Lo que hace el insomnio...

Este fic forma parte del reto X-Mas, aunque se supone debía de subirlo el primero de Diciembre...
Una palabra para cada día de Diciembre, hoy les traigo:


NIEVE.

Aquel planeta le habría agradado, le recordaba a una parte de su infancia, la primera vez que había visto la nieve.

El cielo a esa hora estaba completamente azul, de un tono similar al de sus propios ojos, los mismos ojos que vieron con horror como su única compañía se desmayaba.

Le habría agradado, si la visita hubiese sido controlada, pero no, tenían que revisar los datos de una computadora en aquel planeta, el teletransportador falló, provocando que sólo bajara él y su primer oficial, al cual sostenía entre sus brazos tratando de emanarle calor.

La base donde se encontraba la computadora se había derrumbado, así que no pudieron completar su misión. Intentaron llamar a la nave, pero sólo había interferencia.

Estaban ellos dos completamente solos, apenas el oxígeno era suficiente en la atmósfera para algunas bocanadas de aire.

Durante un pequeño momento pensó que tal vez sería... Romántico.
Él, su primer oficial, nadie más, juntándose para conservarse calientes.

Sus pensamientos cayeron al verlo caer a él.

Sus mejillas, habitualmente pálidas y calientes, ahora estaban heladas y teñidas de verde.

Jamás lo había visto temblar así. Pero claro, es un Vulcano, su temperatura corporal es elevada, si en un ambiente "al clima" para un humano, para ellos es frío, ¿Cómo sería aquel planeta de clima invernal?

Busca la forma de evitar una hipotermia, rápidamente se quita su chaqueta y lo cubre.
No hay piedras, no hay cuevas, no hay refugios; con pura nieve hace una especie de pared alrededor del cuerpo, para tratar de romper las fuertes oleadas de viento.

En un intento desesperado por que mantenga sus ojos abiertos, le besa, le besa rudamente, sintiendo con un poco de alivio como su primer oficial hace el intento de responder al beso. Él sabe lo que tiene que hacer.

Mete sus manos por debajo de las tres camisas térmicas que traía puestas el vulcano, toca su abdomen. A un lado, siente el latido de su corazón, va rápido, pero no lo suficiente.

Sus manos empiezan a acariciar cada tramo de piel, mientras sigue besando fuerte.
Sonríe cuando siente que el vulcano elevó una mano y la posó sobre su cintura. Sus manos están heladas, pero él las deja adentrarse debajo de su propia camisa para propiciarle algo de calor.

No para. Sigue. Calor. Tela.

Baja sus manos, se acercan a la cinturilla del pantalón, quería llegar más lejos, pero necesitaba mantenerlo despierto, no derretir toda la nieve bajo ellos.

Pero él no se esperaba que la persona bajo sí tomara sus manos y las introdujera debajo de las telas que recubrían la pálida piel, dándole acceso a lo que podría ser su perdición.

Nuevamente, él sabe lo que tiene que hacer.

Masajea, arriba, abajo; sigue besando con pasión, ahora con una lengua intrusa en su boca; agarra, suelta, arriba, abajo, calor. Por fin hay ruidos diferentes al rugir del viento en aquel planeta. El calor consume al vulcano. Ahora él se encuentra feliz, viendo cómo cada parte de su cuerpo despierta en pequeños espasmos de placer que le recorren post-clímax.

Sus manos ahora húmedas y calientes se retiran para darle espacio a la tela. Le abraza, para mantener lo más caliente posible a su primer oficial. Siente sueño, está muy cansado.

Su comunicador está abierto para que la señal que emite sea recibida.
Sus propios ojos se cierran, no sin antes sentir cómo pasa de estar arriba, a estar abajo.

La oscuridad, dulce oscuridad...

Hacía frío. Él recordaba el color blanco y el azul rodeándole.

Recordaba... Un tinte verde.

Azul, como sus ojos.

Los abre.

El cielo está completamente blanco, la luz le pega directo al rostro. No es cielo, es techo. Asustado, trata de levantarse. No ha muerto aún...

Su corazón está acelerado, él lo sabe, el pitido le indica que lo está.

Está sentado. El lugar le resulta... Fastidiosamente familiar. Claro, la enfermería de la nave. Al menos, se da cuenta, ya está en un lugar conocido. Pero sus pensamientos vuelven a rebotar cuando se da cuenta que al lado de su almohada, hay alguien.
Está sentado en una silla, al lado de la camilla, con su cabeza escondida entre sus brazos y parece estar durmiendo.

Es él, es su primer oficial y está con él, está vivo y al parecer, en mejores condiciones que él mismo.

Siente la necesidad de extender una mano para acariciar la oscura cabellera. Lo hace.
El vulcano despierta, colocando su mano sobre la de su capitán.

Se miran a los ojos.

- Me has salvado, Jim.

El rubio recuerda, sintiendo como enrojecen sus mejillas, la manera en la que lo salvó. El mestizo se percata de esto y eleva suavemente la comisura de sus labios.

- Hiciste lo que tenías que hacer, no te juzgaré. Gracias, Jim.

Él lo había aprendido, una vez éste le salvó la vida y lo que hizo fue delatarlo. Ahora no.

- De nada, Spock.

Y el vulcano acerca su rostro al humano, deteniéndose a escasos centímetros de su boca.

- Qué manera tan ilógica e inesperada de declararte.

Dicho esto, Spock une sus labios con los de Jim.

La nieve era hermosa, Jim adoraba su recuerdo de los copos de nieve cayendo sobre su nariz.

La nieve era peligrosa, casi mata a Spock.

Pero después de todo, la nieve no es más que agua congelada.

Eso y ahora también una confidente de lo que sucedió sobre su extensa blancura en aquel planeta helado, donde dos seres tratando de sobrevivir, se fundieron en calor.


Aiñs, me hacía falta escribir algo de ellos.

¿Merece este One-Shot, algún review? :3