"La Fuerza del Destino"

Disclaimer: La Saga Harry Potter y sus personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de la autora J.K Rowling.

Pareja: Harry Potter/Hermione Granger

Summary: Harto de un matrimonio fallido, Harry está por divorciarse de Ginny, mientras Ron y Hermione se aman más que nunca. Pero la vida siempre tiene un plan en donde cada pieza tiene un lugar correspondiente en el universo, y la fuerza del destino puede venir a cambiarlo todo.

Notas de la autora: Se me ocurrió apenas ayer, y este es el resultado inicial. Empecé narrando desde el punto de vista de Harry y Hermione para entender sus relaciones por separado, no sé si siga así en los siguientes capítulos. Espero que lo disfruten mucho! Y me harían un grandísimo favor sí me dejan un review para cualquier comentario, no importa que tan pequeño sea. Tener sus opiniones me da ánimos para seguir escribiendo, e incluso sería bueno que me dijeran si les gustaría que siguieran los POV o que fuera en tercera persona. Sin más que decir, me retiro y los dejo leer, disfruten!

Capítulo 1°: Tu vida y la mía.

~Harry's POV~

-Entonces ¿Es un hecho?-

La mirada azul de mi mejor amigo me acongojó por un instante.

-Sí Ron, desgraciadamente ya es un hecho- miré por la ventana- Me voy a divorciar-

De tu hermana. Me faltó agregar lo último, pero no tenía las agallas para decir eso enfrente de mi mejor amigo y casualmente hermano de mi esposa.

-Cielos, hombre- Ron se pasó la mano por el cabello, dejándose caer en el sofá- No sé qué decirte, sé que su matrimonio está mal y ella es mi hermana…- me miró- Y tu mi mejor amigo-

Sonreí, agradecido de escuchar lo último. Como hijo único, no podía imaginar como hubiera reaccionado si la situación hubiera sido a la inversa y Ron me hubiera dicho que se divorciaría de mi hermana. Lo comparé con la sensación que tendría si en este momento mi amigo pelirrojo me dijera que se divorciaba de Hermione.

Y me sorprendí de que Ron no estuviera enfadado.

-Lo sé, no tienes que decir nada- tomé un sorbo de mi cerveza, y miré con nostalgia mi argolla- Suficiente has hecho con no juzgarme, o golpearme- sonreí sarcástico.

-No te voy a mentir, me molesta un poco- se detuvo y frunció el ceño- Pero no por el hecho de que la dejes, sino porque es mi hermana y tu mi mejor amigo-

No dije nada. Me limité a mirar mi tarro medio vacío y remover la espuma de los bordes.

-Me duele por ambos- lo oí decir- Me duele por ti, sé cuanto intentaste rescatarlo-

Y vaya que lo había intentado. Viajes por todo el mundo, lunas de miel improvisadas, regalos costosos…y nada había dado resultado. Ella seguía distante, tal vez aún más que de costumbre, alegando que no le prestaba la atención debida.

Alegando que el trabajo me tenía obsesionado. Era tanto mi afán por erradicar los magos oscuros que buscaban seguir la leyenda de Voldemort que había descuidado nuestro matrimonio. Decía que desde que Kingsley me había pedido ser la cabeza del departamento de Aurores la había descuidado por completo.

Y tal vez tenía razón, pero aún la amaba. Tal vez no con aquella intensidad después de tantas peleas y reclamos, pero la seguía queriendo.

Y ella parecía sentir todo lo contrario. Decía que era porque viajaba mucho, aunque no más que ella, que viajaba a cuanto campeonato de quidditch hubiera con las Holyhead Harpies. Eran raras las ocasiones en las que se quedaba en casa para escribir en El Profeta, donde publicaba sus experiencias con el equipo y cualquier noticia referente al universo del quidditch.

Aún así, desde que nos habían ascendido y viajábamos por todo el mundo, los días en los que nos encontrábamos en casa y nos quedábamos por varios meses aprovechábamos el tiempo perdido, disfrutando de nuestro matrimonio, haciendo el amor en cualquier lugar que se nos ocurriera o antojara.

Y era feliz. Hasta que un día Ginny dejó de serlo. Dejó de llamarme, de decirme que me extrañaba, de suplicar que volviera a casa para hacerle el amor. Se comportaba fría, distante, apática.

Y yo me cansé. Me cansé de intentar recuperarla, de cancelar viajes, de pedir permiso para quedarme en Londres, de llevarla a segundas lunas de miel.

La perdí sin remedio. Nos perdimos. Y la palabra "divorcio", que se había escuchado meses antes, ahora era una realidad.

-Tú sabes cuánto la quiero, Ron- le dije resignado- Pero ella misma me lo dijo ayer, se acabó-

-Sé que la quieres, y sé…- dudó un poco- Sé que ella te quiere…-

-Me quería- corregí, mirando otra vez por la ventana- Me quería, amigo-

No me contradijo, y aquello fue peor que si me lo hubiera afirmado.

-Y dime…- cambié de tema inmediatamente- Hermione…¿Está enterada de algo?-

Tenía días de no verla, mucho menos de platicar con ella. Desde que había entrado vigor la ley pro sangre pura Hermione estaba hasta las manos de trabajo, combatiendo las leyes idiotas y elitistas de los "sangre limpia" obsesionados con su estatus. Además, el Departamento de la Aplicación de Ley Mágica quedaba muy alejado del departamento de Aurores, en donde casi siempre mi despacho estaba vacío.

-Tiene la otra versión- contestó frunciendo el ceño- Ha platicado con mi hermana estos últimos días-

-Ya veo- murmuré- ¿Qué opina ella?-

-Me ha dicho que tal vez sea lo mejor- se encogió de hombros- Creo que lo ha dicho para impedir que intervenga y le diga algo a esa tonta-

-No todo es decisión de ella, Ron- suspiré- Ella propuso divorcio, yo acepté. Los dos somos conscientes y estamos de acuerdo con esto-

-Ya lo sé!- exclamó y se revolvió el cabello- Pero no puedo creer que sea tan tonta como para no ver lo que haces por ella! No me agrada esto de verlos separados-

-Lo sé Ron, pero es una decisión tomada-

-Esa niña boba y testaruda. Esto es lo que pasa cuando se tiene una sola hija y es la menor, mamá la consintió demasiado siempre-

No dije nada. Era cierto que Ginny era necia y hasta inmadura, pero así me había enamorado de ella.

Platicamos una media hora más, hasta que el patronus de Percy apareció frente a mí, con noticias importantes de Kingsley que me requerían en el ministerio de inmediato.

-Debo irme- dije, sin mi habitual entusiasmo- Lo siento, Ron-

-No te preocupes- dijo, mientras sacaba un gran fajo de billetes y pagaba las cervezas- También debo irme, George debe estar furioso porque no he llegado, hoy llega cargamento desde Nueva Zelanda-

Sonreí e imaginé a George planeando alguna broma para Ron antes de que llegara. Desde que Ron había tomado el mando junto a George en Sortilegios Weasley, la pequeña tienda en el Callejón Diagon era ahora un imperio que abarcaba Hogsmeade, El Valle de Godric, Escocia, Francia, Alemania y pronto estarían en toda Europa.

Después de despedirme y mandar saludos a mi mejor amiga, salimos de la taberna en distintas direcciones.

Llegando a la esquina de Las Tres Escobas inspiré hondo y me aparecí en el pasillo general del Ministerio de Magia.

Antes de dar un paso me tropecé con una mujer guapa, delgada y de indomable cabello castaño. La tomé por los hombros para que no cayera.

-Harry!-

-Hola Herms- sonreí ampliamente mientras le devolvía el cálido abrazo.

Un abrazo más apretado de lo normal. Tenía pocos días sin verla pero cuando se trataba de mi mejor amiga parecían años.

-¿Cómo has estado?-

El tono casual y eufórico de su pregunta se fue desvaneciendo poco a poco hasta terminar en un susurro preocupado. Me miró con sus enormes ojos castaños llenos de compasión. Hermione siempre había sido así, y seguiría siendo así.

Siempre preocupada por mí, siempre cuidándome.

Y yo lo apreciaba, ahora más que nunca.

No esperó a que le contestara, y sin dejarme decir una sola palabra comenzó a contarme sobre su día, su semana y el montón de trabajo que tenía mientras la acompañaba a su despacho. Sin aceptar un no por respuesta me obligó a llamar a Percy y decirle que llegaría un poco tarde a la reunión de esa tarde.

Una vez dentro del que indudablemente era su despacho- su aroma y su toque estaba impregnado en todo el lugar- y servir dos tazas de té nos sentamos en el mullido sofá frente a la chimenea.

Y sin recordarme en ningún solo instante mí matrimonio fallido y mi próximo divorcio platicamos por más de dos horas.

No dejé de reír en ningún momento.


~Hermione's POV~

-Estoy en casa amor!-

La voz de mi marido proveniente de la puerta de entrada me produjo escalofríos y me erizó la piel al instante. Todos mis sentidos se agudizaron y me puse nerviosa. Me parecía increíble que a pesar de llevar cuarto años casados aún sintiera esas mariposas en el estómago al escucharlo.

Me acomodé el rebelde cabello en un moño mal hecho y cerré mi bata de dormir mirándome por última vez en el largo espejo. Satisfecha con el resultado me dirigí al pie la enorme escalera, y lo encontré en el rellano esperando a que bajara para recibirlo.

El brillo de sus ojos al verme, siempre ahí, incluso cuando nos enojábamos y gritábamos mil cosas, me recorrió el cuerpo entero y yo sentí que podría derretirme con su azul mirada.

Bajé rápidamente los escalones y sin darle tiempo a nada me lancé sobre él, enredando mis piernas en su cintura mientras le plantaba un beso en los labios.

-Hola mi cielo- sonreí al separarme, él me miró con sus ojos brillantes.

-Woah!- exclamó sorprendido mientras me sujetaba con fuerza por las piernas para no dejarme caer- ¿A qué se debe ese cálido recibimiento?-

-A que te extrañé- paseé mis dedos por el cuello de su camisa, comenzando a deshacer botones- A que te extraño- lo besé de nuevo pasando mi lengua por sus labios- A que sé que me extrañaste y me extrañas-

Me miró con cara de bobo y yo sonreí aún más, orgullosa del efecto que provocaba en él.

-¿Tienes hambre?- pregunté, esperando que me dijera que no.

Tenía ganas de hacer todo menos la cena.

-Pues tenía, amor- dijo sonriente- Hasta que llegaste así y me cambiaste el apetito, ésta noche prefiero ir directo al postre-

Me besó el cuello juguetón, y yo reí dejando caer para atrás mi cuello y dándole más acceso a sus caricias.

-¿Cómo te fue hoy?- preguntó mientras se dirigía al sofá conmigo en brazos.

-Bastante bien, logré obtener una audiencia para la siguiente semana con ayuda de Parvati-

Nos sentamos frente al fuego de la chimenea, y me acurruqué contra su cálido y enorme cuerpo.

-Y me encontré con Harry- terminé, algo triste al recordarlo.

Ron no dijo nada. Se limitó a suspirar, mientras apoyaba su mejilla en mi cabeza. Coloqué una mano en su pecho y lo acaricié con ternura.

-También hablé con él hoy, fuimos a las Tres Escobas-

-O sea ¿Qué ya estás enterado?- pregunté quedamente.

-Sí, me lo dijo hoy, estaba hecho un desastre-

-Lo sé- contesté con voz quebrada, como odiaba ver a Harry así- Me dio tanta tristeza, tanta impotencia-

-¿Tú…- comenzó, acariciando mi cabello- ya lo sabías Hermione?- se aclaró la voz- Quiero decir ¿Ginny ya te lo había contado?-

-Me lo dijo ayer. Por más que traté de persuadirla, dijo que era decisión tomada- fruncí el ceño- Preferí que fuera Harry quien te lo contara-

-Esa tonta…no puedo creer que lo diga, pero es que no puedo ponerme de su lado-

-Créeme, yo tampoco Ron- dije, él me miró sorprendido- Me da razones tan tontas, se contradice tanto a ella misma- meneé la cabeza- Pero no le entran razones-

Ron bufó fastidiado. Seguimos recostados, él jugando con mi cabello, yo acariciando su pecho.

-Pero bueno…no podemos hacer nada- dijo al cabo de un rato, encogiéndose de hombros- Mejor hablemos de otra cosa- me miró sonriente- ¿No me vas a preguntar cómo me fue en la entrevista?-

-La entrevista! Es cierto!- me enderecé un poco, y sonreí expectante- ¿¡Cómo te fue! ¿Qué te dijeron? ¿Te darán el terreno para abrir la tienda?-

Emocionada, comencé a bombardearlo de preguntas. Soltó una carcajada y lo miré echar su cabeza hacia atrás, sus brazos abiertos y apoyados en la cabecera. Me mordí el labio de lo excitante que aquello se me hacía. Y él lo sabía.

-Me dieron el terreno. Zonko se expande a Suiza-

Solté un gritito emocionada y me tiré encima de él, plantándole besos fuertes y cortos, que se convirtieron en uno largo, sensual y desquiciado.

-Creo…- susurré al separarnos- Que mereces una celebración completa-

Sin entender mucho lo que decía, me miró expectante. Llevé mis manos al cordón de mi bata, y lentamente y sin dejar de ver sus ojos, desaté el nudo y quedé libre para que él me viera.

Sus ojos desorbitados y su quijada semi abierta me hicieron sonreír satisfecha. Sin dejar de mirarlo, me acerqué lentamente a él y separando mis piernas me senté en su regazo, mientras ponía una mano en su pecho para impedir que se acercara.

Sus manos se detuvieron antes de tocarme y me miró extrañado, con aquella cara de bobo que ponía cuando me veía. Plantando un pequeño pero incitante beso en sus labios, me enderecé de nuevo y me saqué la bata, dejando que apreciara el negligé negro que me había comprado para sorprenderlo alguna noche.

Y no había escogido mejor ocasión para hacerlo. Sonreí emocionada al ver como tragaba saliva y me miraba de arriba abajo, luchando por llevar sus manos a mi cuerpo.

-¿Te gusta?- pregunté alzando una ceja altanera, y comencé a desabotonar lo que quedaba de su camisa cerrada- Planeaba darte una sorpresa, y que mejor que ésta ocasión para celebrarlo ¿No crees?-

Hice a un lado su camisa, y comencé a trazar largos y lentos círculos por todo su pecho. Lo miré reprimir un gemido.

-Debo…- tragó saliva de nuevo, mirando como jugaba en su bajo abdomen- Debo decirte que lo has logrado preciosa-

Miré sus puños fuertemente cerrados y decidí que era momento de dejar de castigarlo. El sabía cuánto me gustaba prolongar el momento antes de que me tocara cuando yo lo hacía primero, a pesar de lo que le costaba hacerlo.

-Me alegro mucho, señor- me acerqué, pegando mi nariz a la suya, para después darle un beso largo y sensual- Porque soy toda para usted-

-Hoy y para siempre- susurró contra mis labios y volvió a besarme intensamente.

Pegué mi torso al suyo, y no necesitó más tiempo para entender que podía tocarme. Llevó sus manos a mi espalda y después de acariciarme lentamente buscó el gancho del sostén de encaje con gasa transparente y lo abrió sin miramientos.

Siguió besándome con intensidad, y cuando me tocó perdí la noción de la realidad.

De lo siguiente que fui consciente fue de nuestros gemidos que retumbaban en la habitación mientras hacíamos el amor.


~Harry's POV~

Abrí la puerta de entrada y tiré las llaves en la mesita de entrada. Sabía que no necesitaba anunciar mi llegada, daba de más si lo decía, y lo más probable es que Ginny no estuviera.

Y aunque estuviera no habría ninguna diferencia.

Me dirigí a la cocina, abrí la nevera y saqué un poco del pollo rostizado que quedaba de la otra noche para cenar algo. Mientras calentaba el pollo de manera manual- nunca fui bueno con los hechizos en la cocina- fui a la mesa para colocar los cubiertos y la jarra de jugo de calabaza que quedaba.

Y entonces lo ví.

En un sobre oscuro y algo roído, con el sello del Ministerio de Magia en el centro. Era el sello azul, un sello que recordaba haber visto en todos lados por el despacho de Hermione. El sello del Departamento de Leyes Mágicas.

Lo examiné un poco, iba a nombre de Ginny. Curioso de que podría ser, lo abrí y saqué los papeles para leerlos.

Era una petición de divorcio.

Mi mente se nubló de repente.

Al final de un montón de porquerías que no quise leer, habían dos claras líneas con sus nombres debajo. En una se podía leer claramente el nombre de Prof. Ginevra Weasley, y en la otra, aunque no necesitaba hacerlo, pude leer: Auror Harry James Potter.

A punto de arrugarlo en mis manos, pude notar una pequeña mancha de tinta negra en la línea donde iba la firma de Ginny. Aquella mísera señal de su arrepentimiento al firmarlos.

Tragué saliva con fuerza, y cerré mis puños alrededor del maldito papel. Atrás de mí, escuché las suaves pisadas de ella, inconfundibles.

-¿Harry?-

Di media vuelta, para encontrarla justo en la puerta de la cocina, envuelta en su bata de dormir y cruzada de brazos. Me miró preocupada, supuse que por la expresión de mi rostro. La vi bajar la mirada hasta donde mis manos sostenían con fuerza el papel y abrió sus ojos castaños de par en par.

-Veo…- sonreí irónico, mirando el papel- Que daba igual la respuesta que te dije hace unos días ¿No?-

Furioso, dejé caer el sobre en la mesa, apretando mi mandíbula mientras intentaba enfocar claramente.

-Harry, no…-

-Dime, Ginny- empecé sarcástico, intentando contener mi ira- ¿Desde cuándo comenzaste a tramitar los papeles? ¿Hace dos semanas? ¿Un mes?-

-Harry, por favor, déjame…- se acercó un poco, yo me alejé de ella.

-¿Quiénes lo sabían? ¿Hermione? ¿Parvati? ¿Te ayudaron?- entrecerré los ojos, empezando a ver borroso de nuevo- Déjame adivinar ¿Todo el ministerio lo sabía menos el estúpido de tu marido?-

-Claro que no!- me contestó en un hilo de voz, vi sus ojos llenarse lágrimas- Nadie lo sabía!- dudó- Quería, quería hablar contigo antes de…-

-¿Antes de qué? ¿De firmarlos?- tomé el papel y miré de nuevo la línea donde iba su firma- Digo, porque déjame recordarte que te quedaste a la mitad-

-Harry, yo no quería last…-

-¿Lastimarme?- me reí irónico, la miré encogerse un poco- Malas noticias querida, lo hiciste desde hace tiempo, lo hiciste muchas veces, pero hey- saqué mi varita, apuntando a la mesita de la sala que se veía a la distancia- Te facilitaré las cosas-

Con un "Accio vuelapluma", hubo un movimiento de cosas en la mesita y la pluma negra pasó volando ligera a lado de Ginny hasta posarse en mis mano derecha.

-Harry, no, quiero que lo discutamos-

Sin mirarla, apoyé en la mesa de la cocina el papel y casi a ciegas firmé con un garabato en la línea arriba de mi nombre. Descubrí que lo que me impedía la vista eran lágrimas.

-Me has dejado muy claro que no hay nada que discutir, Ginny- volteé a mirarla- Felicidades querida, eres libre-

Pasé por su lado y tirándole el papel en las manos me dirigí a las escaleras. Subí hasta la habitación que ahora estaba ocupando y cerrando de un portazo dejé a la mujer que aún amaba sollozando en la cocina.


Acostado en la inmensa cama, con un brazo sobre mis ojos y casi desnudo, descubrí que había dejado de llorar. Habían pasado tres horas de que, en un arranque de ira, firmara el dichoso papel que me divorciaba de Ginny.

Ahora me preguntaba si no me había precipitado.

Cavilé unos momentos más, y recordé el semblante de Hermione esta tarde, y como había cambiado de emocionada a triste en un santiamén.

Aquél recuerdo disolvió mis dudas al instante. Con mi firma o sin ella, Ginny como quiera iba a firmar su parte.

Decidí que era momento de levantarme de la cama y darme un baño.

Una vez dentro, abrí la regadera y dejé que el agua caliente cayera sobre mí. No utilicé la tina, pues solo la había comprado e instalado en todos los baños de la casa porque a Ginny le gustaba tomarse largos baños en espuma. Yo solo la utilizaba cuando ella me invitaba a acompañarla y, después de largos baños, terminábamos haciendo el amor.

Frustrado al recordarlo, golpeé fuertemente la pared. Llevábamos tres meses sin hacer el amor, y la última vez que lo habíamos hecho la había notado distante y fría, como si lo hiciera más por un compromiso que por placer.

Y fue a partir de ahí que dejé de buscarla, a los pocos días comenzamos a dormir en habitaciones separadas.

Apretando mis puños y la mandíbula completamente frustrado, cerré la regadera, tomé una toalla y la amarré alrededor de mi cintura. Con otra comencé a secarme el cabello, y una vez fuera de la regadera, salí de la habitación.

Y vi a Ginny cerrando la puerta de entrada.

-¿Qué…- meneé la cabeza- ¿Qué haces aquí?-

No contestó. Se limitó a mirarme inexpresiva, pero pude notar que sus ojos estaban hinchados y su cara un poco roja por el llanto. Comenzó a acercarse lentamente, mirándome con su cabeza ladeada y un intento de triste sonrisa.

-¿Ginny?-

Estando apenas a un metro lejos de mí se detuvo. Llevó sus manos al listón de su bata y lo jaló lentamente. Se quitó lentamente la bata hasta que la dejó caer al suelo. Y yo tuve que contener un gemido.

Estaba totalmente desnuda.

-Quiero que me hagas el amor por última vez-

Se acercó hasta acortar la distancia entre nuestros cuerpos. Pasó su brazo por mi cuello y pegando sus senos a mi torso desnudo me dio un corto beso en los labios.

-Despidámonos como se debe, Harry-

Unió sus labios de nuevo a los míos en un beso largo, sensual e incitante. Su lengua se aventuró a explorar mi boca y de manera inconsciente mis brazos se cerraron alrededor de su cintura.

Incapaz de pensar, la levanté en mis brazos y la llevé a la cama, donde seguimos besándonos y perdí mi toalla al instante.

Sin pensar en que me arrepentiría por la mañana y sin importarme, la hice mía por última vez.


¿Qué tal? ¿Confundidos? ¿Frustrados? Aclaro, el fic no está en la sección equivocada ;)

Espero lo disfruten, si leen dejen un review por pequeño que sea, y esperen actualización! Hasta la próxima!