Tomo mi mano bajo la mesa, incluso acaricio mi muñeca mientras Alemania hablaba y hablaba.
-sabes, no tengo nada que hacer cuando esto acabe.- murmuro casi tan bajo para que nadie más que yo te escuchara.
Sé que me sonroje, también se que el contuvo la risa para que nadie sospechara nada. Mi mano sudaba contra la tuya pero no la soltaste ningún segundo.
-bueno, con esto terminamos.- anuncio Alemania con pesadez, pues ya tenía tres horas hablando como loco y nadie le prestó atención.
Dicho esto todos salieron casi corriendo de la sala, pero él y yo no.
-tampoco tengo nada que hacer después.-susurre y solté mi mano de la suya.
Japón estaba parado en la puerta cuando salí, me examino discretamente. Estaba a punto de irme pero tomo mi brazo con cuidado pero sosteniéndome fuerte, para que no escapara.
-¿sucede algo Kiku-aru?-me ponía nervioso no quitaba su mirada de mi-¿te puedo ayudar-aru?.
-etto, ¿tu estas ocupado?, digo pensé que seria un buen momento para hablar- dejo un minuto de silencio entre nosotros.- demo, quería hablar sobre tu espalda*…
No supe como paso, tampoco en qué momento la mano de Rusia había tomado la mía, tampoco en qué momento me jalo fuera del edificio, solo sentí el momento en que mi cabeza de pego a la pared con mucho dolor.
-tú eres mío, no de nadie más, ni de kiku, ni de Alfred, ¡de nadie solo mío!
No me dejo hablar pues sus labios atacaron los míos, sentí un poco extraña la invasión de mi espacio personal, también su mano en mi espalda, fue entonces que lo empuje con fuerzas que no creía tener.
-basta-aru – grite y lo vi caer al suelo.
Yo contenía las lagrimas, pues no quería que el viera mi debilidad. Estaba sufriendo por dentro por una herida que no quería dejar cerrar y eso me dolía aunque no lo expresara a diario. Una parte de mi quería salir corriendo pero no podía, ahora recordaba cada detalle de la cicatriz que tenía en mi espalda, me encogí en el piso y escondí mi rostro.
No sé cuánto tiempo paso, tampoco quería saber, mi rostro estaba rojo y mi ropa era un desastre.
Fue él quien rompió el hielo de nuevo y tomo mi mano, sentí mi corazón temblar, recuerdo cuando lo vi vestido de panda, era menor que yo y aun así lo sentí más grande e incluso más fuerte de lo que en realidad era.
-te prometo que no dejare que nadie te lastime, Wang Yao.- dijo mi nombre con un acento raro.
Alce mi cabeza y ya no me sentía solo y el dolor en mi espalda fue poco a poco olvidado.
Ahora teníamos algo más fuerte que una alianza o un trato, era un juramento de amor que ninguno rompería.
-seré fuerte por ti , Ivan Braginski-aru- intente no reírme pues su nombre sono raro en mis labios pero el solo me abrazo contra el .
