Living With Izaya
ADVERTENCIA
Este libro es exclusivamente y principalmente del género ''Yaoi''. Este libro es un libro hecho a partir de la serie perteneciente a Ryogho Narita de Durarara!. La pareja de este libro es Shizuo Heiwajima x Izaya Orihara. Contiene escenas de sexo MUY detallado o cosas que no son aptas para todas las personas. Si no gustas de este género no leas este libro, y si gustas, ¡Espero que te guste esta alocada historia!
Prólogo
Esta es la trágica historia de como un joven echa a perder su vida gracias a los experimentos de un científico en prácticas que no tiene ni la más mínima idea de química y a su vez echa a perder la vida de otro hombre por la imprudencia del mismo. Si no lo has entendido, mejor te lo explico de otra manera.
Hoy era una mañana preciosa en el barrio comercial de Ikebukuro. Los pájaros cantaban, el Sol brillaba... las máquinas expendedoras volaban... ¿Cómo? ¿Qué no vuelan? Pues aquí en Ikebukuro sí, y a todas horas. Hoy era un día ligeramente especial, ya que venía Shinra a mi casa a probar una cosa. Shinra era un gran amigo mío, así que no quería quedar mal diciéndole que fuera a joder a otro, así que me limité a sonreir falsamente y decir ''nos vemos mañana''. Aún eran las ocho de la mañana, así que aún tenía tiempo para colocar los muebles y las demás cosas para la ''deseada'' visita, y si me sobraba algo de tiempo, quizás pudiera incluso jugar al Final Fantasy. Yo aún me encontraba en la cama adormecido, con media pierna salida de la cama y el brazo puesto en no se dónde; pues así era como dormía yo, Shizuo Heiwajima. Llevaba puesto un pijama azul oscuro a rayas negras, que combinaba con mi cama. Miré por la ventana, y vi de nuevo a la vecina regando su ya muerto Aloe Vera. Hacía ya como ocho años que vivía donde vivía, y TODOS los santos días la vecina regaba ese Aloe que estaba más muerto que los dinosaurios. Por el otro lado, por la calle vi a Simon repartiendo su Shushi otra vez. Me cansé de mirar, y me levanté de la cama. En frente de mi cama había un espejo que me ayudaba a ver mi ''hermosa'' cara todos los días. Vivía completamente solo, así que nadie podía ver mi cara de zombi. Nunca tuve novia (eso explica el por qué de mi virginidad o el por qué nunca he besado a nadie), así que no tenía que preocuparme por estar guapo ante ella. Tampoco me apetecía tenerla, creo que son un estorbo; más bocas que alimentar.
-Vaya mierda cara que llevo hoy, más que ayer, o quizá que antes de ayer...
Mi cara estaba pálida y con unas leves ojeras. Mi pelo rubio estaba completamente pegado a mi frente por el sudor. Que yo recordara no me había ido de juerga o algo por el estilo, ni tampoco hacía calor. ¿Por qué estaba así; hecho una sopa?
-Sigo siendo virgen, ¿No?
Yo siempre tuve la mente muy contaminada, pero tampoco me molesté en mirar. Miré mi reloj de nuevo. Habían pasado diez minutos desde que lo miré por última vez. Me empecé a agobiar un poco. No podía tener muchas responsabilidades a la vez.
-Bueno a ver, si tardo 15 minutos entre vestirme y lavarme, tardo cinco en desayunar, una hora en limpiar la casa, media hora en comprar la comida, una hora en prepararla y otra media hora para ducharme... me queda media hora libre hasta las doce.
Sería mejor que comenzara, no quería recibir a Shinra con la casa hecha mierda. Cogí de mi armario mi traje de camarero y me o puse a toda prisa. Me fui al baño y me lavé la cara y los dientes. Después, mojé mi pelo intentando que mi flequillo no estuviera casi encima de mis ojos, pero fue inútil. No me molesté en intentarlo de nuevo, ya que sabía que no iba a dar resultado. Fui corriendo a la cocina y me bebí un vaso de leche de nevera y comí unos cuantos granos de café. Mis desayunos eran así. Me puse a limpiar la cocina. Cogí la escoba y me puse a barrer como un loco. Nunca me preocupé en comprar un spray anti-insectos, por lo que salieron de ahí ciento y la madre de bichos. Había cortapichas, escarabajos, hormigas, cucarachas... de todo. Cuando consideré que la cocina estaba decente, cogí la fregona y la escoba y me dirigí al salón. Allí, comencé por el suelo. Lo barrí (del cual salió más mierda de la que tú producise durante toda tu vida) y lo fregué. Después ordené mis estanterías y las limpié con el plumero. Ahora al baño. Era la única sala en la cual no tenía que hacer mucho. Tan solo limpié el lavabo y ya. Luego fui a mi habitación. Hice la cama como pude y limpié todo el suelo y el armario. Por último, fui a la terraza. Ahí no hice nada; estaba completamente vacía, no tenía nada excepto tres sillas en las cuales solo me sentaba yo de vez en cuando.
-Ya he terminado con la casa, ¡a comprar!
Cogí las llaves de casa y salí a comprar al supermercado de la esquina. Una vez allí, cogí unos cuantos paquetes de noodles, salsa de soja y un poco de carne picada. Esa era de mis comidas favoritas, así que no me importaba nada hacerla. Compré también dos latas de Coca-Cola y una botella de agua con gas, de esa que tanto le gustaba a Shinra. Cuando fui a pagar, había la cola más grande que uno se pudiera imaginar. Pregunté al de delante, a ver qué mierdas pasaba, ya que nunca había casi ni cola.
-Es que un chico se ha desmayado... -me respondió.
Me acerqué apartando a algunas personas de mi camino. Allí había un guardia civil, y en el suelo había un chico completamente vestido de negro con una chaqueta con bordes blancos. Lo reconocí en seguida. Era el ser más rastrero y ruín de toda la historia de la humanidad, era el mismísimo, y reconocido a fama mundial, informante Izaya Orihara. Me puse a su altura, importándome un bledo lo que me dijera el guardia. Por lo menos el chico respiraba. Entonces me calmé (aunque no comprendí por qué me agité), y le cogí en mis brazos como a una ''princesita''. Cobré mis cosas y me fui a casa con Izaya en brazos, llamando la atención a los demás. Le subí a cuestas hasta el octavo piso de mi bloque, y le metí en mi casa. Una vez allí, le dejé tumbado en el sofá. Le tomé la temperatura dádole un leve beso en la frente, viendo que estaba bien. Estaba de alguna manera preocupado. Puse los fideos lo más rápido que pude a remojo y volví dónde estaba Izaya. Le volví a tomar la temperatura. Ahora estaba frío. Se me paró el corazón por un segundo. Estaba realmente preocupado, asustado diría yo.
-¡Venga pulga, no te mueras aquí!
Izaya sonrió, y después abrió sus carmesíes ojos, dedicándome la sonrisa más maliciosa y pícara que uno pudiera imaginar. Quería matarlo.
-Oh, ¿es que acaso Shizu-chan no sabía que yo siempre estoy frío?
-¿Estabas bien...? -pregunté, cabreadísimo.
-Podría decirse que si y no. Me dio un bajón de azucar y me desmayé, pero no era grave... También creo que ahora estoy en deuda con Shizu-chan.
-Vete antes de que te ostie. -dije, señalando la puerta.
-¿Seguro que Shizu-chan no quiere mi compañía...?
Izaya se ocupó de poner su rodilla junto a mi entrepierna, haciendo que me sonrojara de ipsofacto y soltara un leve gemido de sorpresa y placer. Me habría dejado ''hacer'' si no fuera Izaya el que me lo estuviese haciendo. Se sentía relativamente bien, pero...
-¡F-Fuera, tengo que hacer cosas todavía!
-¿Puedo venir luego entonces...? -comenzó a mover su rodilla.
-A-Ah... Ss... ¡N-No! ¡F-fuera! -comencé a jadear y a gemir levemente.
Le saqué de mi casa a empujones. Era verdad, tenía cosas que hacer aún, pero de cierta manera lo que Izaya empezó no me resultó desagradable, es más, me gustaba bastante. Miré con tristeza la puerta, pero volví a la cocina soltando una especie de gruñido de molestia. Los fideos estaban ya más que hechos, así que les eché la salsa de soja y la carne. Ya estaba hecho. Lo puse en la mesa y me duché, pero por mi mala suerte ya eran las doce y no tuve tiempo para mi gracias a Izaya. Aunque esa pérdida me resultó de algún modo agradable. En ese momento solo podía pensar una cosa:
-¿De verdad odiaré a Izaya? Si de verdad le odiara le habría matado.
Si en verdad le odiara no creo que le hubiera dejado vivir todo este tiempo. Además, ¿por qué siempre que le veía tenía que ir a por él? ¿No podría dejarle y ya? Me senté en el sofá, cabizbajo, pensando en aquellas preguntas. Por ''motivos del destino'' tuve que mirar mi entrepierna, viendo que amenazaba con ponerse erecta.
-MIERDA, MIERDA, MIERDA. ¡No puedo recibir a Shinra así! Pero ya son las doce, no puedo mastur***** ahora... -la empujé hacia abajo, pero tan solo provoqué que se pusiera aún más erecta.- ¡Noooo! Joder, en serio...
Miré el reloj. Ya eran y cinco. Podría llamar a Shinra para ver cuanto le faltaba, y así ver si faltaba mucho o no... Cogí mi ya muy machacado móvil y llamé a Shinra. Él contestó en seguida, solía hacerlo muy a menudo.
-Shizuo, aún no he salido de casa, tardaré una hora más o menos. Lo siento, ¡tenía cosas que hacer, no me mates Shizuo! -me lloriqueó Shinra.
-No importa, está bien... tómate tu tiempo, no hay prisa...
Shinra me colgó. Suspiré profundamente. Me daba cierta vergüenza admitir que tenía que quitarme mi ''problema'' de ''esa manera'', pero era la única que se me ocurría. Había oído muchísimos métodos para ''eso'', pero nunca los practiqué. Me daba una vergüenza terrible. Me daría incluso menos vergüenza que viniera Izaya y me la chupara allí mismo, pero por desgracia le había echado de mi casa, y no creía que fuera a venir a ayudarme. Instintivamente, moví mi mano sobre mi entrepierna, haciendo que soltara un suspiro. Ya que tenía que hacerlo, lo haría lo más placentero posible. Presioné con suavidad la punta, haciendo que soltara un gemido ahogado. Seguí tocando esa zona, viendo como me excitaba más y más. Mi virilidad estaba completamente erecta, así que desabroché mi cinturón lentamente, y, una vez liberado mi miembro de su ''prisión'', comencé a bajar mi mano de arriba a abajo sobre ella, cobrando cada vez más velocidad y yo tenía más placer. Sin querer, presioné la punta con fuerza.
-¡A-Aaaahh!
Grité de placer, quién lo diría. Supongo que sería divertido ver a ''Shizuo Heiwajima, la bestia de Ikebukuro'' dándose placer así mismo y oír como gemía ante cualquier movimiento. Yo digo esto ahora, pero en ese momento me estaba muriendo de placer como nunca lo había hecho antes. Dado un momento, sonó la puerta. Era Shinra. Decidí que era mejor dejar mi ''trabajo manual'' y contarle la verdad a Shinra. Me abroché el cinturón y todo lo demás. Abrí la puerta y le saludé, lo menos jadeante que pude, anque era MUY evidente que aún estaba excitado; la voz me temblaba.
-Shizuo, ¿te pillo en mal momento...? Je je je... -dijo Shinra con una risa falsa.
-N-No, pasa, ah... ¡Pasa! -me estaba muriendo de vergüenza.
-¿Sabías que mastubarse no es la única manera de quitarse un erección? También puedes pensar en algo que odies y así...
-¡Izaya! -grité, dando un golpe a la mesa.
La secuencia de hace un momento -cuando Izaya realizó tal orgásmica escena junto a mi- volvió a mi mente, por lo que me sonrojé y volví a excitarme, pero ahora delante de Shinra. Estaba que hechaba humo, quería morirme.
-Shizuo, será mejor que pienses en otra cosa... Solo consigues el efecto contrario... -dijo Shinra, un poco sonrojado al ver que me excitaba.
Empecé a pensar en cosas que odiara. Pensé en muchas cosas, tales como comer cáscara de naranja, los cereales de zanahoria, las chinchetas... Me incomodaba de sobremanera tener a Shinra mirándome fijamente. Al final, conseguí que bajara. Me tiré en el sofá, después sentándome cómodamente. Shinra se sentó educadamente a mi lado, poniendo su mano sobre mi hombro, sonriendo cálidamente como siempre. De vez en cuando me preguntaba por qué le odiaban la mayoría si era tan majo.
-Y bueno Shizuo, ¿qué tal con Izaya?
-¿Cómo? -esa pregunta me pilló totalmente desprevenido.
-Celty me ha dicho que os estábais llevando ''muy bien'' esta mañana.
-¿Y-Y qué sa-sabrá esa? -me estaba volviendo a excitar. Mierda.
-Uh oh, ¿es que acaso habéis jugado al ''mete saca''? ¿O quizá al ''Chupa-Chups''?
-¿¡Qu-Quieres ca-callarte!? N-Nunca l-lo haría con I-Izaya, m-me g-gustan l-las chi-chicas... O eso creo. -tartamudeé.
-Shizuo, si no has tenido ni una novia en todo este tiempo significa que eres gay, y mi teoría la confirma al ver cómo te excitas con tan solo nombrar a Izaya.
-¡V-Vamos a comer! -interrumpí, me estaba incomodando esa conversación.
Cogí su mano y le senté en la silla en la cual en frente estaba su plato de noodles. Cogí el tenedor y grité ''¡Que aproveche!'' Comenzamos a comer sin rozar el tema antes mencionado. Comimos a toda prisa, estaba buenísimo. Shinra, cogió los platos y los llevó a la cocina. Nos sentamos en el sofá otra vez, pero esta vez Shinra puso su cabeza en mis piernas. Teníamos mucha confianza; esa posición la poníamos cuando éramos pequeños, así solíamos dormir en las excursiones. Acaricié sus oscuros cabellos. De repente, sacó de su bolsillo una especie de bote con un líquido rosa dentro, y luego sacó otro de color azul neón. ¿Qué era eso?
-No preguntes Shizuo. Tan solo limítate a contestar... ¿Puedo experimentar aquí?
-Uhmmn, bueno... no creo que... bueno, vale. -contesté, dudoso.
-¡Gracias Shizuo!
Shinra me dio un beso en la mejilla muy fuertemente. Para mi los besos nunca se me hacían comunes, incluso me sonrojé. Shinra se sentó normal y puso os dos botes encima de la mesa. Después, sacó otro bote, pero este era transparente. No quería preguntarle qué era, pues se enfadaba con facilidad. Mezcló los dos líquidos en el transparente, y luego los echó en un vaso. Soltaron un estallido fortísimo, y comenzó a echar humo. Me preocupé un poco, ya que SHinra tampoco estaba muy tranquilo. Hubo otro estallido, pero todo se volvió blanco. Lo último que recordé fue estar en una sala blanca con un montón de flores. Mi ropa también era blanca, y la cama igual. Miré mi brazo. ¿Cómo? ¿Tenía una via puesta? Arriba había un bote conectado al cable que llegaba a mi brazo, lo que parecía ser una especie de suero. Me extrañé demasiado al ver que en mi otro brazo había un gran corte cosido. No me dolía en absoluto. Cogí mi mano libre y me arranqué la via, me salió sangre, pero quería irme de ahí como fuera; no quería que experimentaran conmigo. Me levanté deprisa y abrí la pueta bruscamente, viendo como Shinra, Celty, Kasuka, Erika, Kadota e Izaya me miraban con cara extrañada y peocupada. Yo fruncí el ceño enfadado.
-¿¡Y a vosotros qué os pasa!? ¡No soy nada extraño! -vi como Izaya me miraba con absoluta preocupación. -Y-Yo, bueno, esto...
-¿Pero te han dicho que puedes salir? -dijeron Erika y Kadota.
-¿Quiénes? ¿Qué pasa, que tengo que pedir permiso hasta para respirar?
De repente vino una mujer de bata blanca corriendo hacia a mi pidiéndome que volviera a la sala. Gritó de sorpresa al ver como me había quitado la via; mi brazo sangraba muchísimo. Intentó coger mi mano, pero yo rechacé y fui corriendo hasta Izaya, agarrando su mano y yendo a la salida del supuesto hospital.
-¡Shi-Shizu-chan! ¡Para! ¡Tus heridas podrían abrirse!
-¡Que les follen a las heridas! ¡Llévame a casa pulga!
-Bueno, respecto a eso, Shizu-chan... tenemos que hablar, verás... tu casa... voló... por los aires... ¡No me mates a mi, fue culpa de Shinra!
Me quedé callado por un momento. Al fin comprendí por qué no debería haber dejado a Shinra experimentar en mi casa. Osea que, mi casa había sido destruida... ¿Y dónde mierdas iba a vivir? Mi hermano Kasuka vivía en Francia, y Erika y Kadota vivían con sus padres, y Shinra y Celty vivían juntos. Mi única alternativa era... Izaya.
-Izaya, ¿vives solo? -pregunté.
-Sí, ¿P-Por qué? -se sonrojó Izaya.
-B-Bueno, es que... quería preguntarte si... ¿Podría quedarme en tu casa hasta que arreglaran la mía? Por favor... -rogué, estaba humillado.
-Bueno, es que...
-Haré lo que quieras. -interrumpí.
-¿Seguro...? Bueno, pero seguirás mis reglas. Dormirás en el sofá, cocinarás tú, limpiarás mi casa todos los días y no podrás matarme.
-De acuerdo. -no sabía si iba a arrepentirme de aquello.
