Veo a lo lejos unas nubes oscuras, se acerca un temporal de lluvia muy bueno para las cosechas de la aldea que yace distante a mis espaldas. Viene a regar los extensos pastizales y los jóvenes cultivos de la nueva temporada, sera bueno pasar por la aldea en alguno de estos días cuando maduren los tomates alimentados por las aguas del cielo e intercambiar algunas palabras con aquellas buenas gentes antes de volver a mi puesto de vigía que tanto llamo mi amado hogar. Fue hace muchos años que deje atrás mi montura, mis brazales y la pesada cota de malla para dejar atrás los horrores de la guerra en los puertos del sur y buscar un lugar con las gentes simples del norte, encontrando mi tan deseada paz.
Por años he observado a estas gentes, los he visto nacer, crecer y envejecer una y otra vez, y con el tiempo he aprendido a amarlos mientras los mantengo alejados de los peligros y los males que amenazan y de los cuales ellos viven tan despreocupados y tan ajenos en sus vidas. Lobos wargos, trasgos y hombres indeseables, ninguno de ellos han sido capaces de tocarles ni un solo pelo mientras han estado bajo mi ardua vigilancia y seguirá siendo así hasta que finalmente terminen mis días.
La lluvia cae ahora sobre mi espalda, a medida que el fuerte viento del este sopla con fuerza, llevándose consigo las enormes masas blancas y grises del cielo, anunciando así la nueva temporada a por venir, poco a poco sus gotas recorren mi cansado rostro como lagrimas del cielo, pero dentro de mi corazón se que nadie aquí llora ni tiene motivos para hacerlo, es este el mensajero y el heraldo de la nueva vida, pastizales verdes extensos poblados de flores y nuevos brotes crecerán a mi alrededor y se esparcirán por sobre las grandes colinas de la tierra salvaje y el viejo cerezo de mi puesto de vigía volverá a florecer en la grandisima gloria.
Soy un guardián de las colinas y tras largos años de continua lucha, muerte, sangre derramada y los horrores de la agonía, finalmente he aprendido que la lluvia que tanto la han atribuido a la pena y la angustia de los días grises e inertes, es en realidad la bella imagen y el preludio de una nueva vida y el verdadero valor de la paz interior inimaginable que le dará lugar a un nuevo despertar y florecer de una joven primavera que ira y vendrá cada ciclo hasta que pase el día en que no requieran mas de mi vigía y continuar hasta el final de los tiempos en lo alto de las colinas de Amon-Sûl.
