Coloreando Vidas

¿Hasta que punto llevas una existencia gris? ¿Qué tan rutinarios se han vuelto tus días, y qué tan solitarias tus noches?

Alice, Jasper, Emmett, Rosalie, Edward y Bella. Son seis vidas diferentes, totalmente separadas. Todos son exitosos en el trabajo, pero sus vidas han llegado a un punto en el que todo es tan mecánico que se sienten atrapados. Hasta el día en que sus destinos se cruzan.

¿Valdrá la pena arriesgarse a vivir? ¿O serán peores las consecuencias?

"Manteneos locos, pero comportaos como personas normales. Corred el riesgo de ser diferentes, pero aprended a hacerlo sin llamar la atención". Paulo Coelho – Veronika decide morir: 104.


Bueno chicas y chicos, este es el primer fic que subo a FanFiction y estoy emocionada por eso :) La historia tiene múltiples POV, multiplísimos diría yo, pues Edward, Bella, Jasper, Alice, Emmett y Rosalie cuentan su historia cada uno por su lado, aunque los hechos se entrecrucen. Prometo solemnemente no darles diferentes POV de los mismos hechos, a menos que me pidan algo muy especifico, pero por lo general no me gusta repetir una y otra vez lo mismo. Cualquier cosa pues, darle al botoncito verde hermoso y atractivo :)


Disclaimer: Todos los personajes son propiedad de la respetable Mrs. Meyer, yo sólo juego con ellos un ratito y se los devuelvo sanos y salvos (Aunque tengo ganas de robarle a Edward un día de estos xD)

Gris

Bella's POV.

10 de enero del 2009.

Miré la fecha que marcaba mi calendario y sonreí. Hoy era el cumpleaños de mamá. Hace tres días no hablaba con ella y sabía que eso la ponía nerviosa.

-¿Aló?- contestó su suave voz al otro lado de la línea.

-¡Feliz cumpleaños mamá!

-¡Bella! ¡Al fin llamas! Llevo tres días sin teléfono celular, tuve un pequeño accidente con el otro así que no había podido llamarte, ya sabes lo obsoleta que soy con eso de la tecnología y…- parecía que Renée me iba a contar los últimos tres días con lujo de detalles así que me senté. La loca de Renée. Me dolió mucho tener que haberme ido de casa hace tantos años, pero ella merecía ser feliz con Phil y yo debía continuar mis estudios.

-Esta bien Renée. No te preocupes. Cuéntame ¿Qué se siente tener 45?

-¡Shh! He dicho que no estoy de cumpleaños. Desde que cumplí los 40 hice lo mismo que Peter Pan ¡He dejado de crecer!

-Si claro- dije con ironía –veremos que dicen las autoridades al respecto.

-Ya veremos. Ahora dime ¿Qué tal van las guardias?

-Fatal, estoy molida. Ésta semana trabajo sólo de noche. Gente ebria herida en bares y gente ebria herida en accidentes de tráfico ¡Mis tareas favoritas!- dije con ánimo sarcástico en la voz.

-Y luego dices que yo soy la cuarentona ¡Arriba ese ánimo Doctora Swan!- la Dra. Swan. Aún lo escuchaba y no lo creía. La Dra. Swan era yo. Atrapada en mi segundo año como médico residente, pero era yo.

-Isabella ¿Estás ahí?

-Sí mamá. Te dejo, voy a desayunar. Almorzar, mejor dicho. Me llamas cuando recibas tu regalo ¡Adios!- tan pronto colgué la sonrisa de mi rostro se desvaneció. Sólo tendría que enfrentarme a todo un día sola, para que luego que llegara la noche quejarme de tener guardia en el hospital. Rebusqué entre la nevera en busca de algo comestible, pero no hallé más que agua y aire ¡Ah si! El hielo parecía lo más apetitoso del menú. Tampoco me apetecía comprar para luego cocinar, así que cerré la nevera y fui al teléfono para pedir una pizza. Un papel cuadradito amarillo brillante llamó mi atención, decía: Promesa N° 1: Dejar la comida chatarra. Gruñí al igual que mi estómago. Mis promesas de año nuevo no se irían al trasto esta vez. Tomé el teléfono y marqué a un restaurant vegetariano, donde pedí una ensalada y un sándwich.

-Su pedido llegará en 20 minutos señorita- dijo la voz chillona de una adolescente al otro lado del teléfono. Me senté y encendí la tv mientras esperaba. Como siempre nada bueno que ver, ya empezaba a impacientarme, mi pie golpeaba insistentemente el suelo de madera.

-Iré a prepararme un café- pensé en voz alta. Al llegar a la cafetera sentí un pequeño deja vú. Un papelito rosa chillón que decía: Promesa N° 4: dejar el café. En su defecto reservarlo para las noches de guardia en el hospital.

Suspiré, atrapada entre mis propias reglas, esperando mi guardia nocturna.

Edward's POV.

-Sólo un trazo más y me iré a dormir. Un trazo. Tal vez un retoque a unas líneas. Pero nada más- prometí mentalmente.

El martes debía entregar un proyecto, el diseño de un nuevo centro comercial, que tenía listo hace mucho tiempo, pero que todavía no me dejaba del todo satisfecho.

Miré el reloj de mi pequeño estudio y corrí a ducharme. 7:00am. ¿En qué momento había amanecido? Tenía exactamente una hora y media para llegar a mi oficina. Me dí un baño y me vestí lo más rápido que pude. Odiaba usar traje, pero hoy tenía una reunión con una clienta importante y debía ir presentable. Puse a tostar un par de rebanadas de pan mientras me peinaba sin mucho esmero y comí apresurado mientras bajaba en el ascensor. Desactivé la alarma de mi Volvo, me acomodé dentro y arranqué, hasta que repentinamente recordé algo.

-¡Maldita sea! Olvidé los planos- grité furioso.

Subí de nuevo en el ascensor, más impaciente que nunca. Entré a mi apartamento, saqué los planos lo más rápido que pude y bajé nuevamente al sótano. Mi auto lo había dejado parado a la mitad del único camino de salida y tenía unos cuantos conductores molestos detrás, esperando para salir. Me disculpé y salí de estacionamiento apenado con todo el mundo.

Respiré tan pronto hube llegado al edificio de oficinas en el que trabajaba, con mucha suerte había logrado llegar 20 minutos antes de la reunión con mi clienta, una actriz famosa cuyo nombre no me habían revelado aún, pues al parecer ella quería mantener todo lo más secretamente posible.

-Buenos días Cullen ¿Apurado?- preguntó uno de mis compañeros de trabajo, el imbécil de Mike Newton. Por más que quisiera ignorarlo mi educación era más poderosa en aquellos casos.

-Buenos días Newton- dije en su dirección antes de internarme en mi oficina. Al poco rato llegó mi jefe, Eleazar Denali, acompañado por un hermosa rubia, ojos azules, medidas perfectas y cara conocida, obviamente mi clienta.

-Él es Edward Cullen, el arquitecto encargado del diseño de su nuevo hogar- dijo mi jefe a mi clienta.

-Mucho gusto señor Cullen, yo soy…

-Rosalie Hale ¿Cierto?- completé yo. Ella asintió con una sonrisa –la he visto en un par de películas. Y puede llamarme Edward- dije sonriendo también. Ella no estaba para nada mal, pero se me hacía igual que cualquier actriz, y todas las atenciones con ella eran parte del protocolo, que a Eleazar le fascinaba cumplir.

-Ok Edward, puedes llamarme Rose. Hay un par de cosas que quisiera hablar contigo respecto al diseño ¿Tienes tiempo?

-Si, por supuesto –le dije, por algo había despejado el tiempo para la reunión, algunos clientes son bastante exigentes.

-Bueno, yo los dejo solos para que se pongan de acuerdo- intervino Eleazar y se retiró de la oficina.

-Ok, Manos a la obra- dije yo y saqué los planos de la construcción y coloqué el simulador 3D en mi computador con la vista de lo que sería la casa.

-Ummm, hay ciertos detalles que no me parecen- dijo como dudosa de hablar.

-¿Como cuáles?- le alenté. Pronto me arrepentiría por eso.

-Los techos, están muy bajos. Quisiera un par de ventanales en la parte trasera, ¡ah! y el diseño de estas escaleras me parece muy convencional. Quiero algo más contemporáneo- dijo concentrada en la pantalla del ordenador.

-Pensé que había dicho que quería un lugar discreto Rosalie, no entiendo- pregunté confundido. Unos ventanales de vidrio transparente no eran precisamente discretos.

-Bueno, pues cambie de parecer ¿Puede introducir los cambios al diseño?- preguntó como dudando de mi capacidad. Eso me ofendió bastante.

-No hay problema, pero me tomara más tiempo del estipulado- dije tratando de negociar con ella.

-¿Y por qué mas tiempo? Faltan 2 semanas Edward- me replicó con un aire de inocencia que se me hacía falso.

-Si, pero el proceso es mas largo que eso, además hay otros proyectos a desarrollar- ¿Quién se creía ella para venir a disponer de mi tiempo de esa forma?

-¿Y si yo te dijera que MI proyecto es el mas importante de todos? Recuerda que tengo prestigio Edward y manejo contactos muy importantes- dijo con voz ligera, como quién saluda a algún conocido en la calle. Eso si rebosó el límite de mi paciencia.

-¿Me esta amenazando?

-Para nada Edward, solo es una pequeña advertencia- dijo agarrando su bolsa -Dos semanas, ni más ni menos- fue lo último que dijo antes de salir de la oficina. Yo maldije en voz baja. La mujer resulto peor de lo que imaginé. Hermosa, si, pero caprichosa y orgullosa, trabajar para ella me iba a resultar un infierno.

Suspiré. Sería mejor empezar a trabajar antes de que mi tiempo se acabara.

Alice's POV.

Me levanté temprano, con el sol dándome de lleno en la cara.

Me asomé a la ventana de mi apartamento y sonreí. Mi vista de Seattle era genial. Suspiré sin amargura y me prepare para ir al atelier.

Abrí las puertas dobles que daban a mi gigantesco closet y me interné en el.

Para el día de hoy tenia que recibir a un par de clientes y luego en la noche la apertura de una tienda a la que quería ir, así que debía usar algo versátil. Paseé por los diferentes tejidos y estampados:

Algodón, no, muy deportivo.

Lana, por supuesto que no.

Seda... Tal vez.

Poliéster… un momento. ¿Qué hace una prenda de poliéster en mi armario? ¡La quemaré al regresar del trabajo!

Chiffón, no, muy ligera, aunque con un abrigo tal vez…

Satén, puede ser.

Tomé una falda plisada color crema de chiffón. No muy formal ni muy casual. Una blusa azul turquesa simple muy linda y unos stilettos beige, que combiné con una cartera y un cinturón grueso en la cadera. Acomodé mi cabello en puntas con ayuda de mi secador y casi no usé maquillaje. Simple pero impecable. Me coloque una chaqueta negra larga y una bufanda azul turquesa.

Salí al frio de la calle de Seattle y esperé el autobús. Soñaba despierta, que algún día mis diseños fuesen conocidos por mucha gente y con el dinero que ganara me compraría un gran auto. Un Porsche 911 turbo, amarillo canario, definitivamente el auto perfecto. La sola idea de la velocidad era tan hipnótica que casi no me dí cuenta del autobús parado frente a mí con la puerta abierta. Bajé de mi nube personal y me subí al colectivo.

Mi atelier estaba unos 5km al norte de mi edificio, en una pequeña torre de oficinas. La renta era relativamente barata, a pesar de lo pequeño de mi local. Entré y todo estaba perfectamente impecable, tal como me gusta. El espacio blanco y minimalista dominaba la estancia. Los toques de color eran 3 sofás, una lámpara y las cortinas de los 4 probadores, todo ésta vez en color turquesa. Cada semana los colores cambiaban. La tienda ya estaba abierta y allí encontré a mi única empleada acomodando vestidos en los percheros.

-Buenos días Alice- me recibió con una sonrisa

-¡Buenos días Ángela! Wow, tenías razón con lo del turquesa. Le da un toque especial a la estancia.

-Te lo dije Alice. Tú podrás ser la diseñadora, pero en decoración yo sé de lo que estoy hablando.

-Eres la mejor, Ángela. Es mas, te acabo de dar un ascenso.

-Oh ¿De veras? ¡Pues antes consígueme subalternos a quienes mandar a mi gusto!

-Los conseguiré, te lo prometo. Pero antes debo conseguir un par de contratos más. Y hablando de eso, ésta noche iré a la inauguración de esa nueva boutique, la de la 6ta.

-¿De verdad? ¿Y como conseguiste que te invitaran? Digo, es muy exclusivo el evento ¿no?

-Si, lo es. Pero te dije que iría, no que me invitaron a ir.

-Ok, Mary Alice Brandon, es oficial. ¡Te has vuelto loca! Te echaran de allí, si es que consigues entrar en primer lugar.

-Paciencia querida Ángela. Ya veras como si entraré. Tengo un leve presentimiento de que así será.

-Tú y tus presentimientos. ¿Te dije que estas loca?

-Si, muchas veces de hecho.

-Es bueno que lo recuerdes.

Ángela y yo siempre teníamos esa clase de bromas. Ella era la mejor empleada del mundo, aunque no le pagara tanto como yo quisiera. Ese día atendí unas pocas clientas, nada demasiado difícil. Le di la tarde libre a Ángela pues no necesitaba mas ayuda y cerré para irme a almorzar.

Pensé en comer en un bonito restaurant a la vuelta de la esquina, al que iba con frecuencia, pero una clase de presentimiento me hizo desistir. Caminé cerca de 4 cuadras buscando un sitio agradable. Al final terminé en la calle 6ta viendo los preparativos de la inauguración de la noche. Unos obreros pasaban sistemas de sonido, sillas y al parecer estaban despejando espacio para una pasarela y una pista de baile. Quedé boquiabierta frente a la vidriera hasta que un par de sujetos de seguridad me pidieron que me retirara. Seguí caminando hasta un restaurant que parecía bastante agitado y decidí entrar. Uno de los meseros me indico que no estaban prestando servicio comercial, pues tenían un evento que cubrir esa noche, la inauguración de la tienda que estaba cerca. Lamentable, pues el olor era divino. Podría decir que todo estaría delicioso en esa inauguración.

Al final termine comiendo en un cafetín que dejaba mucho que desear. Digamos que la comida no era su especialidad. Mis lindos presentimientos no siempre me llevaban a sitios lindos. Tal vez debería dejar de hacerles caso.

Atendí la boutique hasta las 5 de la tarde, pues me iba a arreglar para ir a la inauguración. En un principio planeaba ir así como estaba, pero cambié de idea ¿Qué clase de diseñadora respetable sería si usaba la ropa del trabajo para ir a una fiesta? Así que tomé uno de mis vestidos de los percheros, un modelo negro, corto con un lindo escote. Me peiné y maquille más cuidadosamente que en la mañana, ya que debía causar una buena impresión en todo el mundo. Una ultima mirada en el espejo y... ¡Perfecta! ¡Perfecta para la mejor noche de mi vida!