Ella era una chica alegre y suspicaz, había pasado por malos momentos y ya no se atrevía a llorar. Él simplemente se amargaba cada vez que la vida no lo favorecía, cada instante de su vida que podía recordar fueron fracasos.
Sus vidas se toparon un verano memorable, compartían aficiones y charlas, sonreían al mirarse, aprovechaban cada segundo para divertirse y la vida forjó entre ellos una amistad insondable.
El tiempo pasó y ella había cambiado increíblemente. Él, igual de inmaduro que siempre, cada vez que la veía rodeada de gente se sentía raro y hasta avergonzado. Hubo un tiempo de distanciamiento pero siempre volvían a encontrarse, los gustos de los dos seguían siendo los mismos y siempre que él la miraba sentía un vacío en su ser que solo podía ser llenado por sus labios. Llegó un momento en el que ella no soportaba sus bromas y su comportamiento de niño, la tensión que ella acumulaba llegó hasta tal punto que dejó de hablarle.
Muerto de rabia, todos los días la veía pasar por su lado acompañada de otro tipo de personas sin que ella se percatara, ni en lo más mínimo, de su existencia. Obviamente, nuestro protagonista tenía sus amistades pero a la vez esas cuatro o cinco personas tenían sus propias compañías y lentamente se fueron alejando.
Un día ella lo encontró en una plaza y salieron juntos a dar una vuelta y recordar viejos tiempos, ella lo encontraba mas serio, mas distante, mas frío, ella veía en sus ojos otro brillo, otra luz, otra emoción, para ella simplemente era el chico que nunca pudo decirle que no, el que siempre aguanto todo lo que le pasaba, a ella que no podía soportarlo, a ella que se distanció, a ella.
Como si supiera lo que estaba pensando su amiga, el chico se detuvo sonrío lentamente dijo con una voz colmada de melancolía y tierna dulzura:
"Perdóname, no, siquiera eso alcanza. Siento que un simple perdón ni cualquier otra cosa alcanza. Será que siempre quise hacerte reír, porque me encanta tu sonrisa. Será que buscaba de todas formas que lo supieras. Será que me gustaría poder hacerte sentir bien todo el tiempo y aunque sepa que no puedo lo intento igual. Quizás olvido a veces que sos tan sensible, tan delicada y, digamos, que no soy tan fino para poder sostener algo tan frágil"
