Disclaimer: Fairy Tail no me pertenece, es propiedad de Hiro Mashima

Fic para el reto: Civil War: TeamFluff vs TeamAngst del foro 'Cannon Island'


—EL ME QUISO ASI—

Team: Angst

Pairing: Jerza

Universo: AU con OOC —advertido quedó—

Prompt: #46 -Simplemente necesito tenerte aquí ahora

Créditos al autor de la portada

:-:-:-:

Cada uno está capacitado para ver el mundo a su manera


—o1o—

—CALEIDOSCOPIO—

:-:-:-:

Afuera el cielo estaba gris y encapotado. Una bandada de gansos salió del bosque en formación V y pasó sobre nosotros en dirección hacia el océano al otro lado de la carretera. Sus graznidos me recordaban el murmullo del gentío aquel día en el parque mirador de Bahía Akane, el día que papá me dijo que…

—¿Tienes frío?

—No —respondí de inmediato dejando de frotar mis manos, y miré a través de la ventanilla.

Las olas estaban embravecidas y el mar era de un oscuro color acero, pensándolo mejor, aquellas olas eran exactamente iguales a planchas de acero. Hice una mueca entre divertida y sarcástica al darme cuenta que desde ese día, el mundo había perdido parte de su brillo. Todos los colores se apagaron, se arremolinaron formando un sombrío tono de gris espeso y deprimente, y sí, ese precisamente era solo otro día tan gris y deprimente como el anterior y también, mi primer día de clases en la nueva escuela.

—No es necesario que comiences tan pronto —sugirió encogiéndose de hombros—, podemos postergarlo un par de días, hasta que te acostumbres…

—Para qué papá, si ya estamos por llegar —repliqué—. Además, si alargamos este asunto, será mucho más penoso.

—¿Penoso? —elevó una fingida y exagerada carcajada que no engañaba a nadie.

—No te rías —le reprendí echando un vistazo hacia la parte trasera de la camioneta repleta de planos y carpetas—. Ya sabes cómo va a ser, porque siempre es así —sin mucha emoción, regresé la vista hacia el océano—. Me presentaré, me bombardearán con un sin fin de preguntas, tal vez uno que otro comentario acerca de mi vida antes de llegar aquí y al final del día, quedaré oficialmente marginada —solté un suspiro involuntario y sacudí la cabeza intentando alejar esos pensamientos—. Pero sabes, eso realmente no me importa.

—¿En serio?

—Bueno, si me importa un poco —admití—.

—Erza hija, recuerda que esta es una situación temporaria, y no creo que sea tan terrible —me dijo finalmente utilizando ese tono conciliador, el mismo de aquel día—. Es así como ver a través de un caleidoscopio. Si te concentras en una sola figura, no podrás apreciar cómo cambia de forma el diseño.

Me incomodé un poco al escuchar su pequeña metáfora, ¿por qué tenía que recordármelo?

—¿Crees que este es un asunto tan trivial que si le doy demasiada importancia no me dejará ver el panorama completo? —pregunté, pero solo para mantener fluyendo la conversación.

—Lo creo —respondió con toda seguridad—, ya verás cómo te integras en poco tiempo. Es imposible no querer a una niña tan dulce como tú… —papá detuvo la camioneta justo una calle antes de llegar al edificio de la Escuela Primaria de Rosemary—. Entonces —carraspeó—, ¿puedo confiar que mi pequeñita se abrirá a cualquier oportunidad en este día… —me preguntó con esperanza brillando en sus ojos oscuros—, para hacer amigos quizá?

—Lo intentaré —susurré no muy convencida, y abriendo la puerta de un empujón, bajé de la camioneta.

El viento helado me rodeó a manera de saludo, golpeando de lleno contra mi rostro poco acostumbrado a ese frío tan húmedo. No tardé mucho en colocarme la bufanda y un gorro de lana que traía guardado en el bolsillo de mi abrigo, solo por si acaso.

—¡Oh! casi se me olvida…

Vi cuando papá abrió la guantera del asiento del copiloto y sacando un opaco objeto metálico lo arrojó, de manera que yo pudiera atraparlo en el aire.

—¿Es lo que creo que es? —pregunté con desconcierto y él asintió con la cabeza—. ¡Es grandioso! No puedo creer que lo repararas… —exclamé con alegría.

—Yo tampoco —papá se colocó todo colorado por la vergüenza como era en esos casos—. ¿Te gusta? —preguntó sonriente al ver que miraba por el visor.

—Las formas, los colores… —dije fascinada mientras giraba el tubo en el sentido de las manecillas del reloj—, es todo tan… extraordinario, ¡gracias papá!

El sonido de la campana evitó que me le acercara para darle un fuerte abrazo de agradecimiento como se debe, y no era para menos. Aquel preciado caleidoscopio —regalo del abuelo— era lo único que tenía para recuperar algo del color perdido en mi vida.

Me conformé haciendo un ademan con la mano, él también hizo uno antes de dar marcha a la camioneta. Quedé de pie mirando hacia la calle hasta que el vehículo se perdió dando vuelta en una esquina.

Inesperadamente, un calorcito —lo suficiente como para hacerme sentir cosquillitas, pero no para calentar los dedos de mis manos— se apoderó de mi pecho. Estaba feliz, ¡él había sonreído! de hecho, era la primera vez que lo hacía desde aquella tarde en que nos sentamos en nuestra banca favorita con vista al océano dominado por el ocaso carmesí y me dijo con una pena profunda, que mamá…

La campana sonó por vez segunda, los niños que se encontraban en las cercanías comenzaron a correr hacia el edificio, lo cual se me hizo muy gracioso, aunque al final, terminé por imitarlos. Era mi primer día de todas maneras, así que debía dirigirme primero a la oficina del director, en donde seguramente también conocería a mi nueva maestra, la señorita Mirajane Strauss.

Los niños y niñas se amontonaron en la puerta, todos en afán de ingresar lo antes posible. Por un momento creí que moriría aplastada, pero antes de cruzar por aquel umbral junto con la bola de estudiantes, puedo asegurar que escuché a lo lejos el rechinar de neumáticos como cuando un vehículo realiza un frenazo.

—¿Habrá sido papá? —me pregunté.

—oOo—

Tenía las manos totalmente congeladas. El día era gris, sombrío, y el frío era realmente insoportable ¡apenas podía respirar! Aquel sin lugar a dudas, iba a ser el invierno más crudo que jamás recordaría, más crudo incluso que el invierno pasado, el invierno en que mamá se fue.

Otro año, y los negocios en la aldea sufrirían los azotes de la temporada. Al parecer, a papá eso era lo que menos le importaba. Había tomado todo con bastante optimismo. Incluso contrató especialistas, un arquitecto y varios ingenieros que se harían cargo de hacer realidad su sueño, el sueño de ella, y no me imagino que fue lo que hizo para terminar convenciendo al arquitecto de venir a vivir a Rosemary.

La noche anterior, mientras acomodábamos algunas cajas en el almacén, me dijo que ese señor venía con una hija —probablemente de mi edad— y que si acaso llegara a conocerla, debía ser amable con ella o se enojaría mucho conmigo.

Pero, ¿cómo podía ser amable cuando me había quedado dormido, quemé el desayuno, perdí mi autobús y la tienda del abuelo Makarov no se hallaba abierta para comprar la comida de emergencia? aunque no serviría de nada si hubiera hallado la tienda abierta, pues el dinero para el almuerzo lo había olvidado junto con mi tarea, ¡otra vez!

«¡Demonios!»

¡Había olvidado el dinero del almuerzo! y más importante aún, finalmente había salvado mi tarea de las garras de Happy. ¡¿Cómo pude ser tan descuidado?!

«Seguramente ese gato bandido le debe estar hincando la mandíbula a mi ensayo sobre 'la alquimia de los cuatro elementos' justo ahora» me llevé la mano a la cabeza resignado.

Luego de un momento escuché la campana de advertencia para los… ¿cómo hacer que suene bonito? atrasados. Sí, iba a llegar tarde otra vez. Con semejante mancha en mi expediente, me aseguraba la detención hasta que los gatos aprendan a volar, ¡absurdo! pero real, tan real como el viento frío que inmisericorde azotaba mi rostro.

Cerré los ojos tan solo un instante.

«Mamá, como te extraño»

Era increíble pensar que había pasado casi un año desde que ella tuvo que despedirse de nosotros. Nos hacía tanta falta a papá y a mí. Los meses que siguieron a su deceso fueron muy duros, e imagino que papá tampoco la vio fácil.

Pero no tenía tiempo para reflexionar en eso. Debía darme prisa así que sin ninguna precaución, me precipité un par de calles abajo. De todas maneras, el escaso tráfico de la isla rara vez utilizaba aquella avenida desierta. Pero al intentar cruzar a la otra acera —aún perdido en lo profundo de mis pensamientos— no me percaté de la camioneta que salió de la nada y que por poco me deja tendido en el pavimento. Recuerdo escuchar un fuerte frenazo, y ver al conductor saliendo del vehículo, preguntando si me encontraba bien, pero no le di importancia. Antes, corrí lo más rápido que pude y llegué a la escuela exhausto.

Recorría los pasillos mirando en cada esquina, esperando no ser sorprendido por algún profesor. No podía creer mi suerte después de todo lo que me había sucedido aquella mañana. Pero luego de salvarme de morir en dos ocasiones —una más literal que la otra— comencé a pensar que ese no sería un día tan malo después de todo. Aunque de todas maneras —literal— me iba a morir.

Llegué hasta la puerta del salón del sexto grado, y respiré aliviado al ver allí a Sorano. Si se había aventurado a permanecer en la entrada, seguramente la señorita Mirajane estaba muy ocupada atendiendo el asunto de la nueva estudiante.

—¿Dónde estabas? —me preguntó, mejor dicho, me regañó—. Date prisa, la señorita Mirajane no tarda en llegar.

—Me quedé dormido —fue la única explicación que pude dar con mi último aliento antes de desparramarme sobre mi pupitre.

—¿Otra vez?

Estaba a punto de recibir el sermón de la semana, cuando la señorita Mirajane apareció en la puerta con una sonrisa, nada fuera de lo común, pero ese día estaba mucho más sonriente de lo normal, casi de seguro debido a su compañía.

En una aldea tan pequeña como Rosemary la llegada de una nueva familia siempre era motivo de gran expectación, por ello no me sorprendió que todo el salón haya quedado mudo en cuanto aquella niña se puso delante de todos. Tenía un semblante sereno y el porte elegante y sofisticado de la gente de las grandes ciudades. Eso era una mala señal.

—Ara… querida, aunque hace mucho frío, no se permiten los gorros ni sombreros dentro del salón. Si fueras tan amable…

—Sí señorita —respondió ella y al instante se quitó el gorro revelando su cabellera roja.

¿Rojo? ya había visto muchos tonos de rojo, pero jamás uno como aquel. Este era temible, intenso, poderoso, arrebatador, no muy eléctrico como el fuego, ni muy oscuro como las cerezas, era… era…

—¡Scarlet! —aquella voz temblorosa sacó mi cabeza de sus delirios—. Me llamo, Erza Scarlet.

—oOo—

—Muy bien, Erza —la maestra Mirajane tomó asiento en su sillón mientras sacaba una extraña pluma—, todos sabemos cómo da miedo el primer día, pero siéntete en confianza y cuéntanos algo acerca de ti —sonrió de manera exagerada, como si ocultara algo—. Mientras tanto, deja que califique tu vocabulario.

¡No podía creerlo! ¿Me iba a calificar desde el primer instante?

Eché un vistazo al salón, la mayoría de los estudiantes estaban muy abrigados, uno dormía y los otros seguramente tenían mejores cosas en que pensar. No quería alargar la cosa, deseaba sentarme lo antes posible, así que luego de dar un suspiro me armé de valor y dije:

—Acabamos de mudarnos de Nueva Aster. Mi papá era arquitecto en Bahía Akane, en donde recibió la invitación del consejo de Rosemary. Nuestra nueva casa está más allá de las colinas de Boca de dragón… —a esas alturas, ya me encontraba jugando con mis manos, las juntaba, contaba mis dedos, y las volvía a juntar—. M-me gustan mucho los dulces y las fresas, mi época histórica favorita es la medieval, por los caballeros —sonreí tenue—. Nunca he participado en una obra de teatro, pero me gustaría intentarlo. Los abusivos no son de mi agrado, y aunque no estoy segura de que es lo que quiero ser o hacer cuando sea grande, espero ser capaz de elegir algo con lo que pueda ayudar a otros.

Hice una reverencia y me apresuré a tomar asiento en el lugar que la maestra me indicó, al lado de un estante con muchas macetas. Pero antes de llegar al lugar, una de las niñas me preguntó: —¿Y qué es lo que hace tu mamá?

Quedé fría y petrificada, y no, el frío que invadió mi ser y paralizó mi cuerpo, no tenía nada que ver con la helada sala. Aunque habíamos quedado con papá que si en algún caso se nos llegara a preguntar, no debíamos tener temor de decirlo, ¿decir qué? ¿qué mamá nos abandonó? ¿qué había huido a Las Begonias con uno de los socios de papá? ¿qué había destruido una familia y a nosotros nos dejó en la ruina emocional y económica? Sí.

Antes que todo mundo se llegara a enterar por medio de los chismes —que seguramente no tardarían en llegar— era mejor sacarlo fuera y cuanto antes. Pero jamás imaginé que aquello llegara a ser tan difícil. Si en Akane aquella historia causó gran conmoción, en una aldea como Rosemary se armaría un escándalo.

¿Sería posible que un montón de niños de pueblo lo entendieran? ¿Qué era lo que debía hacer?

—Yo… es… mi mamá… ella…

—Milliana, las preguntas pueden esperar, nuestra clase debe comenzar —afortunadamente para mí, la señorita Mirajane se puso de pie y se colocó frente al pizarrón para comenzar a escribir—. Erza, —me llamó con dulzura—, toma asiento por favor.

—Sí —susurré aliviada.

—oOo—

La niña caminó hasta su lugar en el otro extremo del salón, cerca del estante con las macetas y tomó asiento en silencio. Su semblante sereno de un principio había cambiado a uno de total turbación. La última pregunta sí que le había afectado. En ese momento no pude evitar preguntarme si ella también había perdido a su mamá y bajo qué circunstancias. El escaso brillo en sus ojos había desaparecido por completo y fue reemplazado por una sombra que provocaba una sensación de tristeza y soledad. No podía entender, ¿cómo es que nadie se había dado cuenta?

La llegada de la niña nueva fue propicia para que la maestra se tomara el tiempo de repasar algunas cosas —según ella— para ponerla al corriente. Una vez más aquella chica me había salvado porque ese día ¡no hubo presentación de tareas! lo que fue de gran alivio, no solo para mí, sino también para todos aquellos que como yo, conocían el terrible lado oscuro de la señorita Mirajane.

Como me sabía los temas en repaso, la clase entera me la pasé viendo a esa chica de reojo. Mi lugar en el salón me daba una maravillosa panorámica de su rostro.

Me había cansado de los mismos gestos, los mismos rostros, y como los turistas no llegarían sino hasta el verano siguiente —tal y como me había enseñado mamá— no tardé en trazar un boceto de la niña, que luego me encargué de repasar con el lápiz comenzando desde la línea de su mandíbula, para seguir con el contorno de sus mejillas, su naricita —un trazo muy difícil y entretenido, ya que la arrugaba con bastante frecuencia— y los párpados que contenían sus ojos tristes, y su frente, oculta tras esos mechones de cabello de color tan inusual: rojo intenso… escarlata…

«¿Scarlet? Así no se me va olvidar…» pensaba.

El tiempo no fue suficiente para terminar de repasar su cabello. Mentira, estaba bastante distraído con eso. En algún momento la campana sonó, y era tiempo de salir al almuerzo. Rápidamente coloqué la hoja de su retrato en la carpeta junto con los otros dibujos, los que pude salvar de ser despedazados por ese gato enemigo del arte y el más grande descubrimiento de alquimia de los últimos tiempos —y que lamentablemente se perdió para siempre— en realidad, de todo lo que fuera papel: cartas, facturas, fotografías, documentos de hacienda, permisos escolares, dinero…

«¿Dinero? ¡Oh no!»

Había salido del salón junto con Sawyer y Erik en dirección hacia el patio. Pensaba que tal vez podríamos escabullirnos, escapar a la tienda del viejo Makarov y comprar algo para comer, pero al recordar que aquel papel moneda lo había dejado ¡solo! en casa y a merced de ese gato maligno, estaba seguro que a esa hora solo era restos de confeti.

—¡Rayos!

A mitad del pasillo recordé las palabras de papá acerca de ser amable con la niña Scarlet y regresé al salón con la intención de presentarme.

«Tal vez…» pensaba que podía mostrarle su retrato y preguntar si le gustaba, pero al ver que media clase había montado una especie de asedio alrededor de la nueva, y la bombardeaban con toda clase de preguntas que casi de seguro terminaron por abrumarla, di por sentado que no necesitaba que otro niño amable se le acercara, al menos no por el resto del día; por lo que decidí mejor salir al patio y esperar a que milagrosamente cayera siquiera un mendrugo de pan.

.

.

.

El patio de juegos se encontraba casi desierto, ¿quién en su sano juicio iba a salir a jugar? La amenaza de lluvia había cesado, pero todavía quedaba el viento salino, que ese día era más frío de lo normal. Mientras los demás se encontraban adentro calentitos y con almuerzo, estaba recostado sobre el carrusel.

Tenía una hermosa vista del cielo cubierto por esas nubes espesas, aunque también sabía que sobre todas esas capas de nubarrones sombríos, se encontraba un cielo limpio y brillante bañado por la luz del sol. En ese momento, lo único que quería era tener alas y remontar vuelo más allá de aquellas nubes, elevarme más alto que cualquiera…

Un sonido molesto seguido de un fuerte traqueteo en mi estómago se dejó escuchar por todo el patio regresándome a la cruel y penosa realidad:

—Tengo mucha, mucha hambre… —elevé una fuerte protesta, casi como un lamento.

—Si quieres… —aquella voz que comenzaba a hacerse tan familiar me tomó por sorpresa. Al sobresaltarme, por poco y me golpeo la cara con la vara de metal. Pero cuando volví el rostro y miré sobre mi hombro, vi una visión poderosa, un presagio de mi muerte o mi salvación, acompañada de las siguientes palabras—, podemos compartir mi almuerzo.

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ENDING: Goo Goo Dolls - Before is too late


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NOTAS DE LA AUTORA:

Caleidoscopio de Brewster 'visor de imágenes bellas': Fue inventado en 1816 y funcionaba como un generador de patrones simétricos y gran variedad de coloridos diseños.

Antes que se queje o por si no se ha dado cuenta, nuestra historia está visiblemente influenciada por este simple aparato en la alternancia de la narración. Por favor no se asuste.


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Saludos lectores...

Bienvenidos sean todos a Civil War

Atribuimos esta batalla épica a las administradoras del foro Cannon Island, que se pusieron loquitas por beber agua de mar, pero aun así, ¿los dos equipos se están dando con todo? En las sabias palabras de Jason-san: ¡Cool!

Como miembro del TeamAngst es mi trabajo llenarles de ansiedad. No sé si lo lograré, porque aquí entre nos, es mi primera vez, pero si no puedo hacerles llorar, juro que mi equipo me vengará. No es cierto, pero si hará que lloren

Por favor no se olviden de apoyar las otras historias del Reto: Enero-Marzo. Civil War: TeamFluff vs. TeamAngst. Para más información visítenos en el foro Cannon Island

Nos leemos...

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