Bienvenidos! Mientras escribía otro fic decubrí en mi inbox una invitación a un reto. Es curioso porque desde hace tiempo me preguntaba cómo se organizaba, cuáles eran los foros y la vida me contestó... Siempre lo hace de maneras inesperadas... Así que acepté, es la primera vez que entro a un concurso y también será mi primer lemon (no en este capítulo) y es muy emocionante :P En fin supongo que ustedes los lectores serán lo más beneficiados, así que deleítense con estas historias! Y qué gane el mejor!

Inuyasha y todos sus personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, esta historia sólo tiene fines recreativos. La imagen es propiedad de YoukaiYume.


Corazones alineados

Cabellera plateada

En la actualidad el ritmo del mundo había cambiado radicalmente. Difícilmente encontrabas personas descansando y si tenían tiempo libre trabajaban desde sus computadoras. Este estilo de vida tan express y estrenaste le había arrebatado la vida al padre de Kagome. Una noche, él salía tarde del trabajo, cansado y ansioso por ver una vez más a su familia cuando de pronto una camioneta se estrelló con su auto, el piloto tenía prisa, iba a llegar tarde a una cita importante.

Desde ese día Kagome decidió estudiar medicina para ayudar a las personas. Una vez que acabó sus estudios universitarios en medicina general se especializó en el manejo de plantas medicinales, medicina tradicional japonesa, medicina alternativa, tomó algunos cursos de psicología y realizó un estudió sobre los chacras y como benefician la salud de las personas. Kagome pretendía ser un médico integral, creía firmemente que un problema de salud no debía tratarse como un problema aislado sino como un todo.

A sus 28 años contaba con una casa consultorio en el pueblo Okutama, al oeste de Tokio. A lo lejos parecía una casa común y corriente, pero Kagome la había modificado, en la planta baja se podía accesar al consultorio, tenía una pequeña sala de espera, un área muy amplia para atender hasta a dos pacientes y pequeño onsen, en caso de que el paciente tuviera que pasar la noche. En el primer piso se encontraba un departamento, separado del consultorio, se podía entrar por unas escaleras que se encontraban a uno de los costados del edificio. El departamento tenía una acogedora cocina y una mesa, una muy pequeña y vacía sala, un baño completo y dos habitaciones, una estaba destinada a ser un estudio y pequeña biblioteca y la otra para dormir.

Hasta el momento su vida tenía una rutina estable. Todos los días muy temprano se levantaba, desayunaba algo ligero, practicaba Tai chi, tomaba una ducha y almorzaba algo más sustancioso. Después de eso su día estaba lleno de diferentes actividades, limpiar su hogar, su consultorio, atender pacientes, pagar cuentas, etc. Una vida normal. Este día en particular iría a comprar comida y algunas otras cosas en el mercado cerca de su casa. Se puso unos shorts azules, una playera blanca y un suéter verde ligero. Se colgó una bolsa cruzada, salió de su casa, se fijo que las alforjas de su bicicleta estuvieran bien sujetadas y emprendió su viaje.

Adoraba sentir el viento en su rostro, estaba relajada, a pesar de tener mucho trabajo, todo estaba en orden y en paz. A la distancia pudo ver una larga cabellera plateada, pensó que probablemente era una anciano y decidió ir ayudarlo. Cuando alcanzó a esta persona, resulto ser una mujer joven y su cabello era rubio. A Kagome le pareció extraño, pero no le dio mucha importancia.

Cuando estaba estaba recibiendo el pescado que compró pudo ver de reojo la misma cabellera plateada. Esto llamo mucho su atención y volteó, pero no había nadie con ese color de cabello. Una vez más no le dio importancia.

Kagome consiguió todo lo que necesitaba y compró una que otra cosa extra. Todo lo estaba empacando en las alforjas y canasta de su bicicleta. Cuando tocó el manubrio, sólo por unos segundos, pudo visualizar unos ojos rojos, eran feroces y llenos de resentimiento. ¿Qué había sido eso? ¿Un presagio…? ¿Un recuerdo? Se talló un poco los ojos, no podía explicarlo y por ahora nada podía hacer al respecto, así que se montó en su bicicleta y regreso a casa.

Terminaba de comer y ahora se dedicaría a limpiar su consultorio, al día siguiente recibiría pacientes, afortunadamente siempre lo mantenía en orden, así que no le tomaría mucho tiempo esta tarea. Bajo el último escalón, la sorpresa y la angustia la invadieron. Soltó todo lo que tenía en las manos y corrió a la entrada de su consultorio. Un hombre, de cabellera plateada yacía en el suelo, sus ropas estaban sucias y rotas, como si llevara días vagando. Lo primero que hizo fue checar su pulso, aún estaba vivo. Kagome colocó el cuerpo del hombre boca arriba e intento enderezarlo un poco.

- ¿Puedes escucharme?- golpeó con suavidad las mejillas del hombre- No puedo cargarte yo sola, necesito que me ayudes

Cuando el hombre sintió que Kagome lo tocaba intentó apartarla con las pocas fuerzas que tenía, pronto descubrió que era inútil, necesitaba recuperar su energía, no podía desperdiciarla peleando, así que cooperó con la mujer que lo ayudaba.

Kagome llevó al hombre dentro del consultorio, lo recostó en unas de las camas. Examinó, superficialmente, el cuerpo y solo encontró una herida en su brazo izquierdo, no era muy grave, pero si era un corte profundo. Lo anestesió, limpió perfectamente bien la herida, lo suturó, le aplicó una pomada que ella había hecho a base de plantas y lo vendó. Impecable trabajo, se notaban los años de experiencia. Enseguida revisó al paciente con mayor atención y descubrió que uno de sus chacras, el del corazón, estaba completamente cerrado. Abrió uno de sus estantes, saco un preparado hecho a base de varias hierbas y puso agua a calentar.

¿En qué problema se habría metido aquel hombre? A juzgar por su condición había sido atacado, probablemente con una katana. Tal vez pertenecía a alguna pandilla o la mafia, tenía líneas rojas tatuadas en su cuerpo y en su rostro, incluso sus párpados estaban delineados del mismo color. Lo que más llamaba la atención de Kagome era la luna morada en su frente. Guiada por la curiosidad acaricio delicadamente esa marca, lo que provoco que el hombre abriera los ojos. Kagome sonrió y quedó cautivada por el color ámbar, casi dorado, aunque esos ojos eran fríos y no transmitían ninguna emoción.

Abrió los ojos, aún estaba muy desorientado y le hormigueaba el brazo. ¿Esa mujer seguía a su lado? ¿Qué rayos le había hecho a su brazo, no podía moverlo bien? Intentó levantarse, deshacerse de esa mujer, pero una vez más fue en vano, así que sólo se enderezo.

-¡¿Dónde estoy?!- gritó su demanda, estaba furioso

-Tranquilo- su voz era tranquilizadora y dulce- Soy la doctora Higurashi Kagome, te encontré inconsciente, ahora estas en mi consultorio, ¿podrías decirme tu nombre? y ¿qué fue lo que sucedió?

-No es de tu incumbencia- la analizaba con su mirada no comprendía porque lo ayudaba

-De acuerdo, tenías una herida en tu brazo izquierdo- se acercó a una mesa y tomo una taza- no era grave, pero tuve que utilizar varios puntos para cerrar la lesión- a la taza le agregó el preparado, después introdujo una rejilla para mantener todo al fondo y finalmente vertió agua caliente- no hay señales de infección, sin embargo necesito que bebas estos antibióticos- se acercó al hombre de mirada fría y le ofreció la taza y las pastillas

-Nada de lo que haces es necesario- sus palabras no demostraban ningún sentimiento- ¿Porqué insistes en ayudarme?- preguntaba muy incómodo

-Es mi trabajo- le regalo una muy dulce sonrisa- no se que fue lo que te paso o porque, pero te lastimaron y no puedo quedarme con lo brazos cruzados, mientras seas mi paciente te ayudaré en todo lo que este a mi alcance- en esta ocasión puso en las manos de hombre la taza y las pastillas- Anda, la infusión es relajante, te ayudará a descansar y a recuperar tu energía- podía notar la desconfianza de su paciente

-Sesshomaru- dijo en un susurro que apenas se escuchó- es mi nombre- parecía muy cauteloso, como si su vida dependiera de su nombre, Kagome sonrió

-Bien, te dejo descansar en unas horas te traeré de cenar- sonrió complacida y colocó alrededor de Sesshomaru unas cortinas para brindarle privacidad.

Observaba los antibióticos en su mano. Cerró su puño y al abrirlo las pastillas estaban pulverizadas, no las necesitaba y sacudió su mano. En cambio el té lo bebió en su totalidad, tampoco lo necesitaba, pero dadas las circunstancias en las que se encontraba le pareció una buena idea tomarlo.

Por la conversación que mantuvo con esa mujer, Sesshomaru dedujo que ella ignoraba por completo la existencia de demonios y espíritus, por lo tanto también desconocía su naturaleza y de lo que era capaz. Se dio cuenta que estaría a salvo en ese lugar, la última pelea que había tenido con esa sacerdotisa y ese híbrido le había costado demasiado. Volteó a ver su herida, se quitó la venda con cuidado y analizó el trabajo de la mujer. Volvió a vendarse el brazo y pensó que la mujer solo había desperdiciado su tiempo. Era una lástima, esa mujer tenía buenas intenciones y él la mataría esa noche. Se recostó, necesitaba descansar.

Continuará...


De verdad que este capítulo me costó mucho trabajo, de hecho borré una escena con Miroku y Sango, de pronto el inicio era muy lento. La bueno noticia es que cuando acabe el concurso la subiré como un fic aparte, algo así como el OVA de mi fic jeje :P ya tengo el inicio para que desperdiciarlo.

Pues por el momento es todo, ya casi termino el segundo capítulo yo creo sale antes de cumplirse la semana. Es un hecho que habrá un tercer capítulo, ese creo apenas estará listo antes del 30 de Noviembre... Cualquier pregunta, comentario, porra :P no duden en publicarla.

Muchas gracias por tomarse el tiempo para leer mi historia, de verdad lo aprecio y más que nada espero que lo disfruten. Gracias!