Disclamer: KHR no me pertenece, es obra de Akira Amano. Yo solo uso a los personajes para hacer este fic sin fines lucrativos.
Advertencias: Errores ortográficos / OOC / Spoilers ligeros.
Summary: El recuerdo de aquél invierno perduraría en su corazón.
Invierno
Ahí estaba, en el infierno con él que amaba, trayendo desgracias a la superficie*. La ausencia de Perséfone azotó a la naturaleza con su gélido aliento, y cubrió todo en blancos ropajes.
A aquella huérfana perdida solo le había costado encontrar refugio seguro para su pequeño cuerpo magullado y sangrante, con las heridas abiertas y la nieve entrando en sus cortes, tiñéndose rosada por la tinta roja que resbalaba de su piel.
-Oye.-oyó una voz a cercana a su oído, es suave y frágil hasta el punto de parecer distante.
La niña abre sus adormilados, casi tiesos ojos, para ver borrosamente una cabellera rojiza como el fuego, y ojos oscuros de una tonalidad similar pero, asemejándose más a dos carbones encendidos.
-¿Sigues viva?-la pregunta retumba en su cabeza, la perfora y le recuerda todo.
-¡Escapa! ¡Rápido!-
-¡Padre!-
El fuego, la sangre, los hombres vestidos en ropas negras y con los ojos cubiertos con gafas ocultando sus rostros, las heridas en su cuerpo, la sangre en sus manos, el olor de la pólvora de la pistola que tuvo que empuñar para salir de allí viva, cojeando, llorando.
-¡Padre!-exclama, solo el niño que da un respingo (probablemente por la sorpresa de oírla gritar), la escucha. -Mi padre…-la frase muere en sus labios y las lágrimas afloran en sus ojos y caen por sus mejillas. –Los hombres de negro, de negro-repite y las cataratas que nacen de sus cuencas solo aumentan su corriente. Cierra los ojos cubriendose la cara con sus lastimadas, y heladas manos.
-Tranquila.-es un susurro, el consuelo sin más oraciones que esa simple palabra. Su delgado cuerpo puede sentir los delgados y pequeños brazos rodeándola y apretándola contra su cuerpo, más pequeño y escuálido que el suyo, pero al final mucho más caliente.-Estoy aquí, tú estás viva, tranquila-murmura, otra vez en la puerta de su oreja y ella solo cierra los ojos y se deja abrazar, sollozando.-¿Cómo te llamas? –interroga, apartando un poco su cuerpo y viéndole entre el la neblina blanca, y los copos de nieve que descienden del cielo.-Mi nombre es Enma Kozato de los Shimon.
Los ojos de la niña, al fin, recobran la lucidez perdida junto con una nueva chispa, sus labios se entreabren, (porque el niño delante de ella es hermoso, y tierno, de cierta forma), y con las pocas fuerzas que tiene, responde:
-Me llamo Adelheid Suzuki.-
Y la nieve siguió cayendo, porque era invierno.
N/A: Según la mitología griega. Como Perséfone, esposa de Hades dios del inframundo, fue engañada y obligada a comer comida del mundo de los muertos por su marido, Hades. Zeus le ordenó permanecer seis meses en el Inframundo con él y seís e la superficie con su madre. Por lo que Deméter (mamá de Perséfone), provoca el invierno y el otoño debido a la tristeza que le causa la ausencia de su hija.
Bueno, quise hacer como una versión del primer encuentro de Adelheid con Enma. Y porque amo a la pareja XD.
