Las bestias suelen esconderse para ocultar su rostro. Las bestias se odian así mismas.
Las bestias… son eso, bestias.
Hermione tan superior, tan fuerte, tan inteligente. Pero tambien tan, inocente, pura e ingenua. Es seducida por Draco y su "oscuro secreto"
¡Hola!
Ni bien, tomare este long-fic como mi oficial. Comencé otro y seguro mis lectoras y lectores me odian, por tenerlo en haitus. Pero sinceramente mi cerebro no da para más en ese fic. En cambio este, ya tengo todo pensado. Solo habrá un gran problema a mi parecer "LAS ACTUALIZACIONES" soy pésima en ellas y lo hago conforme voy terminando chap, en ocasiones ya los tengo pero se me pasa.
Además por mi problema de migraña, pues me es casi imposible hacerlo :C
Sin mas, posteriormente les dejare el primer capitulo y recuerden que tardare en actualizar; pero NO dejare la historia. Dejen sus reviwes para saber si les interesa. Gracias de antemano.
~La guarida de la bestia~-Capitulo 1- El deseo, la necesidad y la ansiedad.
La miraba desde lejos, la tenía en la mira. Ella seria la siguiente.
El castillo que en su momento solía ser el hogar para cientos por no decir miles de alumnos, ahora estaba reducido a escombros y ruinas. La batalla contra el señor tenebroso había concluido en victoria para el lado bueno. Pero Draco Malfoy, tenía problemas más serios que pensar en eso; que pensar en la sentencia de su familia.
Tenía un secreto y por ende nadie lo sabía, en una esquina del gran comedor miraba a todas y cada una de las chicas malheridas que se encontraban ahí. Nadie, nadie lograba hacerle erizar la piel. Nadie era tan fino, nadie era tan inocente, nadie tenía el coraje suficiente como para ser un reto. Pero, si había alguien que ni en sus mas locos y estúpidos sueños se imaginaba que podía ser.
La chica castaña, Hermione Granger corría de un lado a otro auxiliando a los heridos. ¡Que suerte fue aprender medicina mágica, con Madame Pomfrey! En ese momento desenas de Medimagos llegaban a las instalaciones para prestar sus servicios.
Ella sentía la necesidad de estar junto a los Weasley y consolarles su dolor, el dolor de perder a Fred. Pero tambien de estar junto a Harry y consolarle por perder a Remus y Tonks. El corazón se le quebraba pero ella tenia una tarea y esa era no dejar que ocurriera otra perdida se hiciera presente.
Las horas pasaban y aquel chico no parpadeaba, necesitaba a alguien… lo necesitaba, le urgía. Nadie se había acercado a él o a su familia para brindarles ayuda y se mofó con aquello. ¿Quién querría ayudar a una familia de Mortifagos? Bastante bueno era que les perdonaran la vida.
Hermione dubitativa miró las heridas de la señora Malfoy, así como tambien los labios de los tres seres que se encontraban hechos un ovillo entre la multitud de heridos. Cogió unas pociones y comida, se acercó a ellos y se arrodilló frente a ellos.
El asombro de los tres, no pasó desapercibido para ella pero actuó como si nada. El hambre que sentían los padres de Draco Malfoy pudo más que su orgullo y de todos modos ese orgullo ahora estaba por los suelos. Comieron con un apetito feroz y en completo silencio, Hermione le tendió un platillo a Draco y este miró la comida con asco y luego a ella con rencor. "Estúpida Sangre sucia, ahora te debes estar burlando de mi. No dejare que sigas con eso" Ella lo dejó junto a él y se acercó para limpiar las heridas de su madre, quien pese a todo no puso resistencia.
Se sentían agradecidos por lo que hacia, sin importarle las miradas desaprobatorias de sus amigos, sin importarle que ellos podían mandarla al carajo. Le agradecían que fuera la única que se tomara la atención de ayudarles.
Hermione limpiaba en silencio las profundas heridas de los brazos y piernas de Narcisa Malfoy para luego continuar con su rostro, aquel corte que seguramente dejaría una buena cicatriz en la mejilla de la mujer le daba pena. Su rostro era hermoso, delicado y ahora arruinado por ese corte que para colmo de males se lo había hecho su propia hermana. Bellatrix Lestrange.
-Quedara una buena cicatriz ¿verdad? –la voz… ¡Oh aquella voz! Suave y cantarina pero profunda y decidida, autoritaria y noble a la vez. Hermione sintió un retortijón en el estomago ¡la señora Malfoy le hablaba a ella… una hija de muggles!
-Esperemos que con un buen ungüento desaparezca por completo –sonrió un poco y terminó de limpiarle las heridas- o al menos la mayor parte.
-Mi hermana siempre estaba decidida a dejar huellas –musitó Narcisa. Pareciera como si quisiera aliviar la tensión de aquel momento tan incomodo para los cuatro.
-¡Dígamelo a mi! –respondió mostrándole su brazo donde Bellatrix le marcó "Sangre sucia" Narcisa extendió su mano hasta el brazo de la muchacha y paso su pulgar suavemente en las letras, para asombro de los hombres de su familia.
-Lamento esto. Gracias por venir a apiadarte de nosotros y socorrernos -¿Era en serio lo que escuchaba? Según tenia entendida, Narcisa Malfoy era una mujer fría y distante. Rechazaba a los hijos de muggles y a los propios muggles como toda su familia. Entonces ¿Qué pasaba? Simplemente la mujer se sentía agradecida, ella haría lo que fuera por su familia y la muchacha era la única que los ayudaba ¿Por qué no agradecerle?
-No hay nada que agradecer –una oleada de aire se coló por las ventanas del gran comedor, ocasionando que el alborotado cabello de la muchacha se disparara en todos lados. Su aroma. Draco lo percibió y se puso tenso.
El aroma de Hermione era fresco, una mezcla de frutas y flores. Era lo que necesitaba, pero joder ¿Por qué tenia que ser ella? La sabelotodo Granger no se lo pondría fácil y en cierto modo seria mejor ella. Se odiaban y así no sentiría ningún tipo de remordimiento.
Draco extendió su mano doblegando todo su maldito orgullo y tomó el plato de comida para comenzar a comer.
-Debe estar helado ya ¿quieres que lo caliente un poco? –musitó mirándolo para después sacar su varita.
-No Granger, gracias de todos modos–comió despacio y saboreo cada alimento con su habitual elegancia.
-Tengo que continuar con el trabajo. Si necesitan algo, cualquier cosa… ¿Prometen que me llamaran? –Hermione lo hacia porque en cierto modo sabia lo que se sentía ser rechazado y discriminado y aunque ella lo había sido durante año por, justamente el chico que ahora ella ayudaba, no le importaba.
-Lo haremos, señorita Granger –la madre de Draco le regalo una débil sonrisa y ella se marchó. Lucius se mantenía callado, sabia lo que seguiría, lo que vendría para él y probablemente terminara por ser él mismo quien destruiría a su familia. Por todo ese tiempo creía protegerlos y la ironía de la vida era que verdaderamente los condenaba.
Necesito a Granger, la necesito. Esa maldita Sangre sucia es mi única salida, de todos modos no sentiré remordimiento cuando haya acabado con eso. ¡Que tonto he sido! La he tenido enfrente de mis narices y no la he podido reconocer. Granger… esa insufrible sabelotodo, era fina y de hecho demasiado. Era inocente, claro la había visto un montón de veces sonrojarse ante la mirada lascivia de Zabini y Nott. Tenia las agallas suficientes como para ser todo el reto que yo necesitaba. Pero joder, que si seria un verdadero reto… como ninguno.
El castillo comenzó a quedarse vacio poco a poco, después que Hermione ayudara a los Malfoy otros magos y brujas lo habían hecho tambien. Draco no tenía ninguna herida por suerte y ayudaba cuando se lo pedían en acarrear cuerpos de animales y criaturas o de objetos pesados. Tenia que ganarse la confianza de Hermione y por supuesto no le seria fácil, si para ello tenia que hacer aquello ¿Por qué no?
En momentos chocaban sus miradas y lo hacia apropósito pero ella no le prestaba atención, tenia mucho en que trabajar y por ahora aquello no era nada importante. Draco se encargaba de hacer ligeros roces entre ellos, solo para ver si ella lo percibía, esa corriente eléctrica que Draco sabía muy bien que era y que por obvias razones y ella confundiría con un sentimiento absurdo.
La familia Malfoy volvería esa misma noche a su mansión, pero ellos no eran libres de ir y venir a su antojo; les serian asignados un par de aurores para custodiarlos. Y Merlín sabia si fuera por suerte o por desgracia, Hermione y Harry Potter fueron los asignados.
Hermione accedió porque necesitaba el dinero que les seria entregado al final del juicio que llevaría su tiempo. Necesitaba juntar todo lo que pudiese para poder localizar a sus padres y pagar estancia en San Mungo para revertir el hechizo que les borró la memoria.
Harry no dejaría por ningún motivo que su mejor amiga estuviera en esa mansión sola y aceptó con indiferencia. Ahora debía regresarle el favor a la castaña y cuidar de ella. Ella había arriesgado el pellejo por él infinidad de veces y ahora el lo haría.
¿Cómo era posible que ella, justamente Hermione le pusiera los pelos de punta a Draco Lucius Malfoy? El deseo que tenia se hacia presente con el mínimo roce y no era deseo sexual, era un tipo de deseo que Malfoy conocía muy bien. La necesitaba y ahora ella estaría en su casa, gracias a Morgana ahí tendría muchísimas oportunidades para hacer lo planeado. La ansiedad conforme los minutos pasaban y al notar que no tenía ni la más mínima intención en él, le provocaba nervios y frustración. Pero de todos modos eso apenas comenzaba y aun tendría tiempo suficiente para lograr obtener lo deseado. Para obtenerla a ella.
