POR FIN ERAN UNO (One Shot Sana & Naozumi)
El viento sopla fuerte, la oscuridad de la noche trae consigo susurros que me atormentan, desde mi balcón puedo ver las luces de la ciudad que nunca duerme, la ciudad de Nueva York, hace cinco años vine a este lugar escapando de esos sentimientos que me lastimaban tanto, y a pesar de que ha pasado tanto tiempo, no consigo sacarle de mi mente por completo, aún hay noches en las que me cuesta trabajo dormir, preguntándome qué ha sido de su vida, si aún sigue con ella… si piensa en mí como a veces pienso en él…y lejos de que el dolor disminuya ahora duele más…Hace tiempo Nao y yo salimos en una relación formal, fue una noticia que impactó a muchos, hubo muchos rumores, muchas felicitaciones, y no me mal entiendan, no es que no quiera a Naozumi, todo lo contrario, creo que no podría haber mejor hombre en la Tierra, he llegado a amarlo como nunca había amado a nadie, como sé que nunca podré amar a nadie más, por eso duele tanto, porque se que estoy enamorada perdidamente de él y tengo miedo de que vuelva a suceder lo que con ese idiota sin sentimientos, porque aún lo recuerdo, el primer amor nunca se olvida. Cuando él duerme y me deja sola con la oscuridad es el único momento en que todo viene a mi cabeza…
Unos brazos cálidos me rodean por la cintura, sé que es él, su aroma es inconfundible, recarga su mentón en mi cabeza, siento como aspira mi aroma, adoro esa sensación…
-¿De nuevo te atormenta?
Sé que el lo sabe hace bastante, sabe la razón de mis repentinos insomnios, él ha sido paciente conmigo, siempre ha sido así, cuando llegamos a esta enorme ciudad me recalcó sus sentimientos y me dijo que lucharía por mí, fue cuidadoso, estuvo ahí para mí cada vez que sentía mi mundo derrumbarse, siempre tuve sus brazos para reconfortarme, sus palabras cálidas, también pude sostenerlo cuando la noticia de su madre arrasó con ambos, me salvó la vida una tarde, me salvó de casi ser atropellada, jamás lo sentí tan cercano como el momento en que me abrazó para protegerme, sentí la necesidad de hacerlo también, poco a poco conforme los días pasaban me di cuenta de que algo había cambiado, lo supe cuando no podía dejar de mirarlo a los ojos, esos ojos tan puros, tan llenos de inocencia, cuando buscaba abrazarlo por cualquier razón, cuando su nombre poco a poco aparecía en mis sueños en vez del de cierto chita, cuando olvidaba al mundo entero estando a su lado, cuando quise besarlo por primera vez…
Si, Nao es de esos chicos que te encuentras muy pocas veces en la vida, y no me había dado cuenta, si pudiera cambiar algo sería el hecho de haberme dado cuenta antes…Entonces lo recordé, nuestro primer beso, no uno robado, un beso bajo las luces de Nueva York, cuando decidimos formalizar nuestra relación mi madre estuvo muy contenta, estaba feliz de que pudiera re hacer mi vida, la primera vez que me sonrojé por su culpa, la primera vez que bailamos juntos, que caminamos mojándonos bajo la lluvia, cada vez que él me cuidaba cuando estaba enferma, su apoyo incondicional a mi carrera artística, Naozumi me hacía sentirme amada, como una musa, algo que jamás había sentido… Quería dejar en el pasado todo lo que me evitaba ser feliz en mi presente, Hayama fue mi primer amor, pero era hora de dejarlo ir y continuar, así como lo hizo él…
Me di la vuelta para encarar a Naozumi, lo miré fijamente a los ojos, el todavía me sostenía por la cintura. Sin previo aviso crucé mis manos en su cuello y lo besé, cerré mis ojos dejándome llevar por la última sensación que tendría acerca de él…
-Por favor… hazme sentir amada…
No necesité más palabras, él me tomó en sus brazos, me besó y creo que no necesito decir nada más, saben lo que pasó después, si se imaginaban que Nao era una persona de lo más tímida, déjenme decirle que no lo conocen en ese aspecto, podría decir con seguridad que es un millón de veces más pervertido que nuestro chita.
Un mes después de eso me pidió matrimonio, y claro que acepté, la noticia voló por todo el mundo de inmediato, y en todas las revistas nuestro compromiso era vanagloriado como el evento del siglo, si, tendríamos que cumplir las expectativas, y así es como había terminado en este lugar después del set que tuve hoy, decidiendo si las malditas servilletas debían ser de color perla o hueso
-Yo las veo igual- Dije con algo de fastidio, pero al parecer Rei se empeñaba en recalcarme las diferencias de ellas.
En cuánto se distrajo un momento salí del lugar corriendo, realmente me daba igual el color de las servilletas, o las botellas de vino para el brindis, lo único que realmente importaba de esa boda es que me iba a casar con el hombre de mi vida, caminé por varias calles solitarias de esa bella ciudad que no dejaba de sorprenderme con sus atardeceres, iba algo distraída, por lo que no me fijé cuando choqué con alguien más…
-Lo siento…
Me quedé petrificada, frente a mí estaba el causante de mis insomnios, de tantas lágrimas derramadas, de que haya huido de mi país natal con tal de olvidarlo… Hayama Akito. Reaccioné incorporándome de inmediato para salir corriendo de ahí, pero él fue más rápido, vaya, si que había crecido y ahora era mucho más fuerte
-Suéltame o voy a gritar. - Lo amenacé tratando de zafarme de su agarre
-Sana
Oh no…mi nombre no, por favor no digas mi nombre…
-¿Qué es lo que quieres Hayama?¿Qué haces aquí?.- Logré soltarme de su agarre para finalmente darle la cara
No había cambiado nada, salvo que sus facciones se habían vuelto un poco más duras, ya no parecía un niño, era claro
-Nunca volviste.- Me reprochó.- ¿Acaso te olvidaste de tus amigos?
-¡Yo jamás haría algo así!
-Nunca te comunicaste con nosotros
-No, nunca me comuniqué contigo ¿No entiendes acaso que me largué para no volverte a ver?
-¿De verdad esperas que crea eso? Sana no cometas locuras, vuelve a casa, vuelve con quien perteneces
-¿Con quien pertenezco?
Estaba confundida, no entendía nada de lo que estaba diciendo Hayama, sin previo aviso me tomó de la cintura y me besó sin mi permiso como muchas veces atrás lo había hecho. Había olvidado lo suaves que eran sus labios, lo bien que me sentía cuando él me besaba, cuando me tomaba de esa manera de la cintura, cerré los ojos por un segundo, correspondiendo a su beso, hasta que él se separó
-Sana, siempre te he amado. - Me confesó, y yo de verdad no entendía ¿Por qué si me amaba me había hecho tanto daño?
-¿Y si me amaste siempre por qué elegiste a Fuka? ¿Por qué nunca me dijiste nada?
-¡Tú nunca te ibas a dar cuenta! ¡No iba a esperarte por siempre! Cuando te fuiste me di cuenta del enorme error que cometí y dejé a Fuka, te busqué por mucho tiempo, supe de ti, de tu carrera, de tu relación con Kamura y ¿Ahora piensas casarte con él siendo que te fuiste porque me querías a mí?
-Hayama…
-Vuelve conmigo Sana, podemos ser felices, podemos dejar todo el pasado atrás e intentarlo de nuevo, prometo que no te fallaré, yo he cambiado Sana, he cambiado por ti
Realmente parecía desesperado, jamás en mi vida había imaginado que el gran y silencioso Hayama pudiera decirme una cosa tal, es cierto, él había cambiado, el problema aquí era que, yo también había cambiado
-Hayama. - Me acerqué y tomé su rostro en mis manos, algo que me costó trabajo porque él era mucho más alto que yo.
-Esperé tanto tiempo, tanto para escuchar esas palabras, tienes razón, vine a este país buscando olvidarte, no tienes idea de cuántas noches lloré pensando en ti, cuánto dejé que mi luz se apagara por ti, pero…ya no puedo volver, al igual que tú, yo también he cambiado, y tal vez pienses que voy a casarme por despecho, pero, no es verdad… me caso por amor Hayama, perdona, pero él siempre estuvo para mí, siempre fue muy claro con sus sentimientos respecto a mí… no te negaré que me costó trabajo olvidarte, dejar de soñarte, dejar de desearte, pero finalmente lo logré… Nunca podría hacerle eso, no a él, al hombre que me ha dado su vida, su amor y todo de él… ¿Sabes Hayama? Hace muchos años, cuando me fui a las montañas a grabar esa película y me enteré de tu noviazgo con Fuka, él se quedó a mi lado escuchando mi llanto por ti, a pesar de que él me quería no me dejó, aunque sabía que lo estaba lastimando. Cuando regresé a Japón y los vi juntos, cuando entré en esa desesperación, él me propuso huir, venir a este lugar, trabajar con él, me apoyó en el aeropuerto en ese momento tan difícil en que vi a mi primer amor y a mi mejor amiga tomados de la mano… Tú no tienes ni idea de todo lo que hemos pasado juntos, él me ha salvado la vida en más de una forma, es el hombre al que me entregué en todos los aspectos…Hayama vamos a casarnos, porque ambos nos amamos
Él se quedó estático en todo momento, como si no pudiera procesar lo que le acababa de decir, y nada me preparó para lo que vi después… Hayama el rey de los simios, lloraba frente a mí, me abrazó como solía hacerlo antes, cuando éramos niños jugando a ser adultos, cuando ambos nos queríamos sin saberlo
-Te perdí para siempre, no me alcanzará la vida para arrepentirme del error que cometí, perdóname
Después de un rato nos separamos, el besó mi frente como despedida, deseándome lo mejor, yo hice lo mismo y después se marchó, tan solitario como la última vez que lo recuerdo, algo dentro de mí se liberó y me sentí plena por primera vez en la vida. Di la vuelta y ahí me encontré con el chico que había dado su vida por mi
-¿Estás bien Sana?
-¿Escuchaste todo?´
Él asintió levemente, parecía que había llorado hace poco, lo que menos quería era que él llorara por mi culpa
-¿Estas segura de que esto es lo correcto?- me preguntó temeroso
-Naozumi Kamura, Hayama Akito fue y será siempre mi primer amor, es la persona que me enseñó por primera vez lo que se sentía amar a alguien, me enseñó el dolor, el apoyo y siempre lo estimaré por eso, aunque ya no de la manera que tú crees. Hayama se ha ido, se fue en el momento en que acepté ser tu esposa, es lo que quiero para mi vida…Tú eres a quien quiero en mi vida, así que por favor, no vuelvas a dudar nunca de mi amor por ti.- Me abrazó como nunca antes y me reafirmó ese sentimiento, el de la libertad, el de haber elegido lo que mi corazón me pedía desde hace mucho.
Pasó uno de sus brazos por mis hombros y comenzamos a caminar a casa, acompañados de los hermosos colores pasteles que nos regalaba la bella ciudad de Nueva York, sabiendo que nuestros corazones…por fin eran uno.
