Desclaimer: La saga de Twilight le pertenece a la escritora Stephanie Meyer
Agradezco a Tirr por betear la historia todo aquel que lea esto.
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Miedo
Vi cómo el sol aparecía en el horizonte; sentí cómo la brisa me mantenía fresco ante el calor de mi cuerpo y cómo mis parpados me pesaban cada vez más y más. Éste insomnio era cada vez más traicionero y no lograba entender el porqué.
Ya habían pasado cinco años y ella estaba cada vez más hermosa. Su cuerpo había crecido dejando a la vista una figura escultural, típica naturaleza de un vampiro. Pero, además de eso, había madurado y era cada día más inteligente. Estaba experimentando una adolescencia apresurada y yo estaba cada vez mas enamorado de Nessie.
Eres un idiota Jacob Black. Ella tiene sólo seis años. Pero no era lo que aparentaba.
La luz del amanecer ya había aparecido por completo. Ya no lo podía seguir aguantando. No me importaba lo que Bella o Edward dijeran, yo ya no seguiría evitando mis pensamientos y mis sentimientos frente a ellos, yo estaba enamorado de su hija y sabía que ella sentía lo mismo. Sus palabras lo había confirmado hace ya una semana.
Flash Back
La tarde estaba soleada y la única compañía para Ness era yo. Estábamos juntos en el jardín en un día de campo. Ella, dulcemente, se había ofrecido a prepararme un gran almuerzo y lo había hecho grandiosamente. Había preparado emparedados, malteadas y postres tan deliciosos que era imposible decirles que no. Gozaba de suficiente comida como para alimentar a una familia entera pero eso no seria ningún problema conmigo ahí.
Yo sabía que todo lo que había era para mí, ya que ella – siendo mitad vampiro – no solía comer esta clase de alimento humano.
Pasamos la tarde entera charlando y riendo. La comida no tardó en acabarse y, luego de guardar todo, nos recostamos en la hierba a observar las nubes y sus formas. Fue uno de los días más divertidos de esos cinco años.
– Mira, aquella tiene forma de corazón –dijo señalando al este. Y así era, una perfecta nube en forma de corazón, tan grande como el amor que en mí estaba creciendo por ella.
– Es hermosa, perfecta para este momento –susurró.
– ¿Perfecta? ¿Por qué lo dices, Ness?
– Pues… porque… tu sabes… porque…
Pude sentir a su corazón latir rápidamente y cómo su respiración se aceleraba. Había olvidado que tenía sus manos sobre mí y que me había dejado ver todo lo que por su mente pasaba. Y eso me impacto aun más. Ahí estábamos los dos, ella vestida de blanco y yo esperándola en un altar. Ella en mis brazos y yo besando sus labios rojos. Ella con un niño en brazos y yo sonriendo ante la imagen. Ella y yo juntos ahora besándonos. No lo pude soportar y la alejé. Miré hacia otro lado y ella, tras bajar la mirada, susurró un perdón:
– Lo siento.
– Nessie, no… no tienes por que disculparte –dije, volviendo la mirada y tomando su barbilla y haciendo que me mirase.
– Tú, tú no debiste haber visto eso. No estaba bien…
Se veía tan hermosa con sus mejillas enrojecidas por la vergüenza. Sabía que ése era el momento correcto, ya no podía seguir esperando más. Ella me amaba tanto como yo y todo lo que nos rodeaba era perfecto para la ocasión que yo tanto había esperado.
Y la besé. La besé como nunca creí que podría besar a alguien. Fue lento, lleno de amor y deseo. Sus labios encajaron de inmediato con los míos y respondieron al beso sin restricciones. Pude ver mil y una imágenes en mi mente: su euforia, sus nervios, sus dudas, sus curiosidades, sus sueños hechos realidad, planes del futuro, nuevos sueños, su amor, más alegría y dedicación.
– Yo también te amo –le susurré, sin separar mis labios de los suyos en cuanto el beso se rompió. La tome de la cintura y la acerqué más hacia mi cuerpo–. Eres mi complemento, mi alma gemela. Sonará ridículo pero yo sin tí no puedo estar vivo. Nessie, eres mi imprimación.
Noté la confusión en su rostro en ese momento y me di cuenta del gran error que acababa de cometer. Ella no sabía nada sobre la imprimación y sobre lo que eso implicaba. Lo que acababa de decir había causado un problema en mi interior. Y eso no estaba bien. La preocupación llenó mis nervios. Sentí como comenzaba a sudar frío por las ansias de que ese sentimiento no me llenara. Y lo supe, ella estaba ahí conmigo. Ya nada me importaba. Por ahora solo éramos ella y yo.
– Jake… No se que decir, no lo entiendo.
Había bajado de nuevo la mirada.
– No tienes que decir nada –le respondí, tomándola de las manos–. Sólo no te avergüences de lo que sientes. Lo demás te lo explicaré luego.
Fin Flash Back
Besar sus labios había sido como besar a un ángel. Y una vez que pruebas algo así, es difícil lograr evitarlo. Hacía una semana que había abandonado la guardia. Que había abandonado mis instintos y al amor de mi vida. Había dejado de ir a verla y sólo hablaba con ella por teléfono. Pero no bastaba, la necesitaba en mis brazos. Cerca de mí.
Pasar todo este tiempo alejado de ella me estaba matando. Pero tenía miedo, miedo de no contenerme y comentar algo imprudente o inclusive pensar algo que sabía que Edward podría escuchar. Ella no sabía lo que me estaba pasando, sólo había logrado decirle que la amaba y que sufría mucho al no poder estar con ella – que todo estaría bien. Era un cobarde, yo sabía que con nosotros, este lazo era diferente, pero era egoísta y no quería que ella lo supiese, no la quería tener lejos. Conocía su decepción ante mi actitud y sabia que estaba sufriendo. Yo no quería eso.
Me puse de pie y sacudí la arena de mis pantalones. Caminé pacientemente hacia mi casa. Planeaba tomar una ducha, vestirme adecuadamente e ir a hablar con Bella y Edward sobre la situación que su hija y yo estábamos viviendo.
El agua no estaba caliente, pero tampoco fría. No hallé la diferencia. Dejé que relajara mis músculos y despabilara mi adormecimiento. Los minutos parecieron días pero yo sabia que eran los nervios que me jugaban una mala pasada. Salí del agua y me cambié lentamente. Amarré en una coleta mi pelo, ahora largo.
Salí de la casa hacia el garaje y cogí la motocicleta que con mucho esfuerzo había logrado comprarme. Era una Honda en color rojo, tenía un motor de 2.5 y tres velocidades. Estaba tan orgulloso de ella, aún faltaban algunos detalles pero era perfecta.
Puse el pie en el pedal y aceleré para llegar lo más rápido posible a la mansión blanca. El camino se me hizo más largo que nunca. Cuando noté que estaba llegando, comencé a planear que les diría, pero era estúpido pensar en eso. Estaba a menos de dos cuadras y era obvio que Edward ya me había escuchado. Entré por el camino y los vi ahí, reunidos – esperándome. Las luces del porche estaban encendidas. La mirada de Edward era severa y tenía a Bella de la mano. Ella me miraba curiosa y expectante por lo que yo tenía que decir. Pero en su mirada había confianza y esperanza. Eso me animó.
Estacioné la moto cerca de uno de los árboles y me acerqué a paso pausado.
– Hola, ¿puedo hablar con ustedes? – pregunté.
– Ya sabemos lo que nos vienes a decir. Lo gritas hace mas de diez millas.
Genial. ¿Podrías hacerme el favor de dejarme decir lo que vine a decir?, dije a Edward.
– De acuerdo.
– Bella, yo… yo ya le dije a Ness lo que siento por ella.
Perdón.
– Se suponía que tenías que esperar a nosotros.
Su respuesta fue violenta. Supe de inmediato que ya sabia todo lo que había pasado.
– Lo sé, pero es que ella también siente lo mismo… no tenia caso seguir esperando.
Me sentía terrible. Había roto una promesa y no cualquier promesa. Una que le había hecho a Bella unos años atrás.
››– No dejaré que ella se entere, no sin que tú hables con ella primero.
››– Gracia, Jake. Tú sabes cuan importante es para mí el que tu seas el alma gemela de mi hija.
Te aprovechaste de la situación Jake, ni siquiera te pusiste a pensar en las consecuencias.
Las palabras de Bella me hacían sentir cada vez más culpable. Más de lo necesario.
Aunque era más que lógico que ella estuviera decepcionada, yo no debía hablarle a Ness sobre la imprimación hasta después de que sus padres le contaran lo que yo había sentido por su madre hace unos años atrás. Después de que le explicaran todas las consecuencias de nuestra relación, que según ellos, eran problemas que por más que me pareciesen ridículos, ella los tenia que conocer. El que yo no pudiese dejar mis instintos para poder ser inmortal y quedarme con ella; el que, según ellos, yo no podría dejar a mi manada porque si lo hacia, me desprendería de mis instintos también. Pero yo sabía que eso era mentira, lo podía sentir. Respiré hondo y pude sentir su aroma no muy lejos de aquí. Sabía que estaba oyendo todo. Sentí a mirada se Edward sobre mi, leyendo todo lo que mi mente decía.
– Sé que cometí un terrible error, Bella, pero no puedo seguir con esto. La necesidad que tengo hacia ella es cada ves mas fuerte, esta creciendo muy rápido. Ya no puedo seguir viéndola como mi hermana menor.
No lo puedes seguir evitando Edward.
Sabía que el vampiro estaba a punto de patearme el trasero por hablar así de su hija, por pensar así de su hija; pero yo tenía que ser claro y decir las cosas de frente.
La amo, no pueden separarme de ella.
– No lo haremos –oí que él decía. Con un nuevo rastro de esperanza, levanté la mirada expectante para esperar su respuesta–. Pero tú tendrás que explicarle y decirle exactamente lo que hablamos esa noche en La Push.
Yo no podía hacer eso. Si lo hacía, ella creería que yo no la quería conmigo. No podría vivir con eso. Me lo podía imaginar. Y no lograba asimilarlo.
– Si, yo le explicaré.
Y haré que se sienta culpable por lo que mi condición ocasiona.
– Ella no se sentirá culpable. Está arriba, en su habitación –sonrió Bella mientras abrazaba a Edward de lado. Sabía que me estaba dando apoyo pero que en el fondo se sentía algo triste por lo que estaba apunto de pasar. Ella temía que su hija se separara de ellos por estar junto a mí. Yo nunca permitiría eso.
Subí las escaleras y caminé lenta y pausadamente. Podía sentir el fuerte hedor dulce embriagar todas las habitaciones. Mis insititos agudizaron mis sentidos. Oía cada mínimo movimiento que se presentaba, tanto como los pasos de los demás miembros de la familia, como el televisor cambiando constantemente de canal y la música que llenaba el ambiente de una de las habitaciones de la segunda planta.
Llegué al último piso y ahí la sentí. Estaba parada junto a la puerta esperando por mí, tenía unas lágrimas recorriendo su rostro. Se me rompió el corazón. Corrió hacia a mí y la tomé entre mis brazos estrechándola fuertemente a mi cuerpo. Inmediatamente sentí sus labios sobre los míos, estaban tan necesitados de mí como los míos de ella. Sus besos eran dulces, eran perfectos y eran míos. Coloqué mis brazos en su cintura mientras ella ponía los suyos en mi cuello. Pude sentir sus dedos entrelazados con mi pelo. Y sus lágrimas humedecer mis mejillas. No podía entender cómo alguien tan perfecto me había tocado a mí. Amaba cada centímetro de su cuerpo. Sus cabellos dorados. Sus ojos color chocolate con tonos topacio. Todo.
– Oh Jake… me tenias tan preocupada. – Su voz estaba entrecortada. Las lágrimas habían dejado de caer pero sus ojos seguían tan irritados que lograban mostrarlos de un color más claro.
– Lo siento tanto, estaba tan asustado. Tengo tantas cosas que decirte que no sé como hacerlo. Ness, te amo con todo mi ser. Eres simplemente mi complemento y quiero que me escuches. No temas a lo que te tengo que decir, y más que nada, no te alejes de mí. Nunca.
– Jake, me asustas. ¿Qué esta sucediendo? ¿Ha habido algún problema?
– El único problema soy yo. Será mejor que vayamos a algún lugar más privado. – Muy a mi pesar la separe de mí. Le di un beso en la frente antes de dejarla ir–. Ponte una chaqueta, iremos en mi moto.
Su mirada estaba llena de intrigas y amor. Me tomó de la mano y me llevó al interior de su habitación. Estaba tal y como la recordaba. El ventanal justo frente a la puerta dejaba entrar la luz en grandes cantidades. El color de las paredes en un verde bajo. Su cama rodeada por un dosel. Había un escritorio al otro lado de la habitación, estaba junto a su equipo de música que tenia encima una repisa llena de CDs y libros. Herencia de su padre y madre.
– Siéntate, ya regreso –caminó hacia la puerta que estaba junto a su escritorio, ésta llevaba al armario y al cuarto de baño. Nunca había podido entrar ahí.
Escuché el agua correr del grifo, y a ella tarareando una canción que no pude reconocer. Pasaron alrededor de quince minutos antes de que ella saliese lista de la habitación. Llevaba puesto un pantalón de Jean oscuro, con un polo color rosa y unas zapatillas cómodas. Simplemente perfecta. Tomó su sudadera de la silla y se acercó a mí.
– ¿Estas seguro de que quieres salir? –me preguntó mientras colocaba su mano en mi pecho. Sentí una descarga eléctrica al contacto. La tomé del brazo y con sutileza la jalé hacia mí, obligándola a sentarse sobre mí. Puse mis manos en su rostro acariciando sus mejillas sonrojadas mientras lentamente volvía a besarla.
El beso no duró como esperé que durara. Un toque en la puerta hizo que nos separáramos abruptamente.
– Ness, ¿puedo pasar? – Era Bella. Lo supe de inmediato. Nessie me brindó una mirada inquisitoria. Sólo logré asentir ante sus hermosos ojos marrones.
– Claro mamá, pasa. – La puerta se abrió lentamente y la Bella que conocí hace ya siete años entró por ahí. Tenía esa mirada preocupada en los ojos, ahora color topacio.
– Jake, Edward quiere hablar contigo antes de que salgan. Está esperándote abajo.
Ella lo haría, ella le diría Reneesme lo que estaba pasando.
– Está bien, iré a reunirme con él.
Me puse de pie y caminé hasta llegar junto a ella.
– Gracias, pero déjame un poco de la historia a mí –le dije antes de abrazarla. Fue algo difícil para mis instintos, pero no podía dejar de hacerlo.
– Siempre serás mi mejor amigo, Jake –afianzó el abrazo antes de soltarme.
Sabía que Ness estaba llena de preguntas, del porqué su madre había dicho eso. Pero yo no era quién para respondérselas. Bajé rápido las escaleras para encontrarme a un Edward preocupado en la sala.
– ¿Dónde está el fuego? – pregunté con una sonrisa en la cara.
– No es tiempo para bromas, Jacob. – Su voz era severa y fuerte.
– Gracias. – Tenía que decirlo.
– ¿Gracias por qué? – Esperaba ésta pregunta.
Por ayudarme con esto. Por aceptar lo que esta pasando.
– Tu sabes que lo que Bella le dirá abrirá heridas que no serán fáciles de cerrar, y creará dudas dentro de ella. ¿Me agradeces por eso?
Si, porque seré yo quien cierre esas heridas y resuelva esas dudas. Sé cuánto me ama. Lo acabo de ver.
– Sigues siendo el mismo chucho obstinado ¿verdad? – Sólo logré asentir con una sonrisa en el rostro. Nada me pondría de mal humor ese día. Ese día sería perfecto. Sería el comienzo de una relación perfecta con el amor de mi vida. Una relación que nunca terminaría.
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¿Tomates, Rosas, R&R?
