Antes de empezar hay que aclarar que este es un fanfic escrito sin ninguna intención de comercialización o lucro, todos los personajes presentados son creaciones originales de Masahi Kishimoto y los copyrights perteneces a TV Tokio y a Shonnen Jump. Una vez aclarado esto Comenzamos:

Prólogo.

Dos caminos de un bosque.

Hiashi Hyuuga era un hombre satisfecho consigo mismo. A pesar de los problemas, de los engaños, del escándalo. Era un hombre que sabía sobreponerse y prepararse para todo. El hijo que estaba a punto de nacer era sin duda la mejor prueba de que los Hyuuga siempre saldrían adelante.

La puerta de la sala de partos se abrió y un doctor vestido aún con la bata de operaciones apareció. Al retirarse el cubre-bocas Hiashi pudo notar un rictus de preocupación en su rostro. Una muy mala señal.

–Hiashi-sama. –Dijo el hombre con aprensión– Tenemos una complicación... hay... peligro de perder a su esposa o a su bebé.

Por un momento el patriarca se sintió desconcertado, como si le hubieran dado una bofetada. Pero se recuperó, había que agradecer que el doctor no le hacia perder el tiempo con rodeos inútiles. Analizó sus palabras antes de responderle.

–Dijo usted a mi esposa ó a mi hijo. –Si, hijo, no cabía duda que sería varón- ¿Significa qué hay posibilidades?

–Es una situación difícil, señor. –El galeno trataba de conservar su sangre fría– Si nos apuramos podemos salvar a su mujer... pero hay muchas posibilidades de perder a la criatura, si aceleramos el parto... bueno, el bebé se salvaría pero...

–Entiendo. –Contrario a lo que parecía Hiashi estaba tranquilo, tenía que estarlo. Sin duda era una decisión difícil, pero él siempre estaba tomando medidas más arriesgadas. Muchas vidas dependían del, ahora sólo tenía que ver que sacrificio era el mas aceptable para su familia.

– ¿Hiashi-sama? –El medico llamó su atención– El tiempo apremia, señor

–Mi esposa hubiese querido ver crecer a su hijo. –Dijo entonces sin un atisbo de emoción– Haga lo que tenga que hacer, señor mío.

El medico le hizo una respetuosa reverencia y regresó a la sala de partos. Hiashi lo vio partir sin mostrar mayor interés. Fue entonces, cuando se encontró solo de nuevo, que las piernas le fallaron, buscó la seguridad de las sillas apostadas contra la pared y se derrumbo. Un fuerte dolor en el pecho comenzó a presionarlo, le costaba respirar, no podía ver con claridad. Había tomado la decisión correcta ¿Entonces porqué ese dolor, porqué esa agonía? El rostro de su esposa aparecía en su mente, su sonrisa, sus ojos llenos de una dulce aceptación. Ella siempre aceptaba sus decisiones, por más duras que estas fueran, por más crueles que pudieran ser ¿No estaría de acuerdo entonces con esto? Se estaba justificando a sí mismo, es era. La llegada de los parientes le ayudó a no abandonarse al dolor, tenía que guardar las apariencias.

Hisashi, su hermano gemelo entró acompañado de su esposa y de dos pequeños. Uno su hijo. Neji. Un pequeño que con seis años portaba con orgullo toda la distinción de un Hyuuga. Al lado de él estaba una niña de cinco años que miraba con temor a su alrededor. Hinata. La hija primogénita de Hiashi.

Una hija como primogénito. Hiashi nunca le recriminó esa falta a su esposa, era obvio que algo había fallado, no tenía caso culparla de nada, aunque en los años subsecuentes el patriarca de los Hyuuga no podía ver a la pequeña sin sentir cierta vergüenza de si mismo.

La familia se quedó ahí, sin decir nada, no tenía caso desperdiciar condolencias o comentarios ante una situación inevitable. Al fin y al cabo el destino era quien inexorablemente mostraría el camino. Los niños también estaban callados. Neji estaba sentado en una silla, basculando los pies mientras la pequeña Hinata estaba a su lado, tomándolo de la mano. Era la única manera de que ella estuviera tranquila. El niño la miraba discretamente por encima del hombro y sonreía un poco, ella se sonrojaba y le devolvía la sonrisa. Un tranquilo y silencioso juego.

La puerta se volvió a abrir. Las personas en la sala de espera se levantaron. El medico se quitó la cofia y el cubre-bocas. Su rostro solemne y resignado expresaba más que cualquier cosa que pudiera decir con palabras. Hiashi tuvo un instante de desfallecimiento. Hisashi estaba detrás de él y lo sostuvo. No podían permitir que la gente viera a la cabeza de los Hyuuga en una posición de debilidad.

–Lo siento mucho Hiashi-sama. –Dijo el doctor sin levantar la vista– Hicimos lo posible...

–Entiendo.

–Pero el bebé esta bien. Es una niña, la podrá ver mañana.

Nada lo preparó para eso. La mirada de indignación pinto su semblante antes de que siquiera lo pensara, el medico retrocedió sorprendido. Tras un momento el patriarca de los Hyuuga se recuperó. Una mascara de frialdad le cubrió el rostro.

–Hisashi. –Dijo mientras se daba la vuelta y se retiraba sin mirar atrás- Encárgate de todo. Tengo que preparar al resto de la familia para el duelo.

Todo negocio tenía perdidas, la vida era un negocio. Había que afrontar las perdidas.

Si tan solo dejara de doler.

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Minato Namikaze era un hombre devastado, a pesar de los triunfos, a pesar de los logros. Toda su vida se resumía en ese instante. En ese momento que parecía destruir todo lo demás.

Estaba sentado en la sala de espera del área de urgencias del Hospital general de Konoha. Vestido de playera y mezclilla. Las personas tendrían que verlo dos veces antes de reconocer al famoso procurador general del país del fuego. Porque en ese momento era solo un hombre angustiado, sujetando en sus brazos a su hijo que dormía placidamente, envuelto en una chamarra de cuero, ajeno a todo lo demás.

El hombre acarició la rubia cabecita y suspiró tratando de controlar la angustia que parecía quemarle el pecho. Esos monstruos no lo habían visto. El pequeño Naruto había estado jugando en su casita de madera, en el patio de la casa cuando ellos entraron. Una oleada de incontenible furor se apoderó de él. Si lograba averiguar quienes se atrevieron a profanar su hogar, a atacar a sus seres queridos...

Levantó la vista y se encontró con un hombre ya mayor, de largos cabellos blancos, sujetos en una coleta que caía hasta la mitad de su espalda. Vestía un traje gris y parecía bastante incomodo. Un poco más atrás un hombre pálido y de cabellos negros le seguía, llevaba un elegante traje sastre y un maletín de cuero negro. Minato dejó al niño durmiendo sobre su chamarra y fue al encuentro de los dos hombres.

–Jiraya-san. –Saludó al hombre de cabello blanco y después a la otra persona– Orochimaru-san ¿Qué averiguaron?

Jiraya apretó los labios y dirigió la vista a su acompañante. Orochimaru aflojó un poco el nudo de su corbata antes de hablar.

–No hay mucho... –Su voz era suave, acompasada, como el sisear de una serpiente– Dos policías uniformados llegaron primero. Atendiendo una llamada anónima, claro que averiguamos que se trataba de una vecina de la cuadra... En fin. Estos policías eran... –Se detuvo un momento, abrió su maletín y sacó un fólder donde había varios papeles– Zabusa Momochi y Kisame Hoshigaki. Ellos acordonaron la zona y esperaron refuerzos.

–De acuerdo a las reglas. –Dijo Jiraya con tono pensativo.

–Si, de acuerdo a las reglas. –Repitió Minato entrecerrando los ojos– El nombre de Kisame ya lo he oído antes, lo que significa que no es bueno. Hay que averiguar más cosas sobre él.

–Tienes que descansar. –Jiraya le puso una mano en el hombro– Conseguiremos un hotel y una guardia permanente. Deja que Orochimaru y yo nos encarguemos de esto.

–Quiero esperar. –Dijo Minato mientras negaba con la cabeza– Llévate a Naruto. Él necesita dormir en algo que no sea la silla de un hospital.

En ese momento se acercaron dos personas más. Una mujer rubia alta y de figura pronunciada y otra de cabellos cortos y figura más discreta, ambas vestidas con batas blancas y gafetes del hospital. Hubo un breve intercambio de saludos.

–Logramos detener las hemorragias. –Dijo la mujer rubia– Perdió demasiada sangre pero la estabilizamos, aún falta revisar los daños a su hígado y pulmones, pero esta demasiado delicada para otra intervención

– ¿Entonces estará bien, Tsunade-sama? –Preguntó Minato sintiendo que toda la tensión emocional empezaba a pasarle la factura.

–Todavía no logro entender como es que llegó viva al hospital. –El rostro de Tsunade reflejaba escepticismo– No puedo darte esperanzas, Minato. Los daños a su cuerpo son demasiados... yo... yo esperaría lo peor.

Minato se envaró como si hubiese recibido una bofetada, estaba temblando. Las tres personas le miraron preocupadas pero él pareció recuperarse de golpe y dándose la vuelta fue por su hijo.

Lo levantó con mucho cuidado, el pequeño de cinco años apenas si lo sintió. Minato lo abrazó contra su pecho, sintiendo el suave respirar de lo que consideraba el más grande logro de toda su vida. El lo protegería, sobre cualquier cosa, haciendo lo que tuviera que hacer.

La vida era un riesgo. Eso siempre lo había sabido. Ahora era cuestión de enfrentarse a las consecuencias de ese riesgo.

Si tan solo dejara de doler...

Fin del Prólogo.

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Notas del autor:

Bueno, bueno. Aquí esta una cosa que salió como una idea suelta mientras platicaba con Higurashi-chan acerca de su fic de "Rosa de dos aromas" En realidad no pensaba escribirla. Es decir ¿Cómo ponerme a la altura de un fic dramático que ya para ese instante iba sobre los trescientos reviews y mas de mil lecturas?

La cosa se quedó en el tintero y casi tenía un pase de ida a la famosa "Poza de las ideas ahogadas" cuando Higurashi-chan me alentó a escribirlo, ella tenía ganas de ver que podía hacer, a mí me pegó la curiosidad, nunca había escrito un drama, o por lo menos algo más intenso que una comedia romántica. Había hecho algunos intentos con mi inconcluso "Luna de sangre" pero...

En fin. Aquí vamos. Aunque la línea de la trama corre paralela a "Rosa de dos aromas" voy a empezar justo un año antes de esta y después mencionare algunos pasajes del Fic de Higurashi. Pero no es necesario leerlo para entender de que se trata, aunque las lectoras de Higurashi sonreirán ante algunos pasajes de la historia. Ahora solo me queda arremangarme la camisa y prepárame para lo que se viene.

Proximo Viernes: "Ese rubio problema"