PREFACIO
"Fue como vivir una tormenta de dolor, una historia de terror.
Era un sueño rosa que se tornó a un color gris, y entendí
Que todas tus palabras no habían tenido ningún valor.
Intenté reconstruir de alguna forma mi paz,
Quemar tus besos y no mirar atrás.
Perdí mi oxígeno y mi voz,
Hice un mundo para dos.
Hiciste que creyera en ti, y después dijiste adiós.
Sé que fui ingenua y me sentí como si colgara mariposas en el cielo,
Y la verdad es que temblaba al ras del suelo.
Eras mi aire, y la vida era como un desierto
Por haberte amado a corazón abierto".
CAPÍTULO 1. El principio de todo
Lily abrió los ojos de repente, topándose con el techo del dormitorio. Suspiró y se enderezó en la cama poco a poco.
Echó un vistazo a su alrededor y observó cómo una de sus mejores amigas, Bonnie, de pelo negro y liso, y unos ojos azules intensos, se ponía los zapatos.
- ¿Qué hora es? – preguntó Lily, levantándose de la cama y bostezando.
- La hora de que te levantes, te duches y te vistas, porque o sino no nos dará tiempo a desayunar. – contestó Bonnie.
- ¿Dónde está Hannah? – volvió a preguntar la pelirroja, cogiendo la ropa necesaria.
- Dijo que tenía prisa en ir a desayunar, en mi opinión le ha echado el ojo a algún chico.
- ¿Hannah? – preguntó Lily, alzando una ceja.
- No, mi abuela. Venga, no quiero quedarme sin desayunar. – volvió a replicar Bonnie.
Lily entró al baño a regañadientes. Ésta es una de los protagonistas de nuestra historia. Lily Luna Potter, era una chica normal y corriente que estudiaba 5º curso en Hogwarts. Acababan de regresar de las vacaciones de Navidad, y un frío Enero había llegado. Como todos sabéis, las típicas características de Lily era su pelo pelirrojo y sus ojos color miel. Había cumplido los 15 años y era una persona con una personalidad muy peculiar. Sin pelos en la lengua, Lily se había metido más de una vez en algún problema junto a su amiga Bonnie, ya mencionada antes. Ambas tenían habilidades especiales para meterse siempre en líos. Y también estaba Hannah, la tercera que completaba el trío, rubia y con unos bonitos ojos verdes. Las tres, sin duda, eran inseparables.
Después de que Lily saliera del baño, ella y Bonnie se dirigieron al Gran Comedor donde las esperaba Hannah, que tenía una expresión en la cara llena de felicidad.
- ¿Y a ti qué te pasa? – le preguntó Bonnie cuando se sentaron a su lado.
- Estoy completamente enamorada – respondió la rubia con un suspiro.
Las otras dos se miraron de reojo y se rieron por lo bajo.
- ¿Y se puede saber de quién? – preguntó la pelirroja.
- De él – contestó Hannah, señalando a una mesa más alejada. Lily y Bonnie siguieron la dirección hasta toparse con Scorpius Malfoy.
Y he aquí otro de nuestros principales protagonistas. Scorpius Malfoy era un chico alto, rubio y con unos ojos grises bastante peculiares. En aquel momento, desayunaba a solas y con una expresión sombría.
- ¿Malfoy? – preguntó Bonnie, incrédula. – Creía que tenías mejor gusto Hannah.
- Venga ya Bonnie – replicó la rubia – no me puedes negar que Malfoy está como un queso.
- Y no lo niego, ya sé que físico no le sobra – aclaró la morena – me refiero a su personalidad.
- ¿Qué le pasa a su personalidad? – preguntó Hannah.
- Es un Malfoy – articuló Bonnie, como si eso fuera suficiente para dar por terminada la conversación.
- Que su padre fuera de una forma en su adolescencia no quiere decir que él sea de la misma forma. Además, ya hemos hablado unas cuantas veces y nos llevamos genial. No os lo dije, pero el otro día, el sábado pasado, me invitó a dar una vuelta con él por Hogsmeade, aun no le he contestado porque quería vuestra opinión… – dijo Hannah. - ¿Tú qué crees Lily?
Lily, que hasta ese momento se había quedado callada, se aclaró la garganta.
- Pues, no sé…
Bonnie miró de reojo a Lily. Hannah negó con la cabeza y bebió un sorbo de su taza de chocolate caliente.
- Voy un momento a recoger mis libros para las siguientes clases, me los he dejado en la Sala Común. No quiero que Scorpius piense que soy una sabelotodo. – dijo, levantándose de la mesa y saliendo del Gran Comedor.
- Pero si todo el mundo sabe que es una sabelotodo – dijo Bonnie, poniendo los ojos en blanco.
Lily comía de sus cereales, callada.
- Por lo que veo te ha dejado bastante sorprendida la noticia – susurró Bonnie – normal, ¿no? Llevas enamorada de Malfoy desde hace…
- Calla Bonnie, sabes que eso no es verdad, es lo que tú te has montado en tu cabeza.
- No me mientas Lily, ambas sabemos muy bien que Malfoy te gusta, y desde hace bastante tiempo.
- Sólo me atraía, ¿vale? Y en tiempo pasado, ya no es nada. – le contestó, mirando de reojo a Malfoy. – Además, sigo sin entender por qué dejó de hablarle a mi hermano hace dos años.
- Quizá Albus se dio cuenta de lo idiota que era Malfoy – dijo Bonnie, asintiendo con la cabeza.
- Eran mejores amigos Bonnie, y Malfoy no es tan malo ni idiota como tú crees. No lo estoy defendiendo – aclaró rápidamente Lily al ver la mirada de su amiga – es solo que él a veces venía a mi casa cuando era amigo de mi hermano y… No sé, era diferente a como es ahora.
- La gente cambia – dijo Bonnie, encogiéndose de hombros. – Y por lo que veo sigues igual de coladita por él. Y ahora a Hannah le gusta, menudo problemón.
Lily negó con la cabeza, desesperada.
- Será otro capricho más de Hannah, nada más – dijo Lily.
- Eso es lo que a ti te gustaría que fuera. ¿Y si a él le gusta ella? – preguntó Bonnie al aire.
Lily se levantó de golpe, algo preocupada.
- Vamos, o llegaremos tarde a Transformaciones. – dijo.
- Vale – contestó Bonnie, levantándose y siguiéndola – lo siento, he metido la pata, como siempre. Pero ya me conoces, suelo cagarla cada dos por tres. No tendría que haber sacado el tema de Malfoy.
- Sí, mejor saquemos el tema de Albus, ¿novedades sobre él? – le preguntó Lily, con una sonrisa pícara. Bonnie se aclaró la garganta y aceleró el paso.
- No sé de qué me hablas – le contestó, caminando con rapidez mientras la pelirroja la pinchaba por detrás.
Scorpius alzó la cabeza cuando vio a Lily y a Bonnie saliendo del Gran Comedor. Habían pasado dos años desde la última vez que había hablado con Albus, éste estaba sentado en el otro extremo de la mesa, hablando y riendo con sus otros amigos. En cambio, él se había aislado por completo. Con Lily no hablaba, pero se solían saludar por los pasillos, él sabía que la pelirroja se había encaprichado con él cuando tan solo tenía 12 años, pero enseguida supo que era porque siempre le veía con su hermano.
En tercer curso, su padre le había contado todo lo ocurrido hacía años cuando el famoso Harry Potter luchaba por salvar el mundo. A manos de él había caído Voldemort, el mago más tenebroso de todos los tiempos.
Y sí, eso no estaba nada mal, él no planeaba su venganza por eso, no era eso por lo que había decidido dejar de hablar a su amigo y al resto de los Potter. Su padre también le había contado cómo siempre era Harry Potter el que sobresalía en todo, el que siempre le hacía quedar mal a su padre. Y él, la tomó contra los Potter.
No dejaría que lo tratasen como a su padre, ningún Potter. Sería al revés, era su propósito desde hacía mucho tiempo.
- ¿Podemos hablar? – preguntó una voz. Scorpius se giró sobre sí mismo y vio a Rose Weasley a sus espaldas.
- ¿Qué quieres? – contestó el rubio con otra pregunta, volviéndose de nuevo a su comida. Rose se sentó a su lado. – Esta no es tu mesa.
- Ya lo sé, no soy idiota – replicó la pelirroja. – Dijiste que después de las vacaciones de Navidad hablaríamos.
- ¿Yo dije eso? – preguntó Scorpius, haciéndose el no enterado. Rose lo miró con impaciencia.
- No me vengas con ésas ahora, me lo prometiste – dijo Rose.
- Lo siento, de veras. Pero no tengo ganas de hablar con nadie, ni tampoco contigo. – le contestó, levantándose de su asiento y cogiendo su corbata, que la había dejado junto a su desayuno – Y además, yo ya no cumplo mis promesas.
Scorpius salió del Gran Comedor poniéndose su corbata. Rose cerró los puños y se dirigió hacia Albus.
- Nada, ¿no? – le preguntó Albus, cuando Rose se sentaba a su lado.
- Nada – repitió ella. – No me hace ni caso. Yo no lo voy a intentar más veces Albus, a la próxima lo intentas tú y se acabó.
Poco después, las chicas estaban sentadas en Transformaciones, esperando a que la profesora McGonagall llegara.
- ¿Sabéis? – Comenzó Hannah – He decidido que le voy a decir que sí en cuanto a la invitación.
- ¡Wow! Eso es genial Hannah – exclamó Bonnie, fingiendo una felicidad extrema - ¿se supone que tenemos que dar saltos de alegría?
- Bonnie… - dijo Lily.
- ¿Qué?
- Podrías alegrarte por mí – susurró Hannah – Scorpius me gusta de verdad.
