Disclaimer: Tanto Vampire Knight como Naruto no me pertenecen, son obra de Matsuri Hino y Masashi Kishimoto respectivamente, pero mi imaginación es mía mía mía y la historia también.
Hay algunas aclaraciones que debo hacer antes de que comiencen a leer:
-letra normal- Diálogos y narración.
-letra cursiva- Pensamientos y énfasis en palabras o frases.
Si ya fuiste por tu botanita y te pusiste en un lugar cómodo, entonces que comience la lectura...
1ª Noche: Estupor
Aquellas alegres y sólidas calles de la Ciudad le eran completamente desconocidas. Estructuras elegantes, edificios enormes, jardines amplios y verdes embelleciendo las mansiones imponentes, personas portando finos atuendos y caminando erguidos con la frente en alto, niños corriendo y jugando vivazmente sobre esas calles de concreto le indicaban que ese lugar distaba mucho de ser su hogar.
Su hogar. ¡Já! ¿Acaso tenía hogar? ¿Podía llamar algún sitio su hogar? ¿Había un jodido lugar en ese mundo tan podrido que pudiera acoger y sentirlo como en casa? ¡No! Ni siquiera la Aldea que lo vio nacer y crecer podía llamarla su hogar. Ese maldito lugar menos que nada. No podía creer que la Aldea que protegió en su niñez le hubiera arrebatado al ser que más amó en esta vida y lo hubiera obligado a odiarlo, todo para mantenerse protegida sin importarle la deshonra que vivió uno de sus aldeanos. No, no era sólo uno de sus aldeanos, era el ser más honorable que habría podido tener esa despreciable tierra. Odiaba Konoha. La odiaba tanto que podía doler... y dolía. Odiaba a sus mandatarios, odiaba sus calles, odiaba a sus habitantes que vivían felices a costa de la vida de su hermano mayor, odiaba a sus ninjas que daban la vida ilusamente para protegerla, odiaba cada ser y cada grano de arena de la Aldea que lo engañó toda su vida y lo manipuló como si él no fuera nadie. Juraba que todo el odio que almacenaba su cuerpo lo descargaría sin piedad sobre la Hoja, pero antes de eso, debía volver. Y antes de eso, debía saber dónde estaba.
Sus pensamientos lo guiaron por las ahora solitarias calles de esa inmensa Ciudad sin aparente rumbo fijo. Desde hace rato el cielo estaba llorando y él ni siquiera se había dado cuenta, pero tampoco le importaba. Sentía las gotas de agua recorrer su cuerpo y el suave viento se colaba hasta la última fibra de su ser. De repente, sin previo aviso, una cálida manta fue puesta sobre su cabeza y caía sobre su espalda tomándolo completamente por sorpresa. Estuvo a punto de desenfundar su espada y apartarse, pero las cálidas y amables manos que le habían puesto aquella manta ahora se encontraban envolviéndolo en una especie de abrazo que lo obligaba a caminar junto a esa persona más de prisa para evitar mojarse todavía más. No estaba seguro a dónde se dirigían ni quien era esa persona que lo había protegido de la lluvia aun siendo un desconocido, pero aquella acción lo había dejado completamente paralizado. No se explicaba por qué no podía resistirse, pero tampoco luchaba desesperado por hacerlo, ya que esa persona no tenía intenciones de matarlo ni de hacerle daño, aunque no podría decirse lo mismo de él. En cuanto lo soltara y él lo considerara prudente, le atravesaría con la espada sin remordimiento alguno.
El camino siguió y pronto llegaron frente a una imponente estructura de concreto con un escudo en lo alto de las rejas que protegían el lugar. La persona a su lado lo soltó y se encaminó a abrir el candado de las rejas. Sasuke pudo ver la espalda de aquel extraño hombre. Tenía una cabellera rubio cenizo que sujetaba con un listón verde mate en una cola de caballo poco arriba de la nuca y su cabello llegaba a la altura de la tercera vértebra cervical, su atuendo consistía en una gabardina negra muy elegante y un pantalón del mismo color que se escondía bajo unas botas café oscuro adornadas con correas a lo largo de las mismas. El amable hombre abrió las rejas y avanzó, pero se percató de que el joven desconocido seguía parado sin entrar a las instalaciones, así que se regresó. Y de nuevo, Sasuke se fijó en las facciones de aquel hombre que lucía entre los 30 y 35 años de edad, usaba lentes sin armazón, tenía unos ojos color miel que parecía que toda su vida habían dedicado una dulce mirada y sonreía de una manera radiante y despreocupada, como si nunca hubiera sentido dolor. Al pelinegro se le revolvió el estómago ante tal muestra de ingenuidad. El hombre volvió a su lado y le impulsó a caminar dentro hasta llegar a una casa, abrió la puerta y entraron.
-He vuelto –la pacífica voz del rubio anunció su llegada, pero parecía que nadie estaba ahí. Cerró la puerta y dejó al joven de pie mientras se encaminaba a otra pieza de la casa.
Sasuke lo vio caminar a la salida de lo que parecía ser la sala y doblar a mano izquierda, desapareciendo de la vista del pelinegro. Una vez solo, escudriñó el lugar en el que se encontraba. La sensación era cálida al ser un lugar completamente cerrado. La puerta no era corrediza como las casas que había estado acostumbrado a ver, ésta tenía una manija y se abría gracias a unas bisagras que lo unían a un marco de madera pegado al umbral de la pared. La pieza estaba pintada completamente de blanco y tenía dos sillones y un sofá color verde olivo acomodados alrededor de la misma, una mesita de madera en el centro con un florero encima y una chimenea al fondo, guio su vista al suelo y se fijó en la fina madera sobre la que estaba parado. Además de la madera, había un charco de agua alrededor de sus pies y fue cuando se dio cuenta de que seguía empapado y todavía tenía sobre su cabeza la manta que momentos atrás aquel hombre le había colocado para protegerlo de la lluvia. Evidentemente ya no había lluvia de la cual protegerse, pero el Uchiha no se quitaba de encima la empapada manta azul marino. Los pasos del rubio cenizo le hicieron volver sus ojos en dirección al sonido que le indicaba que se acercaba. Lo vio regresar justo en el mismo lugar donde lo había visto desaparecer.
Su atuendo había cambiado por completo. Ahora vestía un suéter largo que llegaba a la altura de las rodillas color blanco con los botones abrochados y de aspecto abrigador, encima de éste tenía un chal color verde olivo, un pantalón gris, calcetines blancos y unas graciosas pantuflas blancas.
-¡Niño, quítate esa manta o te enfermarás! –el hombre corrió cómicamente a quitarle la manta para tirarla al suelo y que no siguiera mojando al desconocido. Su actitud serena y apacible cambió repentinamente a una infantil y sobreprotectora. Ese hombre era algo extraño –Estás completamente empapado. Te preparé un reconfortante baño caliente para que te sientas mucho mejor. El baño está por el pasillo, subiendo las escaleras al fondo –y de nuevo, había empleado un tono de voz tranquilo como cuando anunció su llegada. Definitivamente ese hombre estaba loco.
Sasuke no se movió. El amable hombre observó a su buena obra del día detenidamente. Cabello negro como ningún otro chico que había conocido poseía, el cual tenía erizado de la parte trasera superior, enfrente tenía gruesos mechones que caían por los costados de su rostro y llegaban a la altura de la barbilla; ojos del mismo intenso pigmento y tan profundos como el abismo, piel pálida, camisa blanca de cuello alto y amplio de manga corta con cremallera en frente completamente cerrada, pantalón azul oscuro con una hakama tubular azul que colgaba desde la mitad de su estómago hasta sus rodillas y también un cinturón de cuerda morada alrededor de la hakama que sostenía una espada en su espalda, calentadores negros cubriendo desde la muñeca hasta la mitad del antebrazo para terminar con unas sandalias abiertas color negro. Desde que lo había visto caminar sin rumbo bajo la lluvia había deducido que aquel chico se encontraba perdido.
-Pero qué grosero soy, no me he presentado. Mi nombre es Cross Kaien, fundador y director de la Academia Cross –su tono de voz de nuevo sonaba infantil y sostenía una pose erguida poniendo sus manos en las caderas e inflando el pecho como si fuera una clase de súper héroe.
Sasuke dio media vuelta y puso su mano en la manija con toda la intención de girarla para salir de la casa e irse a culminar una venganza que tenía pendiente.
-Si sales ahora no sólo te mojarás, sino que también te perderás y no podremos encontrar la manera de regresarte al lugar de donde viniste. Supongo que ese lugar está muy lejos de aquí –y ahora, la voz sonaba con toda la sabiduría de un hombre de alrededor de 200 años de vida, la edad real de Cross.
-No tengo tiempo para perderlo en un lugar como éste –la grave y profunda voz del desconocido sonaba por primera vez.
-Entiendo que una persona como tú tenga muchas cosas que hacer, pero estoy seguro de que no sabes ni siquiera cómo llegaste a este lugar.
-No me conoces. No me digas qué hacer –Sasuke se estaba impacientando. Esa actitud infantil de hace unos momentos le recordaba a cierto rubio de Konoha y no se encontraba para nada cómodo ante esa situación.
-Es cierto eso, no te conozco y mucho menos estoy diciéndote qué hacer. Si deseas salir estás en todo tu derecho, sólo estoy planteando las dos posibilidades que tienes en estos momentos: Si te vas, te arriesgas a no saber dónde estás ubicado y podrías perderte. Si te quedas, juntos podremos encontrar una solución a tu problema y quizá puedas estar allá mucho antes de lo que te imaginas –Cross de nuevo se encaminó a la cocina –Kiryuu-kun está a punto de llegar. Iré a preparar la cena. Estás invitado a quedarte si así lo deseas –Acto seguido, desapareció.
En la cocina Kaien buscaba alegremente los ingredientes para preparar una sopa de tomate, la favorita de su segundo hijo adoptivo. La llegada de ese chico desconocido le había hecho recordar la primera vez que había llevado a la casa a Zero cuando había sucedido aquella tragedia en la casa Kiryuu. El estado de estupor en el que había encontrado al pelinegro era el mismo que el de Zero, pero la manera en la que su primera hija adoptiva había cuidado del chico y cómo éste se había adaptado a vivir con ellos lo habían hecho inmensamente feliz. A pesar del tiempo que Cross le dedicó a Zero, estaba completamente consciente de que la oscuridad de su corazón no había cesado del todo, pero sabía que, al menos, había hecho que su existencia fuera más llevadera y la prueba estaba en que seguía viviendo con él pese a que no se llevaban tan bien como él quisiera. Pese a que su amada hija había abandonado el hogar, abandonándolo a él y a Zero.
Desde la cocina se pudo escuchar como la puerta se abría y en seguida se cerraba. Cross no mostró ninguna emoción y continuó su labor.
Minutos después, la sopa estaba en su punto y apagó la estufa. En ese tiempo había preparado una ensalada y un delicioso té de Jazmin como él sólo sabía hacerlo. Acomodó los utensilios en el comedor y pronto escuchó la puerta principal abrirse y luego cerrarse, dejando ver la figura albina de su segundo hijo adoptivo.
-He vuelto –se escuchó la voz serena de Zero.
-Bienvenido a casa, Kiryuu-kun –Cross intentó abrazarlo, pero éste se apartó y Kaien cayó al suelo volteando a ver la cara de Zero con lágrimas en sus ojos cayendo en cascada –Eres malo, Kiryuu-kun.
-No necesito soportar esto. Me voy a bañar –como siempre, el albino no soportaba las escenas dramáticas del director. Subió las escaleras y se dirigió a su habitación.
-¡No tardes… la cena ya está lista! –le gritó.
Zero abrió la puerta de su habitación, encendió la luz y cerró la puerta tras de sí. Tenía frío y su uniforme negro de prefecto estaba completamente mojado, así que se desvistió, tomo su toalla y se dirigió al baño de su pieza.
Ese reconfortante baño era lo que más necesitaba después de una jornada especialmente dura. Las chicas de la clase diurna estaban cada día más desquiciadas cuando las puertas de la entrada principal de los dormitorios de la Luna se abrían para dar paso a esos bellos estudiantes de la clase nocturna que hacían su recorrido hacia sus respectivos salones. Los hombres tampoco se quedaban atrás cuando las alumnas nocturnas se dejaban ver, principalmente cuando aparecía ella.
Era una tortura verla formar parte de la clase nocturna, verla portando el uniforme blanco que revelaba una diferencia más dolorosa que la de un simple turno, verla caminar y moverse majestuosamente, volviéndose cada vez más como ellos. Incontables ocasiones, Cross quiso ponerle una nueva prefecta que lo ayudara a controlar los escándalos que las hormonales adolescentes proferían de sus aparentes delicados labios, pero siempre se negaba. El aura negativa que Zero despedía le era más que suficiente para provocarles miedo y así tenerlas bajo control, pero si debía ser sincero, le estaba costando mucho más trabajo desde que la clase nocturna se había formado de nuevo, esta vez cambiando de Presidente de Dormitorio. La vigilancia nocturna era más agotadora, ya que las chicas y algunos chicos diurnos se aventuraban a colarse en la Academia de noche para ver a sus ídolos, teniéndole cada vez menos miedo. Debía estar a la expectativa y agudizar sus sentidos aún más de lo que ya de por sí eran, pero también le ayudaba como entrenamiento para aumentar la eficacia en su otro trabajo.
La reparadora ducha terminó y se alistó para bajar al comedor y cenar. Bajó las escaleras y entró al comedor listo para acomodar los cubiertos y preparar la mesa como cada noche, pero se topó con la sorpresa de ver la mesa ya dispuesta. Y la sorpresa de ver que sobre la mesa no había preparado dos lugares. Había tres.
Kaien salía de la cocina y alegremente servía el contenido de la olla sobre sus manos en los tres platos. El olor de aquel conocido platillo inundó las fosas nasales del albino. La última vez que el rubio cenizo había puesto un lugar más en la mesa y había preparado sopa de tomate fue cuando Ichiru había llegado por primera vez a la Academia y había sido invitado a degustar los alimentos en la casa Cross. Ese día habían discutido y el gemelo Kiryuu Ichiru terminó marchándose sin probar alimento. Ese día, ella todavía estaba ahí.
-¡La cena está servida! –gritó el director a alguien que parecía estar en la planta alta –Kiryuu-kun, puedes tomar asiento, en un momento bajará nuestro invitado –y Cross se sentó.
Minutos más tarde, el crujir de las escaleras anunciaba que el invitado estaba bajando. Kaien y Zero mantenían sus ojos puestos en la entrada del comedor y pronto vieron la figura del pelinegro vistiendo una sudadera negra, unos pantalones grises y unos zapatos negros que el director había tomado de la habitación de Zero. La puerta que Kaien escuchó abrirse y cerrarse era la del baño que se encontraba al fondo de la parte superior de la casa.
-¿Qué tal estuvo el baño? Delicioso, ¿eh? –Cross le sonreía de la manera más amable que podía –Él es mi hijo, Kiryuu Zero. Kiryuu-kun, él es… es… este… ¿cuál es tu nombre? –Zero casi se cae de su silla. ¿Cómo se le ocurre al director la brillante idea de invitar a cenar a un chico que ni su nombre conocía?
-¡Cuántas veces tengo que decirte que no me llames hijo! –Zero se levantó y rápidamente soltó un manotazo sobre la mesa que casi rompe por la mitad.
-Kiryuu-kun te tomas todo muy en serio –el director empeló una voz chillona e infantil.
-Hmph. ¿Quién eres tú? –dirigió su vista al invitado y utilizó un tono de voz amenazante.
Sasuke no contestó de inmediato y fijó sus orbes negros sobre los lilas de Zero. Esa mirada la había utilizado en incontables ocasiones para infundir miedo a su adversario y sobre aquellos que no tuvieran confianza en sí mismos, pero éste caso era diferente, porque la mirada de Zero era igual a la suya. Había el mismo dolor en ella.
-No tienes que ser tan irrespetuoso con él –Cross se levantó de la mesa y se puso al lado del Uchiha – ¿Nos puedes decir tu nombre, si eres tan amable?
-Uchiha Sasuke.
-Bienvenido a casa, Sasuke-kun. Ven, siéntate y cena con nosotros –las manos que hace unos momentos atrás sintió en sus hombros para empujarlo levemente bajo la lluvia, de nuevo las sintió para impulsarlo y llevarlo hasta la mesa.
Se sentaron los tres y Cross hablaba de lo deliciosa que le había quedado la cena, pero sólo él comía, porque Zero y Sasuke se encontraban absortos en sus pensamientos y su vista se posaba en el plato.
-Me voy a dormir –el albino se levantó de la mesa y subió las escaleras directo a su habitación. Cross vio el plato de Zero que lo había dejado intacto. Dio un suspiro de resignación, luego volteó y encontró en las mismas condiciones el plato de Sasuke.
-Imagino que tú tampoco tienes hambre, Sasuke-kun. Te he preparado una habitación para que puedas descansar esta noche y mañana temprano buscaremos una solución a tu problema. Ven, te indicaré en dónde dormirás –el paternal gesto de Kaien desconcertó al Uchiha. No entendía por qué era tan afable con él a pesar de ser un desconocido, pero tampoco se dispuso a divagar en el asunto. Ese hombre era tan ingenuo que no sospechaba siquiera que estaba ayudando a un criminal de clase S y que pronto una Aldea entera sufriría de dolor gracias a su estúpido gesto de amabilidad.
-Ésta es tu habitación. Cualquier cosa que necesites estoy a dos puertas. Descansa, Sasuke-kun.
Sasuke entró y Cross cerró la puerta. Esa habitación era similar a la que tenía en Konoha. No había decoración como cuadros, flores ni nada por el estilo, era completamente neutra. Del lado izquierdo de la pieza había una cama y un pequeño buró en cada lado de la misma, una puerta a la derecha que bien podría ser el baño, al lado de la puerta se encontraba un closet y un gran ventanal con las cortinas abiertas al fondo. El pelinegro avanzó hacia el ventanal y pudo vislumbrar la luna llena en lo alto del cielo. Esa intensa luz iluminaba tenuemente el dormitorio. Abajo se encontraba el inmenso patio cubierto de verde pasto, flores y algunos árboles de la Academia Cross. Un poco más lejos pudo divisar una fuente con forma de cisne con las alas extendidas que reflejaba bellamente la luz de la luna. Era una vista fabulosa, debía reconocerlo, pero su estancia ahí tenía que ser lo más corta posible para volver y hacer pagar al mundo su osada y errónea acción. Su vista seguía fija en la fuente que se encontraba justo en el centro del jardín mientras su mente estaba activa, cuando de pronto, una extraña sensación que no supo describir se metió en su sistema nervioso y lo hizo voltear a ver hacia la derecha lo más rápido que pudo. Ahí solamente se encontraba otro edificio y su techo estaba completamente vacío.
-¿Qué demonios fue eso? Vi claramente a una persona y… Estoy seguro de haber visto un brillo rojo.
El sonido de unos nudillos tocando la puerta lo sacaron de sus sueños y pudo observar el sol radiante que comenzaba a salir. Debía agradecer el simpático detalle, ese sueño lo estaba sofocando. Se dirigió a la puerta y la abrió para dejar ver al hijo adoptivo del director del otro lado. La cara de Sasuke y la de Zero tenían la misma expresión neutra.
-Cross me dijo que estaría contigo el día de hoy para buscar solución a tu problema, así que te llevaré con él.
-¿Dónde está él?
-Como supongo ya te lo habrá dicho, él es el director de la Academia Cross y debe estar en su oficina desde temprano. No quiso despertarte y me pidió que te llevara con él en cuanto lo hicieras, pero me ha surgido un asunto que debo atender, así que te llevaré de una vez.
-Estaré en un minuto.
-Bien, estaré abajo –Zero se fue y Sasuke cerró la puerta.
Ambos chicos caminaban por los jardines de la apacible Academia en dirección a la oficina de Cross. A plena luz del día se veía todo más colorido y vivaz que la noche anterior. Y hablando de la noche anterior, recordó lo que su vista periferia había captado y la sensación que acompañó esa imagen. Dudó si debía comentarle a Kiryuu aquella visión o no, pero los gritos agudos de varias chicas le quitaron toda la intención de preguntar.
-¡Kyaaaaaa! –las chicas habían aprovechado que Zero no estaba para saltarse las clases y divagar por el jardín. Al verlo acercarse, iban a correr a sus clases, pero también se percataron de la presencia de un chico extraño que acompañaba al Prefecto. Ese chico era tan atractivo como los de la clase nocturna y olvidaron que se escondían de Zero para salir alocadas a recibir al nuevo centro de atención.
-¡Que guapo chico!
-¿Quién podrá ser?
-¿Quién eres, guapo chico?
-¡Ven con nosotras, no te juntes con el Prefecto!
-¡Eres tan guapo como Idol-senpai!
Y un sinfín de declaraciones absurdas más. Perfecto, lo que le faltaba. Tal parece que jamás se libraría de las malditas acosadoras adolescentes a donde quiera que fuese. La última vez que había sido acosado fue por su compañera de equipo Karin, pero ella no era una gritona. Ella era más discreta y lo hacía cuando Suigetsu y Jugo no se encontraban cerca. Mientras ellos estuviesen con él, ella mostraría una faceta de chica fría y grosera. En su vida como shinobi de Konoha se vio forzado a huir de todas ellas que lo perseguían como locas y no lo dejaban tranquilo. Ahora no. Él ya no era un niño que necesitara huir. Sasuke era capaz de atravesarlas a todas ellas con su chidori a sangre fría y continuar caminando como si nada hubiera ocurrido, pero no tuvo la necesidad de hacerlo, porque su gélida mirada y su aura negativa bastaban para mantenerlas a raya, cosa que le sorprendió. Zero pudo presenciar tal acto y también le sorprendió. El único que había logrado hacer que las chicas dejasen de correr atrás como locas había sido justamente él, tal y como lo había hecho el Uchiha, sólo con la mirada.
-No te preocupes, no te volverán a molestar. Vamos.
-Eso espero.
Otro que también había presenciado el momento había sido Cross Kaien desde la ventana de su oficina y eso le había dado una genial idea.
La puerta fue tocada y se les indicó que pasaran. Zero había llevado a Sasuke como lo había prometido y ahora solo le quedaba irse de prisa a la Asociación de Cazadores, pero la voz de Yagari lo detuvo.
-¿A dónde vas con tanta prisa, Zero?
-Tengo asuntos que atender –el albino no se tomó la molestia de girar de nuevo su cuerpo y le respondía dándoles la espalda.
-No te puedes ir. Necesitas escuchar esto.
-La Asociación me pidió…
-Sé perfectamente lo que te pidió la Asociación, yo soy el líder. Ya envié a Kaito en tu lugar –contestó imponente el hombre del parche en el ojo derecho ganándose la mirada fulminante de su aprendiz. El albino realmente deseaba cumplir con ese encargo –No pongas esa cara, Zero. Te prometo que habrán más misiones como éstas. Cierra la puerta y siéntate.
De muy mala gana, cerró la puerta de un golpe y se quedó parado al lado del Uchiha que también permanecía de pie.
-No sé qué es este lugar y no me interesa quedarme para averiguarlo. Yo sólo estoy aquí para encontrar la manera de regresar a donde pertenezco –la voz del pelinegro llamó la atención de todos los presentes.
-Hm –Yagari sonreía de lado –No me explico de dónde sacas a estos mocosos, Kaien. Todos son iguales –dijo el del parche haciendo clara referencia a Zero. Los aludidos hicieron caso omiso al comentario.
-¡Yagari-san! Son mis criaturas indefensas. Ellos están… -la frase cómicamente paternal de Cross fue interrumpida por el golpe que Zero profirió al escritorio que se encontraba frente a él y lo rompió.
-¡¿Quién te dijo que soy una criatura indefensa?! –el aura que Zero despedía era tan negra como los ojos del que se encontraba a su lado –A mí no me interesa quién es él ni cual sea su problema, no es algo que me concierne. Yo no debería estar aquí.
-Pero Kiryuu-kun, necesitamos de tu inteligencia para solucionar el problema de Sasuke-kun –las lágrimas a cascadas del rubio no conmovieron a nadie.
-Basta, Zero –Touga calmó a su pupilo y volvió su mirada a Sasuke –Muy bien, mocoso altanero, vamos a dejar las cosas muy en claro. La razón por la que terminaste en este lugar no la sabes, pero nosotros sí. La mala noticia es que no estamos habilitados para decírtelo, pero… lo que sí podemos decirte es que no podrás regresar de la misma manera en la que llegaste.
-No sé de qué demonios me estás hablando, ¿por qué no puedo regresar de la misma manera? –el pelinegro empelaba un tono de voz sereno y su semblante era totalmente neutro, pero la mirada que profería retaba descaradamente al del parche.
-¿Acaso estás sordo? No podemos darte esa información porque es clasificada. Así que te sugiero que tomes las cosas con calma.
-No tengo tiempo para tomar las cosas con calma. Debo regresar y realizar una venganza –los puños del pelinegro se apretaban con fuerza mientras sostenía una mirada siniestra puesta en los ojos azules de Yagari, pero éste ni se inmutó, sabía perfectamente que no era él a quien veía.
-Venganza, ¿eh? –aspiró un poco del cigarrillo que sostenía en la mano y soltó el humo tranquilamente –Te diré algo, chiquillo, he visto a mucha gente como tú queriendo infringir justicia por su propia mano y el resultado de su vida es poco menos que patético. Sin embargo, no estoy aquí para darte lecciones de vida, así que solo expongo tu situación actual.
-Sasuke-kun, no sé cuál sea la razón por la que odias tanto, pero puedo decirte que la venganza sólo es el camino de los que no quieren pensar, de los que sólo sienten sin raciocinio. No me parece que tú seas de esa clase de personas –habló amablemente Kaien.
-Qué fácil es para ustedes hablar cuando no han conocido el verdadero dolor –los ojos del Uchiha se escondían tras el flequillo, pero en su voz se podía distinguir el enojo contenido –Díganme, ¿nunca han sufrido la pérdida de un ser amado? ¿No han sentido la necesidad de hacer pagar al responsable de tal pérdida? ¿Y qué tal si ese o esos responsables fueron personas en las que alguna vez creyeron? –su tono iba elevándose cada vez más a cada pregunta y su Mangekyo Sharingan había sido despertado dejándolo a la vista.
Los presentes guardaron silencio y un escalofrío recorrió en cuestión de segundos su espina dorsal. Esos ojos eran algo que jamás habían visto, pero les recordaba el brillante rojo de los de la clase nocturna cuando estaban deseosos de romper las reglas de la Academia. Los ojos del pelinegro eran aún más aterradores, pero lograron recobrar la compostura. Kaien estaba triste de escuchar a un jovencito hablar con tanto dolor y odio. La vida que Cross había tenido a sus más de 200 años no había sido fácil, él tenía las respuestas a cada una de esas preguntas, pero decidió callar por respeto. El chico frente a él estaba pasando por un terrible proceso de duelo y no quería alterarlo más de lo que estaba. Yagari quería echar a reír sarcásticamente en ese mismo momento, ¿pues qué edad creía ese mocoso que tenía él? ¿5 años? Su apariencia física revelaba justo la edad de 30 años que tenía, a diferencia de su buen amigo Cross. Era una persona experimentada y, como lo había mencionado antes, había visto a mucha gente sucumbir ante los sentimientos negativos y su final había sido de pena, pero él también decidió callar, pero no por respeto, sino porque no creía necesario el mover un solo dedo para salvar de la oscuridad a ese chico. Suficiente tenía ya con su amado alumno Zero.
Pero el albino no pudo callar.
-¿Crees que eres el único que ha sufrido una dolorosa pérdida? ¿Crees que eres el único que clama venganza? ¿Crees que eres tú el único al que lastimaron cruelmente y traicionaron sin remordimiento alguno? Entiendo perfectamente de lo que hablas… y al igual que tú, quiero venganza. He sentido el verdadero dolor, pero el momento justo para culminar mi venganza todavía no llega –Sasuke y Zero no eran tan diferentes después de todo y eso alarmó a los otros dos.
-¡Basta, chicos! Dos pequeños como ustedes no pueden estar hablando de esa manera, sus precoces vidas tienen muchas alegrías por vivir…
-Ya no soy un niño –la frase fue dicha por ambos, pero la voz de Zero sonó más alterada que la de Sasuke que ya había desactivado su doujutsu.
-Que molestia. Escuchen bien, por ahora ambos no pueden hacer nada, así que les sugiero que se calmen. Tú –dirigiéndose a Sasuke –No puedes regresar a tu hogar hasta que podamos averiguar otro método, y tú –dirigiéndose a Zero –Ya hemos hablado suficientes veces de lo mismo, que fastidio que sigas pensando de esa manera –Yagari desconocía la vida del pelinegro, pero sonaba a que había sufrido mucho. Ya no podía permanecer indiferente ante el chico nuevo y menos ahora que había revelado una característica especial y que podía ser peligrosa para ese mundo.
-Escucha, Sasuke-kun, tengo una propuesta que hacerte. Hasta que encontremos la manera de regresarte a tu hogar puedes quedarte aquí, pero quisiera que apoyaras a Kiryuu-kun en las actividades de la Academia Cross como prefecto, ¿qué dices? Luces bastante fuerte y sé que harás un excelente trabajo –Cross esperaba escuchar una negativa por parte de alguno de los jóvenes, o de ambos. Pero eso no sucedió.
Ese hombre del parche y extraño atuendo del Viejo Oeste tenía razón. No podía hacer nada si no encontraba una forma de regresar al Mundo Shinobi, así que pasaría un rato en ese lugar hasta hallar la respuesta, pero sus intenciones de acabar con Konoha seguían intactas –¿Qué se supone que debo hacer?
La cara de Kaien se iluminó y comenzó a saltar por todos lados diciendo algo como mantener el orden y buscar que sus alumnos preciados de la clase diurna no lastimaran sin querer a sus lindos y también preciados alumnos de la clase nocturna.
-¡Oye, Kaien! Me parece que estás exagerando. No crees que… -Yagari trató de hacer entrar en razón a su loco amigo, después de todo, Sasuke no estaba enterado del secreto detrás de la Clase Nocturna.
-No te preocupes, Yagari-san –de un segundo a otro, Kaien había dejado de alardear y su pose era de pie con los brazos cruzados y acomodando sus lentes –Sasuke-kun sólo apoyará en la mañana cuidando que todos estén en sus clases y cuando los alumnos de la Clase Nocturna salgan de sus dormitorios. Zero se encargará de la vigilancia nocturna, ¿verdad, Kiryuu-kun?
-Cómo sea –era la manera más clara que Zero tenía para decir que aceptaba la ayuda del Uchiha.
-¡Entonces está decidido! ¡Vengan a mis brazos, mis guapos y lindos prefectos! –el rubio cenizo se abalanzó sobre los jóvenes, pero ambos retrocedieron y Kaien cayó al suelo –Por cierto ¡aquí está tu uniforme de prefecto, Sasuke-kun! –al parecer el director ya estaba preparado para incluir al Uchiha en las actividades de la Academia.
Portando el uniforme negro y su bandana en el brazo derecho fue presentado a los maestros y a los alumnos como el nuevo prefecto encargado de la seguridad y de mantener el orden. Las quejas de los chicos se podían escuchar debido a la rigurosidad con la que se iba a aplicar las reglas y por la ausencia de una bella prefecta, mientras que a las chicas eso de las reglas no les importaba, sólo estaban contentas de tener a dos prefectos muy atractivos, aunque eso no les quitaba protagonismo a los misteriosamente cuidados alumnos de la noche.
Las clases estaban por terminar y la hora en que las puertas del Dormitorio de la Luna se abrirían estaba cerca…
No sé qué clase de fijación tengo con el dolor de Sasuke, pero creo que escribir es una excelente fuga. Itachi murió por él y por la Aldea, pero él solo piensa en Konoha como un blanco para descargar sus frustraciones y eso no me gustó para nada. En ese tiempo que estuvo persiguiendo al ocho colas, luego a interrumpir la reunión de los Kages y todo el alboroto que hizo después lo odié un buen, así que decidí darle una segunda oportunidad en mi cabeza y que reflexione sus decisiones muy lejos de ahí. Es como unas minivacaciones o algo por el estilo.
Dejen sus reviews aventando jitomatazos o lo que encuentren a la mano si no les gustó. Nos leemos por aquí. Sayo...
