Bueno, esta es mi primera historia de esta parejita, espero les guste. Apenas es una pequeña introducción, los próximos capítulos serán mas largos y explicativos.
Se la dirigo especialmente a mi amiga loquita Sakura Gremory ^^ espero te guste *u*)b
Capítulo I
Alguien diferente
- Mamá, ¿Por qué lloras?
- No fue mi culpa, no fue culpa mía. Ella no debió huir.
- ¿De qué hablas? ¿Por qué estas llorando? Respóndeme, por favor.
- La culpa fue de él. Ese hombre… ese hombre fue quien la mató.
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Ciudad de Tokio, 11.30 a.m. vuela una bandada de palomas blancas.
- ¿Qué fue eso? ¿Otra vez el mismo sueño? –Llevando una mano a su frente.
En un barrio pobre apartado de la ciudad central, un joven de 15 años de edad se encontraba postrado en el suelo, sin ninguna posibilidad de poder levantarse por sí mismo. Vestía un pantalón largo y degastado y una remera gris de no haber sido lavada por años y su único patrimonio, un tarro para limosnas.
- Todos los días es la misma basura.
Las personas adineradas solían transitar por las calles del barrio, debido a que muchos para ir a sus trabajos debían pasar por allí. Sin embargo, había otros que se acercaban al lugar con la intención de adoptar niños y niñas desamparados, pero para algunos no corría la misma suerte. Quienes pasaban por delante del joven solo lo miraban con desprecio y se podían oír los balbuceos.
"Es un hombre grande, podría conseguirse un empleo" "Que joven mugriento, ni los niños se ven tan sucios" "A mí no me daría la cara para tener esa edad y estar mendigando" […]
- Basura de sociedad.
Él nunca miraba a los ojos a las personas que pasaban por allí, sabía que lo miraban de forma desagradable y quería evitar sufrir más. Los pocos días en los que conseguía el dinero suficiente para comer, crecía un poco más su fe en la humanidad pero no tardaba demasiado para volver a caer.
Pasaban las horas y en lugar de recibir una moneda se llevaba las miradas de desprecio de las personas. Tan solo dos mujeres se compadecieron pero no era suficiente para comprar comida.
- 10 centavos, mi suerte va mejorando, lo único que falta es que piensen que estoy loco por hablar solo. –Muy de vez en cuando alzaba su mirada al cielo, creyendo que la suerte caería del mismo.
"Desearía tener una compañía…"
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El clima era cálido y agradable, sin ninguna probabilidad de lluvia. El joven decidió que era mejor cerrar sus ojos para evitar el contacto visual con los "superiores" y encontrar su tranquilidad. Tras unos largos minutos ignorando por completo las palabras grotescas de la gente comienza a oír un canto que lo obliga a abrir sus ojos.
- ¿Pero qué? –Sorprendido- ¿Alguien está cantando? –Intenta concentrarse para deducir de donde provenía ese canto –Que fea voz tiene, perturbo mi tranquilidad.
El canto provenía de a unas cuadras de donde él se encontraba, pero no podía dirigirse hacia el lugar para callarla, que era lo que más quería.
Era tan solo una niña de 9 años de edad que se encontraba cantando a cambio de unas pocas monedas. Para su suerte, y aunque su voz no era del todo agradable, la gente que pasaba por allí se compadecía de ella por lo pequeña que era y dejaban una minúscula limosna sin detenerse a oírla.
- Gracias por su colaboración –Gritaba- A continuación, les cantare otra de mis canciones favoritas y les agradecería muchísimo si me ayudan con una moneda.
"Con esto que he ganado podre comprar pan para los dos"
La niña parecía alegre a pesar de su baja economía, sin mencionar que no contaba con un techo para dormir, pero aun así tenía los ánimos para cantar todas las canciones que fuesen necesarias e incluso todo el día.
- ¿Va a cantar todo el día? –Protestaba el muchacho- No solo debo soportar la mala cara de la gente sino también a esta mocosa que ladra –Suspiro- Definitivamente mi suerte va cambiando.
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La noche había llegado y la cantidad de personas que pasaban por allí se iba reduciendo. Las calles del barrio eran oscuras, no había suficientes focos para alumbrar todo el lugar pero afortunadamente donde él se encontraba estaba el único faro que alumbraba esa cuadra.
- Finalmente esa niña cerro la boca- Apoyo su cabeza contra el muro en señal de satisfacción –Ahora si podre descansar.
A los pocos segundos que había encontrado su paz, oye una dulce voz muy cerca de él.
- Traje el pan.
El joven abre sus ojos un poco fastidiado y confundido ya que no había nadie más que él ahí, pero basto con girar la mirada para darse cuenta que a quien le estaban hablando era a él.
- ¿Me estás hablando a mi? –En frente suyo había una niña preciosa, aunque sucia sujetando tres flautas de pan.
- ¿A quién mas podría estar hablándole? –Sonríe- Te traje pan para que comas.
La niña coloca la flauta en las piernas del muchacho sin que este le quitara la vista de encima.
- ¿Te conozco? –Pregunto con seriedad intentando no demostrar su asombro.
- Tu a mi no, pero yo a ti sí.
El abrió grande sus ojos mirando con inseguridad a la niña ya que no sabía cuáles eran sus pretensiones, aunque fuese muy pequeña no confiaba en los demás.
- ¿Por qué me has traído esto?
- Debes tener hambre –Se sienta a su lado- Estuve cantando todo el día para poder compartir el pan contigo.
- ¿Quién dijo que podías sentarte a mi lado? –Continuaba con su rostro serio, disimulando que en verdad estaba asombrado -¿Tú eras la que estuvo cantando?
La niña se quedo observándolo con dulzura, aun si él la trataba con indiferencia ella podía entenderlo perfectamente. No respondió a ninguna de las preguntas que le hacía, solo se digno a saciar su hambre. Sin pronunciar una palabra termina de comer lo que había ganado y se levanta para marcharse, pero antes el joven la retiene.
- ¿Por qué debería aceptar pan de una niña a quien no conozco?
Ella se detuvo, por unos segundos no respondió, pero no tuvo otra opción que dirigirse hacia el e intentar convencerlo de que podía confiar en ella.
- El pan no tiene nada, puedes comerlo tranquilo –Vuelve a sonreírle- Iré a dormir, mañana traeré mas, solo espérame.
- Oye, espera… -Intento detenerla pero la niña salió corriendo muy alegre hacia la otra cuadra desapareciendo en la oscuridad.
El aún estaba sorprendido y no entendía nada de lo que estaba sucediendo, ni siquiera pudo preguntarle su nombre. Tendría que guardarse sus dudas para cuando ella volviera, si en realidad iba a volver.
"¿Quién era esa niña?"
