Bueno, espero que esta historia les guste…
Capitulo 1 "La princesa y el Hanyou"
Era una hermosa noche de luna llena. En un castillo, en el Sengoku Jidai se desarrollaba uno de los mas hermosos acontecimientos de la vida: Estaba naciendo un bebe. Una hermosa niña. Cuando el parto termino, la madre pudo contemplar a su hermosa hija, a su lado se encontraba su esposo con su hija mayor en brazos. Ambos esposos miraban con ternura a la nueva criaturita y otra la niña de aproximadamente unos 4 años solo la miraba con curiosidad.
-¿Cómo la llamaremos? – pregunto la madre.
-No lo se… Oh!, mira querida, las estrellas son hermosas esta noche...- dijo el padre mirando el cielo. La mujer miro también y sonrió. Luego dijo, mirando a su hija:...
-Naciste en una noche llena de estrellas...y se que brillaras tanto como una...y serás igual de hermosa...y también se que tu existencia servirá para iluminar la vida de alguien... por eso, mi linda estrella, te llamare Kagome. (NA: según lo que se, Kagome significa "estrella Judía" o "estrella de cinco puntas")
-Kagome...que hermoso nombre...-Susurro el padre. Luego tomo a su hija mayor y la acerco a la bebita.-Mira Kikyou, tienes una hermanita...saluda a tu hermanita Kagome...-el hombre tomo la mano de la niña y la movió en forma de saludo.
Ambas niñas se miraron curiosas unos momentos. Luego, la bebe sonrió felizmente, siendo correspondida momentos después por su hermana mayor. Ambos padres sonrieron felices.
-Bienvenida al mundo, princesa Kagome…
Con el pasar del tiempo, ambas niñas iban creciendo. Las dos desarrollaron actitudes totalmente diferentes. A los 5 años, Kagome ya era la niña mas traviesa del poblado. Le encantaba salir a jugar y perderse en la espesura del bosque siguiendo mariposas y jugando con los animales. Cuando su padre la llevaba al bosque mas pequeña, le había enseñado los únicos lugares en los que podía jugar y el camino para regresar al castillo, por eso no le daba miedo ir sola al bosque. Pero a sus padres si, y por más que intentaban vigilarla para que no saliera sola, siempre se escapaba sin que ellos se dieran cuenta. No le gustaba seguir las reglas ya que pensaba que eran muy aburridas. Ella era la razón por la cual nadie se aburría en el palacio.
Al contrario, Kikyou, durante los 9 años de vida que tenia, había sido totalmente educada, refinada y se comportaba como toda una princesa. Siempre obedecía a sus padres y su carácter era muy diferente al de Kagome. Kagome era alegre y juguetona. Kikyou era seria y calmada. Cuando Kikyou tenía 7 años, sus padres se dieron cuenta de que tenía poderes espirituales y decidieron que Kikyou seria una sacerdotisa. También pensaron que podría ser que Kagome tuviera las mismas habilidades pero no fue así. Tenía rasgos de los poderes de una Miko pero no tanto como Kikyou, así que sus padres dejaron que la única sacerdotisa fuera Kikyou.
Cierta mañana, Kagome se escapo a jugar al bosque como solía hacerlo siempre. Había encontrado un hermoso conejito blanco que tenía una enorme manzana en su boca. Intento darle mas comida para que se acercara y jugara con ella como solía hacer con los otros animales, pero el conejo había salido corriendo. Ella, en su afán de jugar con el conejito, fue a perseguirlo...Pero después de correr un poco, se detuvo y miro hacia atrás...y se dio cuenta de que estaba sobrepasando los límites del bosque que conocía. Su padre le había dicho que jamás se alejara de esos límites, pero ella quería jugar con el conejito. Lo medito un poco. "Soy lo suficientemente valiente para ir, además ya puedo cuidarme sola" Pensó Kagome y salio tras el animal. Cuando casi lo alcanzaba llegaron a una colina y ella se tropezó con la raíz de un árbol, haciéndola caer de bruces e irse rodando colina abajo.
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Olfateo un poco mas el aire y reconoció de nuevo el olor que había perdido...y se estaba acercando a el. Bien, seria más fácil. Ese tonto conejo iba a devolverle su manzana quisiera o no. Le había costado mucho encontrarla y no iba a permitir que un conejo inútil que salio de la nada se quedara con ella, ¡el había hecho todo el trabajo!
Poco a poco el aroma del animal se acercaba mas a el...pero no venia solo...había otro aroma diferente, muy agradable por cierto, que venia en la misma dirección. Se acercaban a el. Corrió un poco para llegar más rápido y llego hasta la colina. A lo lejos vio que corría hacia el, colina abajo. Su mirada estaba fija solamente en el diminuto animal y lo que traía en la boca, así que no se dio cuenta que algo venia rodando colina abajo también y que choco contra el haciéndolos rodar al los dos por la colina y que perdiera su presa.
Cuando finalmente cayeron en tierra plana se dieron un buen golpe por la velocidad que llevaban.
-Ayyyy...eso me dolió...-susurro Kagome. Intento incorporarse y se dio cuenta que estaba encima de "algo". Cuando lo miro se dio cuenta de que era un niño y que el también estaba lastimado.
-argg!... ¿que fue eso?-El niño se intento levantar, pero sintió un peso sobre su estomago. Miro hacia arriba y vio a una pequeña niña que estaba encima de el, mirándolo con curiosidad.-Oye ¿podrías quitarte de encima? no puedo moverme -Le dijo el y ella reacciono al instante.
-Ah! lo lamento...jeje...-Kagome se quito de encima y lo vio levantarse y sacudirse la ropa. Tenía algunos raspones en su cara y en sus brazos. Iba vestido con un Haori de color rojo, su cabello le llegaba un poco arriba de la cintura y arriba de su cabeza sobresalían dos graciosas orejitas blancas y peluditas que llamaron MUCHO su atención.
-¿que estas mirando?- Las palabras del niño la sacaron de su ensoñación con sus orejitas y lo miro a la cara ahora. Estaba algo molesto. Ahora se fijo solo en sus ojos que eran de un color dorado muy peculiar y a la vez bonito. Se miraron a los ojos por largo rato, hasta que Kagome le sonrió y hablo.
-¡Que bonitos tus ojos!- le dijo ella muy alegre. El niño la miro sorprendido un momento sin saber que decir.
-Etto...gra-gracias?...-dijo algo confundido. Luego, el silencio del bosque se apodero del ambiente.
-yo...yo...lamento haberte caído encima...-dijo Kagome un poco cohibida.
-Ah! tu eras la cosa que venia rodando en la colina! ¡Niña loca! ¡Me hiciste perder mi presa!-Le dijo el niño, molesto de nuevo.
-Lo siento, es que...perseguía a un conejito y tropecé con algo en la colina y me vine rodando...lo siento...-volvió a disculparse Kagome.
-Ah! que importa ya ?...Así que ¿tu también perseguías a ese tonto conejo? ¿Que te hizo a ti?-Le pregunto el niño, un poco menos molesto que antes.
-¡No era tonto! ¡Era lindo! y el no me hizo nada...solo quería jugar con el...-le dijo Kagome.- ¿te hizo algo a ti?
-¡Si! ¡Me quito mi manzana! ¡Y cuanto trabajo me había contado conseguirla!...pero ya vera cuando lo atrape...
-No te enojes con el conejito, el solo quería comida...
-¡Pues que se busque la suya propia! ¡Ahora mismo iré a buscarlo y haré que me devuelva mi manzana!
-Oye...-Lo llamo Kagome.- ¿como te llamas?
-yo...me llamo Inuyasha...-le contestó el.- ¿y tu?
-Yo me llamo Kagome -respondió ella muy alegre.- ¿cuantos años tienes?
-n-nueve...-respondió el.
-¡Oye! ¡Tienes la misma edad que mi hermana! yo tengo cinco-le dijo ella-los dos están muy viejos ya jajaja.- se rió ella.
-¡Oye! ¡Yo no estoy viejo, solo tengo...-se detuvo a contar con sus deditos.-...cuatro años mas que tu!
-Eso es muchiiiiisimo...
-¡No lo es!
-¡Si lo es!
-¡que no!
-¡Que si!
-¡Que no!
-¡Que si!
-¡Que no!
-¡Que si!
-¡Que no!
-¡Que no!
-¡Que si!
-Jajá jajá, ¿lo ves? Tu mismo lo has dicho, estas viejo -Se rió Kagome por hacerlo caer en su truco. Inuyasha solo le saco la lengua.
-Niña tonta ¿tu que sabes?- dijo molesto.-Mejor vete de una vez...
Al escuchar estas últimas palabras, Kagome recordó que se había salido de los límites que le enseño su padre y que...no sabia donde estaba...por lo tanto...estaba perdida. Al pensar en esto, sus ojos se llenaron de lágrimas ya que no tenia idea de como regresar a su hogar.
-O-Oye…n-no te pongas así…n-no quise decir eso…-Inuyasha se asusto por que creyó que ella estaba llorando por lo que el le había dicho- N-no llores…etto…-se le acerco un poco para ver si podía hacer algo- ¿Qué…que sucede?- Le pregunto. La niña ahora lloraba a cantaros.
-No se como volver a casa…estoy perdida…-sollozaba Kagome. Inuyasha se alivio un poco al saber que no lloraba por su culpa. Pero aun así… ¡estaba llorando! ¿Qué podía hacer?
-Emmm…O-Oye…n-no llores…esto tiene solución…-Intentaba calmarla el niño, pero Kagome no dejaba de llorar y eso comenzaba a ponerlo nervioso-Oye, ya clámate…d-deja de llorar…yo…yo…Ah! ¡Ya deja de llorar, yo te ayudare a volver a tu casa!-Grito Inuyasha desesperado. Milagrosamente, Kagome paro de llorar y lo miro con los ojos muy abiertos y aun un poco lacrimosos.
-¿En serio me ayudaras? –Le pregunto la niñita algo incrédula.
-Si, lo haré si dejas de llorar…-Le dijo Inuyasha y para su sorpresa, la niña salto encima de él a abrazarlo.
- ¡Oh! ¡Gracias, muchísimas gracias!-Kagome estaba muy feliz y muy agradecida.
Inuyasha se sorprendió u poco y un pequeñísimo sonrojo apareció en sus mejillas. Luego reacciono y separo un poco de el a la niña.
-Esta bien, esta bien…no hagas eso…-ella asintió aun muy sonriente y lo soltó.- ¿Dónde vives?
-En mi palacio, esta aquí cerca, pero no se por donde regresar…
-Esta bien, creo que ya se donde es…ven, sube a mi espalda…- se agacho para que la pequeña princesa pudiera subirse. Cuando ella ya estaba en su espalda, se levanto y antes de partir le pregunto- Oye ¿eres una princesa?
-Si, lo soy…
-Oh…Bueno, sujétate fuerte - El niño salto a la rama de un árbol y de ahí paso a otro mas alto. Había una vista muy bella.
-¡Wow! ¡Que bonito! ¿Cómo hiciste eso? ¿Eres un youkai? –La niña recordó que su padre le había hablado de los youkais y le había contado que podían hacer cosas como esa. También le había dicho que los youkais eran malos pero Inuyasha no le parecía malo.
-No, no soy un youkai…soy un hanyou…
-Ah…y ¿Qué significa eso?
-Significa que soy mitad youkai y mitad humano…-dijo el niño.
-¡Genial!
-¿No te molesta?
-¡Por supuesto que no! ¡Eso es increíble!-Le dijo Kagome muy emocionada.
-Oh, bueno… gracias…. ¿es aquel tu palacio? – Pregunto Inuyasha, señalando un castillo que se veia a la distancia.
-¡Si, ese es! –dijo la niña, alegre.
-Bien, entonces vamos.
En pocos minutos llegaron al palacio. Inuyasha dejo que Kagome bajara de su espalda y corriera a encontrar a su padre y a su madre que la buscaban muy preocupados.
-¡Hija mía, estábamos tan preocupados!-decía su madre, abrazándola con fuerza.
-¿Qué fue lo que te paso? ¿Estas bien?-le pregunto su padre, igual de preocupado.
-Estoy bien, es que me perdí siguiendo un conejito…
-¿De verdad estas bien hermanita?- Le pregunto Kikyou mientras a abrazaba también, alegre de que su hermana estuviera bien.
-Si, no me paso nada….Miren, el es Inuyasha, el me ayudo a regresar a casa- Dijo Kagome, señalando al niño.
-Etto…Kagome, yo ya tengo que irme…mi mamá debe estar preocupada tambien…
-Oh…esta bien…-dijo algo desilusionada, pero después sonrió de nuevo- Oye ¿no te gustaría venir a jugar mañana conmigo?
-Ehh…claro…-dijo el niño algo cohibido.
-Ah! olvidaba algo, espera un momento…-La niña corrió adentro del palacio y momentos después volvía con una enorme y deliciosa manzana roja- Toma…
-¿Por qué?
-Es en forma de agradecimiento por traerme a casa, ya no tendrás que ir a buscar al conejito…-Sonrio la niña y por primera vez, Inuyasha le correspondió la sonrisa.
-Bueno…adiós Kagome…
-Nos vemos mañana, Inuyasha…
Continuara….
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