- Si es que la vida es muy sencilla, Mérida. Somos nosotros – se señalaba a si misma… con el dedo… repetidas veces – nosotros solitos… los que la complicamos… Mi máxima a partir de ahora va a ser la del sobreviviente. Si hubiera un cataclismo mundial, si las aguas estuvieran donde están la tierra y viceversa… yo sería igual que las cucarachas… encontraría un lugar seco donde cobijarme… eso… te lo prometo.

- No te veo yo de cucaracha… - Le dijo la pelirroja mientras lanzaba una mirada crítica a su acompañante.

- Con que me veas entre los que están vivos al final de la película… de la vida… me basta. – dijo la rubia convencida, mientras daba un largo trago directamente del pico de la botella.

- Si hoy no tienes algo… ¿de que vale estarte preocupando?… Pierdes tiempo y energías…Porque para triunfar en la vida, hay que echar mano de todo lo que encuentres a mano. Y si hay que pisotear a unas cuantas cabezas para ascender… se hace… que igual ellos lo harían, si tú no te adelantas…

- ¿Incluso matar? - Aventuró su amiga mientras bebía de su vaso.

La rubia negó.

- No matar… bueno… no he tenido necesidad por ahora… pero una cosa te digo… mejor matar que ser matada…

- ¿Y mucha gente te cree eso?

- ¿Como…?

- ¿Que si alguien se cree eso de lo mala que te crees?… porque vamos… yo te conozco desde hace más de 15 años… y no he visto nada de eso que cuentas…

La chica sonrió… ampliamente… Tenía una sonrisa cautivadora… al menos eso es lo que los demás le decían… Seguramente esa era una de las "armas" de las que hablaba…

- Tu no cuentas, Mérida… tu eres mi mejor amiga… la de los buenos tiempos… y los no tan buenos… en las buenas y en las malas, ¿recuerdas?… Cuando yo llegue a donde quiero llegar… puedes estar segura que tú disfrutarás de todo lo bueno…

- ¿Que… me vas a retirar y pasar una pensión vitalicia? – aquello a Mérida le hacía mucha gracia. Llevaban una botella de ron entre las dos… y ya parecía que se acababa… así que nada que se dijera… tendría validez al otro día… al menos, eso es lo que ella pensaba…

- Tú… puedes apostarlo.

- Eres tonta, Emma Swan… muy tonta si crees que me voy a creer todo eso que estás diciendo… ni borracha… mira tú por donde… me lo creería. ¡Emma!… ¡en lo alto de la cadena alimenticia de la depredación del hombre por el hombre…! Si es que perro que ladra… no muerde… - se sonreía por su propia frase…

Repentinamente, Emma se puso seria.

Se pasó la mano por sus cabellos dorados, como peinándoselo, en ese gesto que tanto conocía Mérida… e identificaba con la preocupación.

Su amiga suspiró.

- Supongo que estoy harta… Mérida… harta de ser la víctima de las circunstancias… Creo que ya llegado el momento de adelantarme a los palos. No se puede seguir viviendo la vida a la espera de…

Cerró sus mandíbulas. Su rostro estaba cerrado… a cal y canto. Parecía estar metida en sus pensamientos, como olvidándose de no estaba sola…

Mérida se le acercó a gatas sobre la alfombra, hasta quedar sentada a escasos centímetros de ella. Con suavidad, deslizó su mano por el brazo de Emma. Tenía la mirada fija en las manos de Emma

- ¿Qué ha pasado esta vez?

Emma se encogió de hombros. Se llevó la botella a los labios y dio un largo sorbo. Cuando se separó de ella… hizo un gesto de desagrado por el alcohol y se limpió con la piel del brazo los restos de líquido que quedaba en sus labios. Hizo un movimiento casi felino con la cabeza, como desperezándose y extendió las piernas en la alfombra, muy separadas.

- ¿Qué va a pasar, Mérida?... – intentó una media sonrisa – Nada que pueda importarnos…

Intentó levantarse, pero la mano de su amiga se lo impidió.

- No sales de aquí hasta contarme lo que ha pasado.

Emma evitaba mirarle a la cara… y lo notaba.

- Eh… anda, tonta… sácalo de una vez…

- Pues nada… que he dejado a Neal.

Mérida arrugó en ceño. Se mordió los labios, como queriendo contener lo que quería salir a toda velocidad de ellos… el alcohol que tenían en el organismo tampoco ayudaba mucho.

- ¿Otra vez los celos enfermizos?

Mérida asintió.

Volvió a encoger los hombros.

- Ese hombre está loco… Joer… no es que yo sea una santa ni nada por el estilo… me conoces, Mérida. Pero se celaría hasta de mi sombra si pudiera… Anoche fue el colmo. Ya sabes que trabajo algunas noches en el sitio ese que te conté de ayudante de camarero… pagan bien, y nunca viene mal un dinerito extra… pues se apareció allí y me montó un pollo que pa qué. Todo porque cuando me llamó por teléfono una hora antes, escuchó la voz de un compi mío… y decía que estábamos liados. Que es un muchacho de menos de 20 años… que a mi no me gustan tan jóvenes… pero bueno… el no quiso entrar en razón.

Recogió la pierna derecha y puso encima su brazo. Gesticulaba al hablar.

- Que si era una zorra… que si ya tenían razón mis padres por haberme echado a la calle hace 10 años… que si parece mentira… con todo lo que él había hecho por mi… que si soy un putón y debería a regresar a la calle, donde el me recogió… ramera de alcantarilla… meretriz de poca monta… joer, incluso palabras que no sabía yo que existían… como se nota que es escritor… tu…- volvió a encogerse de hombros.

Se quedó repentinamente silenciosa. Mérida escuchaba con los ojos muy abiertos. No sabía ni que decir…

- Lo malo fue que mi compi de trabajo se adelantó a defenderme… y el hijo de puta le arreo un guantazo… que pa qué… lo dejó redondito en el suelo.

Mérida no dejaba de mirarla…

- ¿Y qué pasó entonces?

Nuevamente Emma se encogió de hombros.

- Bueno… ya sabes que a mi no me gustan ese tipo de cosas… que joder, vale que se enfadara conmigo, aunque sea sin razón, ¿sabes? A mí eso me da igual… pero caerle arriba a ese pobre muchacho… en fin… que se me puso todo rojo… como los toritos, ¿sabes?

Mérida asintió. Seguía conteniéndose, apretando mucho los labios.

- Emma… ¿que pasó…?

- Pues… - aquí se estiro en el sitio… extendiendo los brazos… desentumeciéndose. –nada… que le fui para arriba.

Mérida cerró los ojos. Podía imaginarse la escena.

- Y de ahí las magulladuras en las manos… tienes los nudillos destrozados, Emma. – dijo con suavidad.

Ella se miró las manos.

- ¿Esto? Na… solo es un rasguño de na… deberías ver cómo le quedó la cara al otro.

- Emma… tía… cuantas veces te tengo que decir…

- Ey, Mérida… esta vez no… ¿vale? Fue casi en defensa propia… solo que… el muy capullo fue corriendo a ponerme una denuncia por malos tratos… y parece ser que allí se lo creyeron… en fin… fin de la historia. Ya no estoy con Neal. Pero Mérida… muchacha… dejémonos de cosas tristes… que tenemos que hacer planes para cuando me gane la lotería…

Mérida la miraba muy seria… no iba a caer en la trampa que gentilmente le estaba tendiendo Emma… la conocía.

- Vamos a ver, Emma… ¿donde te estás quedando?

- Em… en casa de unos amigos… dominicanos ellos… gente buena… de la de verdad… Tienen un crio… de esos de los ruidosos por las noches…

- Emma…

La miró. La cara de Mérida estaba muy seria. Se dio cuenta de que un cuento de los suyos no iba a bastar. Mentirle nunca había sido su fuerte.

- No te preocupes, Mer… ¿si? No ha pasado nada que no haya ocurrido antes… y tu amiga sabe sobrevivir a todo. Que mira… los cajeros de esta ciudad están muy desaprovechados. Además, con unas mantitas… y siempre llevo una conmigo, la noche se pasa la mar de bien.

- ¡Emma Swan! – se le notaba muy enfadada. - ¿Me estás queriendo decir que estás durmiendo en la calle!

- Joer… Mer… ¡dicho así!… pero te aseguro que no es tan malo. Solo necesito que el tacaño de mi jefe me acabe de dar la paga de este mes… para buscarme algo.

- ¿Y el dinero que tenías ahorrado?

- Em… - se pasaba la mano por la cabeza… - ¿No te lo había contado?

Mérida negó enérgicamente con la cabeza.

- Pues que… como mi jefe me paga en negro… el dinero lo tenía guardado en la casa… y bueno… que cuando llegué… Neal había cambiado la cerradura y tirado todas mis cosas en el descansillo. Mi ordenador, mis patines, mi ropa, allí… todo regado… pero ni rastro del dinero.

- ¡Que hijo de puta! – no se pudo contener más – ahora mismo nos vamos para allá y le decimos unas cuantas cosas.

- Que no, Mer… que no vale la pena… mira… si él es feliz creyendo que me hace un daño… déjalo pensándolo. Yo voy a estar mejor sin él que con él… tú siempre me lo decías. Me quito un peso de encima… y cada cual con su conciencia. A mí no me está haciendo ningún daño… ya cuando me paguen… pues buscaré un lugar donde quedarme… que la cosa no está tan mala como hace 10 años atrás, y mira tú… no me desteñí por eso… - se volvió a estirar… como si la cosa no fuera con ella - A mí me da que este se creía que iba a llorarle en la puerta… a pedirle… joer… si pareciera que no me conoce… - Emma parecía extrañada…

- Y ahora… cuando salgas por esa puerta… ¿qué vas a hacer?

Emma miró su mochila.

- Pues… - nuevo encogimiento de hombros. Ese parecía que era su tic… Sonrió y se sacó del bolsillo de atrás una tarjeta - ¿sacar dinero del banco toda la noche?

- ¿Estás hablando en serio? Joder… Emma… ¿De verdad? – la miraba fijamente… - vamos… ¡no me jodas!

- ¿El qué?

Cerraba los ojos… conteniéndose… intentando no soltar todo lo que se le venía a la mente…

- No sé qué idea tienes formada de mi… Pero lo que es hoy… tú no sales por esa puerta. Me he arrepentido mucho de lo que ocurrió hace 10 años… y siempre me he jurado que algo así no volvería a suceder.

- Mer…que el alcohol no te hace bien… mejor lo dejamos para mañana.

- Joder, Emma… lo que pasó la otra vez… lo de la otra vez… nunca me lo he podido perdonar a mí misma… y en esta ocasión… eso no pasará…

- No te martirices… tonta… Era la casa de tu madre… y ella tenía todo el derecho…

- ¡Una mierda que tenía todo el derecho…!

- Además… ese que se dice mi padre, le dijo…

- Me cago en todos los padres y todas las madres que son capaces de hacerle eso a sus hijas… la mía incluida… pues…

- Yaaa… Mer… eran otros tiempos. Tu madre pensaba en el que dirán…

- Me importa una mierda el qué dirán… y me alegro de que te hayas traído contigo la mochila esa… porque lo que eres tú… te quedas desde ahora mismo en esta casa…

- Mer…- se miraba las manos… las uñas… como con pena… - que yo no he venido a que me des tu casa. Que yo se apañármelas bien solita. Ya encontraré un lugar…

- ¿Qué? ¿Un banco del parque, como la otra vez?… Que nooooo…. Te he dicho que nooooo. Te vas a dormir al sofá… hasta que encuentres algún lugar…. De verdad.

- Mérida… te vas a buscar un problema con Mulán… que apenas me conoce la tía…

- Mira… ese problema es mío… nada por lo que debas preocuparte.

- Mer…

- Como digas, agregues o sueltes una palabra más… te juro que no te vuelvo a hablar en la vida.