Acostado a sus anchas en la inmensa cama, comía a su propio ritmo a pleno mitad del día y sus ojos permanecían fijos sobre el brillo de la pantalla, la cual iluminaba su plácida sonrisa, esperando por la siguiente notificación. El pelinegro le había escrito en cuanto le vio conectado.

Pronto el dulce pitido le avisó lo que tanto ansiaba y casi con urgencia, hizo click; lo que mostraba la ventana se asemejaba a un blog de apariencia sencilla, sin una decoración detallada y hasta cierto punto vacío, con una corta respuesta en medio.

·

«Sí, ¿qué haces?»

·

Eso era suficiente para que su sonrisa se ensanchara.

·

«Estoy comiendo, ¿qué hay de ti?»

·

«Ja, ja, yo también, mi almuerzo.»

·

Al leer eso, se le escapó un suspiro.

·

«Estás en el trabajo ¿cierto?»

·

De inmediato recibió su respuesta.

·

«¡Claro!»

·

Prefirió reír ante la obvia declaración.

Sus ojos se posaban en las letras de ese último mensaje mientras masticaba bocado, reflexionando su situación actual en ese sitio web.

·

«Estoy triste.»

·

·

«¿Por qué?»

·

·

«Parece que olvidas algo importante.»

·

Si era sincero, nunca creyó al principio que la charla avanzaría más allá de un simple hola.

·

«¿Qué, en serio?

Uff, dame un respiro. Tampoco he tenido un buen día.»

·

Y dejó salir otro suspiro antes de llevar más comida a su boca.

Sei se encontraba conectado en uno de esos sitios que él mismo llamaba "otra de esas páginas cursis", intercambiando mensajes con Aoba. Ambos estaban por cumplir tres meses de relación en línea.

Todo inició cuando curioseaba en dicha web, y en lo que se adaptaba al nuevo lugar, coincidió con el perfil de Aoba en una sala pública.

De la cantidad de páginas que conocía, no esperaba a que el destino le permitiese descubrir una cuenta de Aoba en ese lado de la internet. Por supuesto, no desperdició la oportunidad de guardar el enlace y revisar su actividad frecuente todos los días.

No juzgaría a su hermano por llevar más de un año inscrito en ese espacio, él también se registró ahí en primer lugar. Al transcurrir los días, ya no le parecía suficiente verlo desde las sombras y fue cuando pensó en la opción de hablarle. No se preocupaba por su identidad, se había creado su propia información y avatar.

Hablarle a Aoba desde un perfil donde según, era una chica. Idea terrible e increíblemente absurda, así que lo intentó, dispuesto a esperar lo que sucediera y los resultados lo condujeron a meses de intercambio de palabras.

Había encontrado el único modo de comunicarse directamente con su hermano, de conocerlo por medio de mensajes. A pesar de que Aoba a veces fuera algo bobo y también tardase en responderle, nadie le quitaría la felicidad que sintió por un buen tiempo.

·

«¿Pasa algo? ¿Hay problemas allá? Estás algo callada.»

·

Sabía que como toda relación pasajera, terminaría algún día. Sei entendía que Aoba lo usaba solo como una "compañía más". Usualmente cuando su afable compañero se encontraba en línea, se debía a su propio aburrimiento en el trabajo o en casa. Eso estaba bien, no importaba si no era alguien relevante para su hermano.

.

«No, no tengo más problemas en casa, todo salió bien. Creo que me siento un poco enferma...»

·

·

«Eso no es bueno, prométeme que irás al doctor.»

·

·

«Lo haré.»

·

Jamás se había sentido tan bien al mentir. Cuando Aoba se desterró de los campos de Rhyme y del ambiente callejero, el escaso contacto que tenía con él por medio de Usui se esfumó. Observar lo que hacía con su vida dejó de llenarlo, y ese anhelo de poder darle las buenas noches, preguntarle qué le pareció su desayuno y reírse de la rutina, se le había cumplido. No podía asegurar que se arrepentiría algún día por haber engañado de esa forma a su hermano.