Yo te protegeré

"Solo aquel marcado como el elegido podrá liberar a su gente de la maldición eterna. Solo cuando lo mortal desee entregarse a lo inmortal y lo inmortal desee entregarse a lo mortal se podrá romper el maleficio. El elegido deberá encontrar a su alma gemela que le esperara, reencarnación tras reencarnación, en el valle Gundam hasta que vuelvan a encontrarse antes del año del Dragón"

Año 125 A.D.



Año 1795 D.C. En tierras de Gundam.

Era una noche aparentemente tranquila en el poblado Gundam, pero esa noche cambiaría la vida de muchas personas sobretodo de la familia Maxwell.

Hacia varios años que sucedían extrañas desapariciones de jóvenes del poblado, la mayoría de la gente creía que se trataba de desapariciones sin relación aparente, solo los más osados se atrevían a asegurar que dichas desapariciones eran causadas por los amos de aquellos territorios.

A pesar de los años que estaban asentados en esas tierras, las gentes de Gundam, desconocían y desconfiaban de los señores de esas tierras. Una familia misteriosa que año tras año se veía envuelta en historias misteriosas y de secretismo acerca de sus miembros y sus comportamientos. Solo se conocía que llevaban cientos de años en el gran castillo del Norte de Gundam, apenas eran vistos por la gente del pueblo y las pocas veces que eran vistos eran por la noche y cerca del las tierras del castillo. Quien osaba acercarse al castillo podía oír a sus ocupantes en el interior, durante el día se podía apreciar a diferentes personas encargadas del mantenimiento y conservación del castillo y durante la noche los miembros del Clan hacían su vida siempre dentro de los muros del castillo.

Todo aquel que se atrevía a adentrarse dentro de los muros del castillo nunca volvía a salir de él.

Era una noche calurosa, de las últimas del verano, la cosecha ya estaba toda recogida, un grupo de jóvenes descansaban y conversaban cerca del río a las afueras del pueblo. El pueblo estaba prácticamente en silencio, ya la mayoría de sus gentes estaba ya descansando de la larga jornada de trabajo. En el río se podían oír las risas del grupo de amigos, jóvenes del pueblo entre los 16 y 20 años de edad.

-Ssssshhhhh, callad un momento – comentó Mitsui, un joven alto de pelo y ojos negros la noche y una hermosa sonrisa.

-¿Que ocurre? – preguntó extrañado un joven de larga cabellera castaña sujetada en una trenza y con unos peculiares ojos violetas.

-Ssssshhhhh, ¿no oís? – volvió a decir, más seriamente.

-Akira, ¿no lo oyes? ¿creo que viene del poblado? – le dijo a otro joven de pelo moreno hasta el hombro y unos ojos azules.

-Es verdad, no se distingue bien, parecen gritos, esto no me gusta.

-Dios Mitsui, Akira, hay fuego... se ve fuego en el poblado – dijo alarmado Duo.

-¿Qué estará pasando? – dijeron asustadas las hermanas gemelas Sashiro.

-Mitsui, Duo, volvamos, en el pueblo está pasando algo y a lo mejor nos necesitan, Ryota y Satoshi, quedaros con Miaka y Saori aquí, en cuanto sepamos que ocurre alguno de nosotros os vendrá ha avisar.

-De acuerdo ir pero no tardéis mucho, nosotros nos quedaremos con las chicas.

Los tres chicos corrían rápidamente hacia el poblado, cuanto más se acercaban podían escuchar los gritos desesperados de hombre, mujeres y niños. Al llegar al poblado no pudieron dar crédito a lo que sus ojos estaban contemplado. Gran parte de las casas estaban en llamas, habían numerosos cuerpos sin vidas esparcidos por el suelo, los hombres corrían de un lado al otro intentando ocultar a sus hijos y mujeres para que las sombras negras que acechaban a los habitantes no llegasen hacia ellos. Con horror, el grupo de jóvenes que hace unos instantes reían y conversaban animadamente, pudieron observar como sus casas y familiares eran masacrados sin piedad, ante tal escena dantesca no supieron como reaccionar, los minutos pasaban y parecía que nadie se deba cuenta de los espectadores involuntarios seguían absortos sin poder reaccionar. Una de esas sombras asesinas y sedientas de sangre se percató de los jóvenes y se acercó a ellos sin que se dieran cuenta y antes de poder llegar a ellos, justo en el momento que se abalanzaba hacia ellos se oyó un disparo.

-Duo, Mitsui, Akira, no os quedéis ahí parados – gritó un joven se sostenía una escopeta en las manos – ir a ayudar a los heridos e intentar esconder a las mujeres y a los niños.

-Tro... Trowa, ¿qué está ocurriendo? ¿Quiénes son esta gente? – dijo aterrado mirando al hombre tirado en el suelo que acababa de abatir el joven de ojos verdes.

-¡Alejaos de él, ahora! – gritó alarmado.

-Con terror pudieron comprobar como el presunto hombre muerto se volvía a levantar de suelo aparentemente ileso, después de haber recibido un disparo directo al corazón.

-Pero que demonios – grito Akira – este tipo tendría que estar muerto.

-Alejaros rápido, estos no son gente normal, ¡Duo cuidado! – alertó al trenzado viendo como la sombra de abalanzaba sobre el chico – no dejes que se te acerque y...

-Aaaahhhhhh!!!! – grito Duo al sentir como la sombra le desgarraba la camisa haciéndole una herida considerable en el pecho con la mano debido a las uñas largas y afiladas que poseía ese ser.

-No dejes que te muerda, Duo, la sangre le atrae – grito Trowa que apuntaba al ser con su escopeta pero no se atrevía a disparar por miedo a herir a Duo debido al forcejeo que tenía con ese extraño ser.

-Akira, Mitsui, apartaros de ellos, volver a vuestras casas para comprobar si hay supervivientes, buscar armas y munición.

-Pero estos tipos no les hacen nada las balas – dijeron asustados.

-Dispararles a la cabeza, es la única solución y sobretodo no dejéis que os muerdan, sino estaréis acabados, rápido moveros.

-Trowa, por Dios dispara ya – dijo desesperado, las fuerzas le estaban abandonando – no puedo más Trowa, ¿qué son estos tipos?, tienen..., tienen.

-Duo a un lado – gritó viendo como Duo empujaba a ese ser.

Una vez fuera del campo de tiro Trowa disparó un tiro certero en la cabeza haciendo que cayera muerto al instante.

-¿Qué demonios son? – preguntó desconcertado acercándose a ese hombre que iba cubierto con una capa negra con capucho que ocultaba su rostro.

-No sé que son pero si sé que no son personas normales.

-Llevan el emblema del castillo Yui – se acercó y retiró la capucha para observar el rostro de su atacante – no lo conozco – dijo mirándole.

-Aparecieron de la nada y cuando nos quisimos dar cuenta ya estaban matando a todo el mundo, los atacan primero dejándolos indefensos y antes de matarlos los muerden y les absorben toda la sangre – comentó Trowa.

-Me estas diciendo que son vampiros, pensaba que eran cuentos para asustar a los niños.

-No sé si serán cuentos o no, ni si son auténticos vampiros, lo único que se es lo que he visto.

Los gritos aún se seguían oyendo por el pueblo pero ahora se podían apreciar también los gritos exaltados de los hombres junto con los disparos de sus armas.

-Trowa, ¿donde están mis padres? ¿los has visto? ¿están bien? – preguntó preocupado.

-Duo, no sé donde están no pude llegar a tu casa, cuando iba hacia allí os encontré a vosotros.

-Por Dios, tengo que ayudarles – grito saliendo corriendo hacia su casa.

-Duo espera, estas desarmado – le gritó pero Duo no le hizo caso.

Duo corrió todo lo que le dieron sus piernas, podía ver como en las casas vecinas sombras a través de las ventanas atacaban a los propietarios de estas, los gritos de oían por todas partes, mientras corría pudo distinguir a las pequeñas Ayaka y Yuiren muertas en la entrada de su casa aparentemente desangradas, un poco más lejos de las pequeñas estaba el cuerpo sin vida de la madre de las niñas Shuira y el padre Touya muertos degollados en el suelo, todo rea horrible y en la mente de Duo rezaba que no les hubiera pasado nada a sus padres y hermanos.

Tan solo falta unos metros para llegar a su casa, pudo distinguir unas sombras que corrían dentro de ella, y el sollozo de su hermana Ayako y la voz desesperada de su madre Aya de pronto los gritos de dejaron de oír.

Había fuego que provenía de la cocina, el suelo de salón estaba manchado de sangre y los grito desesperados de su madre y hermanos se oían en el piso de arriba, con miedo se adentró a la casa revisando con la mirada casa estancia de su casa, el corazón le latía a cien por hora, aún sangraba por el pecho, llevaba la camisa rota y sucia debido a la pelea anterior, también estaba sudando y gran parte de los mechones de su larga trenza se habían soltado de su agarre. Estaba asustado pero aparentaba una seguridad y valor que no tenía. Sin perder más tiempo subió lentamente por las escaleras.

-Padre, madre, Ayako, Shura – dijo temeroso, una vez arriba en la planta alta supo ver un rastro de sangre que llegaba al cuarto de su hermano mayor Shura, con indecisión abrió la puerta para buscar a su familia.

-¡Shura! – gritó desesperado al ver a su hermano tendido boca a bajo en un pequeño charco de sangre, inmóvil, al darle la vuelta – Shura abre los ojos, por favor – rogaba mientras zarandeaba suavemente a su hermano – ¡¡¡¡¡¡Nooooooooo!!!!!!!!! – comenzó a llorar desesperado, un poco más lejos se encontraba de su padre, tirado junto la ventana con un cuchillo en la mano para defenderse, cosa que no le ayudó mucho ya que estaba muerto igual que su hermano. Duo lloraba desconsolado, no podía creer lo que estaba pasando, tan solo unas horas antes todo estaba tranquilo y se había despedido de sus padres con la promesa de volver pronto a casa para por descansar lo suficiente para mañana, que sería un día de trabajo duro y ahora todo era caos, sangre y muerte por donde mirases, por todo el pueblo se reconocían los gritos desgarradores y los disparos y el olor a sangre y muerte se hacían cada vez más presentes.

A su pesar tubo que dejar el cuerpo sin vida de su hermano para levantarse y buscar a su madre y hermana, salió de la habitación para dirigirse a la de sus padres, la puerta estaba abierta al entrar vio la cama de su madre manchada de sangre, la cómoda con la lámpara estaban tiradas en el suelo, las cortinas estaban arrancadas y habían unas huellas de manos manchadas de sangre que se deslizaban desde el borde de la cama hasta la pared bajando por ella hasta el suelo, donde se ocultaba a la vista por la cama desde la posición de Duo que se encontraba estático en el marco de la puerta. Con miedo se acerco hasta ese lado de la cama descubriendo en el suelo el cuerpo de su madre que abrazaba a su pequeña hermana que parecía dormida en sus brazos.

-Ma... mama – susurró con temor a descubrir que también había perdido a su madre y hermana – mama soy Duo, abre los ojos. Por favor – suplicaba mientras se acercaba- Ayako, princesa soy yo Duo, he venido a buscarte, para dar un paseo, ¿no quieres venir conmigo? – movió levemente a su hermana sin conseguir respuesta de la pequeña, allí junto a su hermana una viva imagen del joven versión femenina yacía agarrada a su madre también inmóvil – Ayako venga no seas gandula, levanta, snif, snif, venga levanta que cojeras frío en el suelo y te enfermarás y harás que mama también enferme – lloraba desconsolado – princesa abre los ojos – le acarició la mejilla fría – Nnnnooooooooooo, no puede ser, tu también nooooooo. ¡¡¡¡¡Madre por favor abre loa ojos, no me dejéis solo, nooooo por Dios, madreeeeee!!!!!!!

-Duo – se oyó la voz débil de su madre – eres tú mi niño.

-Madre, ¿estás bien? – la ayudó a recostarse - ¿qué ha pasado? Yo...

-Ssshhhhh, tranquilo pequeño, ya paso.

-Pero padre y Shura, snif.

-Lo sé cariño, nos defendieron hasta el final.

-Pero, yo... debería haber estado aquí...

-No mi amor cof cof, - intentaba hablar pero la tos le dificultaba - doy gracias al Señor que no estuvieras. Ahora lo importante es que huyas... cof cof

-Huir, no pienso huir, no hasta que acabe con quien ha hecho esto – dijo lleno de rabia.

-No mi amor, escúchame, no me queda mucho tiempo...

-No digas eso madre – interrumpió – te pondrás bien, iré a buscar a alguien y...

-No Duo no hay tiempo para eso, escúchame bien, los del Clan Yui no nos han atacado porque si, ellos buscan a alguien especial que vive en nuestro pueblo.

-¿Quién? – preguntó extrañado sin poder dejar de llorar.

-Tienes que huir Duo, no me queda mucho tiempo cof para explicártelo todo cof, escapa lejos, márchate de aquí, no intentes quedarte para ayudar a los demás, hazme caso, eres demasiado valioso para que te encuentren.

-¿A mi? ¿Pero porque yo? – preguntaba inquieto, notaba como la vida de su madre se le escapaba lentamente- Madre... háblame, no cierres los ojos.

-Duo mi amor, yo... huye, cuando todo esté tranquilo después, dentro meses busca el libro del ángel negro, allí encontrarás... la verdad, tú verdad, pero ahora huye, no mires atrás, sal del pueblo rápido, no tardarán el volver.

-Pero no puedo dejarte así, la casa está ardiendo, tengo que sacaros de aquí.

-No mi niño, déjanos aquí, esta es nuestra casa, aquí hemos sido felices y aquí queremos seguir estando juntos... solo una cosa más mi amor..., no te encierres en tu odio..., tú eres bondadoso y dulce..., no dejes que lo de hoy... te derrumbe, sigue siendo tu mismo, nosotros siempre estaremos contigo a tu lado y en tu corazón... Cuídate mucho hijo mío, recuerda que eres especial, siempre lo has sido y siempre lo serás...

-No te entiendo madre, no a que te refieres yo...

-Sé que ahora no lo entiendes pero lo entenderás, márchate rápido, prométemelo que te marcharás ahora

-Pero madre...

-Prométemelo hijo, sino no moriré en paz y no me podré reunir con tu padre y hermanos

-Snif, snif... te lo prometo, madre.

-Gracias hijo ahora ve – las fuerzas de Aya la habían abandonado.

-Madreeee – lloraba – nooooooooooo.

Un sonido en la parte de abajo le alertó, alguien había entrado a su casa, el humo del fuego había llegado ya a la planta de arriba y el calor del fuego comenzaba a dificultarle la respiración, con gran dolor se separó del cuerpo ya sin vida de su madre y tras besar a su madre y hermana como despedido de acercó a la ventaba para deslizarse por ella como en numerosas ocasiones había hecho en el pasado pero ahora sería la última vez. Cumpliría la promesa a su madre, se iría del poblado, antes de saltar se acercó a la cómoda que estaba tirada en el suelo y del último de los cajones sacó un pequeño bolso donde había el dinero que sus padres ahorraban para ocasiones especiales, una vez un su poder, recogió un poco de ropa metiéndola dentro de un fardo u se deslizó por la fachada de su casa para dirigirse al establo para coger a su yegua Shinigami. Antes de partir se volvió hacia lo que hacía pocas horas era su hogar y su familia y vio con pesar como las llamas iban consumiendo rápidamente la casa de madera que sus abuelos construyeron hace tiempo. Sin tiempo que perder monto a su yegua negra como la noche y se perdió en la oscuridad hacia el bosque sin perder más tiempo, atrás dejaba su vida, su familia y todo aquello que alguna vez le importó.



Corría a más no poder, una vez fuera del poblado pudo respirar más o menos tranquilo, aún no podía asimilar lo que había ocurrido, de ser una familia numerosa a ser huérfano, se sentía morir pero quería cumplir la promesa que le había hecho a su madre.

Estaba sudado y sentía su garganta seca, a unos metros de donde estaba pudo divisar en medio de la noche el río que rodeaba al poblado, sin pensar detuvo a Shinigami para asearse y beber un poco de agua para luego marchar definitivamente de las tierras de Gundam.

Durante varios minutos se estuvo limpiando la herida del pecho y los rastros de sangre de su familia, estaba bebiendo agua cuando no muy lejos de allí pudo escuchar la conversación exaltada de varias personas. Parecía que estaban discutiendo por algo, se reconocía la voz de varios hombres y una mujer, también pudo reconocer el llanto de un beber. Pese a la recomendación de su madre quiso acercarse para ayudar.

Se acercó con mucho cuidado y sin hacer ruido, al estar junto los arbustos que le tapaba la vista vio a los tres hombres que agredían a un cuarto que intentaba proteger a la que sería su mujer y a su bebé. No se les podía ver bien el rostro por lo que no reconoció a los atacantes ni a los atacados pero si pudo reconocer la capucha que cubría a los atacantes como la misma que el ser aquel que atacó a su familia, en un momento dado dos de los atacantes de lanzaron sobre el padre de familia, viendo como peleaban y se agredían mutuamente, el tercer hombre se abalanzó sobre la mujer. Sin pensarlo dos veces Duo salió de su escondite para ayudar a la mujer que intentaba proteger a su bebé. Duo se lanzó a la espalda del hombre logrando que cayera por la sorpresa inicial, con temor se dio cuenta como el hombre desprovisto de la capucha que le ocultaba el rostro, mostraba furiosamente sus colmillos manchados de sangre, rápidamente Duo de levantó del suelo para ir a socorrer a la mujer que yacía en el suelo, estaba herida, tenía un corte en el cuello profundo por el cual sangraba abundantemente, sin pensarlo sacó un pañuelo que tenía en el bolsillo para tapar la herida de la mujer, al acercarse a ella, la mujer retrocedió instintivamente sujetando contra su pecho a su pequeño.

-No tranquilo, no le voy hacer daño, me llamo Duo y soy del pueblo Gundam, mi gente también a sido atacada por estos seres – dijo con tristeza volviendo a ofrecer su pañuelo – tiene que presionar para evitar que la sangre siga saliendo, está perdiendo mucha sangre.

-No te preocupes por mí, joven, mi bebé tienes que salvar a mi bebé – dijo asustada – ¡Cuidado! – grito para advertir que su agresor se lanzaba de nuevo hacia ellos.

Al ver que ese ser se volvía hacia ellos se puso en medio para evitar que golpeara a la mujer, recibiendo un fuerte golpe que le tumbó junto a la joven madre con su pequeño.

-Maldito parásito – gruñó el hombre – métete en tus asuntos, más te vale que te preocupes por tu vida, jeje, en cuanto acabemos con la Dama Yui y su esposo, el siguiente serás tú, tú serás el postre perfecto, seguro que tienes una sangre muy dulce – dijo relamiéndose.

-No dejaré que mates a esta familia como lo habéis hecho con la mía – dijo conteniendo las lágrimas.

-¡Heero! – gritó la mujer al ver que a su esposo le habían apuñalando en el estómago con un cuchillo brillante – ¡¡¡¡Nooooooo!!!!.

Duo se giró para ver como el hombre llamado Heero caía sujetándose el estómago mientras los atacantes se reían de él, el otro atacante después de levantarse del suelo tras chocar Duo se volvió para atacar de nuevo.

-¡Chico! – gritó la mujer que yacía en el suelo – coge esto – le dijo lanzándole un cuchillo – ¡clávaselo en el corazón! – le ordenó.

Duo sin perder tiempo cogió el cuchillo y en el momento que se abalanzaba sobre la mujer, se interpone para asestarle una puñalada certera. En cuanto el cuchillo se introdujo dentro del pecho del ser, escuchó como aullaba de dolor y vio como caía muerto y al instante vio como su cuerpo ardía como la tea.

-¿Cómo ha pasado eso? – preguntó asustado por lo que acababa de ver.

-Mi marido, por favor ayuda a mi marido – pidió a Duo.

Al darse la vuelta vio como entre los dos hombres sujetaban al esposo de la mujer para poder pegarle con más eficacia, cogió el cuchillo que había caído al suelo y se dirigió a ayudar al hombre. A pesar de estar herido podía defenderse de sus atacantes, sus fuerzas se le acababan y estaba perdiendo mucha sangre, en un momento dado vio como el joven trenzado se acercaba a unos de los atacantes para apuñalarlo. Al estar distraído Heero recibió una puñalada muy cerca del corazón, cayendo al suelo sujetándose el pecho, Duo pudo acabar con el otro atacante y Heero antes de caer había conseguido acabar con el otro atacante, el cuerpo del atacante que mató Duo se quemó como el anterior pero el otro no debido a que el puñal con el que había sido atacado no era de plata como el que había recibido Heero en su pecho, no era letal por la composición de la plata pero al ser enterrado en el corazón se aseguraba que fuera una herida mortal para esos vampiros, cosa que descubrió Duo tras contárselo a la mujer.

Con mucho cuidado la mujer se acercó con dificultad con su hijo en brazos hasta su marido que yacía inmóvil en el suelo, respirado entrecortadamente.

-Heero mi amor – le llamó asustada.

-Yuiren, cof, cof, ¿cómo está Júnior? ¿está herido? Preguntó asustado al oír como lloraba desconsolado su bebé.

-No hables cariño, descansa, He-chan está bien, tú...

-Shhhh, tranquila, ¿estás herida? – dijo preocupado al ver la sangre de su cuello.

-Estoy bien, tenemos que regresar al castillo.

-No puedo..., ya no me queda tiempo Yuiren, vete de aquí..., llévate a Júnior, tenéis que escapar, gran parte... gran parte... de la familia busca a Júnior para matarlo, debes marcharte, yo... no me queda tiempo...

-No me voy a ir sin ti... nosotros cuidaremos de He-chan.

-Perdona que interrumpa, pero deberían salir de aquí, pueden volver enseguida.

-Tú - habló a duras penas Heero a Duo - ¿quien eres?

-Soy Duo del poblado Gundam, señor.

-¿Sabes quienes somos, chico? – preguntó.

-No señor yo... huída del poblado y escuche sus voces entonces...

-No debiste involucrarte, chico, márchate antes de que sea demasiado tarde. Yui... Yuiren... yo... lo siento no voy a poder... pretejerte... te quiero... yo...

-Shhhhhh, no hables – lloraba desconsolada te pondrás bien – acércate, bebe de mí así recuperaras fuerzas.

-No, no lo are, tienes que huir, He-chan depende de ti – hablo con apenas voz.

-No te dejaré hazlo, por favor, no podré seguir sin ti. Ven acércate – acercó a su marido para acercárselo al cuello mientras con el otro brazo sujetaba al bebé.

Duo no daba crédito a lo que veía, con las prisas y los nervios no había reparado en el aspecto de del joven matrimonio. Era vampiros igual que los que habían atacado a su pueblo, allí en el suelo se encontraba el marido casi muerto bebiendo de la sangre de su cuello para poder reponer fuerzas. Un sin fin de preguntas se le acumularon en la mente. ¿Porque no le habían atacado como los otros? ¿Porque la misma familia quería matar a ese matrimonio? ¿Quiénes eran en realidad?.

-No Heero, no te duermas – lloraba la mujer que sujetaba la cabeza de su marido sobre su cuello – sigue bebiendo, no te detengas, tienes que recuperarte, háblame.

-Señora, creo que... su marido...

-¡No! El no puede estar muerto, no me puede dejar sola – lloraba.

Duo se acercó al hombre para comprobar su pulso y comprobó que había dejado de latir.

-Está muerto, lo... lo siento – agachó la mirada llena de lágrimas.

-Noooooooooooo, Heeeeeeeeeerrrrrrrrrrroooooooooooooooo

Sin darse cuenta de la nada apareció otra sombra.

-¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Muereeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!! – gritó la sombra con una espada en la mano.

-Noooooooooooo – interpuso el cuerpo de la mujer para evitar que lastimara a su bebé y a Duo recibiendo ella la estocada mortal en el pecho.

-Nooooooo – gritó Duo, lanzando a la sombra tras propinarle una apuñalada con el cuchillo de plata que mató en el acto al vampiro.

-Señora Yuiren – corrió a ayudar a la mujer vampiro que a duras penas podía sujetar al pequeño –Lo siento Duo, cof, cof... creo que te hemos metido en un problema, tengo que pedirte un favor...

-De que se trata – preguntó preocupado.

-Sé lo que estas pensando, seguramente tú poblado ha sido atacado por mi gente, lo siento, cof,cof.

-No se esfuerce – le dijo con miedo a acercarse a ella – iré a buscar ayuda.

-¡No! – le cogió de la muñeca, pero al notar como se tensaba Duo le soltó de inmediato – no te voy hacer daño, no todos somos iguales, mi marido y yo nunca quisimos que esto, cof, cof, sucediera, cof, cof, por eso... por eso... Cuida de mi niño, trátalo como un bebé normal, así no tendréis problemas, por favor, es muy... – intentó hablar pero la herida grave que recibió le estaba quitando la vida.

-Señora – se acercó para sujetarla para que no golpeara al caer – abra los ojos – el bebé no dejaba de llorar y Duo se vio obligado a cogerlo en brazos para que no se le cayera al suelo.

-Por favor – dijo sin fuerzas – cuida a Heero, no dejes que lo maten, cof, cof, él... él es la clave para... para la salvación – dijo cayendo muerta en los brazos de Duo.

-Señora, señora Yuiren – la sacudía suavemente – abra los ojos, no puede morir, no sé que hacer con un bebé.

Duo se quedó mirando el bebé, extrañamente el bebé dejó de llorar y miraba fijamente a Duo.

-¿Qué voy hacer contigo, bebé? – dijo seriamente pero al final se le escapó una sonrisa – el bebé al verlo alzó los bracitos con intención de alcanzar la cara de Duo - ¿Sabes que eres muy bonito para ser...? – le habló como si lo entendiera.

-Gugugu – hizo el intento de responder el bebé.

-Creo que nos hemos quedado solo los dos, Heero. Ese es tu nombre, ¿verdad?.

-Gugugugugug – volvió a balbucear sonriendo.

-Bien He-cha, así te llamaba tu mama. Será mejor que nos vayamos antes de que alguien nos encuentre, pero antes pondré al menos a tus padres junto, ya que no tenemos tiempo de enterrarlos.

Puso a He-chan en un lugar seguro cerca de un árbol donde pondría a sus padres, con un poco de esfuerzo pudo llevar el cuerpo sin vida del padre de He-chan, estirándolo bajo el árbol cruzándole los brazos a la altura del pecho, con la madre de He-chan, Yuiren, también hizo lo mismo, les acomodó la ropa lo mejor que pudo y con las capas que llevaba los fallecidos los cubrió para después poner un pequeño ramillete de flores silvestre sobre cada cuerpo.

Durante todo el proceso el pequeño He-chan no quitó ojo sobre lo que hacía Duo. Para ser tan solo un bebé, se comportaba como si comprendiera lo que estaba ocurriendo.

Sin perder más tiempo, recogió a He-chan y fue a recoger a su yegua para salir enseguida. Estuvo cabalgando durante toda la noche, faltaba poco para el amanecer y hacía varias horas que habían dejado a tras las tierras de Gundam.



Heero iba entre los brazos de Duo, durante todo el viaje fue despierto pero muy tranquilo, pero de pronto comenzó a llorar y a ponerse intranquilo.

-¿Qué te ocurre He-chan? ¿Tienes hambre?.

-Gugugugug.

-Falta poco para que amanezca, tenemos que buscar un sitio para descansar.

-Guguggugugg.

-No te muevas tanto que te caerás – intentó tranquilizar al bebé.

-Gugugugug. Buaaaaaaaaaaaaaa buaaaaaaaaaaaaaaa – se puso a llorar.

-Sssshhhh, eaeaeaeaea, no llores, ¿tienes hambre?.

-Buaaaaaaa – lloraba desconsolado, pero negó con la cabeza.

-Eres muy listo, eso no es normal en un bebé ¿Tienes frío?.

-Guguguggu – volvió a negar con la cabecita.

-¿Te duele algo? – preguntó preocupado.

-Gugugugu – negó otra vez

-No sé que te pasa, esperé a que salga el Sol y buscaré ayuda.

-Buuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaa buuuuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaa – lloró más fuerte.

-¿Qué pasa no quieres que busque ayuda.

-Gugugugug

-Con la luz del Sol será más... – el llanto interrumpió lo que estaba diciendo - ¿qué pasa no te gusta la luz?

-Buaaaaaaaaaa buaaaaaaaaaaa – negó de nuevo.

-Así que es eso, ufff esto me va a costar, no te gusta la luz pero eso... O Dios, ahora caigo que baka he sido, como no me di cuenta antes – detuvo el caballo – eres un vampiro y por lo que sé, no te puede dar la luz del Sol, lo siento bebé – dijo preocupado.

-Gugugugu – se calmó e intentó sonreír para no preocupar más al trenzado.

-Tengo que buscar un sitio para esconderte del Sol, solo falta una hora para que amanezca. Shinigami, corre.

-Gugugug – se aferró a la camisa de Duo para no caerse.

Duo se adentró dentro de un bosque que rodeaba la falda de unas montañas, el nerviosismo se estaba apoderando de él, llevaba ya rato buscando algún sito para poder guarecerse del Sol y no encontraba nada.

-Guguggg - empezó de nuevo a balbucear He-chan.

-¿Qué me quieres decir pequeño? – intento entender lo que decía el pequeño vampiro.

-Guguguguhuhaagu – levantó su cabeza del pecho de Duo para mirar hacia el camino – guaggugugu – agitó su manita para señalar hacia una dirección.

-¿Hacia allí quieres que vayamos? – preguntó curioso.

-Guguguauhuguua – balbuceó sonriendo.

-Bien, no se como lo sabes pero me fiaré de ti.

A uno quinientos metros de distancia siguiendo un pequeño sendero que se adentraba dentro del bosque, Duo vio con sorpresa detrás delo que parecía una pared rocosa sin salida, se escondía una vieja cabaña abandonada.

Tenía la apariencia de que llevaba muchos años abandonada, no era muy grande mirando de frente se veía la puerta de entrada medio rota por los años y unas ventanas con porticones, una a cada lado de la puerta, la cabaña estaba pegada a la pared rocosa de la montaña por la parte de atrás, en el lado izquierdo de la cabaña habían dos tinas de agua donde seguramente se guardaría el agua, por el lado derecho se apreciaba otra ventana más con su porticón y una leñera con algunos leños aún cortados.

Shinigami se detuvo delante de la puerta de la cabaña para que Duo pudiese bajar con He-chan en brazos. Con un poco de miedo abrió la puerta dando un salto hacia atrás al ver salir un ave sin aviso del interior de esta, llevándose un gran susto. Una vez en su interior vio que la cabaña tenía dos puertas y un pequeño salón donde en una de las esquinas había una chimenea donde seguramente se podría cocinar. Con pasos firmes se dirigió a la puerta de la izquierda encontrándose con una vieja bañera y un pequeño mueble en forma de lavabo y varias repisas, luego se dirigió a la puerta de la derecha comprobando que se trataba de un dormitorio con una cama vieja pero bastante amplia y una pequeña cómoda.

La cabaña esta bastante sucia pero parecía confortable, Duo al ver que pronto saldría en Sol se dirigió hacia las ventanas para cerrarlas y cerró también la puerta, se dirigió de nuevo al dormitorio para adecentar al menos por ese día la cama donde descansarían del viaje y se protegería del Sol al pequeño Heero.

Con cuidado dejó al bebé sobre el fardo donde llevaba sus cosas, para dirigirse hacia la cama para retirar las viejas colchas para sacudir el colchón y las colchas para poderlas usar al menos por esta noche, luego se encargaría de lavarlas y asear la cabaña decentemente. Pero por hoy le valdría como estaba. Una vez adecentada más o menos la cama, se dirigió hacia He-chan para cogerlo en brazos y llevarlo a la cama. Con cuidado le retiró una pequeña mantita con el emblema del Castillo para ver si necesitaba asearlo, debajo de la mantita He-chan iba vestido con una camisola que le llegaba hasta las piernecitas que las tenía desnudas y debajo de esta llevaba el pañal.

-Bueno – dijo sonriendo al He-chan – creo que te tengo que agradecer que hayas encontrado esta cabaña, eres increíble, tienes unos poderes, por así llamarlos increíbles. Esta noche o mejor este día lo pasaremos aquí, por la noche, daré una vuelta para ver si encuentro un poblado cerca para comprar provisiones y lo que nos pueda hacer falta. Primero veremos si te hace falta un baño antes de dormir – no miró sonriendo revisando si el pañal tenía regalito –

Vaya, vaya, creo que sí, ¡buag!, quédate quietecito, voy a ver si encuentro agua para lavarte, ¿vale?.

-Guauaugugug – sonrió alegre.

-Si, si ríete, a mi no me hace gracia. No te muevas. – dijo aparentando enfado.

Duo salió fuera de la cabaña, el Sol ya había salido y hacía un día precioso, se dirigió hacia donde había visto unos barriles de agua pero por desgracia estaban vacíos, cerca de los barriles encontró varios cubos que los cogió para ir a buscar agua. La verdad es que no sabía donde encontrarla, todo era silencio a excepción de los pajarillos madrugadores, se quedo escuchando su canto cuanto reconoció el murmullo del agua al caer no muy lejos de allí, así que con un cubo en cada mano se dirigió hacia donde oía el agua.

Se trataba de una fuente natural que frotaba a unos dos metros del duelo creando una pequeña cascada que corría hacia el interior del bosque. Sin perder más tiempo recogió un poco de agua y se dirigió de nuevo hacia la cabaña. Cuando entro de nuevo a la habitación se encontró a He-chan jugando con sus propios pies.

-Así me gusta- dijo sin poder contener la risa – veo que eres un niño muy obediente, eso me gusta. He encontrado agua, está un poco fría pero por hoy te tendrá que servir, ahora hay que lavarte – anunció – vamos a ver – dijo retirándole la camisola y el pañal, que lo dejó al lado del suelo – vaya, vaya, para ser un bebé estás muy bien equipado – bromeó Duo – jajaja, no me digas que tienes vergüenza – se rió al darse cuenta que He-chan se ponía rojo y cerraba sus piernecitas – esto si que no me lo esperaba, ven – lo cogió en brazos para ponerlo en el borde de la cama para estar más cerca del cubo.

Con cuidado cogió una pequeña gamuza que tenía entre sus cosas y la utilizó para limpiar al bebé, una vez limpio se cambió la camisa rota que aún llevaba, se quitó los pantalones y se dispuso a dormir con el bebé a su lado.

El resto del día lo pasaron durmiendo, a la noche Duo se dedicó a limpiar la cabaña y hacer los arreglos más urgentes. Siempre estaba pendiente de He- chan que se pasaba el día mirándole lo que hacía y balbuceando y riendo. Todo parecía que iba bien, probó de alimentarlo como los bebés normales y parecía que iba bien pero al cabo de varios días notó como He-cha perdía energías y se pasaba el día durmiendo, eso asustó a Duo. Esa misma noche cogió a He-chan y tras envolverlo en su mantita se dirigió al pueblo que descubrió por casualidad el día anterior.

Una vez en el pueblo buscó a un médico pero al ser altas horas de la noche no le fue muy fácil, Por suerte pudo dar con él al cabo de una hora.

Tubo que decir que era su hijo y que su esposa había muerto a causa del parto para no levantar sospechas, le confesó que vivía en la vieja cabaña del bosque y que hacía varios días que había llegado. Contrario a lo que pensó en un momento, el anciano médico del pueblo se portó muy amable con él, le explicó que la cabaña le pertenecía la viejo Yatsuho que había muerto hace varios años y que después de él nadie volvió a vivir allí por lo que podía quedarse en esa cabaña todo el tiempo que quisiera, la misma mujer del doctor se ofreció a ayudar en todo lo que pudiera para facilitar criar al pequeño. Tras revisar al pequeño, le informó a Duo que padecía anemia seguramente debido a una mala alimentación. Duo tubo una pequeña charla con la esposa del médico de como tenía que alimentar y cuidar al pequeño.

-Muchas gracia señora Katsugiro, ha sido muy amable conmigo y He-chan – le agradeció – pero no es necesario que me dé todo esto – dijo mirando las bolsas con todo tipo de cosas para bebé, biberones, pañales, ropa... – yo lo podría haber comprado mañana.

-No te preocupes Duo, esto era de mi nieto, pero ya no está aquí, así que es mejor que tu le des utilidad – le comentó la señora Katsugiro – además tu tienes que cuidar de tu pequeñín.

-Si gracias no se como agradecérselo, se lo pagaré en cuanto tenga trabajo- se ofreció Duo.

-No es necesario, conque He-chan se ponga bien me doy por pagada – le dijo sonriendo.

-Bien joven Duo – dijo el señor Katsugiro, haz lo que te he dicho, que no se salte las tomas de biberón y dale estas gotas, si ves que en varios días sigue igual me lo traes enseguida, ¿de acuerdo?.

-Sí señor así lo haré y muchas gracias de corazón – se despidió Duo dando un abrazo a la señora Katsugiro y un apretón de manos al doctor.

-Cuídate Duo y ya sabes si necesitas algo solo tienes que avisarme.

Había regresado ya a la cabaña y no estaba muy tranquilo la falta de alimento especifico de He-chan le podía hacer enfermar gravemente, tenía que hacer algo y rápido.

En esos momentos estaba dormido como el día anterior, lo puso en la cama mientras preparaba el biberón con las vitaminas. En el fondo sabía que esas vitaminas no le haría nada ya que He-chan era un bebé especial y lo que realmente le hacía falta no era eso, con decisión cogió el biberón lo lleno de lecho por la mitad y lo puso sobre la mesa del comedor, fue hacia la cocina donde guardaba los utensilios de cocina y cogió un cuchillo y regreso a la mesa, tras pensarlo unos segundos cogió el cuchillo y se cortó en la muñeca para hacer correr su sangre para llenar el resto del biberón, una vez lleno se vendo la muñeca para dejar de sangrar y por un ligero mareo se dirigió con el biberón para la habitación donde dormía su bebé.

-He-chan, despierta – le balanceó suavemente para despertarlo – es hora de tu biberón – le susurró mientras lo cogía en brazos.

-Guguagugug – protestó al no querer despertar.

-No seas malo, sino vas hacer que me enfade – se apoyo sobre el cabezal de la cama para dar el biberón al pequeño.

He-chan se revolvió negándose a abrir la boca no quería comer pero Duo le forzó a abrir la boca para meterle el biberón a la fuerza.

-Buaaaaaa buaaaaaaaa – empezó a llorar pero al notar el sabor diferente de ese biberón se cayó y comenzó a comer con ansia.

-Ves mi niño – sonrió Duo al ver lo hambriento que estaba – ¿a qué ahora sabe mejor?, no dejaré que te pase nada, si es necesario te alimentaré con mi propia sangre.

Una vez que se lo bebió todo, ambos se quedaron dormidos. Gracias a los cuidados y sobretodo a los biberones especiales de Duo, He-chan se recuperó rápidamente. Volviendo a ser el bebé risueño y alegre que había sido. El problema era que Duo no podía seguir perdiendo sangre como lo hacía, si seguía así acabaría poniéndose él mismo enfermo, por lo que optó en obtener la sangre que necesita su bebé de los animales que cazaba para comer.

Duo consiguió trabajo gracias a los Katsugiro, le había encargado ser el herbolario del pueblo, tendría que recolectar y sembrar las hierbas medicinales que necesita Katsugiro para sus recetas en su consulta. La señora Katsugiro le hacía visitas de vez en cuando para ver como estaba el bebé y para traerle cosas que pudiera necesitar.

Los días pasaron rápidos, los días en semanas, las semanas, en meses así hasta los siete que llevaban allí, Duo pensaba que por fin podía vivir en paz borrando los recuerdos dolorosos del pasado, lo único que le importaba ahora era el bienestar de Heero y sus amigos el matrimonio Katsugiro. En el pueblo ya era conocido por casi todos, a algunos les agradaba pero a otros no, más de una vez tubo que salir el señor Katsugiro en su defensa. En el pueblo había un grupo de jóvenes que no veían con buenos ojos a Duo y al He- chan, a pesar de saber que era un bebé intuían que no era normal.

He-chan crecía como cualquier bebé normal lo único extraño que noto fue que cuando las defensas se debilitaban por el bajo valor nutritivo que le aportaba la sangre de animales y le daba de la suya para contrarrestar el efecto, notaba como He-chan parecía que creciese más rápido incluso notó que comprendía más de lo que un bebé de su tiempo haría. También un día por casualidad, mientras hacía la cena de ese día, en un despiste se cortó en un dedo, al verlo He-chan se puso a llorar, en un principio pensó que sería por la presencia de la sangre, decidiendo que se la daría a He-chan para no desperdiciarla pero con asombro descubrió que en vez de chupar para extraer más sangre, vio como la saliva de He-chan le cerraba la herida. Desde entonces cada vez que se hacía una herida He-chan se la curaba tan solo con su saliva.

A parte de todo eso los meses fueron pasando sin nada inusual hasta que un día dos años después de haber llegado a aquellas tierras.

Hacía varios días que llovía de una manera poco usual, en el poblado los habitantes se vieron obligados a refugiarse en sus casas, Duo como los demás tuvo que refugiarse en la cabaña, debido a las lluvias intensas, no pudo salir a cazar en una semana cosa que provocó que el pequeño He-chan de poco más de dos años no pudiera obtener la dosis de sangre animal que necesitaba para mantenerse saludable. Duo intentó contrarrestar la falta de sangre con alimentos con altas proteínas, pero no estaba dando resultado, He-chan estaba enfermando como la última vez pero ahora la situación empeoraba, llevaba demasiados días sin alimentarlo bien y Duo no se encontraba bien, hacía dos días que estaba enfermo con algo de fiebre debido a que salió al bosque para cazar en un intento desesperado exponiéndose durante dos horas al torrente de lluvia sin poder conseguir nada. Al estar enfermo temía darle de su sangre por miedo de empeorar la salud de su pequeño.

Ya llevaban ocho días sin poder alimentar a He-chan y Duo estaba realmente preocupado, los síntomas de He-chan habían empeorado, tenía fiebre, dormían prácticamente las 24 horas y las pocas horas que estaba despierto se las pasaba llorando. A Duo se le rompía el alma verlo así, estaba desesperado y temía seriamente por su salud.

Acababa de amanecer, y He-chan estaba peor, la lluvia parecía no remitir. Estaban los dos en el dormitorio tumbados en la cama, Duo lloraba en la cama abrazado a He-chan, por la desesperación al ver que perdía poco a poco a su pequeño y su estado de salud tampoco mejoraba. Después de pensárselo mucho decidió darle su propia sangre. No tenía fuerzas para levantarse y preparar un biberón con su sangre como lo había hecho la primera vez, su debilidad era tal que pensaba que lo más seguro moriría por la pérdida de sangre, ya que esta vez He-chan necesitaría mucha más sangre para recuperarse que la primera vez, pero no le importaba, si con ello salvaba a He-chan daría gustosamente hasta la última gota de su sangre.

Con esfuerzo acomodó a He-chan en sus brazos posicionándose de tal manera que pudiese estar tumbado mientras He-chan bebía de él. Como la primera vez tubo que obligar a He-chan a que bebiese de él, lo más seguro que notase su debilidad, pero le obligaría si era necesario.

Al notar como He-chan clavaba sus colmillos en su muñeca se tensó, no notó dolor pero poco a poco fue perdiendo su conciencia hasta perderse en el mundo de los sueños.

El día transcurrió lentamente, como por arte de magia la lluvia fue disminuyendo hasta desaparecer volviendo a la tranquilidad.

El sol empezaba a esconderse cuando Duo comenzó a despertarse del profundo sueño en que había caído. Le dolía la cabeza y todo parecía darle vueltas, la vista la tenía nublada por lo que en la semi oscuridad de su habitación no le ayudaba mucho a distinguir las cosas. En un intento por levantarse Duo palpó por encima de la cama para encontrar a He-chan que había huido de sus brazos, con miedo se sentó sobre la cama para buscar mejor a su pequeño pero lo que vio le sorprendió sobre manera.

-¿Qui... quien eres tú? – preguntó con miedo al jovencito que había tumbado a su lado.

Allí tumbado a su lado había un jovencito de unos seis años y pelo desordenado castaño oscuro, cubierto tan solo con una camisa que le iba pequeña. Estaba medio dormido y parecía pálido.

-Ey, despierta – zarandeó suavemente al joven - ¿dónde está mi pequeño? – preguntó desesperado - ¡He-chan! – gritó poniéndose de pie para revisar la habitación - ¡He-chan!¡He-chan! – salió del dormitorio llamando con desesperación a su peque.

El jovencito que estaba en la cama de Duo se sentó poniéndose de rodillas en la cama mientras se brotaba los ojitos y bostezaba con sueño.

-¡He-chan, mi niño, ¿dónde estás?¿! – dijo gritando volviendo a entrar en el dormitorio.

-¿Tú quien eres?¿qué has hecho con mi He-chan? – le preguntó empezando a llorar

-¿Duo? – habló el jovencito con cara de preocupación.

-¿Co..como, snif, snif, sabes mi nombre? – preguntó asustado.

-Yo... Duo-chan, snif – dijo empezando a llorar también asustado – yo... He- chan, snif, snif

-¿Que dices, snif? – preguntó incrédulo.

-Yo, snif, snif, yo... soy He-chan, ¿no me crees?¿no me quieres, ya?

-¿He-chan? – miró sorprendido acercándose poco a poco al jovencito - ¿eres tú?¿pero como?

-Yo, crecí. .. – dijo avergonzado – tú... tú me diste tu sangre pura.

-Pero..., no pude ser – miraba incrédulo al chico sin atreverse a acercarse a él.

-¿No me quieres?- preguntó con miedo secándose las lágrimas.

-¿He-chan, en serio eres tú? – dijo acercándose al jovencito que lloraba sobre la cama.

-¡Duoooo-san! – exclamó lanzándose a sus brazos mientras lloraba.

-Ssshhhhhh!!!! –le abrazó para calmarlo – no llores – le dijo levantándole la cara para mirarlo a los ojos – te creo He-chan – le acarició la mejilla – reconocería tus preciosos ojos aunque pasaran 1000 años – le sonrió besándole en la frente.

-Duo-san, tenía miedo, no podía despertarte, snif, snif.

-Tranquilo, ya estoy bien, pero como es posible que mi sangre... – dijo mirando la altura que tenía ahora He-chan.

-Nosotros crecemos con la sangre pura y...

-No pasa nada, no me importa, te quiero iguala. ¿Te encuentras bien? Yo estaba enfermo.

-Si, estoy bien, las enfermedades no nos afectan.

-Vaya He-chan se me hace raro hablar contigo, jeje, hasta ahora solo hablaba solo y ahora tengo la sensación que hablo con alguien mayor que yo. Siempre he tenido la impresión que me comprendías y me entendías a pesar de ser un bebé

-Yo... – dijo ruborizado.

-Has crecido mucho He-chan, me temo que tu ropa ya no te servirá, será mejor que vayamos al pueblo a por ropa nueva, pero tengo miedo que te vean y descubran que eres...

-¿Un vampiro?¿eso es malo? – preguntó triste.

-No, mi vida, no eres malo, eres un encanto – le dijo abrazándole – lo malo es que no todo el mundo puede comprender eso, pero no te preocupes, ven – dijo tomándolo en brazos – uff como pesas ya.

-Pue.. puedo caminar solo – dijo ruborizado.

-No pasa nada – le sonrió – si sigues creciendo tan rápido ya no me dejarás mimarte, así que déjame consentirte un poquito, ¿vale?.

-De acuerdo – dijo tímidamente sujetándose del cuello de Duo.

-Vamos a bañarte, después cogeremos a Shinigami y bajaremos al pueblo.

-Vale – contestó alegre.

Duo salió del dormitorio para dirigirse al bañó, mientras calentaba el agua para llenar la bañera fue a buscar toallas limpias. Cuando estuvo el agua caliente y la bañera llena de agua se acercó a He-chan para quitarle la camisa que llevaba. Por una extraña razón He-chan se sentía nervioso y le daba vergüenza estar desnudo ante él, Duo se acercó para levantarlo en brazos para meterlo dentro de la bañera comenzando a lavarle con la esponja y la pastilla de jabón. Llevaba un rato lavando a He-chan, sin darse cuenta fue salpicando de agua el suelo formado un charco, al querer levantarse para ir a buscar la toalla para secarlo resbaló quedando dentro de la bañera. He-chan al ver la cómica situación de trenzado comenzó a reírse viendo la cara de frustración y enojo.

-Vaya, vaya te parece gracioso – intentó mostrar enfado – ahora no tendré más remedio que bañarme también.

-Jejeje, Duo-san se ha caído, jejeje.

-Sí, jejeje – se rió el también – soy un despiste, jejeje – te importa si compartimos el baño.

-Errrr... yo... no – dijo ruborizado y nervioso.

Al oír la respuesta de He-chan comenzó a quitarse la ropa mojada para poderse bañar mejor, retiró su amplia camisa, los zapatos y calcetines dejándolos caer fuera de la bañera para después levantarse para retirar los pantalones y la ropa interior quedando completamente desnudo ante la mirada atenta y sorprendida de He-chan. Con toda la naturalidad del mundo Duo volvió a sumergirse en el agua caliente de la bañera para comenzar a deshacer la larga trenza para luego comenzar a lavarse con delicadeza y lentitud. He-chan estaba inmóvil, no podía apartar la mirada de Duo a pesar de tener solo seis años se sentía abrumado por la belleza de Duo, se sentía bien, comenzó a sentir calor por dentro, sus manos comenzaron a temblar y sentía la necesidad de abrazar a Duo y que él le abrazase. Duo seguía bañándose sin percatarse de las nuevas emociones que despertaba en su pequeño.

-He-chan – lo llamó al verlo tan pensativo y callado - ¿te ocurre algo? – se acercó a él poniéndole la mano en la frente para tomarle la temperatura.

-Eeeeh... no... estoy bien – dijo alejándose él dentro de la bañera para romper el contacto de su mano. Al sentir el contacto de Duo su cuerpo se estremeció y con horror comprobó como cierta parte de su cuerpo joven cobraba vida sin su consentimiento. Al notarlo se giró de inmediato para que Duo no se diera cuenta.

-Estás muy callado y tú rostro está colorado, ¿estas seguro que te encuentras bien? – preguntó preocupado.

-Es.. estoy bien – dijo de espaldas nervioso – solo... solo tengo un poco de frío.

-¿Tienes frío? Ven acércate te abrazaré y así no tendrás frío – dijo con naturalidad.

-¡¡No!! – gritó poniéndose de pie, saliendo rápidamente del agua, para salir corriendo cogiendo una toalla para cubrirse y salir corriendo hacia el dormitorio, antes de que Duo notase su estado.

-¡He-chan! – le gritó preocupado al ver como salía corriendo de allí.

Con rapidez Duo salió de la bañera cogiendo la otra toalla para enrollarla en su cintura y salir corriendo detrás de Heero. Al llegar a la habitación lo encontró acurrucado debajo de las mantas de la cama y sollozando.

-He-chan – le llamó preocupado - ¿qué pasa? ¿te ocurre algo?

-No, snif, snif , no pasa... nada, estoy... bien.

-Sí estás bien ¿porque lloras? – le preguntó retirando las sábanas para verle que estaba envuelto en la toalla intentando reprimir su llanto -¿cuéntamelo mi niño?.

-No... no es nada – pero al notar como Duo se acercaba para abrazarlo - ¡no te acerques!¡no me toques! – le gritó asustado.

-He.. He-chan – le llamó asustado - ¿qué... que pasa?

-No me mires, snif – dijo avergonzado – no sé que me pasa.

-Shhhh, tranquilo – se volvió a acercar pero esta vez sin ser rechazado- no te preocupes puedes confiar en mi.

-Me da vergüenza, te reirás de mí – dijo sollozando.

-Te prometo que no me reiré – le acarició el cabello alborotado.

-Yo... me he sentido raro...

-¿Raro?.

-Siento cosas que antes no sentía, a sido cuando... te he visto – dijo en apenas un susurró.

-¿No sé que me quieres decir? – le dijo con dulzura.

-Es que... yo ahora también siento que... – pero no se atrevió a decírselo.

-No te preocupes, ven túmbate a mi lado – dijo estirándose en la cama – ssshhhh deja de llorar no importa, tranquilo – le susurró, con un movimiento suave Duo acercó a Heero a su cuerpo para que se apoyara sobre su pecho quedando él bajo el cuerpo de He-chan, cuando fue a abrazarlo para tranquilizarlo notó que algo semiduro se le clavó en el muslo. Tras la sorpresa inicial Duo comprendió de lo que se refería Heero sobre lo que estaba sintiendo.

-¿He-chan? – dijo sorprendido, girándolo para depositarlo de nuevo en la cama y con cuidado destapó a He-chan para descubrir el motivo de preocupación del pequeño.

-¡No, no me mires ahí! – dijo ruborizado cubriéndose de nuevo.

-Así que era eso – dijo sonriendo – no tienes de que preocuparte He-chan es normal, estás creciendo muy rápido y esa en una reacción normal en los jóvenes.

-No... no es normal, es la primera vez que me pasa y, snif.

-Tranquilo, no pasa nada es una respuesta lógica y hormonal, puede que seas algo precoz para tú edad pero conforme crezcas lo comprenderás mejor.

Tras hablar un rato y después de tranquilizarlo, Duo le vistió con algunas ropas suyas y comieron algo haciendo tiempo hasta que anocheciera para que pudieran salir sin problema, eran las ocho de la tarde y el sol ya se había puesto, sin perder tiempo recogieron a Shinigami del establo se dirigieron a casa del matrimonio Katsugiro.

En el poblado aún se apreciaba la ajetreada vida de sus habitantes que recorrían la calle, Duo se dirigió hacía la consulta de los Katsugiro llevando a Heero en brazos cubierto por una capa para que no lo pudieran reconocer. Con nerviosismo llamó a la consulta, abriendo la puerta una amable señora Katsugiro que la verlo le sonrió gratamente haciendo pasar a los jóvenes.

-¡Duo! – exclamo alegre la mujer del doctor - ¿cómo que has venido hoy? ¿Cómo se encuentra He-chan?.

-Bien, bien, Katsugiro-san, he venido porque... – dejo nervioso – necesito un favor y no sé a quien recurrir.

-Claro cariño, pasa, pasa – le dijo haciendo entrar a Duo – por cierto ¿qué llevas ahí oculto? – preguntó curiosa.

-Es... bueno, es de lo que quería hablar, ¿esta Katsugiro-sama?

-Si, claro, ven acompáñame – le dijo guiando al joven hacia la consulta - ¡Cariño¡ - gritó llamando a su esposo – Duo está aquí y quiere hablar contigo un momento.

-¿Duo? – preguntó el doctor sorprendido asomándose por la puerta de la consulta – pasa, pasa joven, dime de que quieres hablar, pasa – le habló haciendo señas para que entrase en la pequeña habitación que utilizaba para atender a los enfermos de poblado.

-Pues verá Katsugiro-sama, se trata de He-chan – dijo preocupado sentando a He-chan en la camilla sin destaparlo.

-¿Le ocurre algo al pequeño? – preguntaron el matrimonio asustado a la vez

-No... no, bueno si, es que verá – dejo titubeando – no os lo he contado antes por miedo a que nos rechazaran... pero verán... He-chan, es un niño especial – decía mientras introducía su mano bajo la capa para acariciar la mejilla de Heero – a simple vista parece normal pero... – no atrevía a seguir hablando.

-Duo – se acercó Katsugiro-sama a él poniéndole una mano sobre su hombro.

-Creo que lo que quieres decir – le sonrió – nos estás intentando decir que He-chan no es un bebé normal sino un vampiro, ¿cierto?.

-¿¡Lo saben!? – les miró sorprendido.

-Ay Duo pero que despistado eres, soy doctor, jeje, me di cuenta la primera vez que lo trajiste.

-¿Lo sabían y aún así me ayudaron? – preguntó sorprendido.

-Claro que si, siempre te has comportado bien, no se como tienes un bebé vampiro en tu poder y no te voy a pedir explicaciones por ello, además ser no es peligroso.

-¡¡No, no He-chan no es peligroso!! – abrazó al bulto sobre la camilla – él es bueno es un niño tierno y cariñoso.

-Lo sé Duo no te preocupes, además también nos dimos cuenta de la rapidez con la que crece, eso me preocupa.

-¿Le preocupa, porque? – dijo sorprendido – él está bien, ¿no?.

-Si, si no lo digo por eso, lo digo porque en le pueblo todos saben que tienes un bebé a tu cuidado y el rápido crecimiento de He-chan, le puede delatar – dijo Katsugiro-sama acercándose más a ellos para destapar a He- chan que permanecía oculto.

-Por eso estoy aquí – dijo Duo mostrando preocupación – esta mañana me lo encontré así de grande, jeje.

-Por todos los Dioses – dijo sorprendida Katsugiro-san al reconocer el bulto que escondía Duo – pero si es el pequeño He-chan – se acercó para acariciarlo y revolverle los cabellos – cuanto as crecido pequeño, te has vuelto todo un hombrecito, jaja, sonrió.

-Err... Hola Katsugiro-san, Katsugiro-sama – saludó avergonzado Heero.

-¿Cómo a ocurrido?- preguntó sorprendido Katsugiro-sama.

-Normalmente He-chan se alimenta como un niño normal pero siempre tengo que complementar su alimentación con sangre fresca de animales. Debido a la tormenta que ha habido estos días no pude encontrar la sangre que necesitaba, estuve muy preocupado porque He-chan se debilitó mucho, llegué a creer que moriría por eso... ayer le di de beber de mi sangre, al estar yo enfermo y la falta de sangre me desmayé y al despertar este medio día lo encontré así de crecidito – sonrió mirando a su pequeño.

-Es increíble – comento la mujer.

-Sí que lo es – comento el hombre – lo malo es que la gente del pueblo pueda darse cuenta, se rumorea que se han visto otros vampiros por los alrededores y después de la matanza del poblado Gundam, no creo que les haga gracias saber que He-chan es uno de ellos.

-Me lo imagino por eso he venido para que me ayuden... a partir de ahora no podré bajar al pueblo y He-chan necesita ropa y algunas vitaminas.

-No te preocupes cariño, nosotros de ayudaremos – sonrió la mujer – y tú muchachito – le dijo a Heero, espero que no le des muchos problemas a Heero.

-No, no lo haré – dijo ruborizado.

-A parte de su crecimiento inusual – intervino Katsugiro-sama – parece que todo esta bien, ¿te sientes bien He-chan?

-Err... si – dijo nervioso.

-Duo, si no te importa me gustaría hacerle una revisión a He-chan. ¿Le has notado algo extraño?.

-No todo parece normal – respondió Duo – bueno creo que se está desarrollando muy rápidamente. Esta tarde, tubo la primera reacción hormonal, jeje – sonrió.

-¡¡¡¡Duo-san!!!! – gritó Heero avergonzado.

-Jejeje, es normal, jovencito, no te avergüences – comentó el hombre – si no calculo mal debes tener unos seis o siete años, para un jovencito de tú edad puede ser una respuesta precoz pero viendo tu crecimiento es probable que vayas creciendo más aceleradamente.

-Bueno, mientras mi marido revisa a tú pequeñín, Duo ven conmigo, creo que en la habitación de mi hijo tengo ropa que podrá usar He-chan – dijo llevándose a Duo fuera de la consulta.

Eran las 10 de la noche cuando Duo y He-chan salían de la consulta con una gran bolsa con cosas para Heero, después de despedirse y agradecerles varias veces por la ayuda prestada al matrimonio Katsugiro se dirigieron a buscar a Shinigami para volver lo antes posible a la cabaña.

-Vaya, vaya, cuanto tiempo sin verte – se oyó una voz burlona a su espalda mientras ataba la bolsa a Shinigami y subía a He-chan a lomos de ella.

-Kato – dijo exaltado – me has asustado, ¿qué haces aquí?.

-Eso mismo te podría decir yo, ¿no? – se acercó a Duo sensualmente – hacía días que no veía.

-Es que he estado muy ocupado, ahora si me lo permites tengo que marcharme.

-Tan pronto, porque no te quedas, te invito a tomar algo – dijo acariciándole la mejilla.

-No puedo He-chan se ha quedado solo en la cabaña y tengo que...

-¿Solo? Que raro, no será que intentas evitarme, siempre te invito a salir y nunca has aceptado, empiezo a pensar que no quieres estar conmigo.

-Esto, no... no es eso es que... – Duo se puso nervioso, sabía que no era recomendable rechazar a Kato – no siento Kato pero es que estoy muy ocupado, otro día ¿vale?

-¿Otro día? – le miró curioso y con malicia – por cierto ¿quien ese chico? – dijo desviando la mirada a Heero.

-Él... él es mi sobrino, que ha... venido de visita – mintió nervioso.

-¿Tú sobrino?, pensaba que no tenías familia – pregunto no muy convencido por la respuesta de Duo.

-Sí... es... que... fue uno de los supervivientes del poblado Gundam, no tampoco sabía que había sobrevivido, jeje.

-Si tú lo dices, me lo creeré – dijo atrapando a Duo entre sus brazos – sobre nuestra cita – sonrió lujuriosamente – ¿qué día te va bien?.

-Eh... yo... no sé, ya te avisaré Kato – dijo intentando alejarse del abrazo del joven pelirrojo.

-No no, esta vez no te me escaparas – lo acorraló más entre sus brazos – iré a verte uno de estos días y saldremos, no admitiré un no por respuesta.

-Kato yo... – pero no pudo seguir hablando ya que Kato le había besado de forma apasionada.

-Rrrrrrrrrr – se oyó el gruñido de He-chan que al ver como Duo era besado por ese chico se lanzó a morderle en el hombro, que fue la zona más cercana a él.

-Arrrggghhhh!!!!!!! – exclamó Kato separándose violentamente de Duo al notar el dolor –pero que demonios...

-¡He-chan! – exclamó Duo al percatarse lo que había hecho Heero – Tranquilo no pasa nada – se agachó para cogerlo en brazos al haber caído de Shinigami tras lanzarse sobre Kato al sostenerlo sobre sus brazos vio como el color de sus ojos había cambiado del precioso azul cobalto a un rojo intenso y su expresión de su cara era furiosa y de una madurez extraña para un niño de seis años.

-¡Pero que mierda has hecho! – dijo furioso Kato abalanzándose a Heero para golpearlo.

-¡No Kato! – se giro sobre si mismo para evitar que Kato le pegase – es solo un niño.

-¿Un niño? ¡me ha mordido!, ¿qué clase de niño es ese?¿cómo es que también se llama He-chan? – dijo con desprecio.

-Lo siento Kato, no sé que le ha pasado, lo siento, será mejor que nos vallamos.

-No lo vuelvas a tocar – habló Heero furioso – el no quiere saber nada de ti.

-¡He-chan! – dijo sorprendido por la reacción de Heero.

-Maldito mocoso, como te coja, vas a ver – se dirigió hacia él.

-¡No Kato, por favor! – suplicó Duo poniendo una mano sobre el pecho de Kato para evitar que se acercara al pequeño.

-Esta me las pagarás – le dijo a Heero, se giró sobre sus talones para alejarse del lugar – Duo – lo llamó – esto no ha quedado aquí, nos veremos – dijo en tono de amenaza.

Antes de que empeoraran las cosa Duo subió a Shinigami junto a He-chan y salieron hacia su cabaña. Una vez en su hogar, desmontaron y fueron a acomodar todo lo que Katsugiro-san les había dado. El resto de la noche pasó tranquila, comieron, hablaron y pasearon por los alrededores de la cabaña recogiendo las hierbas medicinales que necesitaban para acabar el pedido que Katsugiro-sama les había pedido. Así pasaron varios días sin ninguna novedad, He-chan estaba totalmente recuperado igual que Duo, por ahora evitaban ir al poblado para no levantar sospechas sobretodo después del incidente con Kato.

Habían pasado varios días desde que Duo visitó a los Katsugiro, después de lo sucedido con Kato decidió no volver al pueblo por riesgo que Kato delatara a Heero.

Eran las cinco de la tarde y el sol calentaba la cabaña en un día claro y soleado, debido a la hora Duo y Heero seguían durmiendo tranquilamente, aún les quedaba un par de horas para poder levantarse sin riego para He-chan. Fuera de la cabaña a pesar de los ruidos de los cantos de los pájaros y otros animales del bosque, se podía respirar tranquilidad y un cierto silencio reconfortante.

Duo y Heero dormían plácidamente en su dormitorio, abrazados como siempre. Unos golpes violentos en la puerta de la cabaña despertó a Duo, con pereza se levantó de la cama acercándose a la cómoda para recoger sus pantalones y su camisa que se había quitando antes de acostarse frotándose los ojos. Duo vio como He-chan se acurrucaba donde segundos antes se encontraba él buscando su calor y arropándose con las mantas para cubrirse hasta la cabeza para poder seguir durmiendo. Una vez medio vestido se dirigió hacia la puerta para evitar que siguieran aporreando la puerta e intentar que no despertaran a su niño. Con el sueño reflejado en su cara abrió la puerta llevándose el susto de su vida al descubrir de quien se trataba, desapareciendo todo rastro de sueño al momento.

-¡Ka... Kato! ¿Que haces aquí? – preguntó asustado acabando de abrochar su camisa con los cordones de ésta.

-Hola Duo – dijo un tambaleante Kato – he venido a verte, hip, bueno mejor dicho, hemos venido a verte, jeje – dijo con una risa facilona.

-¿Hemos? . preguntó sorprendido abriendo más la puerta y comprobando con terror que dos de los amigotes de Kato le habían acompañado y para desgracia estaban en el mismo estado de embriaguez que Kato.

-Como te dije la última vez, hip, vengo a cobrarme mi cita – dijo abalanzándose sobre Duo.

-¡Kato, estas borracho! Suéltame pesas mucho – dijo intentando liberarse del abrazo posesivo del pelirrojo.

-Me prometiste una cita, venga vámonos, son las fiestas del pueblo, te invito a tomar algo – le comentó sujetándole de la cintura.

-No puedo lo siento Kato, He-chan aún duerme y no le puedo dejar solo además tengo casa que hacer, tengo trabajo atrasado – intentó excusarse de la forma más suavemente.

-No Duo, esta vez no te escaparás, me lo prometistes y no me voy a ir de aquí hasta que aceptes – dijo conteniendo la furia.

-Pero es que no puedo, lo siento He-chan...

-¡He-chan!, estoy harto de tanto He-chan, vendrás conmigo quieras o no –dijo furioso cogiéndole de la muñeca para sacarlo de la cabaña.

-Suéltale ahora mismo – se oyó la voz de Heero que salía del dormitorio – no has oído que no quiere ir a ningún lado contigo – dijo con un tono de voz demasiado serio para ser un niño.

-Pero mira a quien tenemos aquí – dijo con burla al ver a Heero frente la puerta de la habitación.

-Suéltalo, no me has oído – le exigió mirándole fijamente, mostrando como sus ojos azules cambiaban lentamente a un tono rojizo según aumentaba su ira.

-Mira mocoso – le amenazo – no creo que estés en condición de exigir nada, así que mejor lárgate a dormir antes de que te dé una zurra.

-Mira tú desgraciado – dijo sin inmutarse Heero – por tu bien y el de tus amigotes lárgate antes de que pierda la paciencia.

-Serás desgraciado – dijo soltada el agarre de Duo para dirigirse hacia Heero para darle su merecido.

-¡No Kato! – se interpuso Duo – déjalo es un niño – dijo con los brazos alzados.

-Apártate – dijo Kato empujando a Duo que cayó al suelo – voy a enseñar a ese mocoso a respetar a los mayores.

-¡No Kato! No lo hagas – dijo poniéndose de pie para ir a detenerlo pero los amigos de Kato se lo impidieron sujetándolo de los brazos.

Kato se lanzó sobre Heero cogiéndole de la camisola que llevaba y lo alzó golpeándolo en la pared que estaba detrás de él a la altura de su cara.

-Te voy a dar una lección que nunca olvidarás – le amenazó.

Sin previo aviso Kato golpeó el estómago de Heero sacándole todo el aire provocando que Heero se sujetara el estómago para aliviar el dolor. Al ver el efecto que produjo su golpe le sujetó del cuello sonriendo con burla.

-Eres un enano, no deberías entrometerte en los asuntos de los mayores – dijo volviendo a golpear de nuevo en el estómago.

-¡Basta Kato! Déjalo en paz, haré lo que quieras pero déjalo, por favor.

-Me encantaría complacerte Duo – dijo sonriendo – pero debe aprender la lección – se burló moviendo su puño para golpear de nuevo al chiquillo, pero el golpe nunca llegó.

-Vas a pagar por esto, desgraciado – dijo al bloquear el golpe que le iba dirigido sujetando el puño – vas a desear no haber nacido – le miró fijamente con los ojos completamente rojos y mostrando sus colmillos como amenaza.

-Pero que demonios... – dijo asustado – tú eres... – dijo soltado a Heero que cayó al suelo.

-Porque no me amenazas ahora, no me ibas a dar una lección – sonrió con malicia sin sujetar la muñeca de Kato – pagarás por el acoso a Duo-san – dijo dando un puñetazo a Kato en la cara y a la vez le dio un zarpazo.

-Arrgghhh!!! – aulló de dolor al notar como sangraba en el pecho por el zarpazo y en el labio partido por el puñetazo.

-¡No He-chan! – corrió Duo hacia He-chan, al escaparse del agarre de los amigos de Kato al ver el ataque de Heero.

-Es... es un vampiro – dijeron asustados los amigos de Kato – es un asesino de la noche – dijeron retrocediendo para alejarse del muchacho.

-Maldito bastardo – dijo Kato cogiéndose el pecho – me las vas a pagar, más te vale que huyas lejos de aquí, porque si no mañana estarás muerto, una vez que los sepa el pueblo arrasarán esta cabaña contigo adentro.

-¡No Kato! Por favor no digas nada – sollozó Duo abrazando a He-chan que se refugió en sus brazos, el ataque de ira que le había provocado Kato al ver como acosaba a Duo, iba remitiendo – Kato por favor no lo hagas, es solo un niño.

-¡Solo un niño! – gritó colérico – mira lo que ha hecho tu niño – dijo mostrándole la herida de su pecho – sospechaba que no era un niño normal pero jamás imaginé que fuese un vampiro. En que estás pensando Duo – se acercó a él para encararlo – es un asesino, su raza mata por placer, no me esperaba una cosa así de ti, tú que sobreviviste de milagro a la matanza de Gundam a manos de esas criaturas.

-Pero He-chan no es como ellos, es solo un niño – defendió Duo a He-chan que estaba cayado escuchando sorprendido lo que decía Kato.

-Es un niño ahora pero mira esto – volvió a mostrarle la herida, si ahora es capaz de hacer esto cuando crezca será capaz de hacer cualquier cosa, ¿qué harás cuando su sed de sangre sea más fuerte que le lazo que te une a él.

-No él no será sí, el no es un asesino, no lo permitiré – dijo intentando mostrarse firme.

-¡No pienso arriesgarme, hay que eliminarlo! – gritó enfadado – un vampiro es un asesino y un asesino es un asesino.

-No Kato – suplicó Duo dejando a He-chan sobre una silla, mientras se acercaba a Kato para sujetarlo de un brazo para evitar que se vaya – Kato te lo suplico haré lo que quieras pero por favor no digas nada a nadie, si quieres mañanas nos iremos del poblado pero no avises a la gente del pueblo – sollozó sin poder contener las lágrimas.

-Ese engendro debe morir, puede atraer a más como él – dijo mirando al Heero que ahora estaba sentado sobre la silla con apariencia asustada, parecía como si hubiese regresado a un comportamiento normal para la edad que representaba que tenía, estaba acurrucado recogido sobre sus piernas con la mirada llorosa y asustada al ver la angustia que sentía Duo.

-Por favor, solo te pido eso, dame tiempo para marchar, te daré lo que quieras – dijo sujetando más firmemente el brazo fuerte de Kato.

-¿Lo que quiera? – preguntó dudando si cambiar de opinión o no.

-Si lo que quieras.

-Kato – lo llamó Yamato, uno de los amigos de Kato – será mejor que informemos de esto, ese crío puede traernos problemas.

-Yamato tiene razón – dijo Satoshi – ese vampiro puede ser peligroso aunque sea solo un niño.

-No Kato – interrumpió Duo – te doy mi palabra, He-chan no hará nada, te lo ruego.

-Esta bien – dijo Kato con una sonrisa malévola – Yamato, Satoshi, si queréis os podéis marchar, pero sin decir nada de esto a nadie.

-Pero... - dijeron los dos a la vez

-Nada de peros, marcharos o quedaros, si os quedáis cerrar la puerta – les ordenó sonriendo – Duo encierra a ese monstruo en un sitio que no moleste, a partir de ahora harás todo lo que yo te diga y me complacerás sin rechistar, si cumples no diré nada a nadie.

-Pero – dijo asustado Duo comprendiendo por donde iban los tiros – dame tu palabra de que no harás daño a He-chan ni contarás nada – dijo asustado acercándose a Heero que cogerlo en brazos.

-Todo dependerá de ti – dijo acercándose a ellos y acariciando la mejilla de Duo con lascivia – y tu engendro del demonio, por tu bien y por el de Duo te estarás quietecito y no me darás más problemas – dijo con burla al ver la mirada de odio que le dedicaba.

-Aaarrrggghhhh – recibió un gruñido de Heero como respuesta.

-He-chan – le llamó Duo a Heero con un hilo de voz – ahora debes de ser bueno – intentó calmarse para que no notara el pánico que le embargaba por dentro por lo que iba a suceder – tienes que quedarte dentro de la habitación – dijo entrado en ella y depositándolo en la cama – pase lo que pase y oigas lo que oigas, no salgas de la habitación.

-Porque – dijo asustado – quiero estar contigo, no voy a dejarte solo yo...

-Ssshhh!! Tranquilo no pasará nada, todo irá bien. Prométeme que no te moverás de aquí hasta que yo no te lo digas – dijo conteniendo las lágrimas.

-Pero...

-Prométemelo – le interrumpió – necesito que me lo prometas, mi deber es protegerte y haré todo lo que tenga en mi mano para hacerlo, prométemelo. Le rogó.

-Te lo prometo – dijo intranquilo, sabía que algo malo iba a pasar.

-Gracias – sonrió dándole un beso en la frente – túmbate y duerme, enseguida estaré contigo y sobretodo no salgas, vale – le dijo mostrando una sonrisa bastante forzada.

-De acuerdo – dijo tumbándose y agarrando las mantas para taparse.



-Bien ya estoy aquí – dijo Duo nervioso cerrando la puerta detrás de él.

-Acércate Duo – dijo Kato ofreciendo su mano para que acercara mientras sonreía estúpidamente – sabes lo que quiero ¿no? Duo – le miró sin recibir respuesta – eres muy hermoso, por fin tendré lo que siempre he deseado.

-¿Qué quieres de mí? – preguntó asustado, rogando que sus pensamientos estuvieran equivocados.

-Tu que crees – le dijo seductoramente mientras le rodeaba la cintura – te quiero a ti y hoy no podrás escapar. Tu secreto por tu cuerpo, creo que es un trato justo, ¿no crees?.

-Eres despreciable – se animó a contestarle.

-Plaaasss – se oyó la bofetada que Kato le dio a Duo – dije que te comportaras o prefieres que todos se enteren de que tienes a un vampiro viviendo contigo.

-¡No! – dijo asustado mientras se sobaba el labio partido por el golpe.

-Bien, porque sería una pena que te colgaran ser aliado de los vampiros – dijo acariciando la espada a lo largo hasta llegar a sus nalgas y apretarlas contra si – eres demasiado apetitoso para morir tan pronto, verdad chico – les comentó mirando como sus amigos miraba a Duo con lujuria – a partir de hoy vas a complacernos en todo lo que queramos sino atente a las consecuencias. Desnúdate – le ordenó.

Continuará...