"Metamorfosi."
Por B.B. Asmodeus.
[+]+[+]
Fandom: Gotham.
Parejas: Jim Gordon/Bruce Wayne (principal); Jim Gordon/Otros personajes.
Resumen: La nostalgia en el rostro de Alfred tuvo más peso que cualquier cosa que el mayordomo hubiera podido decir. "Fue un embarazo difícil. Como lo son todos los embarazos de Omegas." Alfred bajó su mirada hacia el estómago escondido de Gordon. "No solo fisiológicamente hablando. Hay estragos en la psique, que un embarazo Beta no deja." (Idea extendida de Cap. 1 de Escenas de Crimen). Jim/Bruce. Mpreg.
Rating: Por ahora, Teen.
Línea del tiempo: Situado al final de la primera mitad de la temporada 2, Rise of the Villains.
Advertencias:
a. Underage. Bruce es menor de edad, y este fic tendrá eventualmente, connotaciones románticas.
b. Este fic está situado en un universo Alfa/Beta/Omega.
Extra: Metamorfosi es italiano de Metamorfosis.
[+]+[+]
i.
alleanza.
[+]+[+]
"Me haz dicho que todos necesitan un amigo.
Tú lo haz sido para mi.
Espero, enormemente, que yo lo haya sido para ti."
-Batman: Turning Points (Cómic); Comisionado Gordon.
[+]+[+]
Jim tomó dos antiácidos. Se sujetó de la mesa de la cafetería por un momento, murmurando.
"No puedes patearme."
En el cuello de su esófago sentía un ardor inmenso. Las patadas no estaban ayudando.
"No puedes patearme mientras hago mi trabajo."
"¿Hablando solo, Jimbo?"
Jim se reincorporó de inmediato. "¿Cómo te fue con el Doctor Ramírez? ¿Cantó algo útil?"
"Bueno." Bullock se sirvió café (maldito afortunado), aceptando el cambio de tema. Sin embargo, su presencia aligeró algo en Jim. Las feromonas de Alfa ayudaron a tranquilizar las patadas. "Aparte de sacarle que organiza pelea de gallos en la parte subterránea de su veterinaria clandestina, nah, nada que tenga que ver con nuestro lavandero de dinero favorito."
"Mm." Jim apretó sus labios. Si hubiera sido el que hubiera tenido a Ramírez en su presencia, lo había hecho chillar en todo su esplendor. Caminaron de regreso a sus escritorios—el cual Jim odiaba a estas alturas—y se sentó con una mueca, y movimientos lentos. Cuando miró el paquete de bolsa de papel, sin embargo, el ánimo de James mejoró considerablemente. "Diablos, ¿por qué tardaste tanto?" Inhaló el smoothie que encontró dentro, gimiendo antes la frescura que se deslizó por su garganta.
Harvey alzó sus cejas. "Créeme, regresé a la Estación lo más rápido posible. Sabía que estarías tan cómodo como un pavo en el horno."
Gordon talló su rostro. "Odio estar sin hacer nada. Enloqueceré antes de tiempo, Harvey. Te lo juro." Aplicó sus ojos suplicantes que solían ganarse a testigos, y en buenos días hasta al Comandante, pero Harvey sólo roló sus ojos.
"Estás ladrándole al árbol equivocado, Jim. Conoces las reglas: nunca obtendrás que un Alfa te deje salir a la línea de fuego con tremenda tripulación allá abajo." Harvey apuntó hacia el estómago de su compañero. "Para que recuerdes el condón la próxima vez."
"Es un favor." Jim gruñó. "Ya te lo dije. Es un favor para un amigo."
"Ajá." El escepticismo fue palpable. Jim se enfocó en su smoothie. "Es lo que me sigues diciendo."
"No puedo evitar ser el noble, ya sabes." Jim hizo una mueca.
[+]+[+]
El embarazo de un Omega masculino difería de uno Beta. Jim lo aprendió a la manera más dura.
El tiempo de gestación era más corto por cuatro meses, y en consecuencia, el desarrollo del feto corría con un aceleramiento doble. Los recién nacidos de Omegas machos solían tener un tamaño menor a los productos de una mujer Beta, por lo cual su cuidado intensivo posteriormente al nacer seria garantía de que Jim estaría incomunicado del mundo por un buen rato.
Bueno, en teoría.
Si los planes de Jim se cumplían como lo previsto, otra pobre alma sería la encargada del cuidado del recién nacido.
La madre de Jim se había ofrecido a visitar Gotham para ayudarlo, desde el primer día que se había enterado. Su hermano, sin embargo, conocía la testarudez de Jim bastante bien.
"Haz lo que creas prudente." Roger le había dicho por teléfono, un Omega también, aunque con filosofías de vida radicalmente distintas a las llevadas por Gordon. "No sería la primera vez, ¿cierto?"
Jim no se había molestado en tratar de imaginar la reacción de su difunto padre. No valía pena torturarse.
Lee había sido discreta al examinarlo. Cálida, al darle el diagnóstico. Serena, al darle las opciones que Jim tenía para proseguir, una vez informado de su condición. "¿Estás solo en esto, Jim?"
Jim había apretado los panfletos con sus puños. "Tengo a Bullock." Con una broma siempre lista para enmascararse, Jim se había marchado del laboratorio de Thompkins, prometiendo digerir las variadas botellas de vitaminas y suplementos.
Le había informado a Barnes de su situación en aquel mismo día. Así, entonces, había comenzado la Era de Oro del Secretario Gordon.
[+]+[+]
"¿A quién necesito romperle la cara?"
"Harvey—"
"Lo juro, si ese psicópata de Oswald—"
"Baja la voz—"
"Oh, vamos, Jimbo, dime quien te ha reventado el cherry."
"Te odio."
Harvey había sonreído de oreja a oreja. "Nah. Me amas." Luego, completa prudencia había cambiado su semblante. "En serio. ¿A quién necesito romperle la cara?"
Por más vulnerable que Jim se había sentido en aquellos primeros meses de su embarazado, ni así aún se había permitido ser honesto. "Relájate, Harvey. Me pidieron un favor." Al ver la cara confundida de Harvey, Jim había alargado el argumento de su engaño. "Inseminación, ya sabes. Sólo debo llevarlo hasta el final de gestación, luego haré feliz a una familia."
Cuatro meses después, suspicacia todavía era la expresión facial estándar de Harvey Bullock.
[+]+[+]
No había prestado visitas extra-oficiales en la Mansión Wayne en un largo rato desde su primer bimestre. Cuando Alfred lo llamó para invitarlo al pequeño lonche de cumpleaños que le armaría a Bruce, cierta parte de Jim se retorció incómodamente.
"Hay algo que deberías saber primero, Alfred." Rascando las migajas de granola de su estómago, Jim mordió su labio. "Uh. Digo, no creo que sea buena idea—"
"Tonterías, Jim. Compra un regalo y llega puntual. El joven Bruce estará feliz de verte."
Jim lo dudada. Bruce se estaba convirtiendo en un muchacho de ánimo muy oscuro. No habían estado precisamente en buenos términos la última vez que se habían visto. Sin embargo, porque Bruce Wayne era Bruce Wayne, y Jim Gordon era Jim Gordon, el bizarro elástico que los unía los apretó irremediablemente, volviéndolos a acercar a pesar de las circunstancias.
Encontrarle un regalo adecuado a un niño billonario fue una tarea infernal. Al final, dejó que Harvey escogiera una cartera, le puso un moño sobre la envoltura de papel periódico, y se dio por satisfecho.
Alfred fue quien lo recibió tres días después, y cuando lo hizo, fue tan humillante como Jim lo había esperado. "Por el amor de Dios. Eres una maldita ballena."
"Te lo advertí."
Los ojos de Alfred estaban agigantados mientras lo dejaba entrar al vestíbulo. "¿Cómo… erm? ¿Cómo sucedió esto?"
Jim sonrió pícaramente. "¿Nunca te dieron la lección de las abejas y la aves? No fui tocado por ningún ángel, si a eso te refieres."
Alfred se encogió de hombros. "Mil disculpas. Es sólo que…"
"Lo sé." Jim no le permitió sufrir más. "Créeme. Lo sé, Alfred. No aparentaba ser este tipo de Omega. Lo entiendo." A pesar de la invitación silenciosa de la mano extendida del mayordomo por tomar su abrigo, Jim no lo retiró. Lo usó de escudo todo el camino hacia la cocina. Alfred se mantuvo en silencio, hasta el momento que jaló una silla para que Jim tomara asiento.
"Como sea el caso, detective. Esta… condición…" El hombre arqueó su boca suavemente, recuperado del shock para entregarle una dimensión más cálida. "…le sienta."
Jim no tuvo idea de qué decir antes eso. Esta era la primera vez que le aventaban un cumplido durante todo este caótico desarrollo de su embarazo. Un cumplido honesto. Vaya. "¿Dónde está el cumpleañero?"
Alfred había rolado sus ojos. "Encerrado en una cueva, al parecer. Iré por él."
Una vez a solas, Jim robó una mora azul del pastel dedicado a Bruce. Nadie lo notaría.
Diez minutos después, los conocidos gruñidos de un adolescente malhumorado entraron a la cocina. "Alfred, te dije que no quería pastel este año, los catorce no son nada especial—Oh, Detective Gordon."
James cumplió con el aclamo de su nombre. Giró hacia Bruce, tan instintivamente como su primer encuentro. "Wow. Te has estirado."
"Y usted… ha crecido."
Ambos se inspeccionaron desde sus respectivos lugares, Jim en el comedor, Bruce en el umbral. El chico ciertamente había dejado de ser menor en estatura. Su rostro ya no era redondo, sino afilado como una elegante escultura. Su figura esbelta se acentuaba con su camisa de cuello largo oscura, pero por ahí, Jim distinguía bíceps en proceso de condicionamiento. En definitiva, Bruce ya no era un niño.
Era triste, de una manera. Jim extrañaría la suavidad del muchacho que había conocido en aquel callejón. Bruce había crecido demasiado pronto, por razones demasiado duras.
"Feliz cumpleaños."
Bruce lentamente se acercó a Jim, su cejo fruncido. Cuando James le deslizó su regalo por la mesa, el muchacho lo atrapó.
"Gracias."
"Todavía no lo hagas. Ni siquiera lo has abierto aun."
Bruce hizo una mueca parecida a cuando succionabas un limón. Oh, la alegría de lidiar con adolescentes.
"Bueno, para ser una celebración, el silencio pesado parece fuera de lugar." Lucius Fox asomó su cara a la cocina. "¿Interrumpo el duelo de miradas?"
Si Bruce recibió a Fox con más apertura, Jim pretendió no notarlo. Ni mucho menos, admitió sentir algo feo torcerse en sus entrañas.
Estúpidas hormonas.
No era como si Bruce y su persona hubieran tenido contacto tan cercano últimamente. Además, Fox había sido amigo cercano de la familia. Fox era de otro nivel en la agenda de los Waynes… Era estúpido sentir celos.
"Ah. Detective Gordon. ¿Debería dar felicitaciones también a usted?"
James estrechó la mano de Fox con resignación. Su ensanchado abdomen ya no brindaba escape, con la atención que atraía. "Gracias."
"Con razón no he escuchado de sus aventuras en las noticias." Fox se sentó a su lado mientras Alfred seguía reprimiendo a Bruce por su falta de aseo personal ("¡Le cortaré ese maldito cabello mientras duerme, lo juro, amo Bruce! Vaya a peinarse, ¿quiere? Tenemos invitados.") "Debe estar muriéndose del aburrimiento."
"No tienes idea." En las noches, Jim tenía que tomar su arma en sus manos, solo para recordar la sensación de jalar el gatillo. Desde el día que había decidido llevar su periodo de gestación a su finalización, Jim había tenido que reprimir casi todo lo que amaba de la vida, por el bien del bebé. Estaba consciente de que existía en él, resentimiento, al respecto, pero todas las mañanas se recordaba un sólo mantra para seguir adelante:
Esto no durará para siempre.
"¿Ya sabes el sexo?" Alfred se entrometió, colocando velas al pastel como toda madre gallina. Jim volvió a robar otra mora, y esta vez, Alfred estuvo allí para abofetearle su mano mañosa. "Debes estar en tu segundo bimestre, aproximadamente—Si la memoria no me falla. Ese caminar de pingüino es definitivamente del segundo bimestre."
James y Lucius intercambiaron cejas alzadas.
Alfred roló sus ojos. "Oh, por el amor de Dios. Amo Bruce no nació de una lechuga, tontos. Estuve aquí durante el embarazo de Martha."
Jim trató de imaginar a la madre de Bruce en su posición, bamboleándose por los pasillos de la mansión en radiante elegancia y anticipación, siendo todo lo que James no era en estos momentos. "¿La madre de Bruce fue una Omega?" Detalles como esos no habían sido incluidos en los records de la policía. De puro milagro se sabía que Bruce era un Alfa ante el público.
La nostalgia en el rostro de Alfred tuvo más peso que cualquier cosa que el mayordomo hubiera podido decir. "Fue un embarazo difícil. Como lo son todos los embarazos de Omegas." Alfred bajó su mirada hacia el estómago escondido de Gordon. "No sólo fisiológicamente hablando. Hay estragos en la psique, que un embarazo Beta no deja."
James tragó saliva. De repente, se rehusó a conectar miradas con ambos hombres.
En efecto, había estragos en su percepción de sí mismo que a James le estaba costando trabajo enfrentar. Su cuerpo había cambiado, seguía cambiando, y Gordon lo odiaba. Sus piernas se sentían pesadas, cuando antes solo les había faltado volar. Sus pulmones se cansaban con una simple caminata. Y sus feromonas eran un desastre. Al no tener un Alfa fijo, su biología llamaba por la protección de Alfas ajenos, y eso sólo causaba problemas y confusión. El comandante Barnes tenía al precinto amenazado con baños de agua fría, y una buena orden de aprehensión, a cualquiera que se quisiera pasar de la raya con Gordon.
Nada, era ya normal. James no estaba cómodo ni en su propia piel.
"Necesito aire." Gordon se levantó del comedor. "Regresaré."
Jim conocía el camino a los jardines bastante bien. Y como ya no caminaba como una maldita persona normal, se meció de un lado a otro cual péndulo, hasta que la profunda fragancia silvestre llenara sus pulmones.
"¿Detective? ¿Está bien?"
James talló sus sienes. Sintió a Bruce acercársele. "Me mareé un poco. Se me pasará."
"No debería estar de pie." Inesperadamente, James fue guiado firmemente hasta una de las bancas de mármol que adornaban el jardín. Mudo ante la atención y dominio de Bruce, a James sólo le quedó obedecer. "Podría traerle un vaso con agua."
"No." El impulso fue extraño. No había tocado a Bruce Wayne en mucho tiempo. Tomó el brazo del muchacho para detenerlo. "¿Te molestaría hacerme compañía? No hemos platicado en… un largo rato."
Por un momento, Bruce no dio señal de desear quedarse. Sin embargo, el joven terminó tomando asiento a su lado. "Tiene razón."
Una pausa.
"Supongo que la Doctora Thompkins debe estar extasiada."
"No es de—" James lamió sus labios nerviosamente. ¿Cómo explicar este grandioso desastre? Finalmente, Jim suspiró. "Estoy solo en esto, Bruce. Leslie y yo terminamos en la noche que fuiste secuestrado por Galavan. No es de ella."
Bruce no tuvo piedad. "¿De quién es, entonces?"
James giró su rostro para conectar miradas con Wayne. La claridad en los ojos del Alfa le brindó cierta serenidad, que ningún Alfa hasta la fecha, le había podido brindar. Hipnotizado, James no tuvo alternativa más que ser honesto. "Mío. Solamente mío."
Bruce procesó lo dicho. Asintió. "Será un bebé muy afortunado. Detective Gordon, usted es uno de los mejores hombres que he conocido."
James tragó saliva. "Me cuesta ser así de optimista."
Otra pauta. Bruce se reacomodó sobre la banca, tomando una estancia más orientada hacia Gordon. "Nunca le di las gracias, por… salvarme de Galavan."
Acogido con emociones más intensas de las usuales, James rodeó los hombros del chico. "Y nunca tendrás que dármelas."
Podría considerarse tremendamente prematuro para la edad de Bruce, pero Jim pudo haber jurado que las feromonas de su naturaleza de Alfa lo acogieron tan siquiera un poco, extendiéndose más allá de los limites físicos de su persona, para brindarle algo de confort a un Omega en crisis emocional—actuando en sencillo instinto, y quizás también, en amistad.
[+]+[+]
Dos semanas después, Jim estaba en el hospital, en pánico por haber sentido dolor en su abdomen en forma de cólicos agudos, que lo habían sacado de la estación a jadeos.
"Es normal sentir calambres." Fue el dictamen de la Doctora Johnson—especialista en embarazos de Omegas y altamente recomendada por Lee—después de explorar el estómago de Jim con el ultrasonido. "Y es común que sean confundidos por contracciones, pero no temas. ¿Has estado bajo estrés?"
¿Estaba la doctora, acaso, bromeando? Jim apretó sus dientes. "No más que lo usual. Pero no he manejado ningún caso y no hago nada más que estar sentado."
"Eso no es un No. ¿Necesito darte incapacidad para qué en verdad descanses?"
"Dios, no."
Johnson era demasiado estricta para ser el doble de joven que Gordon. "Entonces, detective, descanse. No más de cuatro horas de labor en la estación, se lo advierto, o yo misma me comunicaré con el sargento."
Después de eso, Jim fue dejado en soledad para revestirse y quitarse la ridícula bata médica. Apenas se estaba bajando de la camilla, cuando escuchó la puerta del cuarto de examinación de nuevo.
"¿Se encuentra bien?"
Jim se tensó, de espaldas a la puerta, agradeciendo todavía tener sus bóxers puestos. "¿Bruce? ¿Qué estás…" Al voltear a la dirección de la puerta, sintió su rostro llenarse de calor. Se sintió de lo más vulnerable sin su abrigo cubriendo la mitad de su abdomen. "…haciendo aquí?"
Bruce vestía de manera formal, junto con corbata para completar su look, como si hubiera recién salido de un catálogo. "Me llamaron."
Esa maldita de Johnson. Se había aprovechado de que Alfred era su contacto de emergencia para causar drama. "Bruce, no era necesario venir hasta acá. Estoy bien."
Bruce no parecía ser tranquilazo con esas simples palabras. Se acercó a Jim en consternación. "Le dijeron a Alfred que usted había sido ingresado a Emergencias. Vinimos tan pronto como pudimos."
"Falsa alarma." Jim hizo una mueca. "Todo está bien. Me asusté por nada."
"Me perdona si sus manos temblorosas me impiden creerle." Bruce le retiró la camisa de sus manos para halarlo de regreso a la camilla. "¡Siéntese!"
Con un demonio. Bruce sabía justo cómo mandar con su influencia Alfa. No fue justo como el cuerpo de Jim respondió al comando, sin titubeo.
Se mantuvieron en silencio. Jim respiró hondo una y otra vez, percibiendo los cinco dedos de Bruce sobre su antebrazo desnudo, tibios. No se había percatado que efectivamente, sus manos habían estado temblando. Mantenerse quieto por un rato, sirvió.
"¿Sabe? No tiene que actuar valiente si no lo siente así."
Esta ocasión, Jim sonrió con gentileza real. "¿No es eso lo que yo te digo todo el tiempo?"
"Exacto." Bruce asintió. "Detective Gordon, usted ha estado conmigo en mis peores momentos… Cuando Alfred estaba en el hospital, le llamé porque confiaba en usted. No entiendo por qué yo no puedo acompañarlo en circunstancias similares."
Jim cerró sus ojos.
Era dulce, el sentimiento que Bruce trataba de transmitir. Definitivamente, este comportamiento tan atento, era todo lo contrario a lo que Jim había estado recibiendo últimamente del joven. Todo indicaba que Gordon había causado una impresión en el día de su cumpleaños, después de todo.
No importaba. Gordon no podía darse el lujo de involucrar a Bruce en este enredo. "Me gusta la corbata."
Bruce soltó su brazo, para tocar la corbata en instinto. "Oh. Acababa de salir de una junta en Industrias Wayne."
"Suena divertido."
"Bueno, no lo era." Típico Bruce. Tomando todo literal.
Gordon sonrió con ironía. "No tienes que llamarme detective. Han pasado meses desde que dejé de serlo."
"¿Cómo debería llamarlo, entonces?"
Por fin, se sintió con las fuerzas de levantarse de la camilla. Cuando respondió, fue con las espaldas al muchacho. "Podrías empezar por James."
[+]+[+]
Gordon comenzó a tener… sueños.
Reencuentros de viejos recuerdos.
Manos firmes sujetando sus caderas. Jadeos. Una voz ronca gruñendo. Dolor. Fiebre. Placer.
Despertar por las mañanas, fue convirtiéndose en un evento vergonzoso. Residuos de sus sueños fueron filtrándose en la realidad de su cuerpo, y estos tuvieron sus efectos sobre las pobres sabanas. Gordon no quería revivir detalles de su último celo, en verdad que no, pero parecía que su mente traicionera tenía otros planes.
"Resa, Jimmy."
Recordar aquel susurro le dejaba un nudo en su garganta y mucha humillación personal de la cintura para abajo.
Lo había disfrutado, sí. Había disfrutado casi todo, del encuentro.
Casi todo.
"Arrendersi a me."
Hasta la parte donde Jim había perdido el completo control.
Y justo allí yacía el conflicto.
Jim no quería recordar como había aventado toda cordura por la ventana en beneficio de sentirse bien.
Especialmente cuando tal comportamiento libertino lo haba llevado a una grave consecuencia tan amateur como esta…
Mierda.
No, a Jim no le gustaba recordar.
[+]+[+]
Algunos días, Jim extrañaba a Lee.
Cuando había recién averiguado sobre su estado encinto, Jim había estado tentado a rogarle que regresaran. Después de todo, Lee era todo lo que un Omega podía desear. Lee siempre había sabido cómo cuidar de él…
Al final, Gordon había desistido en guardar la esperanza de que Lee pudiera aceptarlo de regreso. La mujer no había desperdiciado tiempo en seguir con su vida, teniendo nueva compañía masculina a su lado y en su cama. Al final, Jim sabía que no hubiera sido justo para ella tener que lidiar con su más reciente crisis.
Después de todo, no había sido con Lee, con la que Jim había corrido al sentir la fiebre de su celo.
Esa tenía que ser una señal.
De una manera u otra, Jim ya se había resignado.
Era mejor estar solo.
[+]+[+]
Continuará…
[+]+[+]
NdA: ¿QUÉ DEMONIOS HAGO ESCRIBIENDO OTRO MULTICHAPTER DE GOTHAM CUANDO TODAVIA NO ACABO TE ENCONTRÉ? CULPO A BRIDGET JONES'S BABY.
