En una pequeña pero hermosa casa, que solía estar a las afueras de la ciudad para que sus habitantes no sintieran los ruidos característicos de los autos y las personas, se encontraba una familia peculiar, empezando por el hombre mayor, calvo, con una puntiaguda barba negra y una actitud paciente pero de carácter fuerte, este hombre, quien había estudiado toda su vida para ser monje y logró conseguirlo, era ahora un padre de familia, dedicado y cariñoso, su esposa, más joven que él, era una mujer con una paciencia y una habilidad para controlar niños traviesos como ninguna cuya felicidad la encontraba viendo a sus tres niños jugar y divertirse en el gran patio de la casa, la pareja, Tenzin y Pema eran muy unidos. En la familia se encontraban cuatros miembros más, las dos niñas, Jinora e Ikki, eran como agua y aceite, mientras que la mayor prefería leer libros de historia y meditar, siguiendo el legado de su abuelo Aang y su padre al seguir el camino de los monjes, la menor prefería jugar y divertirse imaginando un sinfín de mundos donde todo es como ella quiere; Los dos niños, Milo y Rohan eran los menores, Milo era un chico activo y muy travieso que le gustaba gastar bromas a sus hermanas y a sus conocidos en general, el menor de todos, quien aún era un bebe, le gustaba tener la atención de su madre y estar entre sus brazos, tenía un cabello muy particular teniendo un pequeño copete desde su nacimiento.
Esta hermosa pero singular familia tenía un miembro más en ella, pero la joven de cabellera marrón y ojos azules no era como tal parte de la familia, siendo completamente diferente a los demás integrantes, ella era una invitada, Tenzin, siendo un gran amigo de su padre, Tonraq, accedió a cuidar de Korra mientras esta estudiaba en Ciudad República, ya que los padres de Korra y ella misma, eran nativos de una pequeña comunidad que solía vivir en los confines de la tierra, en los desiertos helados más duros, en el Polo Sur.
La joven de piel tostada había iniciado la universidad en Ciudad República hacía unos meses, con sus 18 años cumplidos ella había decidido, además del deporte que amaba, estudiar Zoología, ya que la joven sureña tenía un fuerte amor por los animales, desde pequeña siempre trataba de ayudar a todos los animalitos que se encontraba, aunque viviendo en el polo sur era difícil encontrar animales de diferentes tipos y al momento de hacer su primer viaje fuera de la tundra de hielo a sus diez años y conocer animales no árticos se emocionó aún más por querer pasar su vida acompañada de sus amigos peludos, alados, escamosos, lampiños etc.
El día de esta peculiar familia iniciaba a muy distintas horas del día, Pema solía levantarse muy temprano para alimentar al pequeño Rohan que ya en el amanecer estaba llorando en su cuna bellamente arreglada. Tenzin se despertaba a las 6:00am para estar listo para enfrentar otro día, los niños despertaban media hora después de su padre, mientras que Korra era una joven dormilona que no le agradaba la idea de despertar temprano pero debía hacerlo si quería hacer su matutina caminata con Naga, su fiel compañera de vida, una hermosa perra de pelaje completamente blanco, desayunar, e ir a la universidad a las 8:00am.
La sureña sintió algo mojado y caliente en su mejilla y enseguida identificó las lamidas de su pequeña, no tan pequeña, compañera peluda, dejando escapar una risa por culpa de las cosquillas provocadas por Naga, detuvo a la albina y se sentó en su cama tallándose los ojos para poder despertar por completo.
—Ya, ya tranquila Naga— decía la sureña al ver que su mascota tomaba su correa y se la entregaba a ella
Se levantó dejando ver que se había dormido con su ropa de diario por culpa del cansancio provocado por el desvelo al terminar sus deberes escolares. Tomó otro conjunto de su armario deshaciéndose de la anterior conformado por una camisa manga corta negra con el símbolo de una banda conocida muy bien por la morena y unos pantalones de entrenamiento holgados color verde, tomó otro pantalón holgado esta vez de color azul y se lo puso mientras trataba de hacer que su amiga peluda se calmara, sacó del armario una camisa azul claro muy característica de su tribu natal y se la coloco al mismo tiempo que bostezaba sin pena alguna.
Ya en la cocina vio a toda la familia –Udara- desayunando como cada mañana
—Hola a todos— pronunció haciendo que cinco pares de ojos se posaran en ella mientras tomaba una tostada y la comía
—Buenos días Korra— Pronunció el hombre mayor y mentor de Korra en asuntos relacionados con espíritus
— ¡Korra! ¡Hola! — Gritaron al unísono los tres niños en la mesa.
—Hola Niños, buenos días Tenzin, buenos días Pema— se acercó a la madre de cuatro inclinándose para ver al pequeño Rohan quien era acurrucado por su madre— Hola bebe, bueno sacare a Naga vuelvo en 15 minutos— dijo, mientras terminaba su tostada y salía de la cocina.
Ya fuera de la gran casa, en la que había empezado a vivir hacia unos meses, se colocó los audífonos y empezó a trotar junto a su amiga Naga. La joven debía admitir que, aunque amaba su tribu natal en el sur, le encantaba estar en un lugar donde no tenía que usar más de tres prendas para protegerse del frío cuando salía de casa, concentrada en la música que escuchaba y en su alrededor, decidió ir al parque para que su amiga entrenara de otra forma a la habitual.
Al entrar al parque se dedicó a buscar con la mirada un buen lugar donde jugar con su compañera peluda, veía a las personas que se encontraban en el parque, eran pocas ya que era temprano y día de semana, vio a un par de parejas, unas cuantas familias y varios dueños de mascotas como ella. Al encontrar el lugar buscado apagó la música de su teléfono y del bolsillo de su ancho pantalón sacó una pelota que a kilómetros se podía notar que había visto mejores años, soltó la correa de Naga y esta al ver uno de sus juguetes favoritos empezó a saltar muy animada.
— Tranquila amiga, ¿estas lista? ¡Ve por ella!— Gritó mientras tiraba la pelota y veía como su compañera corría a toda prisa para atraparla.
Mientras su mascota se divertía jugando con su dueña esta no noto que un chico se le acercaba con gran sigilo para luego darle un gran abrazo por la espalda levantándose del piso, la sureña se sorprendió y logró darle un fuerte golpe con su codo en el estómago del chico que la había tomado haciendo que el joven la soltara y se abrazara a sí mismo tratando de minimizar el dolor, cuando la joven se volteo y vio de quien se trataba puso una cara totalmente apenada
—Huy, lo siento Bolin— pronunció mientras veía si su amigo de cabellera negra y ojos verdes estaba bien
—Korra, tienes un codo muy fuerte— dijo el joven mientras recuperaba el aire perdido gracias al golpe propiciado por Korra
—Bueno no deberías sorprender a las personas de esa manera, creí que eran un secuestrador o algo así— alcanzó a decir la morena mientras se cruzaba de brazos con una cara de molestia
—Hey, eso hacen los amigos ¿no? — y mientras se reincorporaba le mostró una de sus mejores sonrisas de arrepentimiento
—Si pero por lo menos di quien eres o saluda antes— sentenció la joven mientras le mostraba su lengua en un acto totalmente infantil y volvía a jugar con su amiga peluda
Después de un rato jugando con Naga y charlando con Bolin empezó a tirar la pelota sin mirar a donde, lo que hizo preocuparse a su amigo de ojos verdes pero la joven morena no le hizo caso alguno. Al cabo de un rato Bolin vio a un chico de cabello igual negro que él pero de ojos color ámbar acercarse tranquilamente
— ¡Mako! — dijo el joven de ojos color verde a su hermano como saludo amistoso
—Hola Bolin, hola Korra— saludo el joven que poseía un peinado en punta haciéndolo ver joven
—Hola Mako, ¿Cómo va todo en la academia? — preguntó la joven castaña mientras seguía sin ver a donde lanzaba la pelota
—Todo va más que bien, he, ¿Korra? ¿No deberías ver a donde lanzas la pelota? — preguntó con preocupación a su amiga
—Tranquilo "señor oficial", se lo que hago— sentenció y puso una mueca de superioridad.
Lo que no sabía la joven universitaria era que el parque empezaba a llenarse de más gente conforme pasaban los minutos y a donde ella solía lanzar aquella esfera de color marrón era un camino donde empezaban a transitar un grupo de personas y justamente cuando ella noto eso grito para alertar a aquel grupo de jóvenes. Una chica de cabellera negra como la noche escuchó aquel grito y con unos reflejos digno de un felino logro atrapar la pelota de color marrón.
Lo joven morena corrió muy rápido hasta donde estaba aquella chica de cabellera negra y rápidamente se inclinó enfrente de ella en son de disculpas
— ¡Lo siento! No estaba viendo a donde lanzaba la pelota, ¿estás bien? — pregunto por ultimo con un tono de preocupación en su voz
—Bueno, me lleve un gran susto pero estoy bien, deberías estar más pendiente de a donde lanzas cosas— dijo la joven un poco más alta que la sureña de ojos color verdes esmeralda
—Lo siento en serio— pronunció mientras posaba su mano en la parte de atrás de su cuello haciendo notar su actitud un tanto infantil que solía sacar que sus cabales a Tenzin
—Bueno al menos no pasó a mayores— dijo la pelinegra mientras observaba la pelota en su mano tratando de descifrar que tipo de mordeduras tenía en ella — ¿y porque lanzabas…?— trato de preguntar pero algo la hizo caer al suelo sorprendiéndola y asustandola por completo
— ¡Naga! No hagas eso, ¡Niña mala! — dijo la joven de tez morena tratando de lograr que su amiga se bajara de enzima de la chica de cabello azabache
La peluda acompañante de la sureña había visto su pelota en manos de una desconocida y se propuso recuperarla así que echó a correr, se abalanzó sobre aquella chica que hablaba con su dueña, la olfateo un momento y viendo que no era una persona con malas intenciones la lamió en un gesto de cariño y luego se bajó, ignorando a su dueña y tomando su juguete en sus fauces.
—Naga, dame— ordenó la joven castaña refiriéndose a la pelota y la albina obedeció —Abajo, quédate quieta— volvió a ordenar y ayudó a la chica de ojos verdes a reincorporarse —Lo siento mucho, Naga es muy amistosa— y rió nerviosamente esperando no ser regañada por aquella desconocida
—Ha, tranquila, comprendo como son los animales— dijo con un todo comprensivo pero algo irritado por haber caído en el suelo
— ¿Otra amantes de los animales? —preguntó la sureña
—Algo así, ¿otra? ¿Conoces muchos amantes de los animales? — contra preguntó la joven de piel color leche
—Bueno solo a toda mi clase de Zoología— dijo mientras le entregaba un pañuelo para que se secara la baba de su mascota
—Gracias— dijo al tomar el pañuelo— ¿así que Zoologia?
—Si así es— y mirando su reloj se dio cuenta que iba muy atrasada a su clase— oh no ¡es tarde! ¡Debo irme, adiós! — dijo mientras llamaba a su compañera y corría lo más rápido que podía hacia la casa que más bien parecía templo
— ¡Espera, tu pañuelo! — grito la chica de ojos esmeralda pero no sirvió de nada ya que la joven morena había corrido demasiado rápido, con un suspiro de derrota dobló el pañuelo y lo guardó
La Chica de cabello largo atado en una coleta alta y dos coletas en frente se apresuraba por llegar a su casa a tiempo y poder darse una ducha rápida y poder llegar a su universidad, ya que darse el lujo de llegar tarde a clases era algo que no podría hacer pues su universidad era muy estricta con respecto al horario de clases.
Estaba completamente despeinada por haber corrido de aquella forma pero logró llegar a su clase a tiempo, se sentó en su puesto repasando lo que había pasado por poder llegar, ahora vestía unos jeans, una camisa azul como la anterior pero diferente y su típica banda en el brazo, se sentía victoriosa pero cansada y solo se dejó llevar por sus ideas hasta que comenzó su clase.
La mañana había pasado como normalmente solía ser para la morena, entregó su trabajo sobre la importancia de los animales en el planeta, prestó atención a su clase sobre el hábitat de los animales y casi se queda dormida en su clase sobre insectos, ya que a ella no le interesaba mucho esa clase pero aun así la llevaba con muy buena nota, era gracioso pensar que ella tenía buenas notas en las escuela ya que en la secundaria y en preparatoria había sido muy mala en sus clases hasta que pudo especializarse en la universidad.
Al sonar una campana todos los estudiantes comenzaron a guardar sus artículos de estudio y retirarse de la sala de laboratorio cuando un profesor le indico a Korra que fuera a la facultad de educación, la joven, un tanto confundida, se dirigió allí y antes de poder entrar al edificio se estrelló con una chica que estaba apurada
—Lo siento no te vi— dijo la joven mientras tomaba sus libros del suelo
—Ha, bueno supongo que ahora estamos a mano— dijo la joven morena viendo con quien se había estrellado.
