Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, me quedo sólo con haberlo escrito aunque nadie me pagó.

Dedicatoria: Para M.J. Hayden, con amor. Por el delicioso enigma que es esta pareja para mí.

Notas de autor: Una cosa más, hace como un siglo que no me veo los capítulos, si ven algo que no es coherente, me tendrán que disculpar y mencionármelo, que no me daré cuenta por mí misma.


Elección

La primera vez que Sesshômaru vio a aquella mujer no entendió qué era lo maravillo en ella, era sólo una simple humana, una mujer más de entre todas las que su padre pudo haber tenido. Era eso quizá lo que llamaba su atención, ¿por qué, de todas las pudo haber tenido, mil veces mejor que ella, la había elegido? Por sobre todo lo demás, se había quedado con la humana.

Sesshômaru no entendió qué era lo que tenía de especial sólo con verla, pero de algún modo entendió que no tenía tanto que ver con ella, sino con cómo su padre la veía. No era ella, era su padre y eran ambos y era lo que había de por medio, aunque no pudiera entender qué era, sabía que iba más allá de lo simple y comprensible.

La recuerda a ella, simple, sencilla y dulce; humana como todos los demás, pero sin corromper. La recuerda pura y por entonces pensaba que quizá eso era lo que tenía que ver.

También recuerda que la odiaba. Odiaba a la madre de su hermano y lo odiaba también a él; era algo dentro de su alma, que ardía en ira incontrolable cada vez que la miraba, cada vez que ella sonreía, cada vez que su padre se acercaba y ya no podía ver en él lo que era.

Sabía que había sido su culpa, y la odiaba porque no podía encontrar la manera de culparla.

Cuando creció comprendió algo que se negó a admitir para nadie más que no fuera lo más profundo de su consciencia: odiaba a aquella mujer porque la quería para él, así como la mujer débil que era; así, como la amante de un demonio; como aquella que había sucumbido y sin embargo no se encontraba perturbada por el mal. Como aquella mujer de sonrisa serena que todo lo que podía darle al mundo era una sincera felicidad por lo que tenía; como aquella que llenaba de serenidad su alma con una simple mirada.

Sesshômaru la quería para él.

Lo supo cuando vio a Rin por primera vez. Estaba ahí, muriendo sin remedio y estaba en su poder dejarla partir o mantenerla con vida aunque no fuera de su incumbencia. Y recordó a aquella mujer, a la que odiara durante tanto tiempo porque la mirada de Rin, aun perdida en la ensoñación de la muerte, aun suplicante por respirar un segundo más, era clara, lejos de toda perturbación, lejos de toda corrupción. Supo que todo aquel tiempo sólo había estado anhelando algo que no tenía.

Lo supo el día que entendió que había diferentes orígenes para el odio; y que así como su padre, la decisión de traer el caos o la sonrisa de una mujer, era suya.


No es la gran cosa, pero en verdad quería hacer algo con esta perspectiva, de la comparación de Rin con la madre de Inuyasha… recuerdo que la vi en un solo capítulo, y bueno, me despertó interés inevitablemente.

Si se toman tiempo para dejarme un comentario me harán muy feliz.