Bueno gente, pues aquí os dejo otro fanfic hecho por mi, en esta ocasión de la serie Código Lyoko, o Code Lyoko como más os guste.
La historia se centraría quizás un mes después de que Aelita llegue a la Tierra, pero como me voy a inventar un personaje y tal, pues quizás se aleje de la historia principal, así que espero que eso no os moleste mucho ^^U….
Gracias ante todo por leerlo y espero me dejéis vuestras opiniones.
CAPÍTULO 1: LA LLEGADA
Veinte años habían pasado desde que el grupo por fin había logrado derrotar a Xana. El grupo se había separado tras terminar el colegio, pero de vez en cuando se reunían para celebrar el momento más memorable de su vida, el día que derrotaron a X.A.N.A.
Allí se encontraban ahora. Hacía cinco años que no se veían, pero habían acudido a una cena de antiguos alumnos organizada por el colegio.
Odd ya estaba allí, intentando ligar con una antigua novia suya, pero solo recibió un bofetón de su parte.
- Se nota que no has cambiado, ¿eh, Odd? – Dijo una voz femenina.
Odd se giro, y se encontró de frente con una chica alta, bien formada y de cabello de color rosa, que le llegaba hasta la cintura.
- ¡Caramba, Aelita! ¡Pero que guapa estás!
- ¿Intentas ligar con una mujer casada y embarazada, Odd?
- Bueno, no llegaría a tanto, si no Einstein me mataría. Por cierto, ¿dónde está?
- Jim le ha pillado por banda. Quería que le arreglase un problema que tiene con su ordenador.
- Ah, es lo que tiene ser un cerebrito.
- Y no tenerlo te hace especial, ¿verdad?
Ante ellos se presento Ulrich, vestido con su mejor traje, aunque como siempre con el pelo como si se hubiera peleado con su secador.
- Oh, perdone señor director. Si le he ofendido, le pido disculpas – dijo haciendo una reverencia.
- No te pases, Odd.
Los tres se rieron, hacía mucho tiempo que se reunían ni reían juntos, como en los viejos tiempos.
- Ahora en serio, tío. Si me llegan a decir hace unos años que ibas a casarte con Sisi y a convertirte en el director del colegio, no me lo hubiese creído.
- Ni yo mismo me lo creo aún,
- Por cierto, ¿qué tal esta Yumi? – Preguntó Aelita.
- No lo sé, hace mucho que no sé nada de ella. Y siempre que hablamos, acabamos discutiendo.
- ¿Y qué quieres? La dejaste plantada el día de vuestro aniversario de bodas, y casi siempre que quedabais te salía algún trabajo.
- No tengo la culpa si me contrataron en esa empresa, siempre estaba muy liado. Pero ella no lo comprendía.
- Las mujeres son complicadas, Ulrich
- Que te lo digan a ti, han pasado veinte años y sigues recibiendo la misma respuesta de todas.
- ¡Ugh! – Odd se posó la mano en el pecho fingiendo como si le hubiesen dado un tiro – Eso me ha dolido en el alma.
Tras unos minutos, Jeremy llegó acompañado de Jim, quien saludo a sus viejos estudiantes y luego se fue con los demás profesores.
- Yumi me llamó hace un rato, me dijo que nos veríamos en la fábrica – explicó Jeremy mientras le daba un sorbo a su gaseosa.
- ¿Ha venido? – Preguntó Ulrich.
- Si, y será mejor que no montéis ningún numerito. Hoy no es un buen día.
Ulrich iba a replicar, pero prefirió callarse. Siempre que él y Yumi se veían acababan discutiendo. Sabía que no había sido un buen marido, y de hecho se odiaba porque en el fondo se había convertido en lo que más detestaba; se había convertido en la viva imagen de su padre.
Ahora que era director del colegio podía vivir más tranquilo y relajado, pero no siempre las cosas eran fáciles. Su hija, Irma, ya tenía siete años, y realmente se parece mucho a como era su madre cuando era más joven.
- Disculpad…
Los cuatro se giraron y se encontraron con una chica de piel negra. Aunque ya no llevase el cabello recogido como cuando era más pequeña, todos la reconocieron.
- ¿No habréis visto a Milly por aquí, verdad? – Preguntó Tamiya.
- La verdad es que no, ¿iba a venir? – Preguntó Aelita.
- Hace mucho que no sé nada de ella… a veces nos mandamos e-mails, pero poco más. Desde que vive en España poco sé de ella.
- ¿Por qué no te pasas por donde vive ella con la excusa de hacer algún reportaje para el New York Times? – Sugirió Odd.
- Podría hacerlo – respondió sonriendo – Pero temo que se enfadase si aparezco de pronto.
- ¿Tú crees? Yo creo que se alegraría – comentó Aelita, intentando animar a Tamiya.
- No sé yo… bueno, perdonad, ¿eh? Voy a ver a los demás.
La chica se alejo y se produjo el silencio en el grupo. Si Milly no aparecía por allí, sabían perfectamente por que era.
- ¿Creéis que aún no le ha olvidado? – Preguntó Aelita, preocupada.
- Fue duro para todos, no fue un día agradable para nadie… - señaló Jeremy.
- Cierto, de haber podido, le hubiéramos ahorrado todo este dolor a Milly.
Tras el comentario de Odd, el móvil de Jeremy comenzó a sonar. Era Yumi, para decirle que ya estaba en la fábrica esperándoles. En ese momento apareció Sisi, llevando uno de esos vestidos caros de diseño.
Ahora era profesora de plástica en el colegio, a la vez que la deslumbrante y maravillosa esposa del director.
- Caramba, cuanto tiempo sin veros reunidos ¿Vais a ir allí?
- Si, eso es – le respondió su marido - ¿Nos excusas?
- Bueno… hace un tiempo hubiera ido al director o a Jim a decirle lo que estáis tramando, pero como eres mi marido, esta vez pasaré.
- Muchas gracias – bromeó Ulrich, y tras darle un beso, los cuatro se marcharon.
Sorprendentemente, a pesar de que antes de desactivar a XANA habían realizado una vuelta al pasado para hacerle olvidar a Sisi todo lo que había oído sobre el tema, un día de pronto se acordó de todo. Esto preocupó mucho a Jeremy, porque eso significaría que posiblemente los demás también comenzasen a recordar todo lo sucedido a lo largo de esos dos años.
Sin embargo, no se dio el caso, así que se decidió explicar las cosas a Sisi. Para sorpresa de todos, fue bastante comprensiva. Además, era la mujer de Ulrich, su amado de toda la vida. Así que no había motivos para que les metiese a estas alturas en un problema.
Caminaron por la ciudad hasta llegar al puente que llevaba a la fábrica, en donde les estaba esperando Yumi, vistiendo un vestido sin hombros de color negro. El pelo lo seguía teniendo tan corto como siempre, pero ahora lo llevaba recogido en una coleta, se le hacía más cómodo. Cargaba con un ramo de rosas blancas. Este año, le tocaba a ella comprar el ramo.
- ¡Ey, Yumi! – Gritó Odd - ¡¿Cómo te va?!
Al verlos, Yumi sonrió. A Aelita y Jeremy ya los había visto hacía unos meses, cuando pasó por Canadá por un viaje de negocios y de paso fue a felicitarles por el embarazo de Aelita, pero a Odd y Ulrich no los veía desde la última vez.
- Bastante bien, ¿vamos?
Los cuatro asintieron y se pusieron en camino. Tras echar un vistazo al primer piso, recordando la de veces que habían tenido que combatir hasta el último minuto allí, bajaron a la sala de los escáneres, acercándose al que estaba situado en el centro. Allí, Yumi depósito las flores.
- Aún me cuesta creer que no pudiéramos hacer nada por él… - dijo Aelita, para romper el silencio.
- Hicimos todo lo que pudimos, Aelita – comentó Jeremy para consolar a su mujer, que casi se parte a llorar.
- Al menos, sabemos que el sacrificio que hizo por nosotros no fue en vano. Gracias a él pudimos salvar la Tierra.
Sus recuerdos les transportaron 21 años atrás, durante su plena lucha contra XANA. Mucho tiempo antes de que este lograra hacerse con el control de William.
Poco después de lograr la materialización de Aelita, llegó en pleno curso otro estudiante al colegio. Su llegada ya había sido informada, pero muchos la pasaron por alto. Ese no fue el caso de Milly y Tamiya, las dos niñas reporteras del periódico escolar, siempre listas para conseguir una noticia.
Tras la comida, Milly y Tamiya se situaron cerca de la entrada, para esperar al nuevo estudiante. Como no querían que les viese, para así hacerle una foto sorpresa, Milly se subió al árbol más alto de la entrada para tener un buen ángulo para la foto.
- Milly, no deberíamos… - le susurró Tamiya desde su escondite, en un arbusto al lado del árbol.
- No te preocupes, no pasará nada.
- Pero si te caes… te harás daño.
- Tranquila. Ya verás como tenemos una buen-.
La rama sobre la que estaba Milly se partió por el peso y la niña comenzó a caer de cabeza.
- ¡Milly! – Gritó Tamiya mientras veía a su amiga caer desde lo más alto y gritando, mientras, inútilmente, intentaba agarrarse a algo.
Para Milly, todo fue a cámara lenta. Se caía desde una altura de más de tres metros, así que iba a morir, si Tamiya no lo evitaba, iba a morir. Sin embargo, para Tamiya todo fue muy rápido. No pudo ni reaccionar cuando una figura negra pasó corriendo delante suya, como un rayo, y agarró a su amiga antes de que se la pegará
Milly notó como alto la había parado, sin duda unos brazos, quizás de su amiga, pero no se atrevía a abrir los ojos del miedo.
- ¿Te encuentras bien?
Sin lugar a dudas, esa no era la voz de Tamiya. Era la voz de un chico, pero de ningún compañero de clase o profesor que ella conociese. Además, le pareció oír dulzura en esas palabras.
Poco a poco fue abriendo los ojos, y se encontró cara a cara con un rostro joven, quizás le sacaba unos cuatro o cinco años, pero no más. Tenía el pelo corto, alborotado y de color castaño. Y sus ojos de color almendra parecía que brillasen.
Milly no pudo evitarlo y enrojeció.
- ¿Estás bien? – Preguntó de nuevo ese chico.
Sin poder soltar ni una palabra, Milly asintió con la cabeza.
- Me alegro – dijo el chico sonriendo.
La ayudó a ponerse en pie. Tamiya se acercó corriendo a su amiga y la abrazó, llorando.
- ¡Milly, eres tonta! – Balbuceó.
- Lo siento…
- Tu amiga tiene razón, ¿qué hacías ahí arriba?
- Em… bueno…
El chico se fijo entonces en que llevaba una cámara de fotos colgando del cuello.
- ¿Y esa cámara?
- Es que… verás somos del periódico del colegio y queríamos hacerte una foto a escondidas para publicar la noticia de tu llegada.
- ¿Ah, si? ¿Tan jóvenes y ya sois reporteras?
Milly asintió.
- Pues eso de hacer las fotos a escondidas no es lo que hacen las auténticas reporteras, creo yo. Lo mejor es pedirlas directamente.
- Generalmente la gente nos dice que no… - confesó Tamiya, apenada.
- Bueno, pero no todo el mundo os dirá que no. A mi no me importa.
- ¿Qué? ¿De verdad?
El chico asintió.
- ¿Quién de vosotras va a hacer la entrevista?
Nerviosa y, de forma tímida, Milly levantó la mano.
- Entonces, ¿tú saldrás en la foto no?
- ¿Q-Qué? ¿Yo?
- Claro, la reportera tiene que salir junto al que va a entrevistar, ¿no?
Cuando le dio la cámara a Tamiya, a Milly casi se le cae de lo que le temblaban las manos. Se colocó al lado del chico, del que aún desconocía su nombre. Podría ser tan alto como Ulrich, quizás un poco más, pero no le sacaría más de un par de centímetros. Se colocó bien a su derecha y Tamiya sacó la foto.
- ¡Gracias! – Dijo Tamiya sonriendo.
- La entrevista, ¿os importa si la dejamos para luego? Es que tengo que ir a ver al director.
- No, claro ¿Cuándo te viene bien?
- Bueno… no creo que tarde mucho así que… ¿qué os parece dentro de una hora? Supongo que para entonces ya estaré instalado.
- Perfecto, entonces.
El chico se marcho y Tamiya se despidió de él con la mano. Pero Milly no dijo nada. Tenía la cara sonrojada y la mirada perdida.
- Milly, ¡eh, Milly!
- ¿E-Eh? ¿Qué? – Saltó.
- Tienes que preparar las preguntas para la entrevista.
- Ah… si…
Milly miro como ese chico atravesaba la puerta que daba al pasillo que conducía al despacho del director. Aún no sabía su nombre, pero dentro de una hora esperaba poder averiguarlo.
El director Delmas miró con mirada estudiosa el expediente del nuevo estudiante del colegio. Sin duda, totalmente notable.
- Me alegra que eligieras nuestro colegio, hijo.
- El honor es mío. Me hablaron muy bien de este sitio y preferí seguir mis estudios aquí. Dicen que hay mucho nivel.
- Y eso es cierto.
- Entonces, ¿mañana empiezo las clases?
- Bueno, antes me gustaría hacerte un examen de prueba. Puro trámite, pero como las clases ya están empezadas, pues…
- Lo comprendo. Debo recuperar el tiempo perdido.
- En efecto.
- Bueno… pues, ¿puedo irme ya?
- Si. La señorita Weber te llevará hasta tu habitación. Tienes una habitación individual. Tus cosas ya están allí.
- Muchas gracias.
Tras estrechar las manos, el chico se marchó. Cuando estuvo solo, Jean-Pierre Delmas miro de nuevo el expediente del chico. Sin duda era altamente notable. Estaba bien tener a otro estudiante así a parte de Jeremy Belpois.
Tras llegar a su habitación, al chico no le apeteció desempaquetar sus cosas todavía, y como aún tenía tiempo hasta que esas dos niñas llegaran para hacerle la entrevista, decidió dar un paseo por la ciudad.
Cuando llevaba cerca de un cuarto de hora andando, se encontró de frente con una fábrica abandonada.
- ¿Y esto? – Pensó.
No supo porque, pero tenía la necesidad de entrar. Quizás la necesidad de curiosear ese sitio fue lo que le hizo entrar allí, nunca lo supo.
El primer piso estaba completamente abandonada, y no quedaba casi nada ya allí. Pero se encontró con un ascensor que podía bajar a tres sótanos.
Pulsó el botón del primer sótano y las puertas se cerraron. Se preguntó a que se dedicaría ese lugar para tener que tener tres pisos de profundidad.
Cuando se abrieron las puertas, se quedó sin palabras. Un gigantesco ordenador se encontraba en el centro de la habitación, rodeado de cables que descendían hasta el siguiente piso, o eso supuso el chico.
Se sentó en el ordenador y comenzó a navegar por él, registrando los archivos. Entonces se le abrió una pantalla en la que se escribió la palabra "Hola".
Él contestó, y luego preguntó: ¿Eres la Inteligencia Artificial del ordenador?
Al cabo de unos segundos, apareció un nuevo mensaje: Soy XANA.
