Virtudes en azul y bronce
Por Muinesva
Disclaimer: El Potterverso le pertenece a J.K. Rowling
Este fic ha sido creado para los "Desafíos" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black".
I
Caridad
Rowena Ravenclaw
La joven Rowena sale a dar su primer paseo por los alrededores del castillo. Es la puesta de sol y el ambiente se tiñe de un encanto especial. Junto a sus amigos, se acaba de establecer en la fortaleza, que se ha convertido en su nuevo hogar.
La bruja recorre el terreno descendente en dirección al bosque y el lago, deteniéndose cuando se encuentra a poca distancia de los primeros árboles y cierra los ojos escuchando atentamente. Ahí está el rumor calmo del agua, el sonido del viento que hace danzar a las ramas de los árboles, los graznidos de unos pájaros llamándose unos a otros, un rugido que reconoce como el de un hipogrifo y el repentino aleteo de una bandada de aves, probablemente las que acaba de oír. Un corto silencio envuelve el lugar y luego las aves vuelven a cantar, seguramente se han vuelto a posar en otros árboles.
Rowena esboza una pequeña sonrisa y continúa caminando. Se interna un poco entre los árboles y escucha un chillido bajo que proviene de un árbol cercano. La joven dirige su mirada hacia allí y sus ojos se encuentran con los de un águila agazapada entre las ramas. El ave la mira con cautela y las plumas se le erizan un poco, pero al mismo tiempo se yergue y abre el pico de forma amenazante. Rowena se da cuenta que hay algo extraño con el águila, pues cuando trata de mover las alas, la derecha permanece torcida en un ángulo extraño. Entonces el ave vuelve a chillar y la joven comprende que necesita de su ayuda.
Acercándose con lentitud y precaución alarga la mano sin dejar de mirar esos ojillos negros. El ave se alarma un poco y vuelve a chillar.
—Déjame ayudarte —le dice la joven. Siente como si se encontrara frente a un hipogrifo, pues ambas son criaturas orgullosas—. No te haré daño.
Entonces el águila parece comprender y avanza un pequeño paso, de lado, por la rama a la que se aferra. Sin abandonar la tensión que obviamente siente, se deja coger por la joven bruja que la toma en sus brazos delicadamente y emprende el camino de regreso al castillo. Ahí se dedica a cuidar al ave, que con el tiempo se recupera por completo.
Cuando Rowena sale de nuevo a los terrenos con el águila fuertemente sujeta a su antebrazo cubierto por una lúa, está realmente satisfecha por la rápida recuperación del ave.
—Cuídate —le dice y el águila la mira con intensidad y agradecimiento antes de emprender el vuelo.
Rowena observa alejarse al águila con cierta nostalgia. Entonces decide que el emblema de su casa será aquella ave magnífica. Sabia y orgullosa.
