Jokes ain't that bad.
01 de Agosto, 1985
-¡¿Qué acaso no puedes mantenerte callado, Baka-Moyashi?! –Estalló un muy molesto Kanda.
-¿Qué fue eso, BaKanda? –Gritó Allen.
Lavi dio un sorbo a su vaso de cola, meneando la cabeza hacia la derecha. –Día hermoso, ¿No, Lenalady?
La chica sonrió y solamente asintió mientras seguía comiendo los huevos revueltos y las tostadas que Jeryy había preparado especialmente para ella.
-¿No crees que Allen-kun esta algo raro desde hace ya unos días? –preguntó la chica de coletas, dando una mordida a su tostada.
Lavi sólo ladeo de nuevo la cabeza y siguió comiendo. –No se de que me hablas, -giró su rostro hacia donde Allen y Kanda seguían peleando –Yo creo que solo es tu imaginación.
La chica suspiró.
08 de Agosto, 1985
-¡BaKanda! –gruñó Allen, dando unas grades zancadas por los pasillos del Black Order. En su cara llevaba puesta una sonrisa algo inusual, y aunque su voz sonara enfadada, su rostro no apoyaba para nada esta idea.
El chico albino llevaba varios días buscando al samurái, necesitaba pelear con él, extrañaba sus insultos y la faceta que mostraba cuando lo hacia enfadar, ya no podía contenerse, el día primero del mes fue su última pelea, de verdad pelear con el chico se estaba volviendo un vicio, solo habían pasado dos días desde su encuentro y ya moría por verlo de nuevo.
El día tercero del mes se topó con Komui en el comedor y sin perder tiempo se abalanzó sobre él y muy discretamente preguntó por el samurái.
Bueno, al menos consiguió saber que Yuu llegaría hoy.
Impaciente comenzó a caminar rápido sin fijar la vista al frente, sino a sus zapatos; que al parecer eran algo interesantes, pues no quitaba su vista de ellos.
"¿Dónde estas? ¿Dónde estas?" canturreaba en su mente Allen.
Paró de pronto, y subió lentamente la vista. Alguien estaba frente a él.
Su corazón latió con fuerza y una sonrisa enorme comenzó a tomar forma en su pálido rostro, sus ojos grises brillaron en contraste a la luz artificial de la sala.
…
Sus ojos dejaron de moverse, su corazón paró y su sonrisa se desvaneció al ver que solo era Lavi.
-Ugh, Lavi… -Allen no quiso que su voz sonara tan… ugh. Pero la desilusión fue más fuerte y no pudo evitarlo.
-¡Vamos! ¿Qué ocurre Allen?, –Preguntó el oji-verde. –Yuu llega hoy y no querrás arruinarnos nuestra felicidad, ¿cierto? –y el peli-rojo sonrió más de lo habitual, tenía los ojos cerrados y la sonrisa, la maldita sonrisa era tan… em, ¿feliz?
¡Claro que lo era!
-Uh, Allen, budd'… ¿Te pasa algo?
-¡Claro que no Lavi!, –El cuerpo y la voz de Allen decían todo lo contrario, su frágil cuerpo estaba ahora rodeado de un aura oscura y escalofriante.
-¿Pero sabes que?... –sus ojos se ocultaron tras la sombra de su cabello blanquecino –Si no me dices donde esta Ka-…
-¿De quien jodidos hablas, Moyashi? –Lo interrumpió otra voz.
EL chico albino dio media vuelta, su ceño aún fruncido al ver quien era.
-¡Tú!, –gritó. –Estoy enfadado contigo, ¡agh! –En realidad, eso era una mentira, pero el chico sabía que eso haría enojar a Kanda y sería una buena razón para comenzar una pelea sin que Lavi se diera cuenta de lo necesitado que estaba.
-¡Baka Moyashi! Juro que…
-¡Yuu! ¡Ven conmigo!, -Lavi tomó el brazo del samurái y lo atrajo hacia el, sus caras muy cerca y sus alientos mezclándose –Nos divertiremos… -Dijo en un tono provocativo y asiendo énfasis en la última palabra, mientras miraba de reojo al albino.
-S-suéltame, ¡Baka Usagi! –Allen pudo jurar que casi vio un sonrojo en las mejillas del guerrero.
Lavi lo dejó ir de inmediato y soltó a reír.
Allen sonrió de manera melancólica y frunció el ceño.
-¿Te has vuelto loco, Moyashi? –preguntó Kanda al ver la cara extraña del chico.
-claro que no, BaKanda, es solo que… estoy enfadado contigo, ¿Qué no lo dije antes? –Kanda hizo una mueca de disgusto y giró su cabeza a un lado soltando un leve 'che'.
-Estas enamorado de mí. Esa es la razón. –Soltó de pronto el chico albino.
Kanda abrió los ojos, su cara mostraba una de disgusto, una de enojo y una de vergüenza también. -¡Pero que estupideces dices Moyashi! ¿Por qué mejor no te mueres? Ugh, de verdad, ¿quien mierda pudiese enamorarse de ti?
Allen sonrió.
-Ah… No lo se, y en verdad, BaKanda, no deberías preguntármelo a mi, ya que el enamorado aquí eres tú. –Lavi quien observaba la escena no podía hacer otra cosa más que contenerse la risa.
-Vamos, BaKanda, admítelo. Nadie aparte de mi y de Lavi, -dijo apuntando al pelirrojo. –Se dará cuenta.
Allen caminó a donde estaba el guerrero de pelo largo azulado y lo miró desafiante. Levantó una mano y lo sujeto fuertemente del hombro. Fue acercando su cabeza contra la de Yuu y pegó su frente contra la del samurái.
Sus labios estaban a escasos centímetros y el calor de sus alientos se podía mezclar.
El cálido aliento de Kanda golpeaba el rostro de Allen, y el chico no podía hacer más que disfrutar de lejos.
Kanda suspiró.
-Vete a la mierda, Moyashi. –Kanda se soltó del agarre de Allen y caminó en dirección al comedor.
-Deja de decir chistes tan malos que haces que mi apetito se vaya… -y con esto último dio vuelta en el pasillo y se perdió de vista.
Allen bajó la vista y se sentó en el piso. Sus ojos miraron alrededor de él. Se encontraban en un pasillo público en donde cualquiera pudo haberlos visto, las paredes eran color grisáceas y todo era tan triste. Igual que su estado de ánimo en estos tiempos.
Pero no era su culpa, era la del samurái.
No tenía porque ser tan duro con él.
-Vamos Al… No fue un mal chiste. –Lavi caminó hasta él y se inclinó un poco. Le dio una pequeña palmadita en la espalda en señal de ánimos.
-Lavi… si tan solo no fuese un chiste –Sonrió al darse cuenta de lo estúpido que sonaba.
