Petra se incorpora sobre la cama y se pierde en sus pensamientos mirando el ventanal de su dormitorio. Las luces de la ciudad juegan caprichosas dándole vida al paisaje nocturno, y mientras las observa se plantea cuestiones existenciales. Sentada, voltea su cabeza hacia atrás para mirar a su compañero, muchas preguntas abruman su cabeza. Observa su mirada seria en su semblante tosco mientras duerme y ella acomoda su corto cabello rubio detrás de su oreja derecha,
"¿es esto lo que soñábamos Levi, cuando juramos amor eterno en el altar? Prometimos amarnos por siempre, protegernos y acompañarnos".
No sabía cuándo habían perdido el rumbo. La pasión, el amor juvenil, inocente y puro de los primeros tiempos dio paso a un amor seco, sobrio, sin color que se limitaba a unirlos en el acto sexual para luego separarlos con la rutina de cada día. Petra Ral de Ackerman tomó su bata de seda y se dirigió a fumar un cigarrillo sabiendo que aquello la mataba lentamente, sin embargo no le importaba demasiado, más aún le preocupaba el no saber en qué momento se había convertido en una persona tan insípida. Exhaló el humo del cigarro y volvió a perder la mirada en el horizonte intentando no pensar en nada, no pensar en que actualmente el sexo era lo único que la unía a su marido, que prácticamente no se dirigían la palabra, el hecho de que Levi a la vuelta de su trabajo venía con un humor de mil demonios, que las peleas superaban las risas o las cálidas conversaciones. Intentó no pensar que su matrimonio se estaba yendo cuesta abajo, y se asombró y aterró el saber que no le interesaba. Lo oyó levantarme y miró como se dirigía al baño con el ceño fruncido, revolviéndose el cabello. Apagó el cigarrillo presionándolo contra la tierra de la maceta de su balcón, lo cual pensó que sería estúpido ya que él olería el desagradable y fuerte olor, a lo que enseguida corrió a perfumarse. Se preguntó porque debía ocultar uno de sus mortíferos placeres ante él, recordando que Levi detestaba ese olor en particular y en esos momentos ella no tenía deseos de pelear.
Su esposo salió del baño para vestirse, percibiendo el aromático perfume -hace mucho no usabas esa colonia- comentó sin mirarla mientras se ponía una remera.
Petra hizo un gesto de indiferencia con los hombros -simplemente quería usarlo.
"maldita cobarde", se amonestó.
Él se acercó por detrás para olerle el cuello, inhaló profundamente la fragancia, disfrutando la esencia que se mezclaba con el olor corporal de su mujer, creando un aroma único que lo deleitaba -huele bien.
Se sorprendió ya que Levi no era tan afectuoso desde hace un tiempo, si es que su marido lo era pues ella conocía su característica frialdad y lo que le costaba expresar sus sentimientos. Sintió los labios de él trazar una línea paralela a su cuello y se estremeció.
-la usaré más seguido entonces- contestó Petra en un tono provocativo. Levi sonrió de lado juguetonamente, aunque su mujer no lo notó por la posición en que se encontraban.
Bajaron a la cocina a cenar y el escenario volvió a ser rutinario: su esposo perdido en el teléfono consultando cosas de su trabajo sin prestarle la más mínima atención, haciéndola sentir enferma, ya que parecía que en la cama Levi Ackerman no estaba ausente. Se sentía una planta decorando el rincón más oscuro de la casa y, a decir verdad, ya no lo soportaba.
-¿Demasiado trabajo esta semana otra vez? - preguntó, logrando que su esposo le prestara un poco de atención.
-Sabes que tengo una empresa a cargo, el trabajo me acompaña a todas horas- se excusó él mientras llevaba un bocado a su boca intentando disimular su enfado ante la pregunta.
-Entonces deberías haberte casado con ella- comentó ella airada e hizo una pausa -. Oh claro, no te puedes follar al trabajo- remató, dejando la mesa.
Se dirigió a la cocina escuchando los pasos de su esposo pisándole los talones.
-¿Qué mi*rda te pasa esta noche Petra? - Levi le bloqueo la salida a lo que ella lo miró con furia, intentando sostener la penetrante mirada de él.
Intentó contener la tormenta de emociones que se había creado en su, sin éxito -¡estoy cansada de ser un potus Levi, estoy cansada de que solo exista para ti a la hora de tener sexo!
- No es así- le contestó molesto y ofendido -. Sabes que no puedo descuidar la empresa, a veces debo hacer sacrificios.
-¡Pues te hubieras casado con ella entonces!
-¡Maldición, Petra, ¿Qué demonios te ocurre?! - el huracán de emociones en Levi se escapó de sus labios en un estallido de impotencia, perdiendo la paciencia en segundos -¡¿que mi*rda te sucede?! ¡¿Quieres que deje de trabajar?! ¡¿Quién pagará entonces tus estúpidos caprichos?!
Las peleas eran habituales cuando se tocaba el tema trabajo y Petra ya se había acostumbrado, pero que su esposo haya herido su orgullo con esas preguntas fue la gota que colmó el vaso. Se sintió humillada y degradada, y no iba a tolerarlo.
-¡A la mi*rda Levi Ackerman, vete a la mi*rda! - sintió su sangre hervir, como se le subían los colores a la mejilla y la vista se le nublaban por las lágrimas, él le había escupido que era una mantenida. No supo en que momento fue que agarró un plato del secador para arrojarlo en su dirección. Los ojos del hombre se ensombrecieron y la furia de su mirada la atravesaba, sintió el fuerte agarre de su marido en sus muñecas.
Levi sabía que la vida no le había otorgado el don de la paciencia, pero nunca pensó que rompería el record en perderla tan rápido en el momento en que su esposa le reclamó que priorizaba su trabajo antes que su matrimonio. A él no le gustaba expresar sus sentimientos, no sabía cómo manejarlos y los consideraba una pérdida de tiempo, por lo que no entendía porque Petra no veía el esfuerzo que hacía por los dos; había construido un hogar seguro y lleno de comodidades para ella pues quería demostrarle cuanto la amaba y que se merecía ser tratada como una reina. En vez de recibir consideración y agradecimiento, escuchaba reclamos de su parte. ¿Qué solo la notaba a la hora del sexo? ¿Qué era un adorno de la casa? Se equivocaba, él lo notaba todo, sabía las cosas que ocultaba. El maldito olor a cigarro que intentaba tapar con el perfume q a él más le gustaba, o el hecho de que últimamente fingía sentir placer cuando se llegaban íntimamente. Veía su mirada apagada al cenar juntos y lo hacía poner molesto e incómodo. Ackerman le daba todo, se esforzaba para tenerla con todas las comodidades y parecía que ella no lo veía.
Le tomo segundos alcanzar a esquivar el plato que Petra le había lanzado. Sabía que su mujer tenía carácter, de hecho, es una de las cosas que le atrajo de ella, pero nunca imaginó que llegaría a la violencia física. Por un momento no supo lo que estaba haciendo hasta que agarró sus pequeñas muñecas con sus manos llevándolas por encima de su cabeza, apoyándolas fuertemente contra la alacena que colgaba de la pared en la cocina. Petra forcejeo y él apretó el agarre.
-¡Me lastimas! - gimoteó furiosa.
Él no le respondió. La miro un momento mientras luchaba como una fiera y no supo porque eso lo encendió, por lo que la besó de manera apasionada y brusca, gozando la resistencia que ella empleaba. Apretó más su cuerpo, aprisionándola contra la mesada para levantarla y sentarla en ella. Petra enrollo sus piernas en su cintura dejándose llevar por el deseo, provocando a su esposo. Levi gruño en su boca disfrutando cada sensación que le brindaba ¿Por qué y cómo habían llegado a esto? ¿Por qué últimamente lo único que los unía era el acto sexual? ¿En qué momento su matrimonio se había ido en picada? ¿Cómo es que en los encuentros sexuales después de pelear era donde realmente escuchaba a Petra disfrutar, y escasas veces ya que la mayoría ella no los disfrutaba y fingía, teniendo placer? Sintió las uñas de su mujer clavarse en sus fibrosos hombros a la vez que ésta alcanzaba clímax, algo que le sorprendió a él, y luego dejar caer su cabeza sobre su hombro. Amaba esos cabellos dorados y el brillo en sus ojos celeste cielo cuando estaba exhausta luego de alcanzar la cúspide de placer. Sintió que las lágrimas mojaban su hombro y se preocupó. Escuchó como Petra gimoteaba de angustia, y le partía el alma.
-Petra...
-Ya no lo soporto más Levi -contestó con una voz apenas audible.
-Petra- volvió a repetir su nombre. Agarró su delicado rostro con sus manos, pero, al ver la mirada vacía de su esposa se sintió molesto. Se separó de ella y lanzó un grito de frustración, que provocó otro llanto de angustia en ella, haciendo que Levi la dejara sola en la cocina.
