Hola! Es mi primer fanfic, espero que les guste! Acepto todo tipo de críticas :3 si les gusta dejen reviews por favor! A leer :)
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—Mira tu derecha.
—¿Qué?
—¡Qué mires a tu derecha! —le espetó violentamente.
Ahí estaba. El lugar más lindo del mundo desangrándose, desagarrando su alma. Se llevó las manos al pecho, sintiendo como el dolor se la carcomía por dentro.
—¡Todo es mi culpa! —gritó a los vestigios—.¡Odio esto! ¡Me odio! ¡Sácame de aquí!
—Mierda... —dijo mientras se acercaba a ella para abrazarla.
—No me toques... —susurró y el se alejó como si se hubiera quemado con fuego.
Y sólo se escuchó su llanto, y los susurros que los envolvían.
—Stefan —Elena pronunció su nombre como un suspiro de alivio. Él estaba ahí, nada podía herirla... ¿O si?
—¿Si?
—... Estoy asustada —sintió un nudo en la garganta y aguantó la respiración para no romper en llanto.
—Lo sé —dijo mirando hacia abajo mientras caminaba hacia ella—, yo igual. Pero todo estará bien. Lo prometo.
Mientras pronunciaba estas dos últimas palabras le puso las manos en las mejillas como si fueran pétalos, y Elena pasó de tener la mirada perdida a tenerla fija en el vampiro. Él la observó, grabando en su mente cada rasgo de la chica, su pelo castaño y perfectamente liso, su tez blanca, su boca naturalmente teñida de un rojo inocente y sus ojos café claro y almendrados, brillantes por las lágrimas que caían por su piel, chocando entre sí.
Finalmente, Stefan rozó suavemente sus labios con los de ella. Elena tembló ante el ligero contacto, estaba sumida en la tristeza para ahora encontrarse en el lugar más bello del mundo, en donde estaba Stefan. Se alejaron sólo para poder apreciarse uno al otro sólo un segundo más y Elena se acercó, esta vez dando un beso más largo y apasionado, pero igualmente tierno.
Se escucharon rápidos y fuerte spasos antes de que alguien abriera la puerta, y Elena y Stefan alcanzaron a separarse antes de que el intruso los viera.
—¿Listos? —preguntó Damon, incómodo al notar que había interrumpido un momento.
—Siempre, hermano —dijo Stefan saliendo de la habitación junto a Elena, y Damon entornó los ojos mientras cerraba la puerta.
Era la hora. El encuentro con Klaus, y no tenían un plan b. Ni siquiera un plan a. Iban a su suerte a ver qué les deparaba el futuro. Klaus quería hablar con ellos, quién sabe de qué, y ellos no iban preparados para pelear ni para hablar. Klaus los tenía exhaustos de todo al punto que ya no tenían energía a ninguna hora del día. Elena no pudo evitar pensar en la hermosa figura que tenía al lado, tez pálida, facciones bien marcadas, pelo castaño y ondulado, su contextura atlética, y ojos color miel que expresaban una ternura infinita, enmarcados por sus largas y encrespadas pestañas. Stefan le dedicó una mirada llena de amor y deseo y ella no pudo evitar sonreír y dejar salir una pequeña risita.
—Llegamos —dijo Stefan, tomando la mano de Elena para darle fuerzas.
El cementerio de Mystic Falls. Elena se bajó del coche y notó como una gélida brisa le recorrió toda la espalda, causándole un notorio escalofrío, Stefan apretó su mano más fuerte. Una vez que todos se hallaban abajo del transporte, cruzaron la reja negra que aislaba al gran cementerio. Mientras caminaban cada vez más hacia el centro del lugar, donde se encontrarían con Klaus, Elena sentía el viento más frío y el paisaje más grisáceo. Ahora sentía a sus padres más presentes que nunca, y no sólo a sus padres, si no que a muchas otras personas que se encontraban ahí supuestamente descansando en paz.
Stefan tomó a Elena por la cintura mientras avanzaban y Damon carraspeó la garganta.
Cómo si no tuviera que estar más incómoda... pensó Elena.
Stefan detuvo el paso en seco y miró a Elena, aún con sus manos en su cintura.
—Nada malo pasará.
—Lo sé —suspiró ella intentando convencerse de sí misma.
—Te amo —al decir esto la besó de forma fría, y ella le correspondió.
—Sigamos —dijo Damon fríamente, Stefan lo miró con un dejo de ira y continuaron hasta llegar al lugar preciso.
Pero no había nadie.
—¿Klaus? —preguntó Stefan.
—Vamos, Klaus, ¡no tenemos todo el día! —exclamó Damon con aire relajado al ver que su hermano no pensaba hacer nada más al respecto.
—Oh, no creo que tengan planes más importantes —dijo una voz proveniente de las tumbas.
—¿Adivina qué? Sí, tenemos algo llamado... ¿Cómo era? Vida —dijo Damon, irónico.
—Vamos, Damon... —susurró Stefan hacia su hermano para calmarlo un poco, no serviría de nada su antipatía.
—No tendrán nada más en qué pensar después de que escuchen mi propuesta.
—¡Qué bien! ¿Qué te parece si vienes y lo explicas frente a frente? —Damon se enojaba más y más.
—Tranquilos, amigos —salió Klaus de unos árboles—. Los he extrañado, ¿cómo están? —dijo de forma cortés con su usual acento—. ¿Cómo va su... especie de... trío, yendo?
—Vamos Klaus, anda al grano, por favor —dijo Stefan, mostrándose seguro, pero por dentro nervioso y perdiendo la paciencia.
—Ven, querida Elena —la llamo Klaus cambiando radicalmente su semblante a uno serio.
—No —dijo Stefan secamente poniendo su brazo en frente de ella para detenerla cuando la vio dar un paso..
—Stefan...¿Cuándo aprenderás? Ella tiene que aprender a defenderse sola. A demás, yo le dije a tu querido hermano que yo quería hablar con ella, no con ustedes dos —cuando el enemigo dijo esto, Stefan le mandó una mirada asesina a Damon por omitir información importante y él lo ignoró.
—Stefan, estaré —dijo ella alto, para que Klaus pudiera escucharla segura, o al menos no le tembló la voz.
Damon se adelantó un paso amenazadoramente para detener a la chica pero su hermanito menor le puso el brazo para detenerlo.
—¿Estás loco? ¿Perdiste la cabeza? -le preguntó de forma estérica en un intento fallido de susurro.
—No, ¡pero tú sí!
—¡La ocupará como rehén! ¡Si no la detienes, yo lo haré!
—Hermanos Salvatore —lo interrumpió la voz de Klaus—, el silencio, y mi capacidad para escuchar es... bastante buena. Ahora, mientras antes me permitan hablar, antes terminará todo y se podrán ir a casa con o sin su Elena.
Stefan abrió los ojos como platos.
—¿¡Qué!?
—Tranquilo, hermano —dijo Damon con una mueca de burla, pero Stefan ni se inmutó, tenía los ojos fijos en esos ojos almendrados—. Te lo dije —pronunció con sus labios sin emitir voz.
Klaus dio media vuelta a Elena de modo que quedara de espaldas a los hermanos Salvatore y comenzó a hablar con ella mientras que los hermanos no podían escuchar nada, sólo veían la cabeza de Elena desde atrás asentir varias veces hasta que en un par de minutos se dio vuelta. Klaus sonreía maliciosamente.
—Podré hablar con mis padres -dijo con la voz quebrada y una sonrisa, sus ojos brillaban, sin embargo, los Salvatore tenían una cara de confusión.
—Como escucharon, se como puede comunicarse con sus padres —dijo Klaus mientras se le borraba la sonrisa, para que segundos después se le grabara de nuevo al decir lo siguiente—. Pero como supondrán, a cambio de algo.
—De que yo me entregue a Klaus —completó Elena rápidamente, asustada y ansiosa.
