Los personajes no me pertenecen...
Tengo un secreto. Estoy harto de la manera en cómo Micchan me trata a veces y… no, no es que me trate mal, en cambio me trata exageradamente bien para mi gusto. Como si fuera un niño, como si me fuera a romper con una pequeña batalla. No desprecio su cariño, por el contrario, aprovecho su cercanía, su presencia, la fortaleza de su cuerpo masculino tan diferente a lo que representaba cuando tenía forma de espada. Pero a veces se pasa de la raya. Y todo es culpa de esta pequeña forma que me han dado, parezco un niño de 12 años, es terrible. En batalla es fácil, en la noche soy sigiloso y ataco de maravilla, pero no es de cerca ni comparable con el cuerpo de Micchan. Por lo cual siento que me encasilla como si yo tuviese la edad que mi cuerpo aparenta. Cuanto quisiera que fuese distinto, poder mostrarle lo mucho que me atrae, robarle un beso descaradamente o una noche de pasión, aunque sé que es imposible que algo así pase. No me sorprendería que Karacchan lo lograra algún día o también podría ser Hasebe…si es que no ha pasado ya.
Aunque no debería quejarme tanto por el trato especial que recibo, yo soy quien recibe los postres especiales antes de que los reciba Aruji, soy yo el que puede hacer pucheros porque Micchan no me ha consentido lo suficiente en el día o simplemente puedo fingir que tuve pesadillas para meterme en su futón y tenerlo tan cerca como nadie en la ciudadela puede. El poder abrazarlo, tocarlo, oír su respiración, secretamente besar su cuello o su rostro, es un privilegio del que solo yo puedo disfrutar, aunque claramente no puedo alardear de ello. Y en las mañanas, cuando aquella curiosa parte de su cuerpo que debería tener una función reproductora hace una pequeña carpa en sus pantalones es cuando aprovecho mis privilegios al máximo. Me gusta ver su rostro que se contorsiona con algo de placer en sus sueños mientras yo soy quien está a cargo. Siempre creo que va a atraparme al despertar, me pone el corazón a mil, pero nunca ha ocurrido, siempre logro salirme con la mía antes que despierte.
También aprovecho el sentarme en sus piernas, pegar mi espalda contra su pecho mientras siento su masculinidad a través de mis shorts, por lo cual debo reprimirme muchas veces mientras que para él, el hecho de sentarme de aquella manera es simplemente es un gesto jovial, familiar de cariño. Sé que su Tsurucchan, me echa miradas de malicia cuando me siento en las piernas de Micchan. No sé si es muy evidente mi manera de comportarme, pero creo que se está comenzado a notar.
Mi secreto es que quiero llevarme a Micchan a la cama e imitar a los humanos y poder sentir placer en su compañía y he intentado muchas veces que me preste atención, pero en sus ojos soy su niño, su pequeña espada para proteger. La pequeña espada que se puede romper.
