Konnchi wa!!! Bueno, les traigo mi nuevo fic... Espero les guste. Las fans del IchiHime, por favor, no me digan nada u.u' La explicación está al final espero que sea suficiente...
Bien!! Espero lo disfruten!!! Ah, por cierto!! Lo que está después del título del capítulo, entre paréntesis, es la pronuncicación que sería en japonés y luego el significado en español, espero que entiendan.
DISCLAIMER: Esta historia es pura fantasía, cualquier semejanza con la realidad, quejarse con Tite Kubo-sensei...
WAAHH!! Ya quisiera que fuera mi sensei!! Another One mejoraría tanto!!! Aunque quizá me regañe por hacer a Kaori con el peinado de Rukia o a Fuyumaru como Gin.. etto... Divagaciones del autor... =_=
I. Welcome. (Uerukon / Bienvenida)
- Es… hora de…. algo de…
La mujer, vestida con una hakama parecida a la de los shinigami, sólo que blanca; una ajustada blusa blanca y, sobre ella, una holgada gabardina. Detrás de ella, en su hombro derecho, colgaba una larga espada con la empuñadura apuntando hacia abajo. En su vientre se podía ver un hueco.
- Caos…
Nadie se dio cuenta en el Seireitei cuándo la muralla se agrietó. Fue sólo unos instantes, pero fue suficiente para que alguien pasara. Nadie se dio cuenta de aquella sombra que recorría los pasillos a una gran velocidad. Nadie se dio cuenta cuando esa sombra se detuvo en el tejado del edificio que estaba enfrente de una gran construcción con el número cuatro pintado en la pared.
La mujer se coló velozmente entre sus puertas. Una estancia prácticamente desierta. La mujer, alta, de largos cabellos rojo oscuro y piel muy pálida, comenzó a caminar por aquellos pasillos. Sus labios se torcían de vez en cuando en una ligera sonrisa. Detrás de una puerta oyó algo y vio la sombra de una persona. La persona abrió la puerta.
Kotetsu Isane acababa de llegar a la central del Cuarto Escuadrón con una gran montaña de papeles para la capitana Unohana. Y eso no era todo. Kiyone había estado molestándola todo el día: "¿¿Onee-chan, has visto a mi capitán Ukitake??" "¡Mi capitán Ukitake no puede estar perdido!" "¡¡Isane!!"
- Dios… - susurró antes de deslizar con dificultad la puerta que tenía enfrente usando su pie. Qué raro… Juraría que vio a alguien detrás. O quizá es sólo su imaginación.
Eso pensaba, antes de que el filo de una zanpakutô se colocara sobre su cuello.
- Dime tu nombre, shinigami. – dijo una voz femenina en su oído.
- ¿¿Qu--??
- Dímelo.
Isane desapareció y apareció justo enfrente de la intrusa, pero ésta fue igual de rápida y enterró con fuerza su espada en el lado derecho de la espalda de la teniente.
Isane calló de rodillas e intentó gritar, pero una mano la cayó. La mujer puso su mano izquierda sobre la nuca de la shinigami, sacó su zanpakutô de su cuerpo y la colocó nuevamente sobre su cuello.
- Mejor no. Dime el nombre… de la persona que más te importe.
Isane abrió los ojos de par en par.
- ¿De qué… de qué demo…?
La mujer apretó su cuerpo contra el de Kotetsu. Ésta soltó un leve grito.
- Me escuchaste… - miró la placa que llevaba en el hombro izquierdo – teniente.
- Los… los shinigami no somos estúpidos…
- Eso dices tú. – la giró con fuerza para colocarla frente a sí y la tomó de la barbilla, acercando su rostro al suyo. La sangre manchaba el negro kimono de la mujer, así como su rostro, pero la invasora intentaba no tocar la sangre, aparentemente. – Ahora veamos… Déjame oír ese nombre. Déjame saber… conocer a esa persona que tanto te importa… y déjame ir por ella… déjame matarla…
- No… - la mujer acercó el rostro de Isane aún más, quedando a sólo un par de centímetros de distancia - ¿¿¡Q-Qué estás… ha-haciendo!?? – pero en ese momento Isane detuvo su respiración. Ahora que veía esos ojos… esos terribles ojos púrpura… Su cuerpo se llenaba de miedo. Sus piernas comenzaron a temblar, al igual que sus puños cerrados. Después de escucharlo, Kotetsu Isane no sintió más que dolor.
- Raziel.
- Mmm…
- ¿Qué pasa, capitán Ukitake?
- Sí, ¿¿qué tiene, señor??
- ¡¡Calla, Sentarô!! ¡¡YO pregunté primero!!
Ukitake Jûshiro descansaba en su casa. Estaba en el borde el lago que rodeaba la estancia, tomando unas cuantas tazas de té. Como siempre, Kotetsu Kiyone y Kotsubaki Sentarô estaban detrás de él, haciendo poco más que molestar y gritar, aunque eso en realidad le daba un poco de gracia al capitán del Escuadrón Trece. Sin embargo… Había algo en el aire. Una extraña vibración, un aura de mala suerte. Tosió un par de veces.
- ¡¡Capitán!! ¡¡Está enfermo, debe ir con la capitana Unohana!!
- Oh, vamos, Kiyone – respondió sonriente Jûshiro – Estoy bien… es sólo… - hizo una breve pausa. Realmente tenía un mal presentimiento. Pero no era más que eso, un presentimiento. – No, no es nada.
La noche se cernió sobre los pasillos del Seireitei, mientras una mujer caminaba por ellos, susurrando una inaudible canción, escondida entre la infinita sombra del oscuro manto estrellado. Se detuvo frente a un gran edificio con un número pintado en su pared. Esquivó con suma facilidad a los guardias, no había razón para atacar estúpidamente y montar alboroto. Sólo estaba en la central del Escuadrón Trece para encontrar a un a persona, una chica baja de cabello rubio.
Se deslizó sigilosamente, con una ligera sonrisa en su hermoso rostro. Su roja cabellera ondeaba en el aire a la par de sus veloces movimientos, pero sin rasgar el silencio que acompañaba a la luna.
Llegó hasta una puerta donde sintió una pequeñísima mota de reiatsu familiar. El reiatsu que había sentido dentro de la mente de Kotetsu Isane. Deslizó con sigilo la puerta y encontró a su objetivo. La chica estaba durmiendo en medio de la habitación, roncando muy ruidosamente y con las sábanas desperdigadas por toda la estancia. La pelirroja se agachó y, tan rápidamente como si fuese una sola estocada, clavó su espada en varios puntos de la rubia, luego le tapó la boca fuertemente con su mano.
- Shh… - susurró ante el ahogado grito de su víctima. – Kotetsu Kiyone, he venido a tomar tu vida… - Kiyone intentó zafarse de su agresora, pero la fuerza con que ella la sometía era demasiada. Era increíble que nadie la hubiera detectado en las instalaciones. Palpó a su alrededor, intentando asirse de su zanpakutô, sin embargo, la espada de la invasora se clavó en su brazo. La sangre se derramó abundantemente por el suelo de la habitación mientras que el grito de la rubia se perdió entre los dedos de la pelirroja – Shh… - repitió – No obstante, puedo evitar matarte… Si me dices un nombre… - se acercó al oído de Kiyone y presionó su cabeza contra la suya. – Dime el nombre de la persona que más de importa… - suavemente, la mujer deslizó su mano de sobre la boca de la shinigami.
- No… no lo… haré…
- ¿En serio? – susurró ella, con una pequeña pero macabra sonrisa – Si quisieras, podría intercambiar tu destino por el de aquella persona… Alguien ya lo hizo por ti…
Kotetsu Kiyone abrió los ojos aún más, todavía intentando levantarse.
- ¿Qué… qué rayos… estás diciendo?
- Eso mismo… - recostó su cuerpo sobre el de Kiyone, presionando su larga katana contra el cuello del tercer asiento y su mano contra su barbilla. – Una mujer intercambió su muerte por la tuya… Kotetsu Isane era su nombre…
- No… no-no puede… ser…
- Pero lo es… ahora dime el nombre de esa persona… déjame salvar tu vida condenando a alguien más… - su sonrisa se acentuó más – Déjame romper sus huesos y licuar sus órganos… Déjame matar a esa persona…
- No… - la mujer acercó el rostro de Kiyone al suyo, abriendo sus ojos púrpura y haciendo que Kotetsu Kiyone se paralizara del miedo. – Nnnno…o…
- Raziel.
- Bien. Tienes suerte de que tenga tiempo de hacer esto… - la joven mujer pasó al lado de la chica que estaba profundamente inclinada – Usualmente esto está de más, pero dicen que tú eres un prodigio… o algo así. Aún así no sé por qué me molesto… Pero está bien. – se colocó frente a ella. – Espero que seas lo suficientemente veloz, fuerte y eficiente para permanecer dentro de este escuadrón. El fracaso no es una opción, y tu poder no debe tener límites, debes hacerte cada vez más fuerte para seguir siendo parte de mi división. ¿Oíste, Mihakû Yata?
La chica, de corto cabello negro suelto, se levantó para mirar con sus ojos azul pálido a los ojos de la mujer que tenía enfrente. Una mujer peliazul con dos largas trenzas vendadas con aros al final. Con la gabardina de capitán sobre el kimono de shinigami, atada con un obi amarillo y con largos guanteletes negros.
- Sí, Soi Fong-sama – por varios segundos, Yata observó intensamente a la capitana del Segundo Escuadrón. Después, prácticamente se lanzó a sus pies. - ¡¡Oh, Soi Fong-sama!! ¡¡He esperado este día tanto tiempo!! ¡¡Es la mejor capitana de todo el Seireitei, es mi capitana favorita!! ¡¡Yo…!!
- ¡¡CALLA!! – Soi Fong la tomó de la cabeza y la lanzó varios metros atrás. - ¿¡Qué demonios fue eso!? ¡Mantén la compostura en mi presencia!
- Etto… yo… Discúlpeme, Soi Fong-sama – dijo Yata, inclinándose de nuevo.
- Ah, y otra cosa – la capitana caminó hacia la salida, pero se detuvo enfrente de la puerta. Se volvió y le sonrió a la shinigami – Bienvenida al Segundo Escuadrón.
Bien, espero que les haya gustado ^w^
Al final de los capítulos voy a dar la explicación de los nombres y todo eso.
*Raziel: Ángel de los Secretos. ... Se imaginarán que hace esto, no? Bueno, no importa, lo explicaré en otro capítulo.
Ah, y sobre el IchiRuki... Realmente este fic no es de romance. Ni siquiera sale Ichigo. Rukia tal vez... Por qué lo puse así, preguntan?? Bueno, porque la gente prefiere los fics de amor...
Aunque no sé por qué... Es un manga Shônen!!! no de amor!!! Dios!! Deberían haber más fics como éste, de acción y peleas!! Bueno, al menos de Bleach, que ese es el punto de la serie, no las parejas...
Dejando claro ese punto (espero) me despido....
Sí tengo otro par de capítulos, pero los subiré hasta que avance algo más. Y sí, los estoy haciendo algo cortos, para subir más frecuentemente.
uhm... voy a hacer como otros... Si este fic alcanza cin... no, tres reviews, subo el siguiente capítulo...
Sayonara!!!
