizó. Los morois son primero, pero esa niñita era inocente... aún así, su programación de tantos años no la dejaba reaccionar.

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"¡Gwrach!", le gritó Rose, haciendo un un gesto instintivo contra el mal de ojo.

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Otra moroi llegó corriendo. Miss Karp, una joven maestra de la clase de secundaria. Le bastó una sola mirada para comprender. Una Maestra había perdido el control... contra una niñita. Atípico, pero no improbable.

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"Yo me hago cargo", dijo a Wanda, tocándola levemente en la mano, "de seguro, esta niñita necesita tomar aire, ¿si?, lleva a la Maestra Sommers con la doctora", sonrió a Rose, "soy Sonja, ¿cómo te llamas?", le tomó la mano y le acarició el rostro.

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"Rous", dijo con una vocecita, más tranquila.

"¿Me dices qué pasó?".

"Esa fampir, ese monstruo chupasangre me pegó porque le pegué a una fampir niñita que dijo que a mí me botarán... ya me abandonó mi madre... ¿también va a botarme?".

"¿Le ... pegaste a una niña moroi porque dijo que...?".

"Mi madre me abandonó por un fampir como esa niñita y esa otra gwrach".

"¿Tu madre... es una guardiana, Rose?".

"Si, de un fampir Sze... Zol... ¡algo así, qué se yo!".

"¿Fampir es un un moroi?".

"Vampiro".

"Ah... ¿y gwrach?, ¿qué idioma es ese?".

"Bruja... en galés".

"¿Galés?, ¿tu mamá es galesa?".

"Scotty, pero vengo de allá, yo".

"¿Hay una academia allá?".

"Nop. Estuve en un playgroup de abandonados... ¿así le dicen?", dudó Rose.

"Ella es muy valiente, Rose", susurró Miss Karp, "todos los guardianes lo son, no te abandonó, te dejó con nosotros, a salvo".

"¡Prefirió a Eso!, ¡que se la quede!, ¡yo no la quiero más, me dejó aquí para que me coman!, me voy a dormir", seseó.

"¿Tienes más clases?", dudó Miss Karp

"¿Importa?, quiero dormir, pero antes, ¡quiero comer, aquí no me dan comida".

"Vamos", se rió Miss Karp, te llevaré a comer algo.

"Eres linda... mi mamá tiene el pelo así, lindo... yo no".

"El tuyo es lindo también, Rose".

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La llevó a una cafetería - dónde comían los guardianes y algunos moroi - y la sentó en una mesa, en donde había dos guardianes y una moroi.

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"Doc, Miss Corinna perdió los estribos con Rose, ¿puede echarle un ojo mientras le consigo de comer?".

"Esa niñita es un huracán de energía ", masculló el guardián, levantándose y yendo con Miss Karp, "¿le pegó?".

"Si. Rose le pegó a una niñita moroi".

"¿Qué fue esta vez?".

"¿Esta... vez?".

"Una semana, Sonja, y ya la han echado de todas las clases... si su madre no responde las llamadas...".

"Guardiana", dijo Miss Karp, suspirando tristemente.

"Muy joven, tal vez 24 ó 25 años... pero no dudo que es letal, su sola forma de mirar a su hija... ".

"Es duro, ser madre y guardiana activa", aceptó Miss Karp, "algún día, Rose lo comprenderá".