Bueno, primero que nada, agradezco a todas las niñas que me ayudaron a seguir este fic (Marita, Haylie, Nanu, Marta, Nachita, etc.), y como se que el principio de un fic no es el mejor lugar para poner comentarios tontos, los dejo leer y al final les pondré las notas de autora.

Aome Faith Jinx

Pesadillas a la Luz de la Luna

Introducción

(...Cuando matas, el alma se desgarra.)

Lo supo cuando vio los ojos de todos ellos. Cuando vio en los ojos de Bellatrix, el miedo y la súplica, quebrando su fría máscara de arrogancia. Cuando vio en los ojos de Colagusano el terror y la certidumbre, mientras temblaba y le rogaba perdón. Cuando vio en los ojos de Snape el horror y la turbación, cambiando su fría expresión inescrutable a una mueca de ojos desorbitados.

Y él, en sus ojos rojos, inexpresivos, altivos, ya nada reflejaba más que odio y repugnancia, porque ese ser inferior lo había derrotado. Y lo mató. Acabó con la mayor amenaza que ese mundo había concebido. Pero no se sentía bien. En realidad, no sentía nada. Si ese era el mago oscuro más poderoso de todos los tiempos¿por qué un pequeño de diecisiete años había podido aniquilarlo?.

Y lo supo. Su destino era el poder. Él se lo había ganado, era suyo por derecho.

x..XxX..x

Capítulo Primero

La verdad tras la máscara.

(...Antes de confesar los miedos, su culpa, sus sentimientos

Prefiere tragar saliva y suicidar las palabras,

Pero así se llega a ser fuerte de acero… por fuera…por fuera…

Vulnerable por dentro, anhelando el sol para sus dríadas.)

Sylia

Amanecía en Londres, un nuevo día oscuro y peligroso para los magos y muggles de Inglaterra. La luz pálida que podía filtrar el sol entre las espesas nubes entró por la ventana de cortinas corridas, de una casa pequeña y algo descuidada, situada en una calle un tanto apartada del centro, en los suburbios. Y dentro de la habitación, una chica despertaba a su marido con insistencia, casi con histeria.

-Ron... despierta, ya es tarde...

-¿Eh? Diez minutos más...

La muchacha de cabellos castaños le quitó las sábanas de encima a su marido y, con un movimiento de varita, hizo que la cama desapareciera, tirando al chico al suelo.

-¡Hermione! – le reprochó el muchacho pelirrojo llamado Ron, incorporándose.

Era delgado y alto, con pies grandes y manos de dedos muy largos. Sus ojos azules estaban ahora entrecerrados, y cuando se abrieron, lo hicieron con una expresión de alerta y vigilante. Su rostro tenía un tinte pálido, propio de alguien que está enfermo. Tenía ese mismo aspecto desde hacía casi un año. La última vez que recordaba haber sido feliz fue cuando tuvieron sus dos hijos, gemelos, con su mujer, y el posterior casamiento de ambos. Sólo con diecinueve años se había casado, por miedo a lo que sucedería después, tal como decía su madre: "Nadie sabía si iban a vivir otro día, así que muchas parejas se escaparon para casarse.". Su esposa era Hermione Granger, su mejor amiga primero y su novia durante los últimos dos años. Tenía el cabello castaño y enmarañado, largo hasta un poco más de la espalda, y sin vida, alicaído. Estaba mucho más delgada de lo que se veía en su foto de casamiento y estaba casi tan pálida como su marido.

El chico se levantó a regañadientes de su mullida cama y se vistió lentamente. Otro día más en el infierno.

-¿Se ha muerto alguien que conozcamos? – preguntó con voz grave Ron cuando bajó a desayunar.

-Si sucedió algo, no creo que lo digan aquí...– comentó su mujer ojeando El Profeta Vespertino. – cerraron El Quisquilloso ayer ¿te enteraste?

-Sí, creo que también apresaron a Luna por divulgar información verdadera, debe estar en la prisión personal del Innombrable. – murmuró con voz amargada.

-Ron... llámalo por su nombre de una vez

-No – respondió él con firmeza.

La mujer bufó con fuerza y miró hacia fuera de la ventana, entre las rendijas de la persiana.

-No creo que podamos permanecer mucho tiempo más en esta casa. Hay un perro en la puerta, y está desde ayer, podría jurarlo.

El muchacho dejó el libro que estaba leyendo y extendió el cuello. Acto seguido, se incorporó y fue junto a su mujer. La tomó del brazo y suavemente, la empujó para poder ver él por la ventana. El cielo estaba cubierto de nubes, un suceso muy extraño en pleno julio, pero todos ya se habían acostumbrado. Efectivamente, como se lo había dicho Hermione, un feo perro gris, de pelaje corto y opaco estaba sentado en la puerta, como si siempre pasara por allí. Pero al muchacho le pareció que estaba demasiado quieto para ser un perro normal. Ron se apartó lentamente de la ventana, encontrándose con la mirada inquisitiva de Hermione.

-Toma a los niños, nos descubrieron, tenemos que irnos ¡ya! – dijo con prisa y comenzó a correr escaleras arriba.

La chica tomó a sus dos hijos en brazos, esperando. Ron bajó al poco tiempo con algunas maletas y la suficiente comida. Hermione sacudió su cabellera.

-¿Llevamos uno a cada uno? Tu no te apareces muy bien, así que es mejor que nos repartamos las cosas...

-No, llévalos a ambos tu, yo llevaré las maletas...

-¡Pero!

-Si no llego y estoy con uno de los niños, lo expondría a un grave peligro, no creo que soporten más de una aparición... si llevo las maletas, puedo volver a intentarlo.

La chica lo miró con aprensión.

-Está bien – dijo besándolo suavemente. – Nos vemos en el cuartel... -Y ambos desaparecieron.

Diez minutos después, trece personas entraban en la casa abandonada, buscando a los únicos Aurors sobrevivientes de la Gran Masacre.

XxX

La chica estaba sentada en el suelo de su celda, con las piernas extendidas. Parecía mirar algo muy distante en el cielo, a través de la ventana, como si estuviera esperando algo. Sus ojos no parpadeaban casi, su cabello, normalmente de un rubio sucio, estaba completamente lleno de tierra y sus extrañas ropas estaban cubiertas de lodo y suciedad, dándole el aspecto de un maniquí muy viejo y en desuso de una tienda de ropa de segunda mano. Tarareaba una canción, probablemente infantil, por lo bajo. Hasta que escuchó unos pasos, que lentamente se acercaban por el pasillo que la separaba del mundo exterior. Realmente, si hubiera querido hubiera podido escapar muy fácilmente de allí, pero quería hacer algo primero. Debía hacer algo primero.

El guardia al fin llegó hasta su puerta, y ella ya sabía a que venía. Era un hombre corpulento, con una túnica negra, adornada con finos hilos plateados. A pesar de tener puesta la capucha, ella pudo reconocer el rostro de la persona que tenía en frente: era Gregory Goyle, uno de los gorilones que siempre protegían a Malfoy de los chicos más débiles en sus antiguos días de escuela. Ella sonrió con una de esas sonrisas que hacía que la gente se apartara rápidamente de su lado, con miedo.

-Así que vas con el viento ¿verdad? – dijo ella mirándolo fijamente a los ojos. El chico se intimidó un poco y se apartó unos pasos de la celda. – Primero Malfoy... ahora...

-El Señor Oscuro, que viva eternamente, ha decidido entrevistarse con la señorita Luna Lovegood – interrumpió Goyle con voz solemne, aunque con un pequeño deje de miedo, y se retiró con rapidez.

La persona que pasó luego de Goyle era de baja estatura, aunque no tanto como otras que ella hubiera visto, y tenía una máscara negra y ornamentada, que lo único que dejaba ver de su rostro eran únicamente dos ojos rojos, con las pupilas alargadas, como los de un gato, como los de una serpiente. La chica mostró una sonrisa triste, como de alguien que recuerda con nostalgia otro momento.

-Me gustaría decir que me alegra volver a verte, pero sabes que no es así – dijo Luna cuando el hombre se paró frente a ella– te recomiendo que cambies el color de tus ojos, el rojo no te queda muy bien –le sonrió y se incorporó despacio y con calma.

-Nunca cambias. – comentó él con tono disgustado. - La verdad es que jamás cambias, y eso que pasó mucho tiempo... nunca vas a rendirte¿verdad? – dijo su interlocutor, aunque no espero respuesta. – ni siquiera después de que envié a mis tropas a que asesinaran a tu padre te diste por vencida. Muy obstinada...

La chica no dejó de sonreír.

-Si, esa es una perfecta palabra para mi, obstinada... me queda muy bien – dijo ella pensativa. El hombre no se inmutó.

-Eres muy insolente para estar hablando así con el Señor Oscuro ¿lo sabías, Lovegood? – dijo con serenidad, casi distraído, como si no le importara realmente.

-¿Señor Oscuro? Eso es muy gracioso... Oh y, vamos, usa mi nombre de pila, tu lo sabes. – dijo ella, repentinamente divertida, sentándose nuevamente, esta vez en su litera.

Su interlocutor enmudeció por un momento, y mientras tanto, la rubia miró bien su solitaria celda, como si no hubiera reparado en detalles como las telarañas y la suciedad.

-Me recuerdas a un viejo muy tonto – dijo al fin y Luna se volvió a mirarlo nuevamente. – un viejo que creía saberlo todo, y al que traicionaron vilmente y aniquilaron¿te suena?.

Ella siguió con su mirada serena.

-¿Por qué no me lo dices tu? – comentó, mirando el techo.

Ambos se sumieron en un tenso silencio. Esa era una guerra que ninguno de los dos quería perder. El muchacho hizo aparecer una silla con su varita y se sentó en ella, muy despacio, como si estuviera conteniéndose para no salirse de control.

-Sí, vaya que te pareces a ese odioso de Dumbledore... el mismo tono de calma imperturbable – dijo con aire de repugnancia el enmascarado. – los mismos ojos de "yo-lo-sé-todo"... hasta en esas respuestitas estúpidas eres igual a él, realmente me das asco, igual que me asqueaba ese viejo ¿lo sabías?

Luna se puso seria por primera vez en el día.

-Me alegro mucho de que me compares con un mago tan talentoso como Dumbledore, pero no creo que lo merezca. Y tampoco creo que tu puedas decirle viejo tonto. No te superaba en poderes, tal vez, pero si te superaba en sabiduría, y en madurez para usarlos. – dijo y se acostó en la litera. – Voy a dormir, buenas noches.

-¡Nadie le da la espalda al Señor Oscuro! – dijo el otro, perdiendo el control por primera vez. Pero la muchacha no se inmutó. - ¡Levántate idiota!

Pero a pesar de todas las amenazas y los gritos del hombre de la máscara, la chica no se levantó. Ni siquiera lo miró. Siguió ahí, echada y durmiendo plácidamente.

-Podría matarte si quiero, y lo sabes – escupió con desprecio y le apuntó con la varita.

Al fin ella se movió, levantó la cabeza, con expresión de aburrimiento, pero fue sólo para lanzarle una de sus típicas miradas calmas y serenas.

-Tu mayor arma, el miedo... si, o mi mayor fortaleza, tu temperamento. – se sentó nuevamente en la litera. – La verdad es que tendrías que aprender a controlarte, eres demasiado impulsivo...

-¡Estás hablando con el Señor Oscuro, pequeña inepta, no con tu vecino de en frente! – exclamó en casi un rugido el hombre, temblando de rabia y apuntando con la varita a la chica.

Ella se incorporó nuevamente y caminó hacia las rejas de la celda. El hombre retrocedió un paso, pero no fue lo suficientemente rápido para evitar que las manos de la muchacha le quitaran la máscara y la arrojaran al suelo, con una mirada nostálgica. La capucha del muchacho se hizo hacia atrás por el movimiento, mostrando un cabello negro y muy tupido, completamente desordenado. El rostro del muchacho mostraba una completa sorpresa. Nadie hubiera dicho que debajo de la máscara se encontraba, un rostro completamente infantil, de no ser por los ojos rojos y en rendijas. Y en su frente, una cicatriz, aquella que lo había hecho famoso.

La chica retiró sus manos nuevamente hacia su celda despacio y en calma, mirando con detenimiento como el chico se había quedado de piedra. Jamás nadie había osado quitarle la máscara al Señor Oscuro en que se había convertido. Ella sí lo había hecho.

-Para mi, siempre serás Harry Potter, y nada más – dijo ella con una expresión triste en el rostro y volvió a acostarse.

XxX

El cementerio del pueblo estaba completamente vacío a excepción de él. Era de esperarse, ya que una tormenta de las peores venía y nadie quería estar presente cuando llegara. Pero al hombre no le importaba realmente la lluvia que comenzaba a caer sobre todo el lugar. Estaba contemplando con el entrecejo fruncido una lápida. La lápida de una mujer llamada Eileen Prince. Estuvo mucho rato ahí, parado, muy quieto, como si cualquier movimiento en falso fuera a ofender la memoria de los muertos. Tenía miedo, no sabía si su plan daría resultados. Ya había intentado antes hacerlo, pero no había funcionado. Sin embargo, ahora parecía haber comenzado a dar frutos, lo sabía, aunque no estaba seguro. Quizás no fuera como había pensado. Sintió deseos de desplomarse, abatido, pero sabía que si lo hacía, alguien se aprovecharía de su estado. De todas formas, la persona que estaba escondida, ya sabía que era el momento de abordarlo. Un movimiento débil se escuchó tras sus espaldas, como de alguien que rompe una rama cuando camina.

-Veo que sabías que estaba aquí desde un principio, Severus – dijo una voz fría y arrogante a sus espaldas. – ¿cómo sobreviviste a la ira del Señor Oscuro, debería preguntar?.

El hombre de negro ni siquiera volteó.

-Correcto, Lucius, ya lo sabía. – asintió Severus con bastante desprecio en sus palabras. - ¿Así que ahora has ido a parar a las filas del tonto de Potter? – preguntó, y al hombre rubio detrás de él le dio un escalofrío.

-No me cambies de tema, Snape – dijo su interlocutor con desprecio.- ¿cómo sobreviviste¡Dilo! – exclamó con un deje de repugnancia en su venenosa voz.

-Es fácil si usas Poción Multijugos – contestó el otro, con aire distraído.- al que mató era a Crabbe, no a mí... fue muy estúpido, Potter, la verdad... nunca supo controlar su temperamento... no sé como pudiste traicionar al verdadero Señor Oscuro por esa imitación barata.

A Lucius lo recorrió un estremecimiento nuevamente.

-¡Tu te quedaste en el pasado, Severus! – exclamó el hombre de cabellos rubios con la mirada encolerizada y el nerviosismo palpable en su pálido y arrogante rostro. – el nuevo Señor Oscuro es mucho más fuerte de lo que era aquel idiota de Voldemort, era una simple basura...

-Pero tu eras su seguidor ¿no es así? – replicó el hombre de cabello negro sin muchos miramientos. – Tu siempre tan lameculos, Malfoy, eres un maldito vendido...

-No me interesa con quien esté, siempre y cuando sea con el más fuerte – respondió este con ímpetu y arrogancia. – Y el Señor Oscuro es el más fuerte ahora, no ese idiota muerto de Voldemort.

-¿Cómo estás tan seguro de que no regresará? – dijo el otro, viendo a su interlocutor con una sonrisa maliciosa en el cetrino rostro.

Lucius se puso pálido.

-No... no lo hará, lo mató, el Señor Oscuro lo mató, y él es el más fuerte de todos... si no está muerto, mi señor lo matará – concluyó sin mucho aplomo, el hombre de cabellos casi blancos.

Severus rió por lo bajo, con una desagradable mueca maliciosa en su ya de por si desagradable cara.

-Quería ver si te sentías tan seguro del tonto ese de Potter – Lucius tuvo otro escalofrío. – Y veo que no... sólo estás con él por el poder que tiene, y no porque sea el representante de tus verdaderas doctrinas, no tienes lealtad. La verdad es que Potter tendrá mucho poder, pero no tiene la madurez ni la inteligencia suficiente para controlarlo.

-Al menos yo tengo algo... una misión...

xxx

Ese día de principios de julio, el Señor Oscuro estuvo todo el tiempo comportándose muy extraño. Se la pasó encerrado en su habitación, solo, sin recibir visitas, y tampoco a los mensajeros que venían a contarle que habían perdido el rastro de dos de los más buscados fugitivos, y tampoco a los que le traían la noticia de que tenía a un nuevo prisionero en su cárcel privada...

Fin del capítulo primero.

No hay mucho que decir, la verdad, solamente que este fan fiction es un tanto raro, lo se, pero no se asusten, yo escribo raro, pero me parece que todavía escribo bien. En fin, ojalá me dejen un lindo review, ya saben, clickeando el botoncido de Go. Hasta el próximo capítulo, espero sus rrs!

Aome