A/N: Es la primera vez que publico algo que escribo. Es un one-shot de Regina al acabarse su relación con Emma. Tengo pensado escribir la historia entera, así que este es como el final, al menos de la primera parte (no tengo planeado hacer que Emma y Regina acaben separadas). Los comentarios son bien recibidos y agradecidos :)
When you're dreaming with a broken heart
The waking up is the hardest part
You roll outta bed and down on your knees
And for a moment you can hardly breathe
Otra mañana sin ella a su lado. Otra mañana que se despertaba antes de que sonase el despertador de un sobresalto. Regina lo recordaba todo, a la perfección. Parecía que el tiempo no hubiese pasado, no quería ver que todo había acabado, si es que había sido real. Tan pronto como ese pensamiento cruzaba su mente, se maldecía por dentro. Por supuesto que había sido real, lo había sentido, no importaba lo que los demás pensasen, aunque no le fuese una sensación familiar, algo había cambiado en ella. Jamás pensó que la molestia rubia que llegó poniendo su vida patas arriba iba a ser la misma que le devolviese la sonrisa. Y ahora estaba sentada en la cama, despierta a las cinco de la mañana y llorando sin darse cuenta.
Pasado un mes ya no quedaba nada del calor familiar, de los buenos días con sonrisa, de las marcas en el cuello, de las visitas inesperadas. Todo quedaba lejano, y a la vez estaba muy presente en la mente de Regina. Decir que no esperaba el final sería haber mentido, pero la esperanza la acompañó hasta el final. Claro que había vuelto a cruzarse con Emma, claro que la había intentado evitar lo máximo posible. Sus intentos de alejarse siempre habían salido mal, después de todo, Storybrooke no era tan grande, y para colmo, tenían un hijo en común.
Controlar sus sentimientos cada vez se le daba peor, y después de que la maldición se rompiese, mantenerse ocupada había sido cada vez más difícil. Pasaba horas recordando, intentando aceptar la realidad y reconociendo los sentimientos que tanto se había preocupando por ocultar. Era imposible. Todo el mundo lo decía. Ella no podía amar. El amor es debilidad. No podía permitirse arruinar su final feliz. Pero ya era demasiado tarde, y en el fondo, por mucho que le doliese reconocerlo, sabía que el inconveniente rubio que rompió su maleficio y la apartó de su hijo, era su final feliz.
Todas las mañanas desde hacía un mes, Regina se despertaba igual que se acostaba, llorando, incluso en sus sueños.
