Prólogo
Dicen que cada vez que surge el mal en el reino de Hyrule un héroe se alza para derrotarlo. Es el eco de una maldición proveniente del inicio de los tiempos en el que fueron creadas la luz y la oscuridad, el Bien y el Mal, dispuestos a enfrentarse eternamente. En una de aquellas ocasiones el mal se encarnó en Ganondorf, único hombre nacido en el seno de la tribu de las Gerudo, las mujeres del desierto. Sólo nacía un hombre entre ellas cada 100 años y estaba destinado a liderarlas, aunque en aquella ocasión no ocultó sus abyectas intenciones y tuvo que luchar contra la rebelión de algunas de ellas, que se oponían a su tiránico liderazgo.
La princesa Zelda, heredera al trono del reino, profetizó que un joven ataviado con verdes ropajes acompañado por un hada sería la luz que disipase las tinieblas que asolaban al reino. Aquel joven era apenas un niño pero ambos se unieron y juraron hacer frente a aquella amenaza juntos. Una vez que el chico pudo acceder al reino sagrado y lograr la Espada Maestra la hoja divina que repelía el mal le aceptó como héroe pero habían pasado 7 largos años y entretanto Ganondorf se hizo fuerte y logró sumir al reino de Hyrule en la oscuridad más absoluta. Aquel héroe, llamado Link tuvo que buscar a los 6 sabios en cada uno de los templos de Hyrule y obtener de ellos el poder suficiente para sellar a Ganondorf. Fueron ellos quienes le ayudaron a acceder al castillo de Ganondorf y a destruir la barrera que impedía llegar hasta él. Finalmente logró derrotarle y Zelda se reveló como la séptima sabia quien, usando su poder logró debilitar lo suficiente al líder de las Gerudo como para sellarlo en el Reino Sagrado. El poder de la trifuerza que los tres albergaban quedó aletargado y Zelda devolvió a Link a su época mediante la ocarina del tiempo, reliquia que legó al joven como agradecimiento y amuleto.
Tras varios meses disfrutando de la paz recién instaurada en el reino de Hyrule Link optó por marcharse. Navi, su hada, había desaparecido y deseaba encontrarla ya que apenas había podido despedirse de ella. Él nunca había sido un Kokiri, sino un Hyliano más de modo que no podía estar ligado a un hada, aun así ella le acompañó por orden del árbol Deku para asistirle en su ardua empresa. En cualquier caso al cruzar los bosques perdidos sin un hada que le guiase acabó extraviándose.
Fue entonces cuando un extraño personaje le asaltó y le robó su ocarina y a su querida yegua, Epona. Después, ese mismo extraño ser le transformó en Deku y tuvo que recuperar su ocarina para que un extravagante personaje le ayudase a recuperar su forma original con una enigmática melodía. A partir de entonces se vio atrapado en un ciclo eterno de 3 días y 3 noches en los que tuvo que recuperar la máscara de Majora, un poderoso objeto que había corrompido a Skull Kid, el chico que le había robado la ocarina y convertido en Deku. Tras granjearse la confianza y la ayuda de los 4 gigantes para detener la enorme luna que amenazaba con destruir la tierra de Términa y recibir el enorme poder contenido en la máscara de Fiera Deidad pudo devolver la máscara de Majora al vendedor de máscaras que le había seguido hasta Términa. Se despidió de Skull Kid con la promesa de ser su amigo para siempre y no olvidar su amistad y también dejó atrás a Taya, hada del propio Skull Kid y quien le acompañó, incansable, a lo largo de su aventura, si bien al principio reacia posteriormente fue estrechando lazos con ella.
Una vez cumplida su misión volvió a subir sobre Epona para cabalgar rumbo a Hyrule buscando volver a su amado hogar y saber qué había ocurrido en su ausencia.
