DISCLAIMER: Dragon Ball y sus personajes pertenecen a Akira Toriyama.


Nada menos que un héroe


1. Amor.


Muchas gracias, Milk. ¡Estaba delicioso! — le dijo con alegría, mientras se daba palmaditas en el estómago. — ¡Bien! Después de esta comida estoy listo para volver a entrenar. Me pregunto si Piccolo querrá pelear un poco… — Se levantó con entusiasmo, sin dar una segunda mirada hacia el fregadero donde Chichi ya había comenzado a apilar las decenas de platos vacíos.

Con las manos tras su cabeza y su andar despreocupado, ella lo vio salir por la puerta murmurando, distraído, quién sabe qué cosas.

Sus ojos se perdieron más allá de su espalda, que a veces le parecía tan enorme que, por momentos, le resultaba inabarcable. Más aún, cuando siempre parecía estar alejándose.

Ahora se iría a entrenar. Seguramente no volvería sino hasta que fuera muy tarde y su estómago pidiera comida a gritos. Entonces, volvería para devorar todo, como un animal famélico, y luego se iría nuevamente.

Con la resignación y la tristeza batiéndose en su interior, volvió a su labor con un suspiro cansado. Así lo había conocido, y así es cómo se había enamorado.

Despreocupado, infantil, olvidadizo y torpe ¿A final de cuentas, por qué habría ella de esperar otra cosa?

Miró con atención sus manos, hundidas bajo el agua en que se remojaban los platos, y las retiró con rapidez. Ya comenzaban a arrugarse y verse muy blancas por efecto del agua. Se preguntó si, así como sus manos lo hacían en ese momento, ella también estaría marchitándose y arrugándose. Volviéndose tan blanca, hasta llegar a ser transparente. Invisible. Había días en que así se sentía. Cansada. Muy cansada y solitaria.

Justo cuando acababa de hundir una vez más sus manos en el agua tibia, una ráfaga repentina hizo volar el cabello junto a su rostro, obligándola a cerrar los ojos.

Tras un par de segundos los abrió, inmensos y sorprendidos. Sus mejillas se encendieron. Siempre había sido muy pudorosa.

Al girar el rostro, Gokú estaba a su lado aún, y su cabeza, despeinada y alborotada como su corazón, se alzaba muy por sobre ella, haciéndola sentir de pronto pequeña y frágil, mientras le sonreía con los ojos cerrados y su sempiterna mueca de ingenuidad.

Incluso un pequeño beso en la mejilla de ese hombre, desesperante y poderosos, absurdo y rebelde, era todo lo que necesitaba para volver a sentirse como una niña enamorada.

Oye, Milk, volveré a la hora de la cena. Espero tengamos más guiso de oso ¡Tu comida es mi favorita! ¡Y necesito mucha energía para entrenar! Y si tenemos también un poco de arroz y papas asadas y unas cuentas legumbres… ¡Oh! Algo de fideos sería genial también. ¡Cielos! ya tengo hambre otra…

No pudo seguir con su infantil petición, pues los brazos de Milk, rodeando su cintura en un inesperado y cálido abrazo, le quitaron todas las palabras de la boca.

Miró hacia abajo, para ver cómo su pequeña cabeza se hundía en su pecho y sintió sus manos aferrarse a sus ropas en la espalda.

Milk… — Le susurró con dulzura y una pequeña sonrisa, sintiéndose, por un momento, el adulto en que realmente se había convertido. Tal era la magia de esa extraña mujer.

Salió de la cocina como lo hacía cada día, hablando de peleas, pidiendo más comida, murmurando tonterías, arrastrando tras él sus promesas rotas y sus risas alegres sin sentido.

Pero está bien, pensó Milk, concediéndole a la mujer severa que debía ser a diario, un momento de ternura. Saberse la única digna de ver esos gestos dulces y esa sonrisa franca que le aceleraba el corazón, era más que suficiente.

Después de todo, se había enamorado de esos ojos chispeantes y atolondrados desde el primer momento, y ya no concebía otra voz en el mundo, que pudiese llenar de tantos colores su corazón, como lo hacía la de su disparatado Gokú.

FIN.


¡Hola! ¡Y muchas gracias a quien pase a leer estas pequeñas historias! Todos amamos a Gokú, pero por alguna razón no es tan sencillo escribir sobre él (por lo menos a mí a veces me produce sentimientos encontrados) ¡Hay que tener talento para hacerlo! Sin embargo, me entusiasmó la idea del reto de las Siete Esferas, así que aquí estamos, intentando algo.

Un abrazo enorme a las chicas de fangirleando si es que pasan por aquí. Gracias por compartir conversaciones, locuras y lemoneos dragonballeros, son geniales.

Nos leemos pronto!

Pau :)